Los trabajadores durante el franquismo: ¿cómo medir el efecto de la dictadura?

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Miguel Artola Blanco

La Guerra Civil española constituye el acontecimiento más trágico de la historia contemporánea de nuestro país. Fue un punto de inflexión por la pérdida de vidas, el exilio, la implantación de una dictadura autoritaria y la fuerte contracción de la actividad económica (una caída del PIB cercana al 25%). Además, al contrario que lo ocurrido en los países europeos que participaron en la Segunda Guerra Mundial, España tardó más de una década en recuperar el nivel de renta que disfrutaba en los años treinta. En este contexto, los estudios sobre el mercado laboral han insistido en que las condiciones de los trabajadores empeoraron de forma sustancial. La prohibición de los sindicatos y de la negociación colectiva habría favorecido el declive de los salarios a un ritmo superior al que se contrajo la actividad económica. De hecho, las estimaciones disponibles sobre la participación de las rentas del trabajo en el PIB indican una fuerte reducción en estos años (véase, en especial, la Figura 7).

Es relativamente fácil encontrar una teoría para explicar esta evolución histórica. Varios autores han mostrado que los salarios suelen ser más elevados en sistemas democráticos que en regímenes dictatoriales debido a que los trabajadores gozan de un mayor poder de negociación y un marco institucional más favorable. Desde esta perspectiva, el primer franquismo podría haber jugado un papel similar al fascismo italiano, que mantuvo la remuneración de los trabajadores en niveles bajos. De hecho, en los estudios sobre la desigualdad prevalece una imagen muy negativa de este periodo como resume Milanovic: “la elevada desigualdad en España durante los cincuenta es atípica y se explica porque el país estaba bajo el dominio de un régimen cuasi-fascista que mantuvo la desigualdad, y también la estructura social, según parámetros similares a los que había en los países desarrollados a principios del siglo XX” (Milanovic 2016, 89).

Sin embargo, a pesar de la contundencia de estas afirmaciones, existen también razones para pensar que el marco institucional pudo no ser tan negativo. La economía durante el franquismo experimentó varias transformaciones estructurales. En general, cuando una economía se industrializa, los salarios medios aumentan no solo porque hay un efecto de trasvase (mayor número de trabajadores cobrando salarios más elevados en la industria) sino también porque los asalariados que permanecen en sectores tradicionales (la agricultura) ven aumentar su productividad al reducirse el excedente laboral (o desempleo en la sombra). La evolución negativa durante el primer franquismo pudo verse agravada por un efecto contrario, al producirse tras la guerra una vuelta al campo y un declive relativo del peso de la industria. Asimismo, también cabe señalar que el régimen franquista no propició la vuelta a un mercado laboral desregulado como en la Restauración (1876-1923), sino que favoreció un modelo corporativo en donde el Ministerio de Trabajo establecía con un minucioso detalle la retribución para cada rama de actividad, ocupación y región.

En términos prácticos, uno de los principales retos que afrontan los historiadores económicos es estimar con precisión los costes salariales en este entorno complejo y marcado por la fuerte inflación. En estos años, la remuneración de los asalariados incluía no solo los componentes más conocidos (retribución base, horas extra, comisiones, destajos, plus de antigüedad) sino también complementos que entonces eran novedosos (pagas extra de Navidad y de verano, plus de beneficios empresariales y plus de cargas familiares). Cada uno de estos elementos estaba regulado por una normativa específica y su cuantía variaba entre empresas y sectores. Por último, durante el primer franquismo aumentaron también las cotizaciones sociales como resultado de un sistema de prestaciones sociales más complejo (seguros de accidentes y enfermedad, pensiones de vejez, subsidios familiares, etc.).

En un trabajo en curso, busco cubrir estas lagunas estableciendo un nuevo método de cálculo. Hasta la fecha, la mayoría de los historiadores económicos (como Vilar o Reher y Ballesteros) habían tomado como referente la retribución en algunas ocupaciones representativas de la economía española. El problema de esta aproximación es que suelen dejar fuera algunos de los complementos mencionados antes y, además, pueden estar sesgando a la baja los ingresos medios si no da cuenta de la dispersión de salarios entre regiones, empresas y ocupaciones. Como alternativa, como explico en detalle, he calculado la masa salarial con ayuda de fuentes administrativas ligadas a los impuestos o cotizaciones sociales que gravaban los salarios. A modo de ejemplo, capitalizando las cuotas de uno de los seguros sociales de la época (los llamados Subsidios familiares) se pueden estimar los salarios sujetos a cotización en la industria y los servicios privados. Después, con ayuda de las reglamentaciones de trabajo se pueden estimar con bastante precisión los complementos salariales que quedaban excluidos de cotizar. A ello se añade un cálculo por separado de la retribución de los trabajadores excluidos de los seguros sociales (principalmente, la agricultura, la administración pública y el servicio doméstico). Finalmente, he buscado que estas cifras se pudieran enlazar directamente con las primeras estimaciones de la contabilidad nacional oficial, que se inician en 1954.

