Hace unos días fui invitado por la Dirección General de Asuntos Internacionales del Banco de España a discutir el capítulo correspondiente a la política fiscal en el World Economic Outlook del Fondo Monetario Internacional que fue presentado por uno de sus autores, Jaime Guajardo. El capítulo no puede ser más oportuno en un momento en el que muchos países, en especial en Europa, han llevado a cabo, o se plantean hacerlo, serios ajustes fiscales para tratar de revertir el rápido crecimiento de la deuda pública a consecuencia de los estímulos fiscales de 2008 y 2009. Hace un año parecía haber pocas dudas sobre la necesidad de aplicar estos estímulos y estábamos discutiendo sobre su grado de eficacia pero hoy lo que está en discusión es como debe llevarse a cabo la consolidación y sobre todo si ésta tendrá o no un impacto negativo temporal sobre la tasa de crecimiento.
No es fácil medir el efecto que las variaciones del gasto público o de los impuestos tienen sobre la actividad económica. Los que han trabajado en ello –y hay una amplia literatura al respecto en parte recogida en el capítulo del WEO- saben que la principal dificultad radica en identificar los cambios discrecionales en la política fiscal, es decir aquellos que no están asociados a los estabilizadores automáticos, y para ello se han utilizado diversos procedimientos: métodos de simulación, modelos VAR, correlaciones entre el déficit ajustado del ciclo y el crecimiento económico y el método “action based” o “narrative approach” que sigue el WEO. Los resultados son muy variados aunque en la mayoría de los casos concluyen que los multiplicadores fiscales son más pequeños de lo que sugieren los modelos básicos de libro de texto. Una serie de trabajos concluye que el multiplicador fiscal es ligeramente superior a la unidad (Galí, López-Salido y Vallés, entre otros) debido a una respuesta positiva del consumo. Otros autores, como Barro y Redlick por ejemplo, encuentran que el multiplicador es positivo pero inferior a la unidad, lo que deja la efectividad de la política fiscal un tanto en entredicho porque un euro adicional gastado por el estado reduce el gasto privado, de modo que el coste de los estímulos, en términos de endeudamiento adicional del estado, no justifica su aplicación. Por último otras investigaciones van más allá y argumentan que, sobre todo a partir de elevados niveles de deuda y de déficit, el multiplicador cambia de signo. La implicación lógica de este último resultado es que una consolidación fiscal puede dar un impulso inmediato al output y al consumo dando lugar a lo se ha denominado como “efecto no keynesiano” de la política fiscal (Giavazzi y Pagano) del que hemos oído hablar de nuevo últimamente.
El trabajo contenido en el WEO entra el meollo del asunto, planteando la cuestión de si es posible encontrar estos efectos no keynesianos en pasadas consolidaciones llevadas a cabo en países de la OCDE y, de esta manera, predecir si la que ahora se avecina tendrá o no costes significativos -de ahí el título, Will it hurt?... .De hecho el trabajo se plantea casi como una alternativa a un influyente estudio de Alesina y Ardagna, que he comentado en un post reciente, y que defiende que bastantes consolidaciones en el pasado acabaron teniendo ese efecto expansivo. Según el estudio del FMI, por el contrario, los ajustes fiscales han tenido en general efectos negativos a corto plazo provocando una reducción del output de unos 0,5 puntos de por cada punto de contracción fiscal en promedio. Este coste puede ser algo mayor si la política monetaria no acompaña reduciendo el tipo de interés y en ausencia de una respuesta positiva de la demanda exterior, bien sea porque los países tienen un tipo de cambio fijo o porque la consolidación es generalizada
Estos trabajos llevan a conclusiones diferentes, incluso utilizando una muestra similar, como consecuencia de las distintas metodologías seguidas. No es este el lugar para entrar en detalle en ellas pero dejadme que las resuma muy brevemente –quien no esté interesado puede pasar al párrafo siguiente. Todo el mundo coincide en que es erróneo mirar simplemente a la correlación entre el output hoy y los cambios fiscales de ayer, ya que dichos cambios pueden ser debidos al funcionamiento de los estabilizadores automáticos. Para evitar esta contaminación Alesina y Ardagna miden los estímulos fiscales sobre la base del comportamiento del déficit corregido de ciclo, mientras que el WEO considera que esta medición es imperfecta y que sesga los resultados, por lo que se centra en consolidaciones fiscales anunciadas como tales por los gobiernos y que por tanto son independientes a priori, del comportamiento de los estabilizadores -un enfoque popularizado por Romer y Romer.
Antes de pasar a extraer las implicaciones de política económica de estos trabajos hay que hacer dos precisiones. En primer lugar, este debate no debe entenderse como una discrepancia fundamental sobre la necesidad de la consolidación en muchos países industrializados, cuya deuda promedio se está acercando al 90 por ciento del PIB, cifra que Reinhart y Rogoff señalan como crítica y que puede dar lugar a costes mucho mayores cuyos efectos no son lineales ni pueden ser captados en este tipo de estudios: aumento vertiginoso de spreads, sudden stops, etc. Por el contrario, estos multiplicadores tienen una interpretación marginal y tratan de responder a la pregunta de qué le pasa al output si caeteris paribus hay un cambio de un punto porcentual en el gasto público o los impuestos. Además, son multiplicadores de corto plazo ya que, como el estudio también confirma mediante métodos de simulación, la consolidación fiscal tiene a largo plazo efectos inequívocamente positivos sobre el PIB, aumentando el empleo, el consumo y la inversión.
