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Si pagamos a los estudiantes por sus notas ¿quién mejora?

de Cristina Bellés

Tener estudios universitarios es beneficioso tanto desde un punto de vista económico (mayor salario futuro) como social (mejor salud y mayor participación cívica, por ejemplo). Entonces, ¿por qué hay un gran porcentaje de estudiantes que abandona o tarda mucho más tiempo del establecido en terminar los estudios? En España, por ejemplo, el 22.5% de los estudiantes universitarios de primer año abandonan los estudios y casi la mitad de los estudiantes necesitan dos o más años adicionales para terminar la carrera. Estos números son igual de preocupantes en otros países. Un 45% de los estudiantes en EEUU y un 25% en Canadá no terminan sus estudios en 6 años.

Para intentar mejorar el rendimiento académico de los estudiantes, muchos gobiernos y universidades han introducido programas por los que se incentiva económicamente a los estudiantes a cambio de obtener buenas notas. Por ejemplo, en España los estudiantes con Matrícula de Honor en Bachillerato no pagan la matricula al iniciar sus estudios universitarios. Además, la concesión de una Matrícula de Honor en alguna asignatura universitaria supone una exención de pago de otra asignatura con los mismos créditos.

Los economistas solemos creer que los incentivos económicos pueden modificar el comportamiento de las personas (en este blog ya se ha hablado aquí, aquí, aquí o aquí).  Sin embargo, el efecto de dar incentivos económicos a los estudiantes sobre su rendimiento académico no es claro. Algunos estudios encuentran efectos positivos sobre el rendimiento de los estudiantes (Kremer et al, 2009; De Paola et al., 2012; Levitt et al., 2012). En cambio, otros sólo encuentran efectos positivos sobre algunos estudiantes en concreto (Angrist and Lavy, 2009; Angrist et al., 2009; Bettinger, 2012; Angrist et al., 2014) o no encuentran ningún efecto (Fryer, 2011).

Dado los resultados mixtos en la literatura es relevante preguntarse por qué los incentivos económicos funcionan en algunos casos y en otros no. La mayoría de estudios anteriores se han centrado en analizar si un tipo de incentivo económico en concreto funciona en una contexto educativo dado.  Pero muy pocos estudios (con excepción de Behrman et al., 2015; Levitt et al., 2016Levitt et al., 2012; Hirshleifer, 2015) han investigado cómo las características de estos programas afectan a la eficacia de los mismos.  Nótese que esta pregunta no se puede responder simplemente comparando los estudios anteriormente realizados, ya que éstos no difieren sólo en una de estas características, sino en muchos otros aspectos.

En una investigación reciente muestro cómo la nota fijada para obtener el incentivo económico  interactúa con las características de los estudiantes que optan a ella. Para ello realizo un experimento de campo en la UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia) donde comparo tres tipos diferentes de incentivos económicos en el mismo ámbito educativo. En el primer incentivo (que a partir de ahora llamaré “umbral”), todos los estudiantes que obtienen un 8 o más en su nota final acceden a una lotería donde pueden ganar un premio de 1.000 euros. En el segundo incentivo (“competencia”) los estudiantes que obtienen una de las 25% mejores notas de su grupo entran en otra lotería donde pueden ganar 1.000 euros. En el último incentivo (“mejora”), todos los estudiantes que mejoran en un punto la nota que esperaban obtener (antes de empezara el experimento) entran en otra lotería donde pueden ganar 1.000 euros.  Por último, hay algunos estudiantes que no pueden optar a ninguno de estos incentivos y que, por tanto, utilizaré como grupo de control.

Los estudiantes de un mismo curso son aleatoriamente asignados a uno de estos cuatro grupos y son informados por medio de un email del  tipo de incentivo al que pueden optar. Como la UNED es una universidad a distancia, los estudiantes que hacen sus cursos no tienden a conocerse mucho entre ellos, lo que minimiza la posibilidad de que haya externalidades entre los tratamientos y el grupo de control que sesgaría la estimación de los resultados.

Esperaríamos que cada tipo de incentivo económico afectara de una manera distinta a estudiantes de diferentes características. En concreto, en este trabajo me centro en dos características cuya importancia ya se ha discutido en la literatura sobre incentivos: la motivación intrínseca de los estudiantes y su habilidad.

