Los estudiantes de altas capacidades son aquellos estudiantes que demuestran una especial facilidad para el aprendizaje obteniendo resultados altos en su carrera académica. Es decir, son personas que tienen el tipo de habilidades que el sistema educativo valora, lo saben reflejar a través de los medios de evaluación (exámenes, tesinas, presentaciones, etc.), y como consecuencia de ello, obtienen reconocimiento académico (notas altas, premios especiales, etc.).
Los resultados del informe PISA indican que España cuenta con un porcentaje relativamente bajo de alumnos con altas capacidades (niveles 5 y 6 en las pruebas de PISA). En concreto, sólo un 7.3% de estudiantes españoles alcanzan los niveles más altos en la prueba de matemáticas respecto a un 11.4% en la media de los países de la OCDE. En la prueba de competencia científica, un 4.2% de alumnos españoles alcanzan los niveles 5 y 6 mientras que en el conjunto de la OCDE este porcentaje es del 6.8%. Estas cifras nos dicen que, aunque los estudiantes de altas capacidades están aventajados en el mundo académico, no son inmunes a las debilidades de nuestro sistema educativo.
¿Nos debería preocupar este porcentaje tan bajo? ¿Nos deberían interesar los estudiantes de altas capacidades incluso cuando el contexto español se caracteriza por altas tasas de abandono escolar temprano y una alta frecuencia de repetición de curso?. Los estudiantes de altas capacidades a menudo terminan cubriendo roles relevantes en nuestras sociedades. Jeff Bezos, fundador y director ejecutivo de Amazon y hombre más rico del mundo, se graduó con honores en su instituto y summa cum laude en la Universidad de Princeton. Bill Gates, fundador de Microsoft y segundo hombre más rico del mundo, fue premio extraordinario fin de carrera (National Merit Scholar) y obtuvo 1590 puntos sobre 1600 en el test SAT (Forbes, 2019). Una encuesta de Forbes (2000) muestra que la major parte de directores de las más grandes empresas obtuvieron grandes resultados durante su educación: el 24% de los altos directivos en Europa tienen títulos de doctorado, mientras que en China la proporción es del 33%. Más allá de los ejemplos, poder contar con líderes efectivos aventajaría nuestras empresas y sector público. Matthews (2004) señala que las características que definen un líder efectivo y una persona con altas capacidades coinciden en gran medida: capacidad de verbalizar, sensibilidad social, amplia visión, capacidad de resolver problemas, pensamiento crítico, creatividad, iniciativa, responsabilidad, y flexibilidad. A pesar de que la necesidad de líderes efectivos es clara y de que el solapamiento con las altas capacidades está documentado, no existen programas educativos en la UE dedicados a este tipo de personas.
En contraste, en Estados Unidos desde los años 80 han sido introducidos numerosos programas dedicados a los estudiantes de altas capacidades. Estos programas han acogido alrededor del 7% de la totalidad de estudiantes (Card y Giuliano, 2014). Sin embargo, en Europa las iniciativas a este respecto suelen estar limitadas a ámbitos geográficos concretos, son muy diferentes entre sí y a menudo dependen de financiación privada y de la voluntad de los profesores de involucrarse en los pocos programas a disposición.
Un ejemplo de programa destinado a potenciar las capacidades de estudiantes de alto rendimiento en Europa es el de la asociación italiana de profesores de matemáticas Mathesis. Este programa cuenta con la virtud de tener una estructura muy similar a la de las Olimpiadas Matemáticas, la competencia anual de matemáticas para estudiantes preuniversitarios más conocida a nivel internacional en la que participan más de 100 países de los cinco continentes.
El programa de Mathesis tiene lugar cada año entre finales de mayo y principios de junio y dura tres días completos. Durante esos días más de mil estudiantes de 48 institutos del noroeste de Italia conviven en un resort de grandes dimensiones en los Alpes. Los estudiantes son los “mejores de cada clase” (generalmente dos estudiantes por clase, aunque a veces es uno o tres) desde primero a cuarto de instituto (14-18 años). Los profesores de matemáticas del instituto adherente seleccionan los participantes en función de sus resultados académicos en matemáticas y una evaluación discrecional de su motivación y su potencial. Durante la experiencia, los estudiantes de cada curso se dividen en grupos de seis y resuelven problemas de matemáticas sobre un argumento específico que cambia cada año para cada clase (por ejemplo, en el 2019 los temas fueron el infinito, los algoritmos, códigos de barras y criptomonedas, y geometría no Euclídea). Los problemas tienen que ser resueltos en grupo y la solución propuesta por el grupo recibe una puntuación por parte de los enseñantes. Al final del programa el mejor grupo de cada curso recibe un premio simbólico. Los profesores, acompañados de estudiantes universitarios de licenciaturas STEM, ayudan a los estudiantes en el razonamiento a través de explicaciones y materiales reciclados manipulables que distribuyen a todos los grupos. En general, el programa está caracterizado por la necesidad de trabajar en grupo, el recurso a la capacidad lógico-deductiva de los estudiantes y a su inclinación a resolver problemas nunca vistos con soluciones alternativas.
