Trade-off, información veraz y decisiones óptimas en tiempos de COVID

José E. Boscá*,+, José Cano* y Javier Ferri*,+

* Universidad de Valencia, + Fedea

La Economía se basa en dos pilares básicos: las decisiones que se toman a nivel individual o colectivo tienen siempre asociado un coste: “nada es gratis”, y los agentes económicos reaccionan a los cambios en su entorno para tratar de acomodar de la mejor forma posible la nueva situación a sus intereses. Ambos pilares soportan el diseño de las políticas óptimas.  El post de Jose Ramón Paño es un ejemplo de las diferencias en la forma de pensar de un magnífico profesional de la sanidad y de un economista académico. Para un economista pensar en términos del denominado trade-off entre economía y salud es fundamental: las decisiones de salud pública que restringen la movilidad y la actividad afectan a la economía, con efectos importantes en el bienestar de los individuos. Es por ello, que aun estando de acuerdo con muchas de las cosas que se indican en la entrada de J. R. Paño, con algunos matices que a detallaremos más abajo, pensamos que el mensaje fundamental de nuestro post del pasado 19 de julio no se ha terminado de entender.

Nuestro razonamiento principal es que las características de la pandemia han ido variando de unas olas a otras y, en consecuencia, las decisiones de las autoridades políticas y sanitarias no pueden seguir siendo las mismas que al principio, ya que se deberían ir adaptando para evitar, en la medida de lo posible, los efectos externos negativos sobre la economía (y el bienestar de los individuos) que provocan. No es de extrañar que, sin tener en cuenta estos trade-off (o más precisamente, otorgando un peso de cero a cualquier variable distinta del número de contagiados en una función de bienestar social), el mensaje de la mayoría de los epidemiólogos, virólogos y personal sanitario se haya mantenido virtualmente inalterables durante toda la pandemia: restringir al máximo las interacciones sociales.

Como economistas, compartimos plenamente la idea de que no se deben de confundir los deseos (wishful thinking) con la realidad. Y de la misma manera que en situaciones de incertidumbre se pueden producir sesgos de valoración optimistas, también sucede con los sesgos pesimistas. De ahí la importancia de disponer (y de transmitir) la información del mejor modo posible. La situación que estamos viviendo tiene mucho de enorme experimento social. En la economía experimental (al contrario de lo que sucede en el campo de la psicología) el engaño de proporcionar a los participantes información falsa o incompleta (deception) para tener un mejor control sobre el experimento se considera contraproducente porque distorsiona el comportamiento de los agentes, y por el daño reputacional que provoca, dejando al margen cuestiones éticas. Es decir, una cosa es informar verazmente de las reglas del juego y, otra, informar de forma engañosa o errónea sobre la verdadera naturaleza de la situación. Es por ello, que en numerosas ocasiones hemos criticado en este Blog la paupérrima calidad de los datos sanitarios, lo que nos hace pensar que hay un enorme margen para avanzar en este frente desde el punto de vista epidemiológico. La impresión que se traduce es que muchas de las afirmaciones que han vertido y vierten expertos epidemiólogos y virólogos en los medios de comunicación no tienen aparentemente un sustrato basado en datos.

En ningún momento en nuestro anterior post hemos pretendido dar por zanjado el problema epidemiológico actual. Nuestra intención ha sido argumentar que el número de contagiados, o la Incidencia Acumulada a 14 días, dan hoy en día en la quinta ola una información sensiblemente distinta a la que proporcionaban en, por ejemplo, la tercera ola. Nunca hemos afirmado que el virus actúe ahora como el de un catarro. Atribuirnos esta afirmación es, como mínimo, utilizar alegremente la “falacia del hombre de paja”. Lo que sí hemos dicho es que el número de casos en los que esto ocurre es ahora mucho mayor.

A continuación, realizamos una serie de reflexiones sobre el estado de la pandemia que, sin ser especialistas en la materia, pero con la obsesión de los economistas en anclar sus afirmaciones en la mejor información disponible, nos permiten matizar algunos de los puntos expuestos por J. R. Paño.

