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Sin Patrón: Primer Empleo en una Cooperativa

Por Gabriel Burdin y Jose Garcia-Louzao

Recientemente la economía laboral se ha reconciliado con la idea de mercados no competitivos y por tanto la capacidad de las empresas para fijar salarios y otras condiciones laborales, con efectos potencialmente negativos sobre el bienestar y la desigualdad. Esto ha renovado el interés en comprender los efectos de diversas instituciones laborales que mejoran el poder de negociación de los trabajadores: sindicatos, negociación colectiva, o mecanismos de representación de los trabajadores en los directorios de las empresas. Dentro de este abanico de instituciones, un caso límite, y tal vez menos estudiado, es el de las cooperativas de trabajadores. A diferencia de la mayoría de las empresas que operan en el mercado, donde la gestión y propiedad recaen en quienes invierten capital o en quién ellos delegan, las cooperativas son controladas por sus propios empleados.

Si bien esta peculiar forma de organización empresarial despertó tempranamente la curiosidad de muchos economistas, los estudios empíricos comparando cooperativas y empresas convencionales son relativamente recientes (ver reseñas aquí, aquí y aquí). Por ejemplo, se ha documentado que las cooperativas de trabajadores tienden a tener salarios más flexibles y proteger el empleo frente a fluctuaciones del ciclo económico, a reducir la desigualdad salarial y pueden aumentar la productividad y el bienestar de los empleados en algunos contextos. Sin embargo, se conoce muy poco sobre los efectos dinámicos de tener un primer empleo cooperativo en las trayectorias laborales de los trabajadores. Comprender en mejor medida estos efectos podría ser relevante para quienes buscan promover el cooperativismo entre los jóvenes, sector de la población afectado por relativamente altas tasas de desempleo. Esto es especialmente relevante a la luz de estudios que muestran la importancia crítica del primer empleo en la carrera laboral de las personas (ver, por ejemplo, aquí).

En un trabajo reciente utilizamos la Muestra Continua de Vidas Laborales (MCVL), una muestra representativa de las historias laborales de trabajadores y trabajadoras en España, para analizar esta cuestión. La MCVL es una base de datos muy útil para nuestro objetivo, ya que nos permite seguir la trayectoria laboral de las personas desde el momento en que ingresan por primera vez en el mercado laboral. Nuestro análisis consiste, por tanto, en comparar las carreras, en términos de salarios y estabilidad laboral, de personas cuyo primer empleo fue en una cooperativa frente a aquellas que se iniciaron en una empresa convencional.

El análisis se enfrenta a la dificultad de que las personas que eligen trabajar en una cooperativa pueden tener características, muchas de ellas inobservables, que también pueden repercutir en sus carreras laborales, como la inteligencia, la sociabilidad, o la disposición al riesgo. Esto complica aislar el efecto de tener un primer empleo en una cooperativa de la influencia de otros factores. Para abordar este problema, se emplean dos estrategias. En primer lugar, se comparan individuos similares en atributos observables como el sexo, la educación, la provincia de origen y las condiciones macroeconómicas en el momento de incorporarse al mercado laboral. En segundo lugar, se utiliza una estrategia de variables instrumentales basada en el comportamiento de los pares, considerando la proporción de personas en su mismo contexto que tuvieron un primer empleo cooperativo. Esta estrategia asume que los pares pueden influir en la decisión de trabajar en una cooperativa al compartir información, lo que reduce los costes de entrada en esta opción laboral relativamente infrecuente. De este modo, podemos reducir el sesgo de selección de trabajadores en cooperativas debido a factores que no podemos observar.

¿Qué resultados encontramos? La Figura 1 ilustra cómo evoluciona la brecha de remuneraciones entre quienes tuvieron un primer empleo cooperativo y quienes comenzaron a trabajar en una empresa convencional. Una primera observación interesante es que la brecha no es significativa al inicio de la vida laboral. Sin embargo, comienza a evidenciarse a partir de los 2 años de actividad laboral, alcanza un máximo luego de 8 años, para luego estabilizarse e incluso reducirse levemente. Considerando en su conjunto los primeros 15 años en el mercado laboral, nuestros resultados indican que quienes iniciaron su vida laboral en una cooperativa acumulan salarios 8-14% menores en comparación a quienes se iniciaron en una empresa convencional. Además, nuestras diferentes estimaciones sugieren que estos menores salarios no se deben a que aquellas personas que se inician laboralmente en una cooperativa tengan atributos asociados a una menor capacidad de generar ingresos.

Figura 1. Diferencia estimada en salarios diarios para cada año en el mercado laboral entre personas que comenzaron su carrera en una cooperativa y quienes lo hicieron en una empresa convencional.

Estas trayectorias de menores salarios pueden deberse a diferentes mecanismos. Un mecanismo bien conocido por el cual las personas mejoran su salario, especialmente durante los primeros años de la carrera laboral, es cambiando empleos. Por ello, analizamos la relación entre tener un primer empleo cooperativo y la probabilidad de separación laboral. Nuestros resultados indican que tener un primer empleo en una cooperativa se asocia a carreras laborales más estables. Esto es válido tanto para separaciones voluntarias como involuntarias (despidos). Mientras la menor probabilidad de experimentar despidos podría reflejar la ya comentada tendencia de las cooperativas a proteger el empleo frente a shocks adversos, la menor propensión a cambiar de empleo voluntariamente podría constituir un indicador revelado de mayor satisfacción laboral en estas empresas. En este sentido, observamos que los resultados (menores remuneraciones y mayor estabilidad laboral) están complemente explicados por la submuestra de personas que han estado empleadas relativamente más tiempo de su vida laboral en una empresa cooperativa.

Dado que los efectos encontrados provienen principalmente de trabajadores/as que han acumulado más experiencia en cooperativas, exploramos si esta experiencia implica una menor acumulación de habilidades. Para contrastar esta hipótesis, estimamos la relación entre salarios y experiencia total acumulada en una empresa cooperativa desde el primer empleo, controlando por características del individuo y del empleo, y efectos fijos individuales. Varios estudios previos han utilizado los retornos a la experiencia en la empresa como proxy de la acumulación de capital humano (ver aquí, aquí y aquí). Nuestras estimaciones revelan menores retornos de la experiencia en las empresas cooperativas en relación con la experiencia acumulada en las empresas convencionales. Sin embargo, no encontramos que la experiencia acumulada en empresas cooperativas se asocie a una menor probabilidad de recibir promociones a puestos de trabajo de mayor complejidad y responsabilidad, que conllevan mayores requerimientos de habilidades. Nuestra interpretación es que los menores retornos a la experiencia en las empresas cooperativas se deben, ante todo, a las políticas de compensación salarial en estas empresas (ver aquí y aquí).

En nuestro trabajo concluimos argumentando que los menores ingresos asociados al primer empleo cooperativo y el hecho de que muchos de estos trabajadores y trabajadoras deciden permanecer en estas empresas durante buena parte de su vida laboral podrían reflejar la existencia de compensaciones no monetarias que las cooperativas ofrecerían a sus trabajadores en contrapartida por los menores salarios. En este sentido, nuestros resultados son consistentes con estudios recientes (ver aquí o aquí) que enfatizan la importancia de otros atributos del empleo más allá de la remuneración.