Por otra parte, aunque este capítulo del WEO se va a convertir en un trabajo de referencia en este campo, la cuestión de los efectos no keynesianos o del tamaño de los multiplicadores dista mucho de estar cerrada. Y eso no sólo porque la metodología utilizada también introduce otros sesgos econométricos que arrojan alguna sombra sobre los resultados -¿Por qué se analizan sólo consolidaciones y no estímulos fiscales discrecionales? ¿Por qué no se siguen los anuncios de consolidaciones para ver si estas se han llevado a la práctica como se planearon? etc-, sino porque una lectura de los mismo nos dice que las diferencias con los obtenidos por Alesina y Ardagna no son tan radicales. De hecho, ambos estudios coinciden en que el impacto sobre el output depende del componente del presupuesto sobre el que recae el ajuste y que este ha sido más "doloroso" cuando se ha llevado a cabo mediante aumentos impositivos o recortes de la inversión pública, mientras que las reducciones del consumo público o de las transferencias tienen efectos menos acusados. También los dos trabajos concluyen que el nivel de riesgo-país influye significativamente en el impacto a corto plazo de la consolidación.
Lo que ninguno de estos trabajos -y en general los estudios basados en series temporales de largo recorrido- refleja adecuadamente son las implicaciones que una crisis financiera de la magnitud de la que estamos viviendo puede tener sobre los efectos de la política fiscal. Ya he argumentado en otros posts que el nivel de endeudamiento de familias y empresas puede ser un factor determinante para evaluar la respuesta del consumo y de la inversión a los estímulos y ajustes fiscales. En un mundo de fácil acceso al crédito es de esperar que un incremento del gasto público tenga un efecto multiplicador más importante que en épocas normales, al operar sobre una tasa de ahorro reducida. Pero cuando consumidores y empresas se encuentran con una restricción efectiva del crédito, y con la necesidad de reducir sus niveles de endeudamiento, es previsible que los estímulos fiscales se canalicen más hacia el ahorro que hacia el gasto privado. Hay alguna evidencia empírica que avala esta interpretación y los resultados preliminares de un trabajo que estoy llevando a cabo con mis compañeros J.E. Boscá y J. Ferri van también en esa dirección. En este caso el multiplicador es menor, lo que hace más atractiva la consolidación.
¿Qué debemos esperar, a la luz de toda esta evidencia, de la consolidación actual? Mi lectura preliminar de este debate todavía en marcha es que los ajustes reducirán transitoriamente el crecimiento del output y del consumo, pero que esta reducción será menor si se evitan aumentos generalizados de impuestos y reducciones de gasto productivo o en infraestructuras -esta es una recomendación genérica ya que cada país parte de niveles diferentes de presión fiscal y por ello tienen distintos márgenes de maniobra-, si la política monetaria acomoda la consolidación y si los países pueden compensar con un incremento de las exportaciones netas la caída de la demanda interna. En definitiva, parece que los efectos no keynesianos no ayudarán sino en casos muy extremos, pero si aceptamos que la crisis financiera ha restado eficacia a los estímulos, el coste relativo del ajuste no debe ser un freno a la consolidación fiscal. Para hacer esta más llevadera y asegurar su éxito es necesario elegir adecuadamente los instrumentos de consolidación, mantener las medidas extraordinarias de los bancos centrales que permitan paliar en parte la dificultad de reducciones adicionales del tipo de interés e impulsar las reformas de los mercados para lograr una devaluación real que contrarreste en lo posible la caída temporal de la demanda interna.
Hay 31 comentarios
Pero, entonces Javier, ¿qué propones para el caso español? ¿subir más los impuestos?¿cualés: directos o indirectos; ámbitos: estatal, autonómico o municipla? ¿disminuir el gasto público? Es que entiendo que en el caso español, después de todo lo que ha pasado y está pasando, creo que hasta dentro de un lustro no vamos a recuperar la senda adecuada de crecimiento a unas tasas aceptables.
“Consolidación” es un término muy poco afortunado en este terreno. Supongo que es proviene de una traducción precipitada del inglés “consolidation”. En inglés, el significado principal de “consolidate” es reducir o compactar, mientras que en castellano, el significado principal de “consolidar” es afirmar, mantener o hacer definitivo.
Por si esto no fuera lo bastante confuso, el concepto “consolidación fiscal” o “consolidación del déficit” hace referencia a dos procesos económicos no solo diferentes sino opuestos. Es algo así como si tratásemos de analizar la evolución del clima utilizando una palabra que significase tanto “calentamiento” como “enfriamiento”.
La consolidación del déficit público puede ser el resultado de una reducción del gasto público (la velocidad a que el Estado destruye recursos) o bien de un aumento de la presión fiscal, de forma que consolidación del déficit puede referirse bien a un aumento de la destrucción de recursos o bien a una disminución de la destrucción de recursos por parte del Estado. Estos fenómenos son opuestos y tienen efectos opuestos sobre la economía.
