Politicos que experimentan y experimentos con políticas

JRCEn estos tiempos de descrédito de un gran número de instituciones políticas, y en particular, de desapego respecto a la Unión Europea, me agrada tener la oportunidad de escribir una entrada sobre una iniciativa de la Comisión Europea que creo que tiene sentido, que va a ser útil para un amplio conjunto de ciudadanos y que, además, se organizó con un exquisito sentido de responsabilidad presupuestaria (aunque, por la cantidad de burocracia necesaria para justificar los mínimos gastos, algunos pensaron que casi excesiva). A Finales del mes pasado, el Instituto para la Salud y Protección del Consumidor del Centro de Investigación de la Comisión Europea (JRC), me invitó, junto a otros cinco jóvenes investigadores del área de la Economía Experimental y del Comportamiento, a una conferencia de dos días en la que nos reunimos con los responsables de los programas de vacunación de nueve de los países miembros de la Unión Europea. El propósito consistía en que les propusiéramos, utilizando nuestros conocimientos sobre cómo afectar el comportamiento de los individuos a través de mecanismos psicológicos, medidas para incrementar la proporción de la población que decide vacunarse contra ciertas enfermedades infecciosas (no todas las vacunas son igual de efectivas ni están recomendadas para la población en general, como la de la varicela en España). Como nos hicieron saber, el movimiento anti-vacunación, comienza a extenderse por Europa y los responsables políticos y sanitarios están preocupados por las externalidades que, de extenderse la decisión individual de no vacunarse, puede causar sobre el resto de la población.

Como saben, y ya denunció Anxó Sánchez aquí, el problema de que se extienda una cultura anti-científica en contra de las vacunas, no reside en los efectos individuales que no vacunarse puede tener sobre la salud del individuo que decide no hacerlo, sino que con ello se crea una externalidad sobre el resto de la población, que estará más expuesta al contagio. De hecho, junto con el pago de impuestos, se trata de un ejemplo muy claro de lo que en Economía llamamos un bien público: aquel del que todos nos beneficiamos por su existencia (si toda la población está vacunada nadie se infecta) pero al que individualmente no tenemos incentivos por contribuir (¿para qué incurrir en el coste de vacunarse, con sus, reales o no, potenciales efectos secundarios, si todos los demás están vacunados y por tanto no me van a infectar?).

Lo primero que me sorprendió de esta convocatoria fue el simple hecho de que responsables políticos se interesaran activamente por nuestra investigación. Como hemos reivindicado en el pasado (de forma más reciente aquí), creemos que quienes tienen poder de decisión deberían estar mucho más abiertos a experimentar a pequeña escala con una variedad de medidas para conocer cuáles funcionan antes de aplicar de forma general un programa del que quizá sólo tienen una intuición sobre su posible resultado. La segunda sorpresa vino cuando vi que el formato de la conferencia no era el habitual: sólo se nos permitía hacer una muy breve intervención general con nuestras propuestas, y el énfasis se centraba en reuniones bilaterales con los responsables de cada país para decidir de forma concreta cómo se podrían a llevar a cabo nuestros experimentos. Tras estas reuniones, cada país decidía qué ideas de las presentadas le parecían más atractivas y tenía lugar una nueva ronda de encuentros entre los investigadores y responsables políticos que habían decidido trabajar juntos. Les puedo asegurar que este “libre mercado de ideas”, en el que cada uno de los investigadores tuvimos que competir por convencer a los representantes nacionales, estimuló nuestros argumentos y fomentó el que nos centráramos en los aspectos concretos para llevar nuestras ideas a buen puerto y nos dejáramos de vaguedades, que en muchos casos interrumpen la acción política.

