¿Sale a cuenta ser honesto en política?

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Katharina Anna Janezic, Universitat Pompeu Fabra
Aina Gallego, Institut Barcelona d’Estudis Internacionals

Desde que somos niños se nos repite que no debemos mentir y a la mayoría nos gusta pensar que somos personas honestas y nos sentimos culpables al mentir. Sin embargo, hay ocasiones en que nos encontramos con un dilema moral; por ejemplo, cuando hay una baja probabilidad de que la mentira se detecte pero hay un incentivo a mentir. Existe variación individual en cómo resolvemos estas situaciones, algunas personas son muy honestas y dicen la verdad aunque el incentivo a mentir sea grande, mientras que otras son mucho más flexibles. Una amplia literatura académica ha estudiado la “propensión a mentir”, observando cuándo y cómo las personas deciden hacerlo (para una amplia revisión de la literatura ver este artículo).

¿Cuánto mienten los políticos?

Hasta ahora, sin embargo, ningún estudio empírico había estudiado la propensión a mentir entre los políticos. Se trata de una cuestión importante: a la mayoría de votantes nos gustaría tener a políticos y políticas honestos, personas en quién podamos confiar y fiarnos de su palabra. Y sin embargo, el consejo práctico desde Maquiavelo es que un buen político tiene que ser moralmente flexible y decidir si mentir o no dependiendo de las circunstancias, no de un precepto moral. ¿Cómo resuelven los políticos el dilema de si mentir o no cuando tienen incentivos a hacerlo? ¿Qué políticos tienen más propensión a mentir? Y tener propensión a mentir ¿ayuda a ser exitoso en política?

Estas son las cuestiones que examinamos en un artículo reciente publicado en PNAS. Para contestar estas preguntas, entrevistamos a 816 alcaldes y alcaldesas de ciudades españolas y les preguntamos cómo de interesados estarían en recibir un informe con los resultados. La mayoría se mostraron bastante o muy interesados. Para estudiar la propensión a mentir, adaptamos un método usado en otros estudios y al final de la encuesta les pedimos a los alcaldes que lanzaran una moneda en privado y les dijimos que si les salía cara recibirían el informe. Este procedimiento protege la reputación del participante porque no permite establecer si una persona en concreto ha mentido, pero sí permite establecer qué porcentaje de participantes dice la verdad.

Usar monedas y dados es un método popular para estudiar la propensión a mentir introducido por Fischbacher y Föllmi-Heusi en 2013. En este método se pide al participante tirar un dado en privado y en función del número que le sale se le paga una cantidad, a mayor número, más dinero. Imagina que te sale un uno pero nadie puede verlo. ¿Dirías que te ha salido un uno o quizás aumentarías un poco la cantidad? De esta manera, no podemos saber qué personas mienten, pero sí podemos estudiar cuánta gente miente, porque sabemos que la distribución teórica debería ser igual para todos los números. Este procedimiento permite proteger la intimidad de los alcaldes que cedieron su tiempo generosamente para participar en la encuesta, a la vez que permite llegar a algunas conclusiones sobre este colectivo tan importante para la sociedad.

En nuestro caso no podíamos usar un dado ni incentivar a los políticos con dinero. En lugar de eso, les pedimos a los alcaldes que tiraran una moneda al aire y que si sacaban cara obtendrían un informe personalizado con las respuestas a la encuesta. Para estudiar qué porcentaje mintió solo tenemos que observar como se diferencia la distribución que obtenemos del 50% que deberíamos haber obtenido en teoría.

El 68% de los políticos dijeron que habían obtenido el resultado que permite obtener el informe (ver Figura 1). Este resultado indica que el porcentaje de alcaldes que mintió para obtener el informe es bastante elevado, comparado con estudios similares en que la distribución es más similar al 50%.

Figura 1: Porcentaje de alcaldes que dice obtener cara o cruz al tirar la moneda

No todos son iguales

Una creencia popular es que hombres y mujeres enfrentan decisiones morales como la de mentir de manera diferente. Sin embargo, encontramos que alcaldes y alcaldesas tienen una propensión a mentir muy similar. Esto significa que al menos en situaciones en que el riesgo de ser pillado es bajo, las alcaldesas se comportan de manera similar a los alcaldes.

