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Milgrom y Wilson o cómo resolver un bloque de Lego en la Economía Matemática

Por Amparo Urbano

 “El espectro radioeléctrico no regulado tiende hacia la anarquía y necesita un policía de tráfico”

(George von Lengerke Meyer, Secretario de la Marina de William Howard Taft, en carta escrita al Comité de Comercio del Senado de Estados Unidos en 1910).

Paul Milgrom y Robert Wilson | © Nobel Media. Ill. Niklas Elmehed.

El Premio Nobel de Economía 2020, también llamado Premio Memorial Sveriges Riksbank de Economía, ha sido otorgado a los profesores de Stanford  Paul R. Milgrom y el Robert B. Wilson,  por mejoras en la teoría de subastas e invenciones de nuevos formatos de subasta. Las investigaciones de ambos revolucionaron dicho campo, crearon un mercado más eficiente para compradores y vendedores, y contribuyeron a maximizar los ingresos de las arcas públicas en el mercado eléctrico, petrolífero o de telecomunicaciones. Aparte de sus contribuciones científicas, parte del Nobel se debe a su impacto en la vida de los ciudadanos.

Nacido en Detroit, Milgrom se licenció en Matemáticas en Michigan y se especializó en Estadística en la Universidad de Stanford, donde enseña desde 1987. Robert B. Wilson (Geneva, Nebraska), es profesor emérito de la misma institución, y tuvo a Milgrom entre sus alumnos.

Las subastas son una de las más antiguas de las instituciones económicas. El primer registro histórico de una subasta suele ser atribuido a Herodoto, quien informó de una costumbre en Babilonia en la que los hombres pujaban por las mujeres para casarse. Otros observadores han reportado subastas en todo el mundo antiguo - en Babilonia, Grecia, el imperio romano, China y Japón. El rasgo distintivo de una subasta es que permite una comparación explícita realizada entre las ofertas. La explicación más simple de su continua popularidad es que a menudo conducen a resultados que son eficientes y estables.

Las subastas se caracterizan como transacciones con un conjunto específico de reglas que detallan la asignación de recursos según las pujas de los participantes. Hay muchos diseños posibles para una subasta y las cuestiones típicas estudiadas por los teóricos de las subastas incluyen la eficiencia de un diseño de subasta determinado, estrategias de licitación óptimas y de equilibrio, y comparación de ingresos.

El primer análisis formal de las subastas fue realizado por William Vickrey (1961, Premio Nobel en 1996). Vickrey consideró dos compradores pujando por un solo artículo. Vickrey demostró que en las subastas de sobre sellado de primer precio, pujar la mitad de su valoración es una estrategia de licitación de equilibrio para cada postor. En el equilibrio de tal juego, la maldición del ganador no se produce porque los oferentes la anticipan en sus estrategias de puja. Conductual y empíricamente, sin embargo, la maldición del ganador es un fenómeno común, descrito en detalle por Richard Thaler (Premio Nobel en 2017). La maldición del ganador es un fenómeno que puede ocurrir en la configuración de valor común, cuando los valores reales para los diferentes postores son desconocidos pero correlacionados, y los licitadores toman sus decisiones basándose en valores estimados. En tales casos, el ganador tenderá a ser el postor con la estimación más alta, pero los resultados de la subasta mostrarán que las estimaciones restantes del valor del artículo son menores que las del ganador, dándole a éste la impresión de que "ha pujado demasiado alto".

El Comité del Nobel remarco que el trabajo de Wilson demostró "por qué los licitadores racionales tienden a colocar las ofertas por debajo de su propia mejor estimación del valor común", es decir, "el valor que es incierto de antemano, pero, al final, es el mismo para todos". "[Los licitadores] están preocupados por la maldición del ganador, es decir, por ganar pagando demasiado ".  Milgrom desarrolló una teoría más general de las subastas que tenía en cuenta lo que se conoce como el "valor privado" de lo que se vende, que puede variar mucho de un postor a otro.

