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¿Pueden los incentivos salariales temporales aumentar el empleo formal? Evidencia experimental de México

Por Eliana Carranza y Martin Abel

En muchos países de ingresos bajos y medios (LMIC), los jóvenes enfrentan diferentes trayectorias de empleabilidad y salario dependiendo de si su punto de entrada al mercado laboral es el empleo formal o informal. Mientras el empleo informal es un punto de entrada dominante en el mercado laboral, los trabajos informales son menos estables y no constituyen un peldaño para los trabajos formales.  En esta blog analizamos el caso de México, donde los salarios de entrada para jóvenes en el sector formal son bajos, pero aumentan rápidamente en el tiempo. En este país, un incentivo salarial ofrecido temporalmente a jóvenes graduados de la escuela media superior resulta en incrementos continuos en el empleo formal.

Los datos

Imagine que es un joven de 18 años en México, acaba de graduarse de la escuela secundaria y está ingresando al mercado laboral. Entre las decisiones más importantes está si iniciar su vida laboral en el sector formal o en el informal. Los empleos informales suelen ser más fáciles de obtener y pueden ofrecer ventajas tales como tiempos de viaje más cortos y más flexibilidad en comparación con el empleo formal. También ofrecen un pago inicial por hora relativamente alto para aquellos jóvenes con menor educación que ingresan al mercado laboral. De hecho, en México, los salarios por hora de nivel de entrada para jóvenes entre 17 y 20 años con educación media superior son entre 9% y 17% más bajos en el sector formal que en el informal (Figura 1).

Por lo tanto, es posible que los jóvenes tomen el empleo informal como punto de entrada al mercado laboral, especialmente si están enfocados en beneficios a corto plazo. Esta decisión tiene efectos adversos a largo plazo, ya que el trabajo informal ofrece salarios relativamente estáticos y rara vez representa un paso hacia el trabajo formal (Levy 2010, OIT 2015). Por el contrario, los salarios formales crecen sustancialmente, alrededor del 25% (35%) durante los primeros seis (doce) meses en el trabajo (Figura 2); además, los trabajadores en el sector formal cuentan con otros beneficios, como la cobertura de salud y seguridad social.

Nuestro estudio

Para abordar el efecto disuasorio del bajo salario de entrada en el empleo formal, en colaboración con el Gobierno de México, diseñamos y evaluamos una bonificación o incentivo salarial que paga a los recién graduados de la escuela media superior el equivalente a 20% del salario inicial promedio formal aproximadamente, por hasta 6 meses, si obtienen un empleo formal (Abel et al. 2022). A diferencia de programas similares en LMIC, que tienden a obtener resultados modestos (McKenzie 2017), nuestra intervención no interactúa con los empleadores y paga el incentivo directamente a los trabajadores.

Realizamos un estudio con una muestra de casi 2.000 estudiantes a punto de graduarse de 13 escuelas medias superiores, vocacionales y de educación general, en la región metropolitana de San Luis Potosí. La mitad de los estudiantes fueron aleatoriamente asignados como elegibles para recibir el incentivo salarial. Los efectos de esta intervención fueron documentados durante dos años (a partir de junio de 2019), usando encuestas y datos de seguridad social. Cabe mencionar que los empleadores en la región donde se realizó el estudio enfrentan una alta rotación laboral y luchan por cubrir las plazas requeridas. Si bien el estudio no fue diseñado para medir efectos de desplazamiento laboral, estos tienden a ser menos pronunciados en mercados laborales ajustados (Crepon et al. 2013).

¿Funciona este incentivo?

El incentivo aumentó el empleo formal entre los graduados de escuelas vocacionales elegibles en 4,2 puntos porcentuales (14,5 por ciento) durante los primeros dos años, impulsado por un aumento de 5 puntos porcentuales (25 por ciento) en trabajos con contratos permanentes (Figura 3). Aproximadamente la mitad de este efecto proviene de una reducción en el empleo informal. Además, este incentivo aumenta las tasas de retención entre los jóvenes que comienzan a trabajar con contratos laborales temporales. Entre aquellos, el riesgo de dejar el empleo es un 26 % más bajo y la probabilidad de transitar hacia un contrato laboral permanente es 70 % mayor.