En un reciente estudio realizado junto a Flavia Coda Moscarola y Sarah Zaccagni hemos evaluado el impacto del programa de Mathesis a través de un ensayo controlado aleatorio (randomized control trial). Hemos analizado los efectos del programa en la capacidad de resolución de problemas pero también en términos de su influencia sobre las capacidades no cognitivas de los estudiantes, su percepción de sí mismos, y sus intenciones respecto a sus carreras académicas.
Para poder llevar a cabo el ensayo, hemos pedido a los profesores que cambiasen el criterio de selección de participantes en la edición de 2019. En vez de seleccionar los N mejores estudiantes de cada clase, los profesores deben elegir N+1, es decir, deben seleccionar los mismos estudiantes que habrían elegido en cualquier edición más el primero de la “lista de espera”. A continuación, seleccionamos de manera aleatoria un estudiante por clase y lo excluimos del programa (le damos la posibilidad de participar el año siguiente o de participar en una experiencia alternativa de carácter económico-matemático). De este modo, hemos creado un grupo de “tratados” que participan al programa y un grupo de “controles” que nos sirven como punto de referencia. Dado que la mayor parte de profesores suelen señalar dos participantes, el grupo de tratados contiene el doble de estudiantes que el de controles. Podríamos haber dejado que los profesores señalasen los mismos participantes que todos los años y excluir uno por clase pero esto hubiese significado cambiar la experiencia en términos de número de participantes y nos enfrentaba a la oposición de Mathesis porque hubiese implicado malgastar recursos. También podríamos haber aumentado el número de estudiantes extra que los profesores señalaban pero esto hubiese reducido demasiado la capacidad global de los estudiantes y no habríamos podido seguir llamándolos estudiantes de altas capacidades.
De nuestro análisis aprendemos que un programa dedicado a estudiantes de altas capacidades de corta duración y caracterizado por el aprendizaje entre pares, actividades de tipo interrogativo y participativo como el de Mathesis aumenta significativamente la capacidad de resolución de problemas. Esta mejora se aprecia sobre todo en problemas de lógica para los que no se pueden utilizar los instrumentos tradicionales de las matemáticas. Además de estos efectos de tipo cognitivo, encontramos un efecto positivo sobre la personalidad: dos semanas después del programa los estudiantes se declaran más extrovertidos y menos lunáticos. En general el programa es más eficaz para los estudiantes más jóvenes. Además, los estudiantes que participan en el programa se declaran más convencidos de ir a la universidad. Por desgracia, no sabemos si el programa funcionaría para el estudiante medio. De nuestra experiencia de evaluación del programa de Mathesis concluimos que es posible mejorar los resultados de corto plazo de los estudiantes de altas capacidades con intervenciones relativamente poco costosas. Sería positivo plantearse la creación de programas estructurados a nivel general como ocurre en Estados Unidos.
Hay 2 comentarios
Hola, Ainoa. Me ha encantado la entrada. Yo opino que el sistema educativo es como una autopista limitada por ejemplo a 150 de velocidad. Algunos estudiantes, la gran mayoría circulan a la mitad o menos de la mitad sin llegar a exprimir la potencia del motor. El estudiante de altas capacidades, siguiendo con la metáfora, es un Ferrari con una velocidad punta de 350. El primer tirón, en el que destaca se le multa (o bien por sus compañeros) o bien por el profesor (abrumado). Estas resistencias le retrasarán toda su vida. La clave está en: qué sistema educativo articula qué mecanismo para encauzar adecuadamente a estas criaturas. Y en segundo lugar, de no haber ningún protocolo creíble (España), cuál es el resultado en el carácter y en la motivación general de estos prodigios a la hora de manejar la frustración acumulada.
No estoy de acuerdo en igualar estudiantes de alto rendimiento con sujetos con altas capacidades, ni dejarlo todo a la resolución de problemas en el sentido lógico-matemático.
El sujeto de altas capacidades sufre mucho ya que también despuntan en sensibilidad, lo que en algunos casos magnifica sus roces y lo coloca al borde de un abismo.
Gracias Jordi por compartir tu visión. Un saludo.
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