En 1994, las autoridades de los Estados Unidos, en particular, la Comisión Federal de las Comunicaciones (FCC, por sus siglas en inglés), utilizaron por primera vez uno de sus formatos de subasta para vender radiofrecuencias a los operadores de telecomunicaciones. Antes de esto, las frecuencias se habían regalado principalmente a destinatarios dignos o asignados por lotería. La lógica de la lotería era atractiva a primera vista. A diferencia de audiencias y litigios largos, obtener una licencia gracias a un paraguas providencial, era una manera rápida y barata de trabajar con 1.400 aplicaciones de servicio telefónico. Seleccionar al azar a los ganadores de licencias, se traducía en que, a veces, los ciudadanos que terminaban con grandes licencias sobre los recursos más valiosos del país eran, bueno, un poco al azar. Este fue el caso del actor Ernest Borgnine. Entre su actuación en la serie de la CBS Airwolf y su voz en All Dogs Go to Heaven 2, Borgnine tuvo tiempo de probar suerte en la especulación del espectro de frecuencias. Como parte de un sindicato de participantes de la lotería, el actor fue uno de los cientos de miles de ciudadanos que especularon con las radiofrecuencias de los teléfonos celulares a mediados de la década de 1980. Según un artículo en Forbes, 1990, el grupo Borgnine fue uno de los afortunados y se llevó a casa el derecho de proporcionar servicios celulares a Yakima, Washington, que luego vendieron para obtener un buen beneficio. Una consecuencia de la asignación de frecuencias por loterías fue la aparición de un mercado secundario de licencias tremendamente activo. ¡Desde 1927, el Gobierno había distribuido espectro de radiofrecuencias valorado en billones de dollares absolutamente gratis! En 1993, el Congreso urgió a la FCC a diseñar en un año una subasta para las licencias. Era hora de traer a los economistas.

La sabiduría de la subasta prevaleciente en ese momento se basaba en el "Teorema de Equivalencia de Ingresos" de William Vickrey, que decía que todos los tipos de subastas daban el mismo resultado para el vendedor.

El descubrimiento crucial de Milgrom fue que en entornos con valores comunes y privados, el formato de la subasta era muy importante. En una subasta ascendente, llamada subasta inglesa, los oferentes utilizan los precios a los que otros oferentes abandonan para actualizar sus estimaciones del valor del producto. La subasta les permite revisar sus estimaciones a la media y les protege de pujas demasiados altas. El problema al que se enfrentaban Wilson y Milgrom, al diseñar la subasta del espectro, era que si el valor para un operador de una licencia en una región dependía de si tenía una licencia en una región contigua, un conjunto único de subastas simultáneas le haría imposible saber cuánto pujar. Los economistas nos referimos a este problema, como el problema de la exposición. La incertidumbre estratégica que genera da lugar a que muchos participantes pujen muy bajo, mientras otros se vean atrapados en licencias que no les interesan per se. En cualquier caso, esta falta de información, desalienta la participación de los postores.

El reto que tenían ante sí, pues, era establecer una subasta en la que varios licitadores pudieran pujar por múltiples licencias en múltiples mercados sin tener que encontrarse con dicho problema de exposición. “Así se nos ocurrió un método para fijar los precios simultáneamente, en el que los oferentes tuvieran alguna idea de cuáles eran los precios en otras áreas”, dijo Milgrom.  Este fue el núcleo conceptual de la subasta ascendente simultánea de Milgrom y Wilson. En la práctica, la forma era muy similar a las subastas inglesas que se pueden ver en Christie's. Sólo que en lugar de tener lugar en una sala llena de coleccionistas pujando todos por la misma pintura, esta subasta tendría lugar dentro de una red informática llena de corporaciones multinacionales que pujaban por cada segmento comercialmente disponible del espectro electromagnético a la vez.