“Hace un año parecía haber pocas dudas sobre la necesidad de aplicar estos estímulos y estábamos discutiendo sobre su grado de eficacia…”
En algunos casos no había ninguna duda. Quienes previeron correctamente esta depresión y quienes han conseguido explicarla correctamente aseguraron hace un año que los estímulos fiscales profundizarían severamente la depresión. El tiempo les dará la razón.
“serios ajustes fiscales para tratar de revertir el rápido crecimiento de la deuda pública”
No sé cuál es aquí el significado de “revertir el rápido crecimiento” pero sea cuál sea el significado, no creo que sea eso lo que hay en las intenciones de los responsables políticos. Lo que intentan los políticos es lograr que el déficit público sea el mayor posible, cosa distinta es que el déficit no pueda ser tan grande como ellos desearían pero el que no puedan lograr lo que desean no indica ninguna contención o atisbo de responsabilidad en las autoridades. Lo que indica es que el mercado amenaza con cerrar grifo de la financiación de ese déficit y los políticos fingen haber visto la luz de la responsabilidad fiscal, como el alcohólico que fine estar sobrio para lograr que el camarero le sirva otra copa.
En cuanto a discutir la posible existencia de efectos no-keynesianos en la economía, creo que requiere un paso previo: la de discutir la posible existencia de fenómenos keynesianos en la economía. Del mismo modo que antes de discutir si existen animales que no sean unicornios conviene discutir si existen unicornios. Y es que la idea de que todos (o casi todos) los animales son unicornios es puesta en duda por algunos.
Sospecho que los próximos años van a suponer, para algunos, una fuente inagotable de sorpresas completamente imprevistas y una fuente inagotable de trabajo reconstruyendo la teoría para que termine diciendo blanco donde decía negro.
Gracias por la entrada y por la visión panorámica que aporta. Un par de comentarios.
Copipego: "La implicación lógica de este último resultado es que una consolidación fiscal puede dar un impulso inmediato al output y al consumo dando lugar a lo se ha denominado como “efecto no keynesiano” de la política fiscal (Giavazzi y Pagano) del que hemos oído hablar de nuevo últimamente".
Giavazzi y Pagano decían eso en 1990. Si, como consecuencia de una consolidación fiscal, los tipos de interes reales bajan, pongamos, del 3 al 1%, y además los agentes ven esto como algo definitivo en su renta permanente (expectativas) y además tienen una saneada situación financiera, no es de extrañar que el efecto positivo final sobre la demanda privada sea espectacular y que el multiplicador keynesiano (se entiende que es en un modelo keynesiano un poco elaborado) sea negativo. Se llame "efecto no keynesiano" o efecto H, eso puede suceder en determinados sitios y en determinados momentos y parece ser que sucedió aquella vez en aquellos dos pequeños países que utilizan. Pero si lo único que puedes hacer es bajar los tipos de interés reales del 1% escaso al 0.99 % a unos agentes privados que ya están endeudados hasta las cejas, entonces ni con expectativas ni con música de Haendel vas a evitar el batacazo. Espero con ansiedad el Giavazzi y Pagano (2011). Mientras tanto, creo que sería bueno prestar más atención a la deuda privada y a la situación real del mercado de dinero.
Si, como comentas, la situación de endeudamiento privado hace que "los estímulos fiscales se canalicen más hacia el ahorro que hacia el gasto privado" eso hace menor el multiplicador, pero mejora relativamente la "eficacia" del aumento/disminución del gasto, por lo que sería más recomendable usar el método aumento de impuestos como consolidador ¿dónde me he perdido?
Lo importante del documento del FMI son sus conclusiones y sobre todo la parte que destina a analizar la consolidación fiscal ( a mi me gusta más llamarla ajuste fiscal) bajo determinado contexto económico, en especial, cuando las economias se encuentra bajo una trampa de liquidez y cuando en la mayoría de los países se llevan a cabo ajustes fiscales (eurozona). Creo que esta es la parte del documento que pone de manifiesto que los trabajos de los Alesinas y Cía no son relevantes para la situación actual. Sus análisis de casos, son en otro contexto totalmente diferente al que nos encontramos ahora. Bajo un contexto como el señalado, las conclusiones del FMI son rotundas. El ajuste fiscal en estas condiciones, a corto plazo, son muy contractivas. Incluso, en un contexto de preocupación por los mercados de solvencia soberana, el ajuste fiscal sigue siendo contractivo. Lo que si señala el FMI es que a largo plazo estos ajustes pueden ser beneficioso para la economía.
Si ello es así, y yo lo comparto, el ajuste fiscal que se está llevando a cabo en Europa va a ser muy negativo en el corto plazo para la actividad económica. Creo que el problema de las economías periféricas europeas, con la excepción de Grecia y desde luego no de España, no es de deuda pública, sino un problema de competitividad (lols mercados han reaccionado como han reaccionado, porque Europa no ha sabido estar a la altura). Y para ello o se toma una decisión coordinada entre todos los países de la eurozona, o no habrá solución. España, lo que necesita son reformas estructurales y no ajustes fiscales. Esta reformas exigen tiempo y entre tanto, salvo que se lleve a cabo una elevada reducción del nivel de bienestar de los españoles (alguien hablaba hace poco de la necesidad de reducir los salarios reales en cerca del 20%, pero ojo ¿ que harán los alemanes y otros países?), la economía española atravesará por un largo periodo de estancamiento y elevada cifra de paro (bienvenida la reforma laboral para el futuro, aunque a corto plazo no servirá de nada).
