- Nada es Gratis - https://nadaesgratis.es -

Los efectos de la pandemia sobre el turismo en España: ¿qué ha cambiado?

Por David Boto-García

El turismo en España y el shock de la COVID-19

El turismo es uno de los sectores económicos más importantes para nuestro país. Antes de la pandemia, este sector representaba en torno al 12% del PIB y el 12,8% del empleo de acuerdo con el INE, siendo España el segundo país más visitado del mundo al recibir anualmente alrededor de 80 millones de turistas. Además del turismo internacional, los flujos domésticos también contribuyen de manera importante a la industria ya que, según Eurostat, los hogares españoles se encuentran a la cabeza en cuanto a las tasas de participación turística de Europa.

La COVID-19 y las medidas de distanciamiento social asociadas a la pandemia han afectado notablemente al sector. La Figura 1 muestra la tasa de variación interanual en las pernoctaciones hoteleras de turistas residentes en el segundo semestre de 2020 con respecto a 2019. Minondo (2021) muestra que los ingresos por turismo en el segundo semestre de 2020 cayeron en un 98% mientras que De la Fuente (2021) señala que la hostelería fue la industria con la mayor caída del empleo entre Marzo y Octubre de 2020, especialmente en las Islas Canarias y Baleares. Un reciente estudio del Banco de España elaborado por Fernández-Cerezo (2021) apunta que la caída del turismo internacional está fuertemente correlacionada con la disminución del PIB provincial en 2020. No obstante, los datos ofrecidos por el INE para el verano de 2021 sugieren que parte de la caída de 2020 se ha recuperado (véase aquí).

Figura 1.- Tasa de variación interanual media (segundo semestre de 2020) en la demanda hotelera doméstica por provincias. Fuente: elaboración propia a partir de los datos procedentes de la Encuesta de Ocupación Hotelera

Para tratar de reactivar la demanda, muchos gobiernos autonómicos están implementando lo que se conoce como “bonos turísticos”: ayudas económicas a los hogares para que consuman servicios turísticos en sus regiones. En un post anterior, Juan Luis Jiménez discutía sus características y algunos de sus problemas, como el hecho de que sean independientes de la renta o que no se haya diseñado junto con la política una evaluación rigurosa de sus efectos. Como ya comentamos en este post, la participación turística está estrechamente correlacionada con la renta y el nivel educativo y exhibe lo que se conoce como habit formation: el gusto por viajar se desarrolla intertemporalmente. Así, es poco probable que esta política pública incentive la demanda ya que, tal y como está concebida, no tiene en cuenta los distintos perfiles del turista, sus motivaciones y los factores que pueden suponer una barrera a viajar en tiempos de pandemia. Dado que el COVID-19 ha supuesto un shock sin precedentes para la oferta y la demanda turística, parece relevante estudiar qué dicen los datos sobre la demanda turística en tiempos de pandemia.

Evidencia empírica

En una serie de estudios recientes, hemos evaluado qué efectos ha tenido la COVID-19 sobre el comportamiento de los turistas españoles. Usando datos de una muestra representativa de individuos andaluces procedente de la Encuesta Social 2020, en este trabajo analizamos cómo el continuar viajando tras el estallido de la pandemia (verano de 2020) se relaciona con los hábitos turísticos pre-pandemia (verano de 2019). Los datos ofrecen la posibilidad de vincular el consumo turístico previo a la COVID-19 con el comportamiento turístico post confinamiento, para ver la distinta respuesta ante el shock dependiendo del perfil del individuo. Nuestros resultados muestran que la probabilidad de haber realizado un viaje por motivo de ocio en el verano de 2020 se relaciona estrechamente con la intensidad de viajes antes de la pandemia y con considerar viajar como un ‘bien prioritario’ de entre otras alternativas de ocio. Es decir, aquellos con mayor hábito de viajar y quienes asignan mayor prioridad a esta actividad de ocio (menor tasa de sustituibilidad por otras actividades alternativas) destacan como el segmento más resiliente, viajando en el verano de 2020 a pesar de las circunstancias. Además, la renta y la tenencia de una segunda vivienda son otros dos factores clave que explican las diferencias en la probabilidad de continuar viajando.

