Sin Estación de Llegada

admin 15 comentarios

por Gerard Padró i Miquel

A continuación reproducimos un articulo que fue publicado en el diario Expansión el día 10 de septiembre y explica muy bien la estrategia fiscal del gobierno, si es que tiene alguna...

La reciente reducción en la prima de riesgo y la subida de valores en bolsa, junto con la relajación inevitable que conlleva el calor estival y el período de descanso de aquellos que, con suerte, tienen trabajo del que descansar, produce en algunos un espejismo que dibuja una economía española que va, finalmente, por buen camino. La testaruda realidad sugiere, sin embargo, que la situación de la economía continúa siendo poco envidiable, dejando muy poco margen a la alegría para los presupuestos del año entrante.

2012 se cerró con más de un 7% de déficit cuando el objetivo (múltiples veces revisado) era del 6.3%. Por lo que hemos visto hasta el momento parece que 2013 no cerrará mucho mejor. Puesto que el objetivo para finales de 2014 es del 5.8% nos toca afrontar otro presupuesto con recortes muy importantes. Para completar este paisaje un tanto desolador hay que añadir el inevitable incremento en la partida de intereses de deuda y otro difícil de evitar en el capítulo de pensiones. Como las inversiones públicas han sido las mayores víctimas de los recortes previos no hay margen por este lado. El gasto corriente parece pues destinado a sufrir nuevas reducciones.

Esta necesidad de consolidación fiscal lleva años cargando las doloridas espaldas de los ciudadanos españoles. Como economista, podría ahora empezar con una larga lista de las reformas de gasto y de ingresos que creo necesarias. Pero otros expertos más conocedores de la materia llevan tiempo clamando (ver aquí o aquí), aparentemente en el desierto, por cambios específicos cuya recomendación comparto completamente. Por ejemplo, tenemos un sistema impositivo demencial, donde a pesar de sufrir las distorsiones generadas por elevadísimos tipos marginales recaudamos exiguamente por culpa de generosas dádivas en forma de subsidios y deducciones.

En vez de repetir estas recomendaciones prefiero incidir en el proceso que nuestra sociedad usa para tomar decisiones de este calado. Es importante ser consciente de la magnitud de lo que estamos viviendo. Afrontamos un largo período con pocas perspectivas de crecimiento económico, con ineludibles cambios desfavorables en nuestra estructura demográfica y con la necesidad de devolver la gigantesca deuda que estamos acumulando. Esto significa que inevitablemente tendremos que adaptarnos a vivir con un estado más pequeño que podrá sufragar un nivel de servicios y pagos bastante menor de lo que creíamos garantizado hace sólo un lustro.

Este cambio fundamental en la relación y en las expectativas del ciudadano para con el estado está ocurriendo progresivamente, día a día. Y está ocurriendo sin que nadie parezca tener claro cuál es el nuevo diseño al que nos acercamos. Al contrario, hasta ahora cada uno de los gobiernos (y esto incluye Comunidades Autónomas e incluso ayuntamientos) se encuentra cada año con un objetivo de déficit. Partiendo de los presupuestos anteriores, este gobierno recorta un poquito en las partidas que conllevan alto coste político y un mucho en todas las otras con la esperanza de que la suma de retales y un poco de masaje contable de fin de año terminen arrojando un balance aceptable a la policía financiera de turno (la Unión Europea en el caso del Gobierno Central, y el Gobierno Central en el caso de las CCAA).

Dada la liturgia del proceso no es extraño que hagamos sistemáticamente el ridículo cada año fracasando en nuestro objetivo de reducción de déficit. Pero mucho más preocupante que el sonrojo estacional es la falta de control: no parece que haya estación de llegada para este tren, y si la hay, no ha sido consultada a nadie y por lo tanto no genera el más mínimo consenso social.

Dada nuestra democracia representativa, uno puede argumentar que para esto están los políticos, a quienes delegamos el poder de decidir. Es cierto que el actual gobierno tiene una gran legitimidad procesal dados los resultados de las últimas elecciones, culminados en una mayoría absoluta que permite salir del paso en cada encrucijada política. Pero también es cierto que las promesas que forjaron esta mayoría no se han cumplido, a causa posiblemente de una situación económica e institucional que ha resultado mucho peor de lo esperado. La crisis de legitimidad sufrida por nuestras instituciones sugiere que una revisión del papel del estado soportada solamente por el precario funcionamiento de las mismas no tendrá capacidad alguna de generar consenso.