O se coordina los países de la eurozona, de forma que los que tienen superávit por cuenta corriente gasten más o sus CLU no sigan reduciendose, ayudando a los países con déficit mientras que estos llevan a cabo las reformas estructurales que precisan, o no veo como podremos salir de esta situación. Desde luego no será con ajustes fiscales. Ninguna de las medidas que podrían amortiguar los efectos negativos de la consolidación fiscal, está en nuestras manos. Ni podemos devaluar, ni tenemos la posibilidad de bajar los tipos de interés de mercado (trampa de liquidez).
Esto o lo resuelve Europa o no lo resolverá nadie. Es Europa a donde hay que mirar.
Gracias Javier--
Solo un pequeno comentario: el paper the Barro y Redlick no muestra ninguna evidencia de que cambios en G (en sus distintas especificaciones) crowds out consumo no duradero y servicios, aunque si el consumo de bienes duraderos y la inversion.
Jorge Bielsa
Gracias por el comentario. Tienes razón en que el trabajo de Giavazzi y Pagano se aplica a otro contexto pero lo he citado como uno de los primeros que planteó la cuestión. Alesina y Ardagna analizan una muestra que abarca desde 1970 hasta 2007 y obtienen una conclusión similar, a pesar de que los tipos de interés han sido muy bajos durante los últimos años por lo que en muchos ajustes fiscales no era posible un acompañamiento muy drástico por parte de la política monetaria. Este estudio y otros similares son la razón por la que la idea de una consolidación sin costes se ha ido abriendo paso y mucha gente lo ha llegado a considerar como el escenario más probable. Estoy contigo en que en las circunstancias presentes la reducción del déficit va a tener un impacto negativo en el crecimiento a corto plazo. De todas formas estos trabajos nos dan una idea de cómo mitigar estos costes.
En lo de la deuda privada no puedo estar más de acuerdo, pero de eso no se deduce que un ajuste vía impuestos sea más eficaz. Los multiplicadores a los que me refiero son tanto del gasto como de los ingresos, y aunque estoy trabajando en el tema aún no puedo hacer una distinción muy clara de la influencia de la deuda sobre una u otra partida fiscal.
De todas formas toda la evidencia, y en esto coinciden el WEO, Alesina, y otros es que los ajustes vía impuestos tienen un mayor impacto en el output que los que tienen lugar vía consumo corriente del estado o transferencias, por ejemplo. Ahora bien, como digo en el post, eso no se puede aplicar genéricamente a todas las economías porque su punto de partida en términos de presión y estructura fiscal es diferente y porque también hay que tomar en consideración cuestiones redistributivas.
Ningún burócrata ha de quitar el dinero a los trabajadores, y demás contribuyentes, para decidir qué película ha de ser subvencionada; que dejen ese dinero en nuestros bolsillos, que nuestro esfuerzo nos ha costado ganarlo. Fíjense qué riqueza ganaríamos si se disolviesen los departamentos de Cultura, desde el Ministerio hasta cada pueblo y ciudad, y todo ese dinero volviese a sus legítimos propietarios; entonces sí que íbamos a tener recursos para ir al cine, al teatro, o comprar música o libros. ¿Y si no queremos gastarlo? ¡Estamos en nuestro derecho, es nuestro! Que los gobernantes gasten todo el dinero que quieran... pero de su bolsillo, no del nuestro.
ludwig
Lo que planteas da para una discusión más larga. Como le digo a Jorge Bielsa más arriba, cada país parte de una situación diferente por lo que además de entender los costes de la consolidación hay que tener en cuenta otras cuestiones como la distribución de la renta, etc. Déjame que te conteste un poco a bote pronto para que veas que no me escaqueo, pero me gustaría tener sobre esto una discusión más profunda y puede que cambiase mi opinión.
Seguramente el gasto de las administraciones autonómicas y locales, las retribuciones de los funcionarios y el IVA van a acabar siendo los instrumentos más eficaces. El recorte en infraestructuras ya ha sido muy drástico y otros recortes en esto o en investigación, etc pueden tener efectos negativos a corto y a largo plazo. Habrá que controlar las transferencias, pero las relativas a desempleo tendrán que mantenerse mientras tengamos la tasa de paro que tenemos. La reforma de pensiones ayudará pero sólo como anuncio de que en el futuro no habrá que recurrir a impuestos para financiarlas, porque no tendrá repercusiones financieras inmediatas. Otros impuestos, como renta o patrimonio, tendrían un efecto significativo sobre la recaudación sólo si los tipos aumentasen mucho por lo que los efectos serían bastante negativos (aquí, a modo de referencia, los resultados de Romer y Romer o de Barro y Redlick para EEUU son contundentes). En el IVA, que es menos distorsionador que otros impuestos, aún queda recorrido para equipararnos al promedio europeo y puede tener un importante efecto recaudatorio.
Un rápido comentario sobre la validez de la utilización del término "consolidación fiscal". He mirado "fiscal consolidation" en google y aparece 233.000 veces. Luego he buscado "consolidación fiscal" y aparece 105.000 veces. Teniendo en cuenta la diferencia de difusión entre los artículos técnicos en inglés y en español, no parece una diferencia significativa. O todo el mundo está equivocado (menos luisito) o el término "consolidación fiscal" está perfectamente acuñado en español.