Para el caso de Asturias, en este estudio hemos evaluado el cambio en las pernoctaciones y la distribución del gasto turístico antes y después del estallido de la pandemia. Para ello, hemos explotado microdatos de encuestas realizadas por el Sistema de Información Turística de Asturias a turistas que visitaron el Principado en los veranos de 2019 y 2020. Por medio de diversas técnicas de emparejamiento y ajuste de regresión, comparamos el cambio en el consumo turístico emparejando a un turista de 2020 con otro de 2019 que sea lo más parecido posible en cuanto a sus características. Dado que es posible que la COVID-19 haya cambiado el perfil del visitante en 2020 con respecto a 2019 haciendo difícil el emparejamiento, utilizamos dos tipos de ponderaciones (muestrales y propensity scores) para corregir el efecto composición. Encontramos que se ha producido una reducción en torno a un 23% en la estancia media en destino (-1,26 noches), y que, aunque el gasto promedio por persona y día no ha cambiado, los turistas parecen haber reasignado su presupuesto. Concretamente, el gasto en transporte y actividades de turismo activo al aire libre se ha incrementado a costa de una caída en el dinero gastado en alojamiento.

A nivel nacional, en este artículo hemos prestado atención a los cambios en la participación turística y a la distancia viajada, también comparando el verano de 2019 y 2020. Usando los microdatos de la Encuesta de Turismo de Residentes y teniendo en cuenta tanto los cambios en la decisión de viajar domésticamente (versus al extranjero), el cambio en el perfil del turista que continúa viajando (efecto composición) como el posible cambio en las preferencias (diferentes pendientes), encontramos que: (i) los turistas que viajan en 2020 son más jóvenes, con mayor nivel educativo, de hogares más pequeños, y están relativamente más atraídos por destinos de naturaleza en relación a 2019, (ii) la distancia que viajaban los turistas nacionales pre-pandemia dependía fuertemente de la renta, pero en 2020 la semi-elasticidad se ha reducido considerablemente, y (iii) la pandemia ha cambiado el impacto de las motivaciones sobre la distancia viajada, con aquellos que buscan realizar actividades deportivas o sol y playa estando dispuestos a recorrer más kilómetros ahora que antes.

Implicaciones y retos en la evaluación de los bonos turísticos

Los datos señalan que la contracción de la demanda turística a causa de la COVID-19 ha sido diferente según el perfil del turista, particularmente en función de su renta y al gusto por viajar. Aquellos con elevado poder adquisitivo o segundas viviendas, o para quienes no existen sustitutivos para los viajes turísticos, han seguido viajando en pandemia. Estos turistas pernoctan durante menos noches, prefieren gastar más en actividades al aire libre y movilidad en destino y menos en alojamiento (menor demanda hotelera en favor de segundas residencias o apartamentos privados), y recorren menos distancia en sus viajes (optan por viajes más locales), entre otros. También se observa una mayor caída en la participación turística entre el colectivo de mayor edad, seguramente debido a una mayor aversión al riesgo de infección.

Conociendo esta información sobre qué ha pasado con la demanda turística en 2020, parece que conceder ayudas de carácter general sin condicionar a la renta u otras características personales tiene poco sentido. Es muy probable que este dinero solo beneficie a los que van a viajar igualmente (con o sin la ayuda), pero no genere nueva demanda (al menos no directamente). Otra cuestión diferente es ver si los que continúan viajando gastan más de lo que harían en ausencia del bono, de tal forma que esta política puede verse como una subvención directa al sector. Además, en un contexto de inflación generalizada, puede ocurrir también que el bono contribuya al incremento de los servicios turísticos ya que los hosteleros saben que sus clientes disponen de una renta extra para gastar.

Sería de gran interés llevar a cabo una evaluación rigurosa de la efectividad de los bonos turísticos en la campaña 2021-2022 para estimular la demanda turística, medida tanto en número de turistas como en gasto realizado. Para ello sería preciso conocer el perfil de los individuos que los han solicitado (y recibido), cuánto dinero concretamente han percibido (para determinar la importancia relativa de la subvención sobre el consumo), y quiénes han sido las regiones que han incrementado en mayor proporción su demanda interna como consecuencia de esta política. Lamentablemente, aunque sí se conocen los requisitos y cuantías de las ayudas, a día de hoy no existe ningún tipo de información detallada sobre los beