¿Son los inmigrantes más de izquierda que los nativos?

Por Simone Moriconi, Giovanni Peri y Riccardo Turati

El crecimiento de la inmigración internacional hacia los países ricos que se ha producido en las dos últimas décadas ha puesto el tema de la inmigración en el centro de la agenda política de muchos partidos. La investigación científica muestra que los recientes flujos de inmigración han exacerbado las preocupaciones de los nativos sobre los choques culturales, la competencia económica y los costos fiscales de la inmigración. Todo eso ha contribuido, parcialmente, a la creación y afirmación de partidos de derecha cuya agenda política se sustenta en buena parte en posiciones antiinmigración y nacionalistas (Halla et al., 2017; Guriev y Papaioannou, 2022). Sin embargo, haciendo referencia a los últimos diez-quince años, no siempre los flujos de inmigración generan una reacción política que acerca a los nativos a los partidos de derecha. Mayda et al. (2022), Moriconi et al. (2022b) y Dustmann, Vasiljeva y Damm (2018) muestran que el efecto de nuevas entradas de inmigrantes sobre las preferencias políticas de los nativos depende de las características de los inmigrantes, especialmente de su nivel educativo, y que la reacción de los nativos depende de su ubicación urbana o rural.

Lo que es menos conocido son las posibles consecuencias políticas de la inmigración a largo plazo y, sobre todo, las orientaciones políticas de los propios inmigrantes. Al instalarse permanentemente en un país, los inmigrantes pueden tener influencias en el panorama político a largo plazo, y generar reacciones por parte de los nativos distintas de las que se han descrito anteriormente. La posibilidad que tienen inmigrantes y nativos de interactuar a lo largo de su vida y compartir entre ellos opiniones e ideas, en parte vinculadas a la cultura de su país de origen, permite que los inmigrantes influyan en las preferencias de los nativos en temas políticos importantes (Giuliano y Tabellini, 2020). Además, al obtener los derechos de voto, los inmigrantes y sus descendientes pueden afectar a los resultados electorales en los países que los acogen a través de su voto. Este tema fue implícitamente una de las principales preocupaciones de la campaña presidencial francesa de Éric Zemmour en 2021 y estuvo en el centro de un acalorado debate sobre los derechos de ciudadanía durante la campaña para las elecciones nacionales italianas de 2022.

En un trabajo reciente exploramos este tema estudiando las diferencias en las preferencias políticas entre nativos e inmigrantes de segunda generación en 22 países europeos.[1] Basándonos en los datos de la European Social Survey (ESS), agregando 92 elecciones nacionales entre 2001 y 2017, definimos como inmigrantes de segunda generación a aquellos nacidos en el país de residencia y cuyo padre[2] nació en el extranjero (Fernández y Fogli, 2009). Disponemos de información sobre el partido votado por los inmigrantes y los nativos en las elecciones nacionales anteriores y la comparamos con las medidas de la posición política de dicho partido haciendo referencia a un índice específico disponible en la base de datos del Manifesto Project Database (MPD).

De esta manera, nuestro análisis permite observar cómo votaron los nativos y los inmigrantes de segunda generación en función de la posición de este índice político entre términos en una escala que se mueve entre los límites de extrema derecha y extrema izquierda. Asimismo, en nuestro análisis, incorporamos todas las características socioeconómicas observables que pueden influir en las preferencias políticas, como la educación, los ingresos, la edad, el estado civil y el estado laboral, y comparamos las preferencias de voto de los inmigrantes de segunda generación y los nativos.

Intuitivamente, si los hijos/as de inmigrantes están completamente asimilados a los nativos en términos de preferencias políticas, no observaremos ninguna diferencia una vez controlada por todas las características socioeconómicas anteriormente detalladas. Por otro lado, las potenciales diferencias sistemáticas en las preferencias políticas implicarían consecuencias políticas a largo plazo: hallar la existencia de diferencias de opinión política entre nativos e inmigrantes es fundamental para poder prever las posibles implicaciones en los resultados de futuras elecciones, puesto que el porcentaje de inmigrantes de segunda generación está creciendo, y este grupo será electoralmente relevante en una o dos generaciones. La figura 1 ilustra la distribución geográfica de los inmigrantes de segunda generación. Estonia es el país con la mayor proporción y alcanza un valor del 12 % de la población nativa, debido al gran número de adultos residentes en el país, pero nacidos en Rusia. Lo mismo pasa en los países caracterizados por una larga trayectoria colonial, como Francia, Reino Unido y Bélgica, o en los países que han registrado una mayor inmigración en los años 80 y 90 cuyos porcentajes alcanzan entre el 7 % y el 5 % de la población autóctona.