1) Atendiendo a los informes que publica regularmente el Instituto de Salud Carlos III o el Ministerio de Sanidad, el virus tiene una tasa de asintomáticos que se ha mantenido cercana al 50% en todas las olas, excepto la primera, y en estos momentos se acerca al 70%. Es por ello, que es muy improbable que el virus haya afectado hasta el momento sólo al 10-15% de la población. En un post de hace un tiempo, algunos de nosotros ya estimábamos que en la primera ola el número de contagiados tenía que estar por encima de los 2 millones de casos, por lo que hoy en día, es muy probable que el número de contagiados supere el 20% de la población.

2) También se puede matizar mucho sobre el dato del importante porcentaje de población susceptible todavía de vacunar y sobre su efecto en hospitalizaciones, ingresos en UCI y muertes. Con datos de 30 de julio, la población por encima de los 60 años que cuenta con la pauta completa está muy por encima del 90%, de 50 a 59 años el 87,8% tiene también las dos dosis. ¿Qué pasa en las edades inferiores? En la tabla 5 del informe epidemiológico del Instituto de Salud Carlos III el siguiente grupo de edad más "vulnerable" es el de 40 a 49 años que ofrece los siguientes datos: se hospitaliza el 4,5% de los infectados, ingresa en UCI el 0,4% de los mismos y muere el 0,1% de los infectados. Cualquier muerte es un drama sin paliativos, pero alejándonos de cuestiones emocionales, no son datos aterradores comparados con la mortalidad de esta franja de edad por otras causas. Obviamente, no queremos minimizar las cifras, ni hacer una llamada a que la crisis sanitaria está superada. Ni mucho menos. Es por ello, que compartimos la preocupación por los casos de infectados que han recibido las dos dosis de la vacuna. Pero, de nuevo, la pregunta relevante es ¿cuál es el porcentaje de hospitalizados (en planta o UCI) que están vacunados? ¿Cuál es su tasa de mortalidad? Si las vacunas tienen un porcentaje de casos en el que no funcionan, ¿se puede hacer algo para corregir dicha situación? ¿Ayudarían los test de anticuerpos? Hoy en día ya sabemos (hace un par de meses no) que la vacuna minimiza síntomas y la gravedad en caso de contagio del virus.

3) En cuanto a la importancia de la variante delta en España, algunos datos de los últimos 14 días: ha habido 326.127 casos declarados, de los que 108.985 presentaron síntomas (66.59% de asintomáticos) y se han producido 323 fallecimientos (0.099% de los contagiados), gran parte de ellos, desgraciadamente, mayores de 80 años en los que la vacuna parece no haber tenido los efectos deseados, o no ha podido contrarrestar otros problemas graves de salud. Nótese que 323 fallecidos en los últimos 14 días, sería el equivalente a 8421 muertes anuales, cifra que parece a todas luces muy alejada de los más de 80.000 muertos oficiales contabilizados desde el principio de la pandemia hasta principios de julio.

4) Para poner esta cifra en el contexto de las muertes estimadas por gripe, el propio Instituto de Salud Carlos III junto al Centro de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP), estimaban que en la campaña 2017-18 hubo cerca de 15000 muertes relacionadas con la gripe y en la campaña 2018-19 (ver última página del informe) unas 6300 defunciones atribuibles a la misma.

5) Desde que comenzó la quinta ola de la variante delta en España hace un mes aproximadamente (29 de junio), las camas en planta ocupadas por pacientes Covid son del 8.24% y en UCI del 18.31% (el 13.87% sin contar a Cataluña). Estas últimas cifras no se acercan ni de lejos a los datos de las olas anteriores, en las que nosotros mismos vimos como las capacidades de UCI eran muy elásticas. Según el Ministerio de Sanidad en el conocido como "semáforo" de la COVID-19 en nuestro país, se debe superar el 15% (10% y 5%) de capacidad hospitalaria y el 25% (20% y 15%) de ocupación de las UCI para considerar de riesgo extremo (alto y medio) la situación, lo que todavía no ocurre en España si quitamos al outlier, Cataluña, que obviamente necesita una política distinta al resto.