Por el contrario, no se encuentran efectos entre los graduados de las escuelas generales, cuyo objetivo es preparar a los estudiantes para seguir una educación superior. Este es un hallazgo importante para los formuladores de políticas que pueden ver con preocupación potenciales consecuencias no deseadas en las decisiones de los jóvenes respecto a continuar su trayecto formativo.

Los cambios en el tipo de empleo son importantes ya que los trabajos formales, especialmente con contrato permanente, conducen a una acumulación de capital humano que beneficia a los trabajadores. En nuestro estudio, incluso cuando los jóvenes cambian de trabajo formal involuntariamente, no experimentan una caída en salarios. Esto sugiere que las habilidades que adquieren en el empleo no son específicas a la empresa que los emplea (Becker, 1964). Especialmente en los LMIC, donde las tasas de rotación entre los jóvenes son altas (Donovan et al. 2020), obtener habilidades transferibles es importante para mantener un crecimiento salarial positivo durante la transición entre empleadores.

Los efectos del incentivo se concentran entre los jóvenes con salarios de reserva justo por encima de los salarios iniciales del sector formal (Figura 4). Los altos salarios de reserva (el nivel salarial más bajo por el cual una persona que busca trabajo estaría dispuesta a aceptar un trabajo) pueden ayudar a explicar por qué los jóvenes no optan por empleos formales que son más estables y lucrativos a largo plazo pero que ofrecen salarios iniciales bajos.

Esto plantea la pregunta de por qué los jóvenes buscadores de empleo se fijan salarios de reserva altos. Por un lado, los jóvenes tienden a subestimar significativamente el crecimiento del salario formal (Figura 5). Además, de manera similar a lo observado en otros países (Harrison et al. 2002), los jóvenes de nuestra muestra tienen tasas de descuento muy altas (valoran el presente más que el futuro). Proporcionar información sobre los beneficios del empleo formal puede no ser suficiente para aminorar los salarios de reserva si los jóvenes desestiman los beneficios futuros que ofrece el empleo formal, incluido un fuerte crecimiento salarial y cobertura de protección social.

Los beneficios inmediatos como nuestro incentivo salarial evitan estos problemas, alentando a los jóvenes a aceptar trabajos formales que inicialmente pueden pagar menos pero que les permiten una trayectoria de empleo y salario superior. Entonces, ¿por qué las empresas no pagan más a los jóvenes que recién se insertan en el mercado laboral? La adquisición de habilidades transferibles en el empleo permite ayudar a explicar esto. Dado que otras empresas pueden “robar” a los trabajadores una vez que ya han sido entrenados, el primer empleador podría verse motivado a ofrecer una remuneración (temporalmente) por debajo de la productividad marginal del trabajador, para compensar por las pérdidas iniciales asociadas a la alta rotación laboral y a los costos incurridos en su entrenamiento.

Implicaciones para la política pública

Nuestro incentivo salarial aumenta efectivamente el retorno que obtienen los jóvenes al aceptar un empleo formal, dando luces a un importante debate sobre cómo el impuesto implícito en el diseño de los sistemas de seguridad social y protección social afecta la oferta laboral del sector formal (Packard et al. 2019). Las deducciones de la seguridad social sobre los ingresos salariales actúan como un impuesto al empleo formal, mientras que los programas de protección social no contributivos actúan como un subsidio al empleo informal, ampliando la brecha entre el producto marginal del trabajo formal e informal. Para los trabajadores poco calificados en México, se estima que la combinación de impuesto más subsidio implícito es del orden del 34% (Levy 2010).

Se ha argumentado que esta brecha puede contribuir a un sector informal sobredimensionado, al que los trabajadores ingresan en parte por elección propia (Levy y Cruces 2021, Perry et al. 2007). Reducir estas deducciones aumentaría el salario neto de los trabajadores formales. Nuestros resultados sugieren que un aumento del 20 % en los salarios pagados a los trabajadores jóvenes al momento que estos ingresan al mercado laboral elevaría el empleo formal en alrededor de 4 puntos porcentuales o en 10 %, lo que implica una elasticidad de la oferta laboral de alrededor de 0.5 al nivel de los salarios de entrada en el sector formal. Para el empleo formal permanente, la elasticidad es de alrededor de 1.2, lo que sugiere que una reducción en este impuesto más subsidio implícito tendría efectos considerables para los jóvenes menos calificados en México.