La reunión empezó ya con buen pie: para poder explicar a los políticos el enfoque de la Economía Experimental y para que entendieran el problema de bien público asociado a la vacunación, comenzamos realizando un experimento en el que los propios representantes nacionales recibieron cuatro monedas de chocolate (con forma de Euros, eso sí), y debían decidir cuántas de ellas contribuir para el bien común. Cada moneda con la que contribuían era duplicada, de forma que el total de las monedas aportadas (multiplicado por dos) era redistribuido de forma simétrica entre todos los participantes, hubieran contribuido o no. Al igual que la sanidad pública o la defensa de un país sufragada por los impuestos pagados individualmente, el conjunto de monedas de chocolate contribuidas en el experimento satisface las dos propiedades fundamentales de un bien público: 1) su consumo no rivaliza con el consumo por parte de otros (al contribuir se duplican las monedas y todos podemos comer del conjunto) y 2) no se puede excluir a nadie de su consumo (haya contribuido o no, al igual que los defraudadores no dejan por ello de estar protegidos por la seguridad nacional… ¿aunque debieran de estarlo?). Fue divertido ver a los responsables políticos haciendo cálculos sobre si les interesaba o no quedarse sin sus monedas de chocolate (la reunión era en Italia, pero el chocolate… ¡suizo!), y anticipar qué harían los demás. Simplemente hacer este ejercicio les sirvió para entender mucho mejor el problema entre decisión individual y colectiva al que se enfrenta un ciudadano al decidir si vacunarse o no. Para satisfacción del lector, les comunico que la mayoría de los políticos contribuyeron todas sus monedas de chocolate y no decidieron aprovecharse de los demás… con lo que recuperé un poco la fe, al menos en estos nueve políticos.

Pero también fue interesante cómo termino la reunión. Los cinco investigadores salimos con acuerdos firmados con más de un país para contribuir con nuestros experimentos en el diseño de las futuras campañas de vacunación de varios países. Déjenme que les ponga a algunos ejemplos:

  1. Una primera medida estudiará hasta qué punto el apelar al componente altruista de los individuos (“si te vacunas tú, no sólo ye proteges a ti sino a los demás”), puede ser efectivo en aumentar la tasa de vacunación.
  2. Otra estudio utilizará lo que llamamos una “lotería con arrepentimiento”, por la cual se otorgarán como premio becas universitarias a todas las familias de un distrito postal elegido al azar que demuestren que sus hijos han cumplido con el calendario de vacunación. De esta forma, si resulta que mi código postal es el agraciado pero no he vacunado a mis hijos, no sólo me quedo sin beca para ellos sino que probablemente me sienta un poco estúpido, e incluso señalado por mis vecinos, por no haberles vacunado.
  3. Por último, y siguiendo el argumento de mi entrada anterior (aquí), otro programa evaluará los efectos de presentar la información sobre los riesgos de una enfermedad infecciosa y los mínimos y mucho menos graves riesgos de efectos secundarios asociados a una vacuna. Para ello, no se utilizarán probabilidades que, como ya vimos, son difíciles de interpretar, y sino ejemplos de situaciones extremas, pero de similar prevalencia, que destaquen la enorme diferencia entre unos riesgos y otros sin necesidad de hacer cálculos. Por ejemplo, “al igual que usted no piensa en el riesgo de que se le caiga el techo encima al entrar en una habitación, no debería pensar en el riesgo del efecto secundario de una vacuna, pues son igual de probables. Por el contrario la probabilidad de contraer la enfermedad X es la misma que la de ser atropellado si cruza una calle de cuatro carriles sin siquiera mirar el tráfico”.

Esperemos poder informar pronto de los resultados de estas simples intervenciones que se realizarán primero a pequeña escala, antes de plantearse su extensión a poblaciones más amplias.

PD: Debo añadir que, aunque el Reino Unido no fue uno de los participantes en esta conferencia, cuenta con un órgano asesor, el “Behavioral Insights Team”, conocido también con “Nudge Group”, para estudiar precisamente cómo utilizar la Psicología y la Economía del Comportamiento para experimentar con los efectos de distintas políticas públicas.