6) No compartimos las reflexiones del J. R. Paño en referencia a que el sistema sanitario tiene un umbral significativamente menor para saturarse que hace 18 meses y que, en consecuencia, absorbería mucho peor cualquier aumento de demanda. En primer lugar, porque nuestros excelentes profesionales sanitarios tienen un aprendizaje brutal en los últimos meses de cómo tratar adecuadamente a los pacientes, por lo que los protocolos de actuación están mucho más estandarizados. Por otra parte, en olas anteriores hubo que anular de forma bastante masiva visitas de pacientes oncológicos, intervenciones quirúrgicas y otro tipo de tratamientos. Sin embargo, con los datos actuales de ocupación hospitalaria, es cierto que puede haber estrangulamientos puntuales en algunos centros hospitalarios, pero no lo es para el global del sistema sanitario de prácticamente ninguna Comunidad Autónoma (excepción posiblemente de algunas zonas sanitarias de Cataluña). Las autoridades sanitarias deben organizar las cosas mucho mejor que en el pasado para evitar las saturaciones, derivando pacientes a otros hospitales o centros de especialidades para proseguir sus tratamientos. Aparentemente, el sistema privado de Salud ha avanzado más en el tratamiento de otras enfermedades durante la pandemia que el sistema público si atendemos al grado de presencialidad en sus consultas. ¿Cuál es la razón de que esto haya sido así? ¿Qué porcentaje de los médicos de hospitales, centros de atención primaria y centros de especialidades han estado realmente en primera línea? ¿Se ha recuperado ya la presencialidad en los centros de salud públicos? No estaría mal que las autoridades sanitarias dieran cifras concretas para responder a estas preguntas.

7) Una gran transmisión comunitaria como la que genera la variante delta, que implica gran cantidad de SARS-CoV-2 replicando en la comunidad, implica un mayor riesgo de mutaciones. Pero ¿cual es la probabilidad de que esto ocurra?¿es este un argumento sólido para restringir actualmente la movilidad de los ciudadanos? En cuanto a este virus particular, tenemos entendido que los coronavirus son de los que menos capacidad de modificación y creación de distintas cepas tienen. Además, en una pandemia global, España sólo represente una pequeña cantidad de los contagios que hay en el mundo y que habrá en los próximos meses. Es mucho más probable que la mutación venga de fuera (delta viene de la India) que seamos nosotros los que la propiciemos. Este asunto reclamaría seguramente una coordinación internacional que no existe. Utilizar este argumento para imponernos como país más restricciones sería concedernos demasiada importancia y proporcionar ventaja a otros países.

8) Estamos totalmente de acuerdo en que hay que pensar en establecer una política sanitaria-prudencial para hacer frente de la mejor forma posible a futuras crisis. Eso no significa que no se deba de buscar el diseño óptimo, igual que se hace, por ejemplo, con la política macro-prudencial. Lo que no parece lógico es que la receta, en estos momentos, siga siendo que todos nos tengamos que quedar en casa para prevenir futuras posibilidades de contagio. En cualquier caso, han pasado cien años desde la última gran pandemia global. Tampoco es probable que esto vaya a tener la frecuencia de las crisis financieras. Cualquier política sanitaria-pridencial óptima habría de ponderar por probabilidades de ocurrencia de sucesos.

9) Estando de acuerdo en que la mayoría de los gobiernos del mundo tuvieron falta de previsión para abordar con mayores garantías el nuevo problema, dentro de los malos, los ha habido mejores y peores, como ilustramos en otro post en el que, precisamente ponderábamos resultados sanitarios y económicos.