Wilson y Milgrom inventaron un formato de subasta completamente nuevo, la Subasta Simultánea de Ronda Múltiple que comienza con precios bajos y permite ofertas repetidas en muchas áreas, de modo que los patrones geográficos de propiedad pueden evolucionar en un solo proceso.

Con una subasta bien diseñada, los recursos se asignan eficientemente a las partes que más los valoran, el gobierno asegurando ingresos en el proceso. La subasta de espectro de transmisión de los Estados Unidos de 1994 fue aclamada por el New York Times como "la mejor subasta de la historia".

Desde entonces, escribe el teórico de la subasta Peter Cramton, la subasta ascendente simultánea se ha convertido en el "caballo de batalla de las subastas de espectro" en todo el mundo, donde ha generado enormes ingresos. También se ha adoptado, con algunas modificaciones, en otros entornos, como en los mercados de electricidad y gas. En España, durante la etapa de Álvaro Nadal como ministro de Energía —entre 2016 y 2018— se utilizó para las subastas eléctricas.

Sin embargo, también se ha tenido que mejorar dicho diseño. En 1996, por ejemplo, se descubrió que un operador de telefonía celular, Mercury PCS, había encontrado una manera de coludir con los competidores mediante la inclusión de códigos de área de licencia en los últimos tres dígitos de sus ofertas. Por ejemplo, una oferta de $1,615,264 en Amarillo, Texas estaba destinada a decirle a un competidor que se mantuviera fuera del cercano mercado de Lubbock, conocido como área de licencia 264. Del mismo modo, otro defecto, éste potencialmente más fundamental, salió a la luz en una subasta diez años después. En 2006, un consorcio de compañías de cable, incluyendo Comcast y Time Warner, fueron capaces de explotar una peculiaridad en el diseño de la subasta que hizo más difícil para los oferentes pasar de un tipo de licencia a la otra.  A lo largo de los años, estas lagunas y fallos han llevado a la FCC a ir mejorando el diseño básico. También han alentado a otros países a modificar el modelo original de 1994 al construir sus propias subastas de espectro. En gran parte de Europa, por ejemplo, las ofertas no se realizan en licencias individuales, sino en "paquetes", que representan una lista de deseos de licencias en una región y en todo el espectro.

A partir de 2012, la FCC inició un plan para reutilizar el espectro de los organismos de radiodifusión de televisión locales y volver a empaquetar esas ondas para el uso de la industria de la banda ancha móvil. En 2012, Milgrom diseñó una "subasta de incentivos" en dos etapas para la Comisión Federal de Comunicaciones en la que se pidió a los organismos de radiodifusión que designaran el precio al que renunciarían a partes del espectro que poseían y que la Comisión revendería a empresas telefónicas y a otras personas con un gran beneficio.

Desde entonces, el diseño del mercado de las subastas ha madurado hasta convertirse en un campo interdisciplinario en el que economistas, científicos informáticos e investigadores de operaciones diseñan, prueban y construyen nuevas soluciones de forma colaborativa para los problemas del gobierno, las empresas y la sociedad.

La Asociación Americana de Economía ha descrito a Milgrom como el diseñador de subastas líder en el mundo. Su trabajo ha sido citado más de 100.000 veces. Además, Milgrom es cofundador de Auctionomics, empresa especializada en subastas de altas apuestas, asesorando en dos áreas principales: diseño de subastas, elección y calibración de la subasta adecuada para un entorno de mercado particular y consultoría del postor, preparación y estrategia de los oferentes en subastas de altas apuestas. En el consejo asesor de la empresa se encuentran Roger Myerson y Alvin Roth, ambos Premios Nobel 2007 y 2012, respectivamente.

A menudo, los economistas somos ridiculizados como “scribblers (los que escriben garabatos) académicos”. El Premio Nobel de Economía de este año es un claro ejemplo de que los economistas también podemos producir resultados prácticos de gran interés público.