Pedro
Creo que los resultados del WEO señalan los costes que mencionas, pero de ahí no debe deducirse que el ajuste no sea necesario. Una cosa es el impacto marginal de una reducción del déficit y otra bien distinta es el efecto que puede tener un incremento de la prima de la deuda como están sufriendo otros países. Eso sólo supondría un aumento de los gastos financieros del estado y un riesgo permanente de sudden stop que tendría a la economía permanentemente al borde una crisis de deuda. El efecto que eso tendría sobre la propia deuda privada sería más dañino que el del mismo ajuste. La consolidación ordenada y usando los instrumentos apropiados tendrá costes pero limitados y transitorios, porque a medio plazo tanto el consumo como la inversión se recuperarán.
Otra lectura distinta es la que pueden tener estos resultados en países que no tienen una situación fiscal –o de expectativas de crecimiento- tan comprometida y que a lo mejor pueden suavizar un poco el ritmo de su ajuste.
Creo que el FMI está excesivamente limitado para ser un oráculo de soluciones. Es parte nuclear del sistema y está obligado a jugar dentro del tablero. Es decir, justo donde la cosa no tiene solución.
De este cirio saldrán reforzados los que sean capaces de reaccionar con rapidez y comenzar a vender un poco más de lo que gastan. No hay otra forma que el cada uno para si mismo con los paños calientes y el disimulo que haga falta.
La alternativa es la que se propugna desde las filas del marxismo de las catacumbas temporales: Que los paises más eficaces se ocupen de los torpes consolidando mochilas en escenarios del buen rollito totalitario que nadie explicita por razones obvias.
Esto es en muy gran medida un juego de suma cero y el win-win, estrictu sensu, no existe. Es cierto que hay muchas formas de cortar la tarta y no hemos de ver el asunto como una guerra comercial necesariamente pero si miramos el tablero como un sistema cerrado (no lo es porque siempre hay salidas, difíciles pero posibles, a sistemas exógenos) entonces es juego de suma cero.
El secreto a voces, que ningún liderazgo político occidental va a proclamar, es que la gente ha comenzado a ver que no se pueden seguir haciendo trade-offs entre el corto y el largo plazo (todo para el corto a expensas del largo). El modelo de globalización basado en unos presupuestos públicos de marqués arruinado, dedicados a la compra del voto con dinero Alemán –España-- o Chino --USA y España-- y manteniendo el consumo físico con productos baratos de China e India, va a producir una explosión social en occidente de proporciones que no podemos imaginar en cuanto sea un poco más visible la transferencia de riqueza y poder que está sucediendo. Con razón.
David
Gracias, veo que sigues en forma. Tienes razón en lo que comentas. A pesar de que las lecturas de la política fiscal hay que hacerlas con cuidado, ya que no tienen porque ser simétricas, lo que señalas va en la dirección de hacer menos costoso un eventual ajuste vía gasto ya que permitiría recuperar la demanda de biene duraderos y la inversión.
Gracias por tu respuesta. Sin embargo, no acabo de ver cómo se va a controlar a autonomías y ayuntamientos. Escapan a todos los controles y puedo ponerte como ejemplo el de la comunidad o el ayuntamiento en el que vivimos los dos (esto es independiente del partido en el poder). Nadie se atreve a ponerle el cascabel al gato. Respecto al IVA, permíteme mi desacuerdo. En primer lugar, es muy posible que estemos lejos del promedio, pero los efectos sobre el consumo final serían devastadores si hubiera otro inctremento. En segundo lugar, creo que los efectos colaterales (mercado negro, etc..) tendrían un arepecusión considerable.
Galaris
Gracias por el dato, me siento como que llega el séptimo de caballería al rescate. No se me habían ocurrido todas estas implicaciones semánticas de la palabra “consolidación” pero al ver que la usamos muchos me siento más tranquilo. Aunque sea por aquello del “mal de muchos…”
Manu Oquendo
De tu comentario he creído entender dos cosas: a) que la salida de la crisis en el plano individual de cada país requiere una mejora en la competitividad, y b) que en el plano global es crucial la resolución de los desequilibrios globales. Si es así no puedo estar más de acuerdo.
El control de la deuda pública es necesario pero la falta de competitividad y los desequilibrios entre el ahorro y la inversión doméstica de muchos países son una bomba de relojería que puede alimentar la próxima recesión. En mi post me refiero sólo al ajuste fiscal pero la corrección de los otros desequilibrios es igualmente necesaria y ya los he tratado en posts anteriores. Volveré sobre ellos.
Sin embargo no creo que esto sea un juego de suma cero. La ganancia de competitividad de las economías más endeudadas puede suponer un shock de oferta positivo que beneficiará a los consumidores de todos los países. Otra cosa distinta es si estas economías tienen que reducir sus déficits mediante una caída de su demanda interna, entonces no acabaremos saliendo nunca de la recesión.
ludwig
Todos esos problemas para reducir el déficit son evidentes, pero estamos en tiempos de complicados y habrá que atreverse. Ahora te planteo yo la misma pregunta que me hacías: ¿Sobre qué componentes del gasto o de los ingresos debería recaer un ajuste fiscal efectivo y duradero en España?