10) Tampoco estamos de acuerdo con poner en pie de igualdad la mala gestión por parte de los políticos (en todos los niveles de gobierno afectados), con la responsabilidad de la población en general. Creemos que los ciudadanos han estado muy por encima de sus políticos. Un ejemplo son los jóvenes, que han tenido una actitud por lo general ejemplar cuando sabían que sus decisiones podían tener importantes efectos externos negativos sobre sus mayores. Una parte (no la totalidad) de los efectos externos que su comportamiento conlleva han desaparecido o se han mitigado. Además, otro de esos trade-off que nos preocupa a los economistas tiene que ver con el efecto de las restricciones sobre la salud mental de la población en general y de los jóvenes en particular. Como han recogido los medios de comunicación, las restricciones de la pandemia están provocando un alarmante incremento de las tentativas de suicidio, muy significativa entre las personas jóvenes.

11) Nuestra recomendación es que, dado que las vacunas están haciendo su trabajo, se deben de ajustar los criterios que utiliza el Ministerio de Sanidad (el semáforo) para valorar de forma más adecuada la evolución de la pandemia y sus repercusiones en la economía (y, por ende, en la salud económica de individuos y empresas). En algunos países, como Italia, ya se ha empezado a aplicar lo que nosotros proponíamos en nuestro post y otra nación acaba de levantar totalmente las restricciones (Inglaterra).

Tras estas dos entradas publicadas hoy iniciamos en Nada es Gratis la habitual parada estival. Estaremos puntualmente de vuelta en septiembre con importantes novedades editoriales y renovadas energías. Hasta entonces, les deseamos que pasen un buen verano.

 

 

 

Hay 25 comentarios
  • Gran articulo mas cuando mi país cuba transcurre por el peor momento de la pandemia, superando el numero de casos por millón de habitantes a los EE.UU. Lo admiro por su análisis, al cual tendré en cuenta para realizar el propio.

  • Que existan foros como “Nada es Gratis”, que permitan intercambiar opiniones discrepantes desde diferentes perspectivas es una buena noticia para todos y una oportunidad que no me gustaría desaprovechar.

    Como en la entrada “Trade-off, información veraz y decisiones óptimas en tiempos de COVID”. se hace una interpretación discutible del mensaje que yo pretendía transmitir en “Gestión de la incertidumbre, razonamiento motivado y principio de precaución en tiempos de Covid” y como además hay otros aspectos de la entrada matizables quisiera hacer una serie de comentarios. Como el espacio disponible en esta sección es limitado he decidido publicarlos íntegros en el blog proantibioticos, en el que se ha tratado extensamente el asunto Covid a lo largo de los últimos meses.

    Los comentarios a esta entrada de NeG los pueden encontrar en el enlace a continuación: https://acortar.link/PLdf0b

    Sin duda, es un tema que tiene suficiente sustancia como para seguir discutiendo y aprendiendo.

    • Estimado José Ramón,

      Gracias por el enlace. Hemos leído con detenimiento tu post publicado en proantibióticos, como también lo hicimos con el que publicaste en Nada es Gratis, como respuesta a nuestras entradas “Estado de alarma, alarmismo, y contagios generadores de presión hospitalaria” y “Trade-off, información veraz y decisiones óptimas en tiempos de COVID”. Realizamos a continuación una serie de comentarios.

      1) Hablas de una visión puramente economista por nuestra parte. Nada que objetar, si tenemos en cuenta que esa visión economista se basa en (a) ponderar costes y beneficios (en sentido amplio) de las decisiones; (b) ofrecer datos útiles para ayudar a calibrar dichas ponderaciones.

    • 2) En nuestra opinión, vuelves a sacar nuestras palabras de contexto, transmitiendo una interpretación sesgada de nuestro mensaje. Dices refiriéndote a nosotros (y transcribimos literalmente de tu post):

      “Sin embargo, al leer en la entrada que “(SARS-CoV-2) se trataría de un virus con capacidad de crear molestias equivalentes a las de un catarro o una gripe” así como el empleo de otros símiles bélicos tales como “balas de fogueo” y “moratones” (sic) para describir el impacto potencial de la epidemia en este momento me preocupó que el lector de NeG pudiera subestimar el impacto potencial, y por tanto la gravedad del actual contexto epidemiológico”.