Los nuevos resultados se presentan midiendo la remuneración media de los asalariados (Figura 1-A). En principio la tendencia general confirma los ciclos señalados por los historiadores económicos. Los salarios crecieron durante los años 20 y 30 y cayeron con fuerza tras la guerra. Sin embargo, mis estimaciones sí muestran que el salario medio en España fue creciendo paulatinamente desde entonces y recuperó los niveles de preguerra para mediados de la década de los cincuenta (y no a principios de los 60 según otras estimaciones).

Como se ha señalado con respecto al mercado de trabajo actual, la evolución del salario medio nacional oculta un fuerte efecto composición como resultado de la evolución dispar de diferentes sectores y ocupaciones. En esta época, este efecto solo se puede descomponer desagregando entre los salarios en la agricultura, la industria y construcción, los servicios privados y el sector público (Gráfico 1B). A pesar de esta fuerte limitación, los resultados son muy reveladores. Los dos sectores que tuvieron una peor evolución fueron la agricultura y la administración pública. Los primeros se vieron afectados negativamente por la marcha de trabajadores de la ciudad al campo, pero también por la menor protección que brindaba la legislación laboral franquista a los jornaleros. La caída en los salarios de los empleados públicos es más paradójica si se tiene en cuenta la mayor cualificación de estos trabajadores en un contexto marcado por el déficit de capital humano. Sin embargo, en un mercado de trabajo en el que el Estado (y más si cabe el Estado franquista) tenía un fuerte poder negociador con respecto a sus empleados, la prima salarial por disponer de una mayor cualificación se vio considerablemente reducida.

Sin embargo, las tendencias a medio plazo no se vinieron marcadas por estos dos sectores, cuyo peso en el PIB fue decreciendo de forma paulatina. Por el contrario, la industria y los servicios privados crecieron a mayor ritmo y, en estos sectores, la evolución de los salarios no fue tan negativa. De esta forma, si se compara la nueva estimación del peso de las rentas del trabajo (Gráfico 2A), se observa que la caída fue menor de lo que otros autores habían estimado. Según mis resultados, después del shock de la guerra, las rentas del trabajo se estabilizaron en torno al 55-57% del PIB durante los cuarenta y cincuenta. Después de esta época, durante el desarrollismo y la transición a la democracia, las rentas del trabajo crecieron con especial fuerza.

Esta nueva interpretación no es óbice para señalar que el patrón de desarrollo en España fuera distinto al de otros países de nuestro entorno. En la Figura 2B se muestra la participación de las rentas del trabajo en España en comparación con la media para varios países europeos de acuerdo con los datos de este trabajo. Como puede observarse, hasta la Guerra Civil la diferencia entre España y sus vecinos era pequeña. Esta, además, se explica fundamentalmente por un mayor peso de la agricultura en la actividad económica. En cambio, durante los cuarenta y cincuenta la brecha fue aumentando de forma considerable. Como analizo en detalle en el trabajo, este diferencial se puede analizar modelando un peso distinto de las ramas de actividad (i.e. suponiendo que el país hubiese continuado la senda modernizadora) y de la participación de las rentas del trabajo en cada sector (i.e. suponiendo que los jornales agrícolas no hubiesen caído con tanta fuerza). La evolución singular de la agricultura española explica la mayor parte (7 de los 10 puntos porcentuales) que diferenciaron a España y sus vecinos europeos.

Este hecho no descarta que, en otro escenario, en el que nuestro país hubiese seguido siendo una democracia, con un desarrollo de la negociación colectiva y un marco institucional más favorable, los salarios en la industria y los servicios hubiesen crecido más rápido. Pero sí permite señalar que la regulación implantada del franquismo no es responsable de la mayor parte de esta diferencia histórica tan singular. Para futuros trabajos, queda pendiente de analizar el efecto redistributivo (entre trabajadores y empresarios, por sexos, y en función del nivel de cualificación) de estas medidas económicas.

Hay 2 comentarios
  • Muy buena entrada, gracias. Sorprende la evolución de los salarios de los empleados públicos, toda vez que un puesto en la administración era en muchas ocasiones el premio por la adhesión al bando nacional durante la guerra.
    Hay que tener muy presente que la legislación laboral quedó en manos de Falange, cuyas políticas eran, en este terreno, mucho más "socialistas" que "liberales". Por otro lado, sería interesante analizar también, no sólo los complementos sino los seguros sociales que se implantaron durante aquella época.

  • Muchas gracias, muy interesante. Hablamos de salarios nominales, ¿es así? ¿Cambian las conclusiones descontando la inflación?
    Un saludo,

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