Javier, creo que haga lo que haga la voy a fastidiar. No sabría que responderte porque ya sestá en marcha el proceso de consolidación fiscal y sé que lo que se ha hecho es todavía insuficiente para mis necesidades. Eso implica un lastre y un retraso del crecimiento económico terrible. Desconozco cuáles van a ser los efectos finales, pero todos sabemos que hasta dentro de muchos años no vamos a acercarnos a nuestras posibilidades potenciales. Lo que más me inoportuna es que o el ciudadano no se entera o los mensajes no están llegando con claridad. Estamos preocupados por reducir el brutal tamaño de défict y nos estamos olvidando de otras políticas que favorezcan nuestro desarrollo como las que proponía Mancur Olson. De todas maneras, no sabría qué hacer realmente.
Javier, David:
...Pero para que la reducción de gasto tenga efectos sobre bienes duraderos e inversión es condición necesaria que caigan los tipos de interés reales. Si la contracción inicial de la demanda nos mete en territorio deflación, los tipos reales suben, no bajan.
Los japoneses "resbalaron" hacia el precipicio de la deflación. Nosotros estaríamos saltando hacia ese precipicio. Recemos para que no baje la gasolina.
ludwig
Es una elección difícil pero la reducción del déficit, y por lo tanto el aumento del ahorro nacional, es una de las prioridades de la política económica. Hemos estado al borde de una crisis de deuda y aún no estamos del todo a salvo. Además el endeudamiento público tiene una incidencia muy importante en el riesgo-país. Es cierto que hay que hacer muchas otras cosas, pero esta es una de las que el gobierno puede aplicar más rápida y directamente. Por eso la elección es difícil pero los presupuestos de los próximos años serán muy ajustados. Se trata de elegir la combinación de ajustes que sea menso costosa y más eficiente.
Jorge Bielsa
Efectivamente la situación del tipo de interés es una dificultad añadida a la hora de predecir los efectos de la política fiscal. Qué va a pasar con los tipos de interés reales es ciertamente una incógnita, pero puede haber signos positivos en este sentido. Por una parte si los precios son rígidos a la baja el recorte fiscal puede no ser muy deflacionario y si, además, éste se lleva a cabo subiendo algún impuesto, como el IVA por ejemplo, el aumento de precios ayudaría.
Por otra parte la política monetaria aún puede ser de utilidad manteniendo una tendencia expansiva, ayudando a recuperar las expectativas de un poco más de inflación en el futuro. Por otra parte están las medidas de provisión de liquidez; el gasto privado está condicionado no sólo por el tipo de interés real sino también por la disponibilidad de crédito. Incluso en el límite cero de los tipos la política monetaria puede tener alguna efectividad.
Por último para algunos países el tipo de interés efectivo no está tan cerca de cero y aún tiene un cierto recorrido a la baja en la medida en la que pagamos una prima y eso también encarece el pasivo de los bancos. Si todas estas medidas contribuyen a rebajar la prima, en la práctica es como si cayera algo el tipo de interés.
Para Javier Andrés:
En otro momento regresaré al redil de la ortodoxia para charlar de suma cero.
Creo que estamos de acuerdo y que el juego... es de suma cero porque las mejoras de productividad cuando son reales y provienen de innovaciones o nuevas eficiencias suponen "salidas del sistema" ampliando sus dimensiones.
Por otro lado sospecho que si las mejorías de productividades se salen del equema ricardiano clásico (producto contra producto en país A y B) y lo que vemos son paises de productividades crecientes y paises de eficacias decrecientes (en toda la gama) los efectos van a ser muy nefastos para los torpes en muy poco tiempo si no tienen otras vías de ajuste que las que estamos viendo en España. La jibarización a todos los efectos del factor trabajo.
La tragedia con las políticas de estímulos y de shocks es que son como la droga. Llega un momento que ni te enteras o alcanzas momentos en los cuales cualquier shock es anafiláctico y te vas a la UCI. En algún momento llegas al límite y hay que ir a la montaña mágica a curarse.
Saludos
Estoy de acuerdo contigo Javier, pero lo que tú expones es de todos conocidos. Lo que yo te preguntaba son medidas concretas y específicas sobre donde actuar. Por ejemplo: ¿utilizarías más instrumentos de política económica o de política fiscal? Se sabe que los más eficaces son los de política económica, pero hay que recaudar como sea y no sé que margen queda para la política fiscal. ¿Subirías más el IVA? ¿Recuperarías impuestos como patrimonio o transmisiones? ¿Eliminarías transferencias: subsidios, etc.? ¿qué vas a hacer cuando el BCE cambie la política monetaria y decida subir los tipos de interés nominales? ¿Cuántos años vas a continuar con unos prepupuestos tan restrictivos si el consumo privado cae hasta niveles muy bajos? ETC....
Me vas a decir que ya estamos en el campo del "arte" y que cada país necesita un a receta. Yo creo que, más o menos, todos conocemos la teoría y las soluciones generalistas, pero yo desconozco cómo ponerlas en práctica.
Imagínate que eres Elena Salgado, o mejor Campa, ¿qué harías?