      Por comparación con segmentos parciales que incluyes, nuestros párrafos completos, de dónde has extraído las citas, dicen lo siguiente:

      “El enemigo existe, sigue entre nosotros, y después de infligirnos mucho dolor, continúa matando y se ha hecho incluso más alborotador. Sin embargo, gracias sobre todo a la ciencia, llevamos meses metiendo balas de fogueo en la recámara de sus fusiles. ¿Cuántos enemigos en esta quinta ola disparan con balas de fogueo? Esta es una cuestión relevante que debería ser central en el debate económico-sanitario actual, y en la métrica utilizada para la toma de decisiones a nivel nacional e internacional".

      “Si todo el ejército enemigo disparara con balas de fogueo estaríamos hablando de escaramuzas donde el resultado de las refriegas sería un puñado de heridos con moratones y alguna brecha. Volviendo al lenguaje sanitario, se trataría de un virus con capacidad de crear molestias equivalentes a las de un catarro o una gripe. Cuanto más débil sea el virus para afectar al total de la población, más cerca estaríamos de este escenario”.

      Creemos que queda meridianamente claro que el símil tiene que ver con el porcentaje de población vacunada, y que en ningún momento hemos pretendido trasmitir algo parecido a lo que nos atribuyes (como ya te dijimos en nuestra anterior réplica). En particular, entrecomillar atribuyéndonos la frase “(SARS-CoV-2) se trataría de un virus con capacidad de crear molestias equivalentes a las de un catarro o una gripe”, sin hacer mención al condicional que le precede cambia completamente el sentido de nuestro mensaje, porque lo que queremos decir (y creemos que se entiende perfectamente) es que “si toda la población fuera inmune se trataría de un virus con capacidad de crear molestias equivalentes a las de un catarro o una gripe”.

      Cuando escribimos esto no éramos conscientes de la publicación en Science de este artículo donde se dice la capacidad del virus de causar problema tiende a evolucionar hacia algo parecido a un catarro, debido a la inmunización de la población.

      https://science.sciencemag.org/content/371/6530/741

      ¿Cuál es la situación actual en el contexto de esa evolución? Nuestro post original ofrecía una métrica para aproximar esa situación en relación con olas anteriores. Ni más, ni menos.

    • 3) Echamos en falta que ofrezcas datos (como nosotros sí hicimos) que comparen la utilización de camas hospitalarias y de UCIs con las de olas previas.

      Sin esa comparación afirmaciones como la siguiente: “estas cifras, aunque afortunadamente inferiores a las de olas previas siguen siendo inaceptables, además de por su más que considerable magnitud porque sabemos que eran fundamentalmente evitables” pierden mucho sentido. ¿Cómo de inaceptables son? ¿Dentro de lo inaceptable, hay más y menos inaceptables? ¿De qué depende la definición de inaceptable? ¿Cuántos hospitales como La Paz se llenarían en las otras olas?

      En nuestro post original, precisamente ofrecíamos una estimación del grado de “inaceptabilidad” al comparar la relación hospitalizados/contagiados entre olas. Lo podemos llamar una visión puramente económica, pero mejor llamarlo transmisión de información útil.

    • 4) Hablas de que la quinta ola ha sido fundamentalmente evitable, pero no dices cómo se podría haber evitado, ni los estudios empíricos que muestran qué medidas habrían sido realmente efectivas para evitar la quinta ola, o cuáles son los costes de estas medidas.

      ¿Son efectivos los toques de queda? ¿Qué se consigue y qué se pierde cuando se utilizan? ¿Cómo compara la evolución de los hospitalizados entre aquellas CC.AA que han aprobado toques de queda con las que no lo han hecho? ¿Es efectivo dejar de vender bebidas alcohólicas a partir de las 8 de la tarde? ¿Cuál es la probabilidad de terminar hospitalizado por contagiarse en una terraza de verano a la 1 de la madrugada cuando el 60% de los allí presentes están vacunados? ¿Cuál es el coste económico de no permitirlo? ¿Cómo queremos ponderar esos beneficios y costes?