Nuestros principales resultados se incluyen en la figura 2. El gráfico muestra la diferencia de estimaciones del índice político —izquierda (valores negativos) y derecha (valores positivos)— de los partidos votados por inmigrantes de segunda generación y por nativos. En un índice con distribución normal, la diferencia en las preferencias políticas es de aproximadamente –0,1: en comparación con los nativos, los inmigrantes expresan preferencias políticas más orientadas hacia la izquierda, y los resultados son similares una vez que se tiene en cuenta la heterogeneidad de los países de origen.

La figura 3 presenta  otro resultado importante: los coeficientes estimados son comparables con el efecto estimado de otros predictores individuales relevantes del comportamiento electoral (O'Rourke, 2008 y Cantoni y Pons, 2022). La preferencia relativa hacia partidos de izquierda por parte de los hijos/as de inmigrantes con respecto a los nativos es comparable —en tamaño— con el mismo tipo de preferencia de las personas con educación secundaria con respecto a las de educación primaria, así como de los residentes urbanos con respecto a los de zonas rurales.

Basándonos sobre las actitudes y opiniones individuales disponibles en ESS, mostramos que los inmigrantes de segunda generación tienen preferencias distintas en algunas áreas: son más tolerantes en temas de preferencias sexuales; creen en el papel enriquecedor del multiculturalismo; están a favor de una mayor integración en la UE y apoyan la intervención del gobierno para reducir las desigualdades de ingresos. Una vez más, estas preferencias están generalmente asociadas a las políticas propuestas por los partidos de izquierda. Al mismo tiempo, la vertiente ideológica no es muy marcada: la preferencia por partidos de izquierda está más relacionada con un tipo de políticas específicas que con su identidad ideológica. Además, determinamos que sus preferencias por partidos de izquierda se desvinculan del debate sobre cuestiones específicas de inmigración: no votan a partidos que promueven políticas de inmigración menos restrictivas o leyes de naturalización más laxas.

Entre los factores que podrían explicar esta diferencia, encontramos que el grado de discriminación percibido por los migrantes de segunda generación o el idioma que se habla en el hogar (proxy para la asimilación de la familia) no son factores que afecten a las preferencias políticas. Sin embargo, la experiencia negativa del padre en el mercado laboral en el país de destino juega un papel relevante para los inmigrantes de segunda generación. Si el padre sufre problemas de sobre educación en el puesto trabajo, es más probable que el hijo/a muestre preferencias por los partidos de izquierda.

Nuestros hallazgos sugieren que la incorporación de los inmigrantes a las sociedades de los países europeos puede tener un efecto duradero en el panorama político a través de las orientaciones políticas de los inmigrantes de segunda generación y su posición con respecto a los nativos. Este efecto se relaciona principalmente con el estatus del hijo/a de inmigrantes y no con su país de origen. Si se tiene en cuenta la creciente importancia de dicho grupo de ciudadanos, particularmente en las franjas de edad más jóvenes, es esperable que las políticas futuras de la EU se elaboren incorporando —en parte— sus peticiones hacia políticas concretas o puntuales. Por lo tanto, en el área de la política como en otras áreas, los efectos a largo plazo de la inmigración pueden pasarse por alto si nos fijamos solo en las reacciones inmediatas y las respuestas a corto plazo.

[1] La muestra incluye Austria, Bélgica, República Checa, Dinamarca, Estonia, Finlandia, Francia, Alemania, Grecia, Hungría, Irlanda, Lituania, Países Bajos, Polonia, Portugal, Eslovaquia, Eslovenia, España y Suecia, Noruega, Suiza y el Reino Unido.

[2] La definición basada en el país de origen de la madre o de ambos padres produce resultados menos claros, lo que sugiere que el país de nacimiento del padre juega un papel más relevante en cuestiones políticas.