Hay 13 comentarios
  • Me parece enormemente interesante. Quizá establecer medidas de rechazo social, de exclusión en alguna faceta social, hacia quien no colabora pueda favorecer la vacunación. Creo que un caso semejante es el de los recursos comunales, y particularmente los que estaban alejados del núcleo de población. Creo que la Historia nos ha servido de gran experimento. Está claro que, si después de muchísimas generaciones la mayoría de esos recursos nos han llegado hasta los tiempos modernos, la mayoría de las experiencias han sido exitosas, por lo menos en cuanto a sostenibilidad. En general se han establecido normas o costumbres de aprovechamiento, pero al estar los pastos, los bancos de pesca, los montes u otro tipo de recursos lejos del núcleo de población, era complejo establecer los mecanismos de control independiente. En general, los únicos testigos han sido los otros vecinos con los que se aprovechaban esos recursos, que no eran muy independientes como jueces de la situación. Sin embargo, creo que el rechazo social y el miedo a ser señalado por los otros vecinos ha ejercido un papel tan importante o más que las propias normas a la hora de favorecer un aprovechamiento responsable que favorezca el interés común. Favorecer mecanismos de exclusión hacia los no colaboradores puede provocar injusticias, pero también favorecer que los ciudadanos colaboremos en labores comunes como la salud pública.

    Un cordial saludo.

    • Gracias por el comentario, Gonzalo. El problema de conseguir la colaboración en problemas de bienes públicos o de bienes comunales aumenta cuando no podemos depender de la monitorización directa que ocurre en comunidades pequeñas. Por ello, es preciso recurrir a nuevos mecanismos, que no tienen por qué basarse en la inspección y la sanción, para conseguir que la gente contribuya. No estoy seguro de que el escarnio público sea siempre la mejor manera de hacerlo, pues puede traer consecuencias funestas. En todo caso, creo que algunas de las medidas que propongo en la entrada, solas o en combinación, son potencialmente interesantes.

  • Experimental y Behavioral Economics en alza!

    Alentador el comportamiento y la apertura de miras de esos políticos.

    • Debo apuntar que fue una pena que algunos de los países con más peso en la Unión Europea (Reino Unido, Alemania, Francia...) no participaron en la reunión. Tampoco España, aunque sí tuve la oportunidad de reunirme con los responsables de los planes de vacunación del Ministerio de Sanidad y de la Generalitat de Cataluña, a los que agradezco que me ayudaran a documentarme.

  • De muchísimo interés vuestro proyecto, y alentador que haya suscitado interés.

    En el año 2010 viví en Londres con mi hijo de entonces 18 meses. En la guardería había muchos niños sin vacunar cuyos padres (de altísimo nivel educativos) conocían los argumentos y aún así pasaban porque creían en una vida más natural, etc (eso en el centro de Londres, pero bueno). Por la misma época vi esta noticia de un juez español que ordenó la vacunación forzosa y a correr. Legalmente esta decisión es complicada y en el Reino Unido habría sido imposible de adoptar porque hay mucha más conciencia de la individualidad, lo que en este caso puede ser pernicioso (aquí la noticia: http://sociedad.elpais.com/sociedad/2010/11/25/actualidad/1290639605_850215.html).

    • "padres (de altísimo nivel educativos)" haciendo tonterías. Esto es algo que me fascinaría si no fuese porque es un problema muy gordo el hecho de que muchas veces la formación parece no servir para nada. Mi anécdota personal en este sentido son los estudiantes de medicina (alguno ya médico residente) partidarios de la homeopatía.

  • “Al igual que usted no piensa en el riesgo de que se le caiga el techo encima al entrar en una habitación, no debería pensar en el riesgo del efecto secundario de una vacuna, pues son igual de probables."

    Diario El Mundo, hoy: 25 pacientes trasladados en el Clínico de Valladolid tras caer el techo de una habitación

    http://www.elmundo.es/espana/2014/12/15/548f28b0268e3ec7158b4573.html

    Que conste que estoy vacunada contra todo lo que me dejan, pero me hizo gracia la coincidencia.

    • Gracias, IsabelG. Obviamente la noticia tiene maldita la gracia...!pero la coincidencia sí la tiene! El ejemplo no es el que se usará en el experimento, puesto que de lo que se trata es de utilizar ejemplos para los que la probabilidades sean realmente similares. Para ello, utilizaremos tablas actuariales. Un saludo.

