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Luchando contra el acoso sexual: Evidencia experimental

Por Karmini Sharma

El acoso sexual es un fenómeno omnipresente para las mujeres y que tiene un impacto debilitante sobre su vida psicológica, económica y social. Por ejemplo, las víctimas de acoso sexual son más propensas a dejar su puesto laboral o a elegir instituciones educativas de menor calidad para evitar sufrirlo de nuevo. aumentando así la brecha salarial. La formación sobre acoso sexual se utiliza habitualmente para hacer frente a este problema. Aunque los estudios sobre el efecto de este tipo de intervenciones han mostrado mejoras en las actitudes y la concienciación (autodeclarada) sobre el tema, ninguno de ellos ha medido su efecto sobra la incidencia del acoso sexual.

En este artículo de investigación, proporciono la primera evidencia experimental del efecto de la formación sobre la incidencia del acoso sexual. Lo hago en un entorno universitario de la India. En 2020-2021, más de 4,1 millones de estudiantes se matricularon en instituciones de enseñanza superior en aquel país, de los cuales unos 2 millones eran mujeres. La intervención se basaba en la idea de que la sanción social puede disuadir el acoso. La formación en el aula puede hacer que las personas sean conscientes de lo que sus compañeros consideran es un comportamiento censurable y de su apoyo a las víctimas. Esto puede hacer que el coste percibido de incurrir en ese comportamiento sea más alto, incluso si las actitudes personales hacia el acoso no cambian a raíz de la formación.

Comienzo con un modelo de interacciones entre hombres y mujeres basado en la literatura sobre imagen social. En el modelo hay dos tipos de hombres: aquellos que prefieren tomar buenas acciones y aquellos que prefieren malas acciones. Las malas acciones comprenden el acoso sexual. Los hombres también se preocupan por lo que otros piensan sobre ellos. Específicamente les preocupa la desaprobación que los hombres que toman malas acciones puedan recibir de sus compañeros. Esto puede hacerles tomar acciones que no estén alineadas con sus verdaderas preferencias. Por su parte, las mujeres prefieren emparejarse con hombres de buen tipo. Pero como no conocen el tipo de un hombre específico, utilizan la acción que este toma hacia ella como una señal de su tipo.

La intervención implementada en el experimento estaba diseñada para cambiar (potencialmente)  tres factores. Primero, la intervención podía aumentar la proporción de hombres de buen tipo a través de la concienciación y el cambio de valores, en cuyo caso el acoso sexual disminuiría. Segundo, las mujeres podían aprender con el tiempo que hay más hombres del buen tipo, lo que conllevaría un aumento en el número de relaciones afectivas con ellos. Tercero, el tratamiento podía cambiar las creencias de los hombres sobre las actitudes de sus compañeros hacia el acoso sexual, haciéndoles ver que la desaprobación social era más generalizada de lo que creían. En ese caso, el acoso sexual disminuiría. Pero si los hombres se hacían más propensos a comportarse bien por miedo a las sanciones sociales, entonces también se produciría una disminución en las relaciones entre sexos porque las mujeres tendrían más dificultad para discernir quiénes son los hombres de buen tipo.

La intervención

Colaboré con la ONG Safecity para impartir formación en grupo a una muestra aleatoria de estudiantes varones de dos facultades. Esta formación de sensibilización sobre el acoso sexual fue impartida durante un total de tres a cinco horas en cada clase. Tenía dos componentes principales: sensibilización y fomento de la empatía. El primer componente proporcionaba a los hombres información sobre el acoso sexual y las leyes contra el mismo. El componente de fomento de la empatía se centraba en explicar por qué el acoso sexual es un comportamiento negativo.

Para el estudio, encuesté tanto a estudiantes mujeres como a estudiantes hombres en las clases de tratamiento y control (1,248 y 1,838 mujeres y hombres respectivamente). La mayoría de los estudiantes en el estudio tenían padres que han completado más de la escuela secundaria y eran de Nueva Delhi (62%). El 36% de ellos pertenecían a las castas bajas (comunidades históricamente desfavorecidas en India). Sólo el 22% tenía una madre trabajadora. De la muestra de referencia, se volvió a encuestar al 82% aproximadamente 3 meses después y, a continuación, se volvió a cubrir al 65% 2-3 años después de la formación.

