Por Guido Guerra
Premiado en el III Premio Nada es Gratis a Job Market Papers.
Cada vez que hay una crisis económica en España, como ahora con el coronavirus, los medios de comunicación sacan a relucir una característica bien conocida de nuestro sector productivo. Y es que nuestro tejido empresarial está compuesto por microempresas, con más de un 95 por ciento de empresas con menos de 10 trabajadores y menos de un 5 por ciento con 10 o más trabajadores (INE, 2020).
Sin embargo, hay otra característica menos conocida de nuestro sector productivo. Y es que nuestro sector exportador está compuesto por micro-exportadores. Más concretamente desde el año 2000 casi dos de cada tres exportadores españoles exportan anualmente 50,000 euros o menos (ICEX, 2020). ¡Dos de cada tres!
Según la teoría más moderna de comercio internacional, conocida como nueva nueva teoría del comercio, antes de exportar las empresas deben hacer frente a elevados costes hundidos como realizar estudios de mercado, adaptar el producto a los gustos locales, obtener las certificaciones necesarias, desarrollar una nueva red de distribución y promocionar el producto en el país de destino. Como consecuencia de estos altos costes para iniciar la exportación, solo una minoría de empresas muy productivas encuentra rentable exportar gracias a que tienen márgenes amplios para absorber los costes hundidos. Mientras que las empresas menos productivas, con márgenes comerciales reducidos, no encuentran racional iniciar la exportación, creando un proceso de autoselección de las empresas más productivas a la exportación (Melitz, 2003).
A su vez, esta teoría de comercio internacional propone que exportar mejora la productividad de las empresas gracias a un proceso de aprendizaje a través de la continua interacción con clientes y competidores extranjeros que permite descubrir nuevos procesos, tecnologías y productos que más tarde los exportadores implementan para mejorar su productividad (Clerides et al., 1998).
Como corolario de esta teoría, si las empresas más productivas son las que inician la exportación y además exportar mejora la productividad, es evidente que las empresas exportadoras tienes que ser más productivas que las empresas no exportadoras. A esta diferencia de productividad se le conoce como prima del exportador, ampliamente respaldada por la evidencia de la literatura empírica (Wagner, 2007; Wagner, 2012).
Pero, si existen altos costes de inicio a la exportación ¿cómo es posible que tantas empresas españolas exporten tan poco? Por ejemplo, si una empresa necesita certificar sus procesos con un estándar como ISO 9000 para vender a un cliente internacional y esta certificación cuesta cerca de 100,000 euros (Hallak and Sivadasan, 2013), un micro-exportador necesitará exportar más de cinco años para recuperar la inversión, disuadiendo a la mayoría de iniciar la exportación.
A través de la experiencia práctica descubrí que nuestro tejido empresarial de pequeñas empresas, con pocos recursos y baja productividad (todo suele ir de la mano), desarrollan dos estrategias de exportación. Una exportación basada en minimizar los costes de entrada, esto es, exportar un producto existente a Francia o a Portugal a través de un distribuidor. Y una exportación basada en la subvención, es decir, iniciar la exportación gracias a los programas de internacionalización a nivel regional o nacional. Llegando a la conclusión de que existe un nexo común: la primera estrategia reduce los costes hundidos a la exportación y la segunda los subvenciona. En ambos casos las empresas españolas de menor tamaño no esperan a mejorar su productividad para exportar, si no que minimizan los costes hundidos y los recursos necesarios para exportar, evadiendo el proceso de autoselección.
Por tanto, los costes hundidos de inicio a la exportación no son fijos, si no que varían en función de un proceso endógeno de selección de la estrategia de inicio a la exportación por parte de cada organización (Arkolakis, 2010). Normalmente, la estrategia de inicio a la exportación empleada por las empresas pequeñas limita mucho las exportaciones a un producto sin adaptaciones, a un mercado cercano y a la red de un distribuidor, convirtiéndose en micro-exportadores. Además, como la exportación es muy similar a una venta local y suele durar poco tiempo no hay aprendizaje por exportación.
En resumen, las empresas pequeñas, con poca productividad y pocos recursos, emplean estrategias de exportación que minimizan los recursos necesarios y los costes hundidos para iniciar la exportación, convirtiéndose en micro-exportadores no sujetos al proceso de autoselección, ni al aprendizaje por exportación y, como consecuencia, a la prima del exportador. Por ello planteo la hipótesis de las empresas micro-exportadoras no son más productivas que las empresas no-exportadoras, según detalla la figura 1.
Para contrastar con datos esta hipótesis recurro a la Encuesta sobre Estrategias Empresariales (ESEE) que recopila cuantiosa información de unas 1,800 empresas industriales españolas desde el año 1990. Centrando mi análisis en el segmento de micro-exportadores y no exportadores hago un análisis estadístico descriptivo con doce indicadores frecuentemente usados por la literatura (Fariñas and Martín, 2007), incluyendo cuatro indicadores de productividad, y encuentro que los micro-exportadores, de media, tienen indicadores de rendimiento inferiores a los no exportadores y que estas diferencias son estadísticamente significativas, como se puede observar en la tabla 1.
Sin embargo, existe una gran heterogeneidad entre sectores industriales y empresas, que requiere un análisis econométrico más exhaustivo para identificar y aislar otros factores que podrían estar segando la comparación entre micro-exportadores y no exportadores. Para ello realizo un análisis econométrico de regresión lineal empleando variables de control frecuentemente usadas en la literatura (edad de la empresa, calidad de los recursos humanos, capital por trabajador, innovación, inversión de empresas extranjeras en el capital de la empresa, sector industrial, año) (ISGEP, 2008) y varios test de robustez, y tampoco encuentro diferencias significativas de productividad entre las empresas micro-exportadoras y las no exportadoras.
Finalmente, realizo un una comparación no paramétrica (Delgado et al., 2002) de las funciones de distribución de productividad entre el grupo de empresas micro-exportadoras y el grupo de empresas no exportadoras y, nuevamente, no encuentro evidencias de que las empresas micro-exportadoras sean más productivas que las empresas no-exportadoras, como se puede apreciar en la figura 2.
La evidencia empírica obtenida apoya la hipótesis de que las empresas micro-exportadoras no son más productividad que las empresas no exportadoras. Ni rastro de la prima del micro-exportador. Es más, de media, las empresas industriales españolas micro-exportadoras tienen peores indicadores de rendimiento que las no-exportadoras.
Puesto que la mayoría de países presentan una elevada granularidad de las exportaciones, con un comercio internacional dominado por un reducido número de grandes empresas (Freund y Pierola, 2012); y concentraciones extremas como en Estados Unidos donde el 1 por ciento de los mayores exportadores representan un 80 por ciento del comercio nacional (Bernard et al., 2018) o España donde representan más del 70 por ciento del volumen exportado (Lucio et al., 2017); que conviven junto a una mayoría de empresas que exportan poco y sin regularidad, es imprescindible ampliar la literatura de comercio internacional para incorporar la dinámica exportadora de un desatendido grupo de exportadores, los micro-exportadores, que constituyen la gran mayoría de empresas exportadoras en muchos países. Por ello, la realización de nuevas investigaciones con micro-exportadores está ampliamente justificada y es, sin duda, necesaria.
Las nuevas líneas de investigación que exploré a continuación fue entender por qué la literatura empírica no captura las dinámicas de exportación de los micro-exportadores, así como contrastar si existe el efecto auto-selección y aprendizaje por exportación para los micro-exportadores. Además, otras líneas de investigación se abren en base las limitaciones del estudio como contrastar las dinámicas de exportación de los micro-exportadores en el sector servicios así como en otros países diferentes a España.