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NeG en el Teatro: ¿Prefieres 100.000 euros ahora o 1 millón en 10 años?

testNo es la primera vez que les hablo de mis aficiones. Si ya he escrito sobre atletismo, cine y cromos, hoy voy a hacerlo sobre teatro. Hace un par de semanas acudí a ver la obra "El Test" de Jordi Vallejo, que se representa actualmente con gran éxito tanto en Barcelona como en Madrid. La premisa de la función es sencilla y potente: ¿qué preferirías, 100.000 euros ahora o 1 millón dentro de 10 años?. Intenten contestar la pregunta antes de seguir leyendo. Igual descubren algo sobre su futuro.

La obra se asemeja a otras producciones teatrales recientes, como "L'Efecte" o "Pretty" ambas de Sixto Paz Produccions, que parten de cuestiones polémicas (la conveniencia de tratar las enfermedades mentales con fármacos o terapia, en la primera, la importancia de la belleza física en la segunda), para hacer reflexionar, aprovechando la comedia, sobre temas muy relacionados con la economía del comportamiento. En este caso, un amigo plantea a una pareja con dificultades económicas si prefieren que les de un cheque ahora por valor de 100.000 euros o firmar un contrato comprometiéndose a darles un millón de euros dentro de 10 años. La propuesta surge cuando hablan del test hipotético que la pareja del amigo, una psicóloga, ha diseñado para diferenciar dos tipos de personalidades (impulsivos y pacientes) y asociarlos a individuos que fracasan en la vida o tienen éxito. Este "test" se asemeja mucho a un experimento clásico que hacen tanto psicólogos como economistas en el mundo real. Pero además, el planteamiento de la obra permite ver una de las diferencias principales entre la metodología que utilizan los psicólogos en sus experimentos y la que utilizamos los economistas: puede no ser lo mismo hacer una pregunta hipotética (como hacen muchos psicólogos), ¿qué harías?, que plantear una situación real con dinero en la mesa (los economistas) que obliga a ser consecuente entre las preferencias de uno y las consecuencias reales de sus decisiones. El tono de la función cambia de comedia a drama cuando la oferta de dinero deja de ser abstracta y, de hecho, puede cambiar la vida de los personajes.

Obviamente, otra diferencia importante entre realidad y ficción es que, por razones presupuestarias, los economistas raramente podemos realizar experimentos con cantidades tan altas y, en menor medida, con plazos de tiempo tan amplios. Quizá la gente no se comporte igual cuando elige entre diez euros hoy y 15 en 3 días, que cuando lo hace entre las cantidades que se plantean en la obra. Una solución posible es realizar el experimento en un país en desarrollo, donde el tipo de cambia ayuda a que lo que para el investigador pueden ser unos pocos euros, equivalga quizá al sueldo de un mes de los sujetos del experimento. Pero, en ese caso, dejamos de aprender sobre el comportamiento de la población que a priori podía interesarnos.

¿Y por qué tiene interés hacer este tipo de experimentos? En la función se insiste mucho en que "el test" se basa en un experimento psicológico real realizado con niños a los que se les pone una golosina delante ("un chuche" que díría Rajoy) y se les dice que pueden tomarla ahora o esperar sentados sin probarla y entonces se les dará otra. El que sean capaces de retrasar la gratificación inmediata por un premio mayor posterior se toma como una rasgo fundamental de la personalidad que ha servido para predecir mejores resultados en las notas de acceso a la universidad, el nivel de estudios, las capacidades cognitivas o incluso el índice de masa corporal (BMI).

Para los economistas, que hacemos experimentos similares con pequeñas cantidades de dinero, medir lo que llamamos "preferencias intertemporales" es también importante. En particular, una de las decisiones que más nos preocupa en la actualidad es el del mantenimiento de las pensiones y, relacionado con ello, la baja tasa de ahorro de una gran parte de la población. A fin de cuentas, ahorrar ahora supone retrasar un gasto para poder tener una buena jubilación cuando los ingresos sean menores. El problema del ahorro no es sólo el de la gratificación inmediata, sino el que nuestras preferencias temporales pueden no ser consistentes: en el futuro, todos preferiremos haber ahorrado para vivir tranquilos, pero hacerlo implica tomar una decisión hoy, ahorrar, que no nos gusta tanto. Además, hay un problema crucial de credibilidad: ¿quién nos asegura que, o bien por la evolución de la inflación, los tipos de interés o por la quiebra del sistema de pensiones lo ahorrado va a tener valor en el futuro? Este mismo problema de credibilidad lo tenían los experimentos iniciales que hacíamos con dinero. En ellos, una proporción alta de sujetos elegía menos dinero hoy sobre más dinero en unas semanas, pero una posible razón para ello podía ser no tanto que fueran impacientes como que no se fiaban de que el experimentalista fuera a pagarles en el futuro. Para solucionarlo, recurrimos a estrategias como enviar por correo el dinero en sobre cerrado en el mismo momento en que el sujeto experimental decide esperar, de forma que se reduce mucho la incertidumbre de que el dinero no llegue. Lo que se observa es que, bajo estas condiciones, las tasas de ahorro aumentan considerablemente. Quizá habría que plantearse si el reducir la incertidumbre institucional, aumentar las garantías sobre el ahorro  y afrontar de forma seria y valiente el debate sobre las pensiones no ayudaría a solucionar el problema de las bajas tasas de ahorro. Mientras tanto, disfruten de la función.