El consenso social, si es posible, requiere transparencia y debate. Es necesario que la reinvención del estado se haga con puertas abiertas, explicando a la ciudadanía claramente cuáles son las restricciones y los exiguos márgenes de maniobra que tenemos. El debate público requiere disciplina contable: todo el mundo quiere más hospitales, más pensiones y menos impuestos. Pero así no se marcan prioridades políticas. El objetivo del proceso es descubrir qué tipo de estado, dadas las restricciones financieras, quiere la sociedad española. El último euro, ¿debe ir a mantener el poder adquisitivo de las pensiones, a mejorar la calidad de nuestras escuelas, o a terminar la extensión del AVE? ¿En qué servicios en concreto estamos dispuestos a sufrir una reducción en prestaciones?

Si los partidos políticos quieren mantener su relevancia, deben mostrar su razón de ser en este debate público. Los ciudadanos deben exigir de cada partido, esté en el gobierno o en la oposición, exactamente qué tipo de estado sería su punto de llegada. Para evitar propuestas vacuas, la exigencia debe ser específica: un presupuesto de base cero. Esto es, sin partir de presupuestos pasados, justificando y priorizando cada partida. Este presupuesto debería además ser formulado con cero déficit estructural.
Obviamente, el punto de partida de este debate deben ser números claros y creíbles. Es desde este punto de vista que la creación de un Consejo Fiscal independiente política y financieramente es absolutamente vital. En España existe el capital humano suficiente para que funcione perfectamente, pero falta interés político vista la última propuesta cómicamente inadecuada del Gobierno, entregada además a regañadientes. Sólo un Consejo Fiscal independiente puede examinar las propuestas presupuestarias de los distintos partidos y de la sociedad civil y refrendar que no sean otra colección de promesas insostenibles.

La contracción del estado no puede ser el resultado de una sarta de decisiones inconexas tomadas año a año bajo presiones inmediatas. La sociedad española debe decidir a dónde va con pleno conocimiento. Sólo así el proceso tendrá aceptación social. E igual de paso puede devolver algo de legitimidad a nuestras maltrechas instituciones políticas.

Hay 15 comentarios
  • Magnífico artículo. Ingenioso " gobierno recorta un poquito en las partidas que conllevan alto coste político y un mucho en todas las otras con la esperanza de que la suma de retales y un poco de "MASAJE" contable de fin de año terminen arrojando un balance aceptable a la policía financiera de turno".

    Muy importante y racional: " El consenso social, si es posible, requiere transparencia y debate", mi pregunta a esto es: ¿ los ciudadanos de nuestro País son claros y transparentes ?( por supuesto que hay ciudadanos claros, como no ). ¿ Tienen los ciudadanos españoles la madurez democrática y el sentido de estado mínimo necesario, para solicitar a los gobernantes sus reivindicaciones ? ¿ Saben los ciudadanos españoles lo que quieren ? ¿ lo tienen claro ?, se sabe que estamos en unos tiempos complejos, y tenemos más preguntas que respuestas, pero no veo preguntas básicas en los ciudadanos españoles, la verdad, me refiero en general ( ya se que hay personas que sí tienen sus preguntas básicas y con mucho sentido común realizadas ).

    Lleva toda la razón en su último párrafo. Tenemos un País que no sé si nos lo merecemos, la verdad, no se merece la respuesta que hemos dado, mirando siempre para atrás, pasando de todo y me refiero a TODOS, ciudadanos y gobernantes. ( Por supuesto que hay ciudadanos y gobernantes preocupados desde hace mucho por el País, pero pocos ), no hay que dejar de ver lo positivo también.

    http://www.youtube.com/watch?v=Quwf7pxsSYo

    Saludos.

    • Entiendo perfectamente las dudas sobre la sociedad espanhola. Yo tambien las tengo. Pero dos comentarios:

      1. No hay alternativa: si no creemos en la gente podemos ya cerrar el tenderete de la democracia. El paternalismo no funciona mejor, que sepamos.

      2. El poco debate social puede ser consecuencia del adormecimiento y del desapego con la politica que los mismos partidos generan. Creo que hay circulos viciosos y virtuosos en la relacion sociedad-partidos, y lo que tenemos que hacer es intentar salir del circulo en el que estamos.

  • Completamente de acuerdo ¿pero cómo lo hacemos? Lo digo porque visto lo visto, no es difícil imaginar cómo se organizaría ese Consejo y con qué criterios se elegiría a sus miembros. Habría que sentar a los principales partidos políticos a una mesa y convencerles de la importancia de estas instituciones pero eso es política ficción.

    • Gracias por tus comentarios. Esto es lo que hay en la pagina web de la moncloa: "La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal se adscribirá al Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas, a través del ministro de Hacienda y Administraciones Públicas." Independiente...

      Ah, pero no nos preocupemos, porque "Esta adscripción en ningún caso afectará a su autonomía e independencia funcional." No tengo palabras.