A veces, en las conversaciones, se cruzan dos ecosistemas de ideas. Los de dentro del tablero y los que miran desde fuera. Ambos son ciertos en sus universos. Podríamos llamarlo de muchas otras formas pero estaríamos diciendo esencialmente lo mismo. En cualquier caso se hablan poco.
Voy a ponerme por unos momentos fuera del tablero para hablar de alguna de las "variables" que se ven en la calle. Por ejemplo los tipos de interés. Esos que desde algún sitio fantástico se ven cercanos a cero o incluso negativos pero que no llegan nunca al común de los mortales.
Pues bien, lo que se ve desde la calle con un poco de perspectiva de años es que resulta imposible encontrar dinero en el circuito oficial por debajo del 8 o del 10% para financiar circulante o inversión productiva. Realmente es más de esa cifra pero voy a dejarlo ahí.
También se ve que seguimos subsidiando el crédito inmobiliario (y la reconstrucción del sistema) por dos caminos: En Primer lugar----Las comisiones bancarias, ya desbocadas, de auténtico escándalo y en connivencia con el supervisor, lo que está provocando una huida (por mera supervivencia) al efectivo y al circuito de descuentos que se están desarrollando por comprar de este modo.
En Segundo lugar----- por los antedichos costes del crédito cuando su destino no es la vivienda.
Es decir, se está provocando una Inmersión de la actividad por razones "morales"para defenderse de la "inmoralidad" sistémica, del abuso. En esta economía es imposible distinguir entre un impuesto y un input de costes. Están por todos lados.
Transando en efectivo no sólo me ahorro unos costes bancarios de escándalo sino que me llevo unas primas o descuentos muy atractivos. Yo los doy por el mismo motivo. Poco a poco nos vamos “islamizando”.
He conocido mercados "paralelos", por rigideces cambiarias, en los que el supuesto mercado negro era mejor y más fiable que el oficial al que superaba en instrumentos y eficacia.
Cuál no será mi sorpresa al ver que, en vez de desaparecer, lo que se va consolidando es una economía alternativa mucho más racional y más atractiva económica y moralmente que las "propuestas" que emergen de los contubernios entre estados incompetentes y desesperados y oligopolios transientes.
En otras palabras, los costes de transacción de operar dentro este sistema son suicidas y la gente "opta-mos" por seguir vivos.
Este asunto se vive mucho en “el trato”, en el comercio y en la producción, pero nunca se habla de él dentro del tablero. Como si no existiese y sin embargo es un lugar real cada vez más poblado y atractivo. Incluso más respetable que la alternativa.
Hay otra forma de estar dentro del tablero, la que explica Ludwig desde una lógica preocupación que es señal de honestidad.
Es la de aquellos que tratan de reducir los síntomas sin capacidad de llegar a sus causas. Así, se trata de reducir el déficit sin atender a sus orígenes, a sus causas primeras, que diría un discípulo de Sócrates, como si ello fuera plausible en la realidad.
Llama poderosamente la atención que el Sector Público a estas alturas ni siquiera se ha planteado ni un solo Cambio Estructural. Estos nos los aplican a nosotros pero no a ellos. ¿Tan sagrados se sienten? ¿O tan perezosos?
Esto del "ajústate tú, amado esclavillo", es otra de las cosas que se ven como nunca de claras desde fuera del tablero.
Saludos.
“Voy a ponerme por unos momentos fuera del tablero para hablar de alguna de las “variables” que se ven en la calle. Por ejemplo los tipos de interés. Esos que desde algún sitio fantástico se ven cercanos a cero o incluso negativos pero que no llegan nunca al común de los mortales.
Pues bien, lo que se ve desde la calle con un poco de perspectiva de años es que resulta imposible encontrar dinero en el circuito oficial por debajo del 8 o del 10% para financiar circulante o inversión productiva”
Ese lugar fantástico en el que los tipos son cero existe, y de hecho, ese lugar es lo que los reguladores y los planificadores centrales llaman “la economía”
Cuando la “economía” termina por convertirse en una representación financiera, de papel, sin relación alguna con la realidad, con la economía real, como sucede en la actualidad, las medidas destinadas a estimular o recuperar la “economía”, en holograma o espejismo financiero, resultan irreales o irreconocibles cuando trata de verlos un agente real de la economía real.
La diferencia entre los tipos al 0.25% con los que se financia sin problemas el apalancamiento de un derivado financiero y los tipos al 12% que hay que pagar la financiación de una actividad productiva real, no indican una diferencia de tipos sino de prima de riesgo.
La reducción de los tipos por parte del Banco Central, el respaldo público masivo a los balances privados o la compra en mercado de instrumentos de deuda, no está diseñada para estimular la financiación a nuevas actividades productivas de la economía real, sino a sostener el precio irreal que los activos alcanzaron en la cima de la última burbuja de crédito e impedir su desmoronamiento.
Mantener la ficción del zombi improductivo exige impedir la aparición de actividades productivas. Por eso, mientras se sacrifica a los contribuyentes con tal de mantener una precepción del riesgo delirantemente infravalorada de las inversiones fallidas que llenan los balances del sistema, es esencial que el riesgo de cualquier nueva actividad productiva aparezca muy sobrevalorada.