Los detractores de usar incentivos económicos para aumentar el rendimiento académico argumentan que los incentivos pueden disminuir la motivación intrínseca de los estudiantes y tener incluso efectos negativos. Este efecto negativo puede deberse, por ejemplo,  a que el incentivo informa a los estudiantes que la nota incentivada es muy difícil de obtener o puede que disminuya directamente el disfrute de estudiar que tienen los estudiantes.

Principales Resultados

Primero examino el efecto de los tres incentivos económicos según la motivación inicial que tenían los estudiantes (véase la Tabla 1). Encuentro que los estudiantes asignados al incentivo 2 o de “competencia” con mucha motivación intrínseca sacan mejores notas en el examen final  (0.5 puntos más) que los estudiantes en el grupo de control con el mismo nivel de motivación intrínseca. En cambio, los estudiantes con poca motivación intrínseca que optaban por el incentivo con “competencia” sacan peores notas (0.71 puntos menos)  en comparación con estudiantes del grupo de control con el mismo nivel de motivación. No encuentro, en cambio, este mismo efecto heterogéneo para los otros dos tipos de incentivos.

Tabla 1. Resultados de la nota de examen según el grado de motivación y tipo de incentivo
jmp1Hay dos posibles explicaciones para este resultado. En primer lugar puede que el objetivo del incentivo 2 o de “competencia” (ser uno de los mejores de la clase) sea considerado por los estudiantes como más desafiante o más prestigioso que simplemente llegar a una nota determinada. Por ello, los estudiantes más (menos) motivados pueden sentirse más atraídos (desalentados) por este tipo de incentivo. Otra posibilidad es que este tipo de incentivo provee a los estudiantes una información sobre su rendimiento relativo que no provee el resto de incentivos.  Esta información sobre el rendimiento relativo puede ser valorado positivamente por los estudiantes con más motivación y negativamente por aquellos con menos motivación. Esta última hipótesis iría en la misma dirección de estudios previos que encuentran que proveer información relativa puede aumentar el rendimiento de los estudiantes (véase aquí).

Otro resultado interesante es que los incentivos promueven el comportamiento estratégico de los estudiantes (véase la Tabla 2). El examen final del curso incentivado es un examen tipo test donde se descuenta puntos por cada respuesta incorrecta. Este tipo de exámenes puede incentivar el comportamiento estratégico de los estudiantes, donde contestar o no una pregunta dependerá, por ejemplo, de su grado de aversión al riesgo.  ¿Qué pasa cuando introducimos incentivos económicos en un examen de este tipo? Pues que el comportamiento estratégico cambia y es diferente según la habilidad de los estudiantes. Los estudiantes con más habilidad tienen más probabilidad de sacar no sólo mejores notas sino de ser ganadores del incentivo económico. Por tanto, cuando se introduce el incentivo estos alumnos tienen más miedo a contestar incorrectamente, ya que les podría llevar a no sólo bajar la nota sino a perder el incentivo. Como consecuencia, encuentro que los estudiantes con más habilidad contestan menos preguntas en el examen final en comparación con estudiantes no incentivados con la misma habilidad. En cambio, los estudiantes con poca habilidad están muy lejos de la nota incentivada y no pierden nada si contestan incorrectamente. Pero si arriesgan más y contestan más preguntas puede que tengan suerte y lleguen a la nota incentivada. Por tanto, los estudiantes con poca habilidad incentivados contestan más preguntas en el examen final que aquellos no incentivados de misma habilidad. Para confirmar este resultado, divido las preguntas del examen final por su dificultad (medida por el porcentaje de preguntas correctas de los estudiantes en el grupo de control) y encuentro que este comportamiento sólo se observa en las preguntas más difíciles.

Tablas 2. Resultados examen final y número de preguntas respondidas según el tipo de incentivo  y la habilidad del estudiante

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Conclusiones

Hasta ahora la literatura ha mencionado muchas razones por las que los incentivos económicos no tienen impacto sobre el rendimiento de los estudiantes. Este trabajo muestra que el comportamiento estratégico de los estudiantes puede ser otra razón más por la que no se observan mejores notas cuando este tipo de programas son implementados.

Por último, este estudio resalta la importancia de analizar más a fondo el diseño de los programas de incentivos. La pregunta sobre si los incentivos monetarios funcionan o no en la educación es demasiado limitada. En el futuro deberíamos investigar cuales son las características de los programas que son determinantes en la práctica y cómo interactúan entre ellas.