    • 5) Dices: “Pudiera entenderse en la réplica de B, C & F que defiendo que la solución a esta crisis pase por la aplicación innecesaria o indefinida de restricciones de los movimientos e interacción de las personas, en lo que sería un buen ejemplo de “falacia del hombre de paja”.

      No pensamos que se pueda inferir esto de nuestra réplica. Sí hemos criticado (sin saber si tu perteneces a este tipo o no) a los que (mayoritariamente procedentes del campo de la sanidad) han mantenido una postura hierática desde el principio de la pandemia. Por lo que dices, no es tu caso, por lo que básicamente estamos de acuerdo. Lo que apuntábamos en nuestro post original es que el umbral de contagiados para empezar implementar medidas de movilidad personal debería situarse por encima del de otras olas.

    • 6) Hablas de que “una de las falsas dicotomías de esta pandemia es la de tener que elegir entre controlar la epidemia y preservar la economía”. Totalmente de acuerdo, como ya escribimos aquí: no hay dicotomía entre salud y economía.

      https://nadaesgratis.es/javier-ferri/bienestar-social-y-covid-19

      Pero esto no es lo mismo que decir que no hay dicotomía entre medidas diseñadas para controlar la pandemia y economía. Dependerá de la calidad y la oportunidad de esas medidas. Así, por ejemplo, España es un caso de un país que ha implementado unas de las medidas más duras de restricción de movilidad, y que a su vez ha tenido un peor desempeño sanitario y económico. En Francia en el comienzo de su liga los estadios de fútbol estaban llenos, con una IA similar a la de España. ¿Quiere menos el gobierno francés o el inglés a sus ciudadanos que nuestros gobiernos?

      Aquí puede encontrarse otra opinión sobre medidas bienintencionadas con poco efecto en la salud y mucho efecto (negativo) en la economía.

      https://www.economist.com/leaders/2021/08/14/most-covid-19-travel-restrictions-should-be-scrapped?utm_campaign=coronavirus-special-edition&utm_medium=newsletter&utm_source=salesforce-marketing-cloud&utm_term=2021-08-14&utm_content=article-link-2&etear=nl_special_2

    • 7) Dices que en nuestros cálculos “no tenemos en cuenta que existe un decalaje de aproximadamente 10 días entre la incidencia de la infección (número de personas infectadas) y el número de ingresos”.

      Sin embargo, sí lo tenemos en cuenta, y así lo decimos: “Por otra parte, consideramos un desfase de j=10 entre contagios y hospitalizaciones”.

      Pero incluso aunque no lo hubiéramos tenido en cuenta, nuestro análisis seguiría siendo válido, excepto si el desfase variara entre olas, porque lo que queremos captar es diferencia entre olas.

    • 8) Nos ha dejado muy sorprendidos esta afirmación: “B, C & F no aceptan que la pandemia haya generado daños en el sistema sanitario que están afectando a pacientes con otras enfermedades distintas a Covid-19”.

      Justamente lo que argumentamos es lo contrario: que en la sanidad pública la Covid-19 ha paralizado la atención de otros pacientes, y nos preguntamos por la diferente gestión de estas otras enfermedades entre la sanidad pública o privada ¿Puede atribuirse en su totalidad a la distinta carga de trabajo en el sector público y privado?

    • 9) Nosotros introduciríamos unas cuñas en tu último párrafo (lo hacemos entre corchetes):

      “Por este motivo y porque en una situación como una pandemia las decisiones erróneas [públicas y privadas] no afectan exclusivamente a los que las cometen, es fundamental explorar los aspectos [políticos] sociológicos y psicológicas que guían estas decisiones y, por supuesto, cómo la pandemia, o su falta de control, [así como las medidas que limitan la libertad de movimiento de las personas] afectan a la salud mental de los profesionales sanitarios y de la población general.