Padecemos, nos dicen, un enorme exceso de capacidad productiva en todos los sectores. Lo que no nos dicen es que toda esa enorme “capacidad productiva”, es una capacidad productiva a precios por encima de mercado, a precios subsidiados que solo se sostienen mientras persista una explosión de crédito. Si se permite que los precios alcancen su equilibrio de liquidación de mercado, el precio al que la demanda del mundo real puede comprar esa producción, entonces ese castillo de arena que llaman tejido productivo se desmorona y la realidad queda al descubierto: no solo no tenemos sobrecapacidad de producir sino que somos incapaces de producir (salvo que recibamos los subsidios que cubran las pérdidas en esa producción)
Imagine que hay 12 fábricas de muebles y que el ingente endeudamiento de esas fábricas reside, como activo tóxico, en el balance del sistema financiero. Esas 12 fábricas son, por supuesto, improductivas, de modo que el riesgo en esos activos que ve el sistema financiero depende crucialmente de que la ficción de productividad sea mantenida, de que el crédito al consumo que permita subsidiar la venta de esos muebles vuelva a fluir.
Si usted solicita un crédito nuevo, para construir una nueva fábrica de muebles que sea productiva, para el sistema financiero, el concederle ese crédito y crear un nuevo competidor en el sector del mueble, significaría elevar las primas de riesgo de los activos tóxicos en sus balances.
Salir de una depresión requiere liquidar las inversiones fallidas del pasado, extraer el capital que fue equivocadamente asignado y reubicar ese capital en actividades nuevas y productivas. Las autoridades económicas tratan por todos los medios de impedir la liquidación de las inversiones fallidas lo que incluye impedir la aparición de cualquier nueva actividad productiva. Solo se permite la aparición de actividades fantasiosas, grotescamente improductivas y garantizadamente dependientes del subsidio como el sector verde.
Es un suicidio colectivo. Algo muy conocido y completamente previsible. Puede verse en la depresión de los años 30 o la depresión que padece la economía japonesa desde hace 20 años.
Javier, muchas gracias por las respuestas. Ojalá tengas razón, y un poco de desatascamiento del crédito racionado y un poco de rigidez a la baja de los precios contengan los efectos a corto plazo de la contracción de la demanda pública, respectivamente, sobre la demanda agregada y sobre el nivel general de precios. Nunca pensé que habría que desear que los precios fuesen rígidos a la baja, pero "cosas veredes".
Manu Oquendo
Si las mejoras de productividad son como dices no son de suma cero sino que aumentan el tamaño del pastel. Y en cuanto a que los “los efectos van a ser muy nefastos para los torpes” (sic), seguro que es así y por eso es necesario aplicarse y procurar no ser de ese pelotón.
Efectivamente los estímulos son como una droga y por ello, aunque en un momento pueden hacer un papel para paliar un mal mayor, hay que procurar usarlos con moderación y de ahí la necesidad del ajuste fiscal.
Veo que, en algunos aspectos al menos, no conseguimos estar en desacuerdo. Aunque lo intentamos.
ludwig
No te puedo decir nada diferente a lo que te decía en un comentario anterior. Gasto corriente del estado, algunas transferencias –incluidas aquellas a gobiernos locales y regionales-, patrimonio e IVA son los instrumentos que utilizaría. A eso uniría la reforma de las pensiones como te decía por su efecto “anuncio”.
En cuanto a las transferencias tengo claro que las necesarias para paliar los efectos de la crisis no se pueden recortar, pero si se puede procurar que no sean de carácter permanente y que conforme la actividad se recupere se vayan reduciendo cuando desanimen la búsqueda de empleo. Muchas de las transferencias hoy día son entre la clase media cuando los que verdaderamente las necesitan son aquellos en riesgo de exclusión y no las reciben.
No conozco en detalle las reformas en el Reino Unido por lo que no te puedo dar una opinión muy fundada a favor o en contra, pero si han demostrado una cosa: cuando se quiere hacer algo se puede aunque eso suponga afrontar unos importantes costes electorales. Esperemos a ver como les va.
luisito
Donde tú ves un mantenimiento artificial de ciertos precios yo veo una actitud juiciosa para evitar que a la caída de activos sobrevalorados no le acompañe la de otros que son productivos.
El desapalancamiento es necesario, así como la asunción de pérdidas y el ajuste a la baja de activos como la vivienda. En momentos de pánico cae el precio de cualquier activo que se tiene que vender con prisas. La intervención en el mercado para evitar este pánico es beneficiosa. No digo que las autoridades lo hayan hecho muy bien, pero la lógica de las ayudas es esa. Es cierto que evitar el proceso de ajuste es dañino a medio plazo, pero acelerarlo también.
Jorge Bielsa
Tienes razón con eso de "cosas veredes". Con esta situación nos encontramos a veces con el mundo al revés, se nos había olvidado lo que era una crisis financiera en toda regla.
En cuanto a lo del tipo de interés real a lo mejor lo mío es sólo un buen deseo, pero aunque creo que el ajuste tendrá costes estoy también convencido de que en la situación actual estar entre los países con riesgo financiero es muy muy mal negocio y cualquier cosa es buena para salir de ahí cuanto antes. Sobre todo cuando Alemania -y con ella otros países europeos- parece que está empezando a crecer en serio y no es descartable que el BCE se replantee su actual estrategia monetaria.
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