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Robots y reshoring

Por María Rochina y Carolina Calatayud

La ralentización del crecimiento del comercio y del desarrollo de las cadenas globales de valor (CGV), fenómeno conocido como slowbalisation, se ha consolidado en los últimos años como uno de los principales focos de análisis en la economía internacional. El reshoring —esto es, el regreso al país de origen de actividades productivas previamente deslocalizadas— impulsado por el avance de nuevas tecnologías, podría estar detrás de esta tendencia (Rodrik, 2018). Hasta ahora, los efectos de la robotización se han analizado principalmente desde la perspectiva del mercado laboral (ver aquí y aquí), prestando menos atención a su posible impacto en procesos como el reshoring. Precisamente, en nuestro último trabajo de investigación (disponible aquí), analizamos cómo el uso creciente de robots —la principal tecnología de automatización en la industria manufacturera— ha contribuido a esta transformación de las CGV en el caso de España.

Si bien antes de 2008 se produjo un aumento considerable en la participación de España en las CGV, desde entonces se observa un estancamiento (véase la Figura 1). No obstante, en paralelo a este periodo de estancamiento, el uso de robots industriales ha seguido una tendencia creciente. De hecho, España es actualmente el cuarto país europeo en número de instalaciones anuales de robots industriales, según el último informe de la International Federation of Robotics (2024).

Figura 1. Evolución del Foreign Value Added (FVA)

Nota: (i) Fuente: EORA (ii) FVA mide la proporción del valor de bienes intermedios importados en las exportaciones y es una medida habitual para evaluar la participación en las CGV.

Origen del reshoring en España

Tradicionalmente, se ha considerado que cuando la reducción de costes asociada a la robotización en economías avanzadas compensa las diferencias salariales con los países en desarrollo, la producción puede trasladarse de nuevo a los países desarrollados, permitiendo además aprovechar las ventajas de contar con cadenas de suministro más cortas. Esta hipótesis sugiere que la ventaja comparativa de los países en desarrollo puede erosionarse a medida que la robotización incrementa la eficiencia, impulsando la productividad y reduciendo los costes de producción en las economías avanzadas. No obstante, los estudios que, como el nuestro, emplean datos de empresas españolas para analizar esta cuestión no encuentran una relación causal entre el uso de robots y el reshoring procedente de países menos desarrollados o de renta baja (ver aquí, aquí y aquí).

Ante esta ausencia de relación significativa, en nuestro trabajo consideramos la posibilidad de que el uso de robots potencie el reshoring no solo desde economías menos desarrolladas, sino también desde otras economías avanzadas. Varias razones respaldan esta hipótesis. En primer lugar, las brechas de costes iniciales entre economías desarrolladas son menores y pueden reducirse con mayor facilidad mediante la robotización. Además, a estos países les resulta más difícil recuperar competitividad a través de ajustes salariales o la flexibilización de la normativa laboral, en comparación con las economías en desarrollo, que en ocasiones responden desplazando parte de su producción hacia la economía sumergida. Finalmente, la producción robotizada en países desarrollados puede complementar los insumos intermedios procedentes de economías en desarrollo, especialmente cuando estas están especializadas en la exportación de materias primas y bienes intermedios poco elaborados. Así, mediante la adopción de robots, España podría relocalizar de manera eficiente la producción de piezas y componentes que antes importaba, mientras continúa importando materias primas de países en desarrollo, las cuales resultan complementarias a la producción robotizada.

En nuestro trabajo confirmamos esta hipótesis al observar que el uso de robots en la industria manufacturera española impulsa el reshoring de etapas del proceso productivo que previamente se habían deslocalizado a otras economías desarrolladas. La Figura 2 muestra que, una vez que las empresas comienzan a utilizar robots, disminuye el valor de su índice de deslocalización hacia países desarrollados; es decir, se activa un proceso de reshoring que se prolonga durante los tres años siguientes a la adopción de esta tecnología. En nuestro estudio, el reshoring se mide, como es habitual en la literatura, como la inversa del offshoring y, por tanto, como la reducción del índice definido por la ratio de insumos intermedios importados sobre la producción (índice de deslocalización u offshoring).

Figura 2. Efecto de la adopción de robots por parte de la empresa en su deslocalización (importación de insumos intermedios desde países desarrollados en relación con su producción)

Nota: (i) El período t = 0 corresponde al primer año en que la empresa adopta robots (treatment). (ii) Las barras representan intervalos de confianza del 90 % para cada efecto estimado anual (punto). Los efectos estimados son los efectos medios del tratamiento (Average Treatment Effects on the Treated, ATT). (iii) El método de estimación causal utilizado es el de diferencias en diferencias con adopción escalonada (Callaway y Sant'Anna, 2021).

¿Qué hacen las empresas con la producción relocalizada?

Una vez constatado que el uso de robots impulsa procesos de reshoring desde otras economías desarrolladas, en nuestro trabajo nos planteamos si esto ocurre a través de un proceso de internalización —por el que la propia empresa produce esos bienes intermedios— o si la producción sigue externalizándose, pero ahora a proveedores nacionales. En nuestro estudio, observamos que la mejora en la eficiencia y las capacidades empresariales derivadas del uso de robots hacen viable la internalización de esas etapas del proceso productivo. Es decir, las empresas no solo repatrían la producción, sino que también tienden a integrarla dentro de sus propias operaciones internas.

¿Se traduce esto en un aumento del empleo en las empresas que, gracias al uso de robots, internalizan ahora parte de la producción que antes estaba deslocalizada? En este caso, encontramos un resultado cuanto menos interesante. Aunque por separado tanto el uso de robots como el reshoring tienden a incrementar el número de trabajadores, conjuntamente tienen un efecto “atenuante” sobre el empleo. Es decir, las empresas que adoptan robots y llevan a cabo la relocalización traen de vuelta producción, pero una parte de esta es realizada por robots en lugar de por nuevos trabajadores.

Consideramos fundamental seguir investigando la interacción entre el reshoring inducido por la robotización y sus efectos sobre el empleo, especialmente en el contexto del creciente protagonismo de la Inteligencia Artificial (IA). La IA tiene el potencial de optimizar los procesos automatizados y aumentar la eficiencia de los robots, lo que podría llevar a una automatización aún mayor de la producción relocalizada. Sin embargo, también abre la puerta a la creación de nuevos puestos de trabajo complementarios, ligados al diseño, supervisión y mantenimiento de estas tecnologías. Por todo ello, resulta esencial profundizar en el análisis de estas dinámicas emergentes y sus implicaciones económicas, temas que forman parte de nuestra actual agenda de investigación.