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Puertas giratorias: ¿qué hacen los políticos en los consejos de administración?

de Bartolomé Pascual-Fuster y Rafel Crespí-Cladera

Cuando se habla de las puertas giratorias, generalmente refiriéndose a políticos que pasan a ocupar puestos relevantes en el mundo empresarial, el foco se centra en sus aspectos negativos, principalmente en el intercambio de favores entre políticos y empresas. En cambio, se suele obviar el efecto sobre los intereses de los accionistas y menor atención reciben las funciones que desempeñan estos ex-políticos en las empresas.

En un reciente artículo analizamos las funciones que desempeñan los políticos cuando forman parte de los consejos de administración de las sociedades cotizadas en España para el período 2004-2012. Más concretamente, analizamos como afecta al gobierno de la empresa que ex-­políticos formen parte del consejo de administración. La literatura previa muestra como los políticos son atractivos para las empresas principalmente por su conocimiento, sus contactos e influencia en la escena política y regulatoria. Entradas anteriores de NeG (aquí, aquí, aquí y aquí) también han elaborado sobre estas premisas.

En el contexto español se trata generalmente de individuos que han desarrollado toda su carrera profesional en el mundo de la política, y carecen de experiencia en el mundo de los negocios. Por tanto, es de esperar que su principal función en el consejo sea la de asesorar en todo lo que sean relaciones de la empresa con la esfera política. Sin embargo, hay estudios que muestran como consejeros muy centrados en labores de asesoría dejan de lado sus funciones de control del equipo directivo, de forma que su entrada en el consejo podría ser negativa para los accionistas cuando se considera su contribución global. Una justificación de este comportamiento es que el asesoramiento a los directivos que también tienen que ser supervisados es más difícil si los consejeros no tienen a su disposición información relevante, muchas veces proporcionada por los mismos directivos. En consecuencia, consejeros muy activos en supervisión pueden tener dificultades para obtener la colaboración de los directivos proporcionando esa información.  Los directivos pueden obviar este problema de supervisión si influyen en la nominación de consejeros (ex-­políticos) con una actuación “amigable” que puede perjudicar las buenas prácticas del gobierno de la empresa.

En base a la información publicada por las empresas en sus Informes Anuales de Gobierno Corporativo depositados en la CNMV y cruzando con los datos de las instituciones legislativas y ejecutivas a nivel europeo, estatal y autonómico, el 4,5 % del total de observaciones (12.243 consejeros /años desde 2004 a 2012) corresponden a ex-políticos. Este porcentaje es del 6,6% para las empresas del cuartil de mayor tamaño y de un 2,2% para las del cuartil de tamaño menor. Estos datos son estables a lo largo de los años analizados.

Comprobamos como los ex–políticos entran en los consejos de las empresas cotizadas mayoritariamente como consejeros independientes (ver tabla), si bien también actúan como consejeros dominicales (para defender los intereses de un accionista de control) y, en menor medida, como consejeros ejecutivos. Contrariamente a lo esperado, los ex–políticos asumen cargos en el consejo de administración centrados en el control del equipo directivo, como puede ser la presidencia de la comisión de nombramientos y de retribuciones, con la misma frecuencia relativa que cualquier otro consejero.Es conocido que cuando el consejo de administración falla en su labor de supervisión, en el caso en el que los resultados de la empresa no son positivos se reemplaza con menor frecuencia a los directivos. También ocurre que cuando los mecanismos de gobierno fallan existe una retribución por encima de la norma a los ejecutivos. Y sabemos que cuando las funciones de auditoria no funcionan se producen mayor número de salvedades de los auditores externos o se produce mayor “gestión del beneficio”. Sin embargo, en este trabajo mostramos que en los consejos de administración que tienen consejeros independientes provenientes de la política no se presentan problemas de gobierno corporativo diferentes de aquellas empresas que no incluyen políticos. Sólo encontramos alguna evidencia de deterioro del gobierno corporativo cuando los ex–políticos sirven como consejeros dominicales o como consejeros ejecutivos. Básicamente hay efectos negativos poco significativos por la labor de supervisión del consejoíque ejercen los consejeros politicos.

Interpretamos, por tanto, que los posibles efectos positivos por la influencia de los ex-­políticos (que se asumen, aunque no se miden en este artículo) sobre la riqueza de los accionistas no tienen un lado negativo debido a un peor funcionamiento del consejo de administración. Aunque los ex – políticos generalmente no tengan experiencia previa en el mundo empresarial, no obtenemos evidencia de que tengan capacidades de control del equipo directivo diferentes a la del resto de consejeros.

Entendemos que este resultado es compatible con dos explicaciones. Una es que los ex-políticos, dada su exposición pública en su etapa como políticos, pueden sufrir un coste reputacional especialmente elevado si se les asocia con dejadez o con incompetencia en sus funciones de control del equipo directivo. La otra es que el asesoramiento e influencia prestadas al equipo directivo, centrado en la relación de la empresa con la esfera política, no precisa de tanta información y colaboración de éstos, lo cual es compatible con una función de control efectiva.

En resumen, no encontramos que la incorporación de ex-políticos en los consejos de administración genere efectos negativos sobre los intereses de los accionistas de forma sistemática, sobre todo si actúan como consejeros independientes. No obstante, los efectos sobre el bienestar general (no estudiados en nuestro artículo) van más allá y podrían ser negativos si, por ejemplo, las puertas giratorias implicaran intercambios de favores que afecten a la forma en que compiten las empresas.