  • El objetivo fundamental de mi entrada y comentarios en NeG es evitar la banalización de esta enfermedad. No fui el único que lo interpreté así (la cita que hice de su entrada sí incluía el condicional) y por eso he insistido en aclararlo. Me alegra que coincida plenamente en esta valoración. Es posible (condicional) que Covid acabe siendo como un catarro (deseo factible compartido), pero todavía no lo es (realidad presente).

    Si lee mi réplica comprobará que sí documenté con cifras de prevalencia la magnitud del impacto de la actual ola (+10.000 hospitalizados y + 2.000 ingresados en UCI). Es cierto que, afortunadamente la relación entre casos y hospitalizaciones y defunciones es ahora inferior Pero es que algunas olas anteriores han sido una catástrofe sanitaria de una magnitud inédita en un siglo, lo que no debe ser óbice para reconocer que la incidencia acumulada alcanzada en la ola actual ha tenido un impacto sanitario muy negativo.

    1/n

    • José Ramón, eres libre de escribir donde desees para evitar que se banalice la enfermedad, pero no lo hagas a nuestra costa. Te hemos dado dos oportunidades para que cites de forma adecuada lo que decimos, y no las has aprovechado. Nos has citado mal las dos veces que has escrito un post, y sigues insistiendo en hacerlo en este comentario.

      En cuanto a tu afirmación: "Es posible (condicional) que Covid acabe siendo como un catarro (deseo factible compartido), pero todavía no lo es (realidad presente)" deja claro que no hemos podido explicarnos todavía con suficiente claridad. De nuevo, NO es lo que decimos. Tomando tu idea de partida, deberías de haber formulado la frase de la siguiente forma: "En el momento actual, la probabilidad de que Covid se termine asemejando a un catarro para los infectados es mucho mayor que en las olas anteriores, gracias a las vacunas". Espero que por fin veas la diferencia y dejes de atribuirnos frases que no solo no hemos dicho sino que tienen un sentido muy distinto.

      De nuevo también, otra vez: la cuestión de nuestro post no era si 10.000 o 2.000, sino la proporción que estos representan sobre los infectados y cómo ha cambiado esta proporción entre olas. ¿Nos proporcionas tú esta información?

      • Me alegra que quede zanjada la polémica en cuanto a la gravedad potencial de Covid en el momento actual. Para mí era lo más importante y que así lo entendamos todos. Es necesario para aceptar la necesidad de seguir aplicando medidas de vigilancia y control. Perdone mi insistencia, pero desde mi punto de vista su entrada inicial no fue afortunada y ha necesitado aclaraciones

        • Me alegra que se haya entendido que la gravedad potencial del Covid ha ido disminuyendo gracias a las vacunas, y que por lo tanto aplicar medidas a la ligera de dudosa eficacia en lo sanitario y con evidentes efectos en lo económico y lo social, puede no ser la mejor decisión desde el punto de vista del bienestar agregado, aunque beneficie a ciertos colectivos y favorezca intereses políticos.

          Tengo mis sospechas de qué es lo que no te gustó de nuestro post original, en cualquier caso, ahí están las publicaciones y los comentarios para que los lectores decidan por ellos mismos.

          En mi opinión, las posiciones ya han quedado claras y no conviene seguir reiterando argumentos, por lo que daremos esta discusión por terminada.

  • ¿Hay que cambiar el umbral de incidencia acumulada que desencadena la aplicación de medidas restrictivas sobre la población? Lo primero que hay que definir es la magnitud del daño directo e indirecto por esta enfermedad, fundamentalmente evitable, que como sociedad estamos dispuestos a aceptar. Personalmente, las cifras que le he vuelto a señalar me parecen absolutamente inaceptables.

    2/n

    • Exactamente! Coincidimos. ¿No son los hospitalizados por contagiado una medida del deño de la enfermedad? De ahí que al reducirse el daño asociado con los contagios pensemos que se puede aumentar el umbral de contagios a partir del cual se aplicarían medidas.