  • Las propuestas de mecanismos para enfocar el problema me parecen ingeniosas e interesantes.
    Mi única observación tiene, sin embargo, que ver con una cuestión sanitaria: creo que no todas las vacunas tienen la misma eficacia para evitar las enfermedades correspondientes, no todas éstas tienen la misma importancia médica, y en algunos casos se puede poner en cuestión si la propia vacuna es el instrumento más adecuado, y más coste-efectivo, de abordar el problema. Adjunto en este último sentido enlace con un artículo relativo en este caso a la vacuna del papiloma, como ejemplo de este problema. El enlace:

    http://www.actasanitaria.com/vacuna-del-papiloma-pseudociencia-y-falta-de-etica/

    A sabiendas de todo ello, lo que se me suscita es a qué vacunas quieren los responsables europeos, un ámbito en el que los lobbies farmacéuticos son cada vez más activos, extender los resultados de las experiencias que proponéis. Creo que las diferencias en los aspectos indicados de algunas de las vacunas que se están promoviendo, de las que las poblaciones tienen también conocimiento, pueden tener alguna relación con las resistencias que se están generando por parte de cierros grupos de población, y quizás habría que definir hacia dónde (hacia qué vacunas) se deberían dirigir los incentivos.

  • Gracias por el comentario, Doctor. Sin entrar en teorías conspiratorias, creo que es importante lo que señalas sobre el que no todas las vacunas son igual de efectivas y que, por ello, no todas entran en los calendarios de vacunación y algunas ni siquiera están recomendadas. Es cierto que las reticencias de ciertos sectores de la población a seguir el criterio médico se pueden deber a cierta falta de transparencia sobre la financiación de las sociedades médicas y cómo puede ésta afectar a las recomendaciones. Por último, cuánta mayor coordinación haya entre los calendarios de vacunación, tanto a nivel regional como a nivel de estados europeos, menos sospechosas serán las vacunas que se consigan consensuar y menores externalidades negativas fomentadas porque las vacunas se den en distintas zonas a distintos edades. Por eso creo que, aunque sólo sea un primer paso, iniciativas como las que describo en la entrada son esperanzadoras.

  • Hola Pedro,
    Una cosa es incentivar, otra es tener un efecto permanente. Las vacunas se suelen hacer en ciertas edades. Con un experimento puntual vas a tener todos los niños de 4 años vacunados pero si no repites elecperimento el año siguiente los de 3 años hoy (4 años el año que viene) no se vacunaran.
    Esther Duflo ha hecho un experimento similar en la India. El incentivo era, si lo recuerdo bien, un saco de lentejas. Con ello el coste medio por vacunado salio mucho mas barato que las otras soluciones de gobierno indio.
    En Europa puedes regalar un vale para el super o 2 plazas de cine u otra cosa barata-atractiva a las familias que vacunan a sus hijos.
    Pero muy bien este protecto.

    • Gracias por el comentario, Guillaume. La idea del experimento es obtener información sobre qué tipo de campañas son más efectivas. Por tanto, una vez podamos comprobar cuál es la mejor, la campaña se repetiré en años sucesivos.
      Respecto a dar incentivos directos, la idea del proyecto es utilizar medidas que sea "neutrales desde el punto de vista del gasto", dadas las actuales restricciones presupuestarias en Europa, por lo que se descarta abaratar directamente el coste a las familias que vacunan a sus hijos.

      • Dar becas universitarias a todas las familias de un barrio lo llamas "neutral desde el punto de vista del gasto"?

        Otra posibilidad es tener medicos/enfermeras que pasan por los coles y hacen sesiones de vacunas.
        Vacunar a su hijo supone:
        - pedir hora al CAP
        - buscar hueco en tu agenda porque te dan hora un día entre semana a las 11 (cuando tu trabajas y el niño tiene cole)
        - Quedarte un buen rato en la sala de espera.
        Si alguien en el hogar no trabaja (o tiene una profesión que le permite liberarse fácilmente una mañana...) no es gran cosa.

        Dicho eso, hay una pregunta detrás sobre los incentivos que es muy interesante. Si quieres que la gente vacune a sus hijos, es mejor ir a por incentivos "morales" (es un gesto para el bien común, si no lo haces es un pecado, etc.) o ir a por cosas puramente material aprovechando de la codicia (2 tickets de cine! o becas para todos! o un deposito de gasolina gratis!). Creo recordar haber visto un papel sobre donación de sangre, con el resultado de que dar premios con valor mercantil tenía efectos negativos (como si la gente se sentiría insultada, que dar sangre lo hacen por generosidad pura).

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