      [http://www.lamoncloa.gob.es/ConsejodeMinistros/Enlaces/280613Enlace+responsabilidad+fiscal.htm]

  • El artículo, por prudencia, sigue hablando del déficit de 7% de 2012 cuando ese año la deuda pública pasó de 736.000 a 884.000 millones (un incremento de 15% del PIB) y en los primeros 6 meses de 2013 ha aumentado hasta los 942.000, es decir un 8% más. Es decir, los datos de deuda doblan sistemáticamente los datos de déficit.

    Contablemente es posible. Pero es inverosimil.

    http://www.datosmacro.com/deuda/espana

    • Estoy de acuerdo. Pero prefiero no entrar en los detalles de la magia contable que nos llevan hasta aqui, en parte porque no tengo el gorro de brujo adecuado. Por ejemplo, esta el tema de las ayudas directas a los bancos que no contaban para el objetivo, pero no se si esto solo explica las discrepancias.

  • Vamos de lo más, sino lo más, sensato que leído en los últimos tiempos sobre lo que se debe exigir a los políticos. El problema creo que está en cómo podemos exigírselo; movilizaciones (no se por qué no se le continúa llamando manifestaciones), huelgas, elecciones, cadenas humanas, quedarse en casa (a estos últimos les hace mucho caso el PP, aunque no se cómo sabe cuál es el motivo porque se quedan en casa) ... La verdad no se me ocurre cómo he reselló llegar a saber, creo que blogs como este no leen, tal vez porque los que escriben en el son más inteligentes que ellos.

    • Es cierto que necesitamos un cambio en la actitud del ciudadano. Hay de dejar de comulgar con ruedas de molino. Ojo, no hablo aqui de quejarse de los recortes sin mas, sino de exigir saber cual es el plan y por que se recorta esto y no lo otro. Pero reconozco que no tengo la varita magica que nos tranforme en una sociedad civil decente. Hace falta mas investigacion. Alguien tiene ideas?

      gracias por sus comentarios,
      Gerard
      @Gerard_PiM

  • Excelente artículo. Para que un Consejo Fiscal sea independiente política y financieramente no puede ser el resultado de una iniciativa del Gobierno; ni de la oposición, ni de los sindicatos, ni de unas pocas grandes empresas o bancos. Tiene que ser una especie de ONG que se alimente, por un lado, de una multitud de pequeñas aportaciones y, por otro, de la capacidad de financiar los estudios de sus especialistas. Independencia por diseño en lugar de indepedencia concedida. Un ejemplo interesante es el Institute for Fiscal Studies en Inglaterra. Quizá sea menos optimista que el autor y no esté tan seguro de que en España exista el capital humano suficiente para que funcione perfectamente. A veces esperamos demasiado de la voluntad política y cuando nos ponemos a hacer algo nos damos cuenta de que no lo sabemos hacer tan bien. En cualquier caso hay que intentarlo.

    • Bueno que traigas a colacion el IFS, que esta muy cerca de donde trabajo en Londres. Independencia por disenho, como tu dices, es lo que se necesita. Parece mentira que nos intenten colar este mamut afeitado por liebre.

      gracias por sus comentarios,
      Gerard
      @Gerard_PiM

  • Hacía tiempo que lo leía nada tan acertado, tanto que uno se pregunta el por qué.
    Un saludo y muchas gracias.

  • Lo primero que se necesita es un conocimiento económico basado en la experiencia acumulada y no en (per)prejuicios ideológicos y eso no depende de crear nuevos organismos tipo Consejo Fiscal.

    Pensar que el Estado es lo mismo que una familia, que debe honrar sus deudas restringiendo el gasto, es una típica “falacia de composición”.

    Que los ratios de deuda y déficit no mejoran con las políticas de austeridad es totalmente lógico. Ver aquí una demostración:
    http://dmarionuti.blogspot.com.es/

    Por lo demás, totalmente de acuerdo en elaborar un presupuesto de base 0 y en realizar una reforma fiscal que dote de suficiencia a las AAPP.

    Saludos.

    P.S.

    A riesgo de ser tachado de pesado y monotemático insisto en que la mejor reforma sería sustituir los impuestos directos existentes-IRPF y Sociedades- por un impuesto DIRECTO al gasto y, a ser posible, para toda la UE.

  • Tengo un amigo que trabaja en la autoridad fiscal independiente en Holanda. Cuando hay elecciones, todos los partidos les envían su programa electoral, y ellos estiman el impacto económico de las promesas de cada cual, en términos de empleo, PIB, déficit, etc. Y luego en el congreso se debate en torno a los números que ha dado la autoridad fiscal independiente.

    Podemos soñar con que en algún momento nos volveremos civilizados, pero me da que nos quedan lustros de insultos, mentiras y demagogia (en su definición estricta: decirle al pueblo lo que quiere oir, para que me vote).

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