      • La incidencia acumulada no es el único indicador que se utiliza.

        No obstante los umbrales actuales siguen siendo relevantes porque marcan fases de la epidemia (grado de transmisión comunitaria) que determinan que medidas funcionan y cuáles no. Como he comentado, en fases precoces incipientes el diagnóstico, aislamiento, búsqueda de contactos e implementación de cuarentenas son críticas. Cuando la incidencia acumulada sube eso ya no es suficiente y hay que tomar medidas menos selectivas que son más perjudiciales para la solución. Con esta enfermedad, todavía con capacidad de causar un daño significativo es necesario evitar el crecimiento hasta un punto en que acabe resintiendo al sistema sanitario, que está resentido.

  • Pregunta en uno de sus comentarios por la evitabilidad de esta última ola de Covid. La covid es una enfermedad individualmente prevenible mediante la aplicación de una serie de medidas que a estas alturas todos deberíamos conocer y que, por cierto, no son complejas técnicamente.

    Por la naturaleza del comportamiento humano en general y por las particularidades del contexto epidemiológico y social actual, llámelo fatiga pandémica, un determinado número de personas no ha aplicado lo suficientemente bien estas medidas, alcanzándose una masa crítica que ha propiciado que la incidencia haya subido y además a gran velocidad por encima de ese umbral que es capaz de causar una disfunción importante en el sistema sanitario.

    Como salvaguarda de esa falibilidad del comportamiento humano es fundamental actuar muy proactivamente sobre casos (garantizar aislamiento) y contactos (realizar búsqueda exhaustiva y garantizar cuarentena) cuando la incidencia es baja. Es parte de lo que se ha hecho en los países que han seguido estrategias de Zero Covid y resulta menos costoso que esperar a que la situación se descontrole.

  • También pregunta por la eficacia de determinadas medidas que se toman cuando la transmisión comunitaria ha superado ese umbral de peligro para el sistema sanitario que le he comentado. Es verdad que resulta difícil saberlo a ciencia cierta y cualquier evidencia aportada sería circunstancial y estaría sujeta a la falacia ecológica, pero la ausencia de evidencia no es evidencia de ausencia.

    La interacción interindividual que ocurre en determinadas actividades que se realizan colectivamente o en sociedad, como comer o beber, dificulta significativamente o incluso impide que las personas que participen en las mismas cumplan las medidas individuales de prevención.

    Cuando existe transmisión comunitaria significativa de un virus como SARS-CoV-2 en estos momentos hay que tomar otras medidas adicionales para frenarla, aunque no se disponga de la máxima evidencia. Está bien discutir la calidad y oportunidad de esas medidas considerando distintas perspectivas, pero la económica es solo una parte de lo que debe ser tenido en cuenta. Y por su puesto sí, hay que monitorizar y tomar medidas para mitigar los efectos colaterales de estas medidas.

    4/n

      • Que no exista una evidencia definitiva o que esta sea baja no quiere decir que no estén avaladas por la mejor evidencia disponible. En el contexto reciente de una elevada transmisión comunitaria no hacer nada por no exisitir una evidencia definitiva no es la mejor solución. En ausencia de una evidencia definitiva hay que tomar decisiones en base a su plausibilidad y aprovechar los "experimentos naturales" que resultan de la necesidad de actuar que son una grandisima oportunidad para aprender de su eficacia.

  • Respecto a la valoración del impacto de la gestión pública o privada en la atención de otras enfermedades, sería una temeridad hacerla sin considerar la proporción de la carga Covid asumida por uno u otro tipo de gestión, así como la importancia de los determinantes sociales y económicos en la incidencia y pronóstico de Covid, así como de otras muchas enfermedades y de la selección de riesgos en uno y otro sistema. Es un análisis muy necesario, como otros cuantos relacionados con la gestión de esta pandemia que todavía están pendientes.

    5/n

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