Los datos sobre acoso sexual se recogieron entre las mujeres de las clases de estudiantes varones tratadas y no tratadas. Como detallo en el artículo, adopté varias medidas para minimizar el sesgo derivado de la infradeclaración, el estigma, la selección en la muestra, la infradetección, así como cuestiones de privacidad. Por último, para estudiar las relaciones interpersonales, además de la información de las encuestas a hombres y mujeres, llevé a cabo un experimento de laboratorio con los estudiantes para comprender los cambios en sus preferencias sobre las interacciones con el sexo opuesto.

¿Funciona la formación sobre acoso sexual?

Sí, lo hace. La formación reduce de forma significativa el acoso sexual (0,06 p.p.). Además, las formas extremas de acoso sexual disminuyen en 1,1 p.p. entre las alumnas de las clases cuyos compañeros varones recibieron la formación. Esto se tradujo en 51 mujeres menos (de un total de 1.200) que experimentaron casos extremos de acoso sexual durante un curso académico. La Figura 1 resume estos efectos. Es importante destacar que este resultado no se debe a una diferencia en denuncias o a una sensibilización diferencial sobre el acoso sexual por parte de las mujeres. Dado que, para el estudio a largo plazo, se encuestó a las mujeres durante el confinamiento del COVID19, se les pidió que recordaran casos de acoso sufridos antes de la pandemia. Las encuestadas más cerca del periodo de recuerdo siguieron reportando un menor acoso sexual después de 6 o 7 meses tras la formación. Por supuesto, estos resultados son un límite inferior del número de incidentes, ya que sólo puedo capturar fiablemente el margen extensivo del fenómeno (si una mujer lo sufre o no, no con cuanta frecuencia).

Figura 1: Efectos sobre el acoso sexual (a corto plazo)

¿Por qué disminuyó el acoso sexual? Aunque las actitudes de los hombres fueron difíciles de cambiar, la formación si alteró de forma persistente la percepción de los hombres sobre el nivel de desaprobación del acoso sexual por parte de sus compañeros. Las actitudes se midieron en dos dimensiones: la culpabilización de las víctimas (mediante un experimento) y el apoyo a las ONG contra el acoso sexual (utilizando datos administrativos). Las mujeres en las clases tratadas no percibieron (correctamente) un cambio en las actitudes de sus compañeros varones. Pero la formación sí repercutió en las relaciones románticas entre hombres y mujeres, que se redujeron del 2% al 0.7% en el corto plazo. El efecto en el largo plazo fue de una magnitud relativa similar. En resumen, la formación trajo con ella una mayor segregación por sexos. Estos resultados sugieren que se produjo un cambio más fuerte en el entorno social percibido por los hombres que en sus actitudes personales hacia el acoso sexual.

Figura 2: Efectos sobre las relaciones entre sexos

También encuentro que esta disminución de las relaciones entre hombres y mujeres fue principalmente impulsada por las mujeres en su primer año de universidad. Esto es coherente con la existencia de información asimétrica sobre los tipos de hombre. Es probable que las mujeres en su primer año de universidad tengan menos información sobre el tipo de hombre en sus clases que las estudiantes de más edad, y que por lo tanto den más peso al comportamiento de los hombres para inferir su tipo. Esto es consistente con la idea de que cuando es más probable que los hombres se comporten bien por miedo a las sanciones sociales, resulta más difícil para las mujeres discernir quiénes son los hombres con los que quieren entablar relaciones.

 Implicaciones para las políticas públicas

La formación para la concienciación sobre el acoso sexual es defendida por legisladores y académicos y es obligatoria en muchos contextos e instituciones. Pero ¿tiene resultados? Y en caso afirmativo ¿cuál es el mecanismo que los produce?  Utilizando una intervención de bajo coste y posiblemente fácil de aplicar a mayor escala, encuentro que la formación reduce el acoso sexual, especialmente en sus formas extremas, y que un mecanismo clave es lo que los hombres piensen sobre las actitudes de sus compañeros después de dicha formación. Sin embargo, este tipo de formación podría reducir las relaciones interpersonales entre hombres y mujeres, lo que a su vez puede tener implicaciones para otros resultados económicos. Las redes que se forman durante el proceso educativo tienen importantes efectos sobre la trayectoria laboral de las personas, por lo que los posibles beneficios de las interacciones entre compañeros podrían perderse. Al mismo tiempo, si las mujeres son capaces de evitar interacciones con hombres de mal tipo, entonces la formación puede conllevar ganancias de bienestar, aunque sea a costa de reducir interacciones positivas. Si además la formación reduce las formas extremas de acoso sexual, los beneficios para las mujeres y, por extensión, para sus lugares de trabajo e instituciones educativas, pueden ser enormes.