También miramos si los políticos de algunos partidos mienten más. Descubrimos que los miembros de los grandes partidos, PP y PSOE, tienen una propensión más elevada a mentir que los políticos de partidos más pequeños.

La mentira paga

Finalmente, examinamos si tener una alta propensión a mentir resulta útil en política. Para ello, analizamos qué alcaldes se volvieron a presentar a las elecciones municipales de 2019, y encontramos que la propensión a mentir está correlacionada con la reelección. Los políticos con una alta o baja propensión a mentir se presentaron a la reelección en igual medida, pero los más mentirosos lograron más éxito en ser reelegidos, lo cual parece indicar que los políticos menos honestos son más exitosos en política. Si esta correlación existe porque los políticos deshonestos son mejores gestores o simplemente más manipuladores en las campañas electorales es algo que queda pendiente de establecer.

Figura 2: Porcentaje de alcaldes que dice obtener cara mostrado por resultado de las elecciones

Figuras tomadas de: Janezic, K. A. and Gallego, A. 2020. Eliciting preferences for truth-telling in a survey of politicians. Proceedings of the National Academy of Sciences 117(36), pp.22002-22008.

Hay 5 comentarios
  • Me parece interesante (e ingenioso el método para detectar la proporción de mentirosos). Pero al fin y al cabo los políticos son personas y las personas mienten. Quiero decir, que hubiese sido oportuno en mi opinión, completar el análisis comparando si el porcentaje de políticos que mienten, es mayor, menor o igual que el de las personas en general. A mí, al contrario de lo que dicen, me parecen resultados más que aceptables. Al fin y al cabo ¿quién no ha mentido alguna vez? (¡y no siempre por motivos espurios!).

    Más débil me parece el resultado de la reelección sin tener en cuenta otros factores que pudieran haber afectado a su gestión. Es decir, solo con la evidencia que presentan no me parece que se pueda afirmar que mentir implica un porcentaje significativamente mayor de ser reelegido.

  • Conclusión: los ciudadanos somos tan mentirosos como los políticos o nos gusta que nos mientan, o una combinación de ambas.

  • Es ampliamente conocido que los economistas y en general desde las ciencias sociales se trata de justificar o demostrar usando las matemáticas, y en particular la estadística, para darle, de alguna manera, la misma formalidad que a las ciencias sociales.
    En este caso se puede obviar y con solo entender el comportamiento humano y los incentivos que nos mueven como especie es suficiente para concluir que si la mentira no tiene apenas consecuencias negativas, y si muchas positivas es obvio que cualquiera tendrá tendencia a mentir sistemáticamente y hasta límites muy hipócritas, salvo en casos que haya una fuerza superior (moralidad, ética, religión) que lo impida.

    Teneis ejemplos actuales en la política nacional: Cada vez que el gobierno aprueba una nueva medida, ley, etc. las redes sociales se llenan de videos con declaraciones de años anteriores con esos mismo políticos defendiendo ideas radicalmente opuestas a las que acaban de aprobar.

  • Como compararía una encuesta similar echa a la población general (y en España)? La clase política miente, pero no sé si más que la media.

    Interesante que correlacione con la reelección!

  • Enhorabuena por una investigación tan interesante y por la excelente publicación conseguida.

    No conozco la literatura en la materia, en concreto, sobre esta forma de medir la honestidad, pero no estoy completamente convencido sobre su validez. Me explico: aunque sea posible medir el porcentaje de participantes “deshonestos” con relación a la pregunta de tirar una moneda al aire, la veo como una pregunta tan trivial e incluso absurda, que mentir sobre ella no refleja (necesariamente) la honestidad del participante. Podría incluso capturar cómo de interesados están en recibir el informe, lo cual podría a su vez explicar que exista correlación con los resultados de ser reelegidos.

    Me imagino a los alcaldes invirtiendo su (valioso) tiempo en responder a un cuestionario. ¿Qué habrán pensado cuando al final se encuentran una pregunta que les dice que tiren una moneda al aire y si sale cara recibirán el informe? Dirán: “¿de verdad no pueden enviar el informe a todos?”, “¿a qué viene esta pregunta?”. Incluso algunos habrán pensado que la pregunta está hecha para que el informe solo lo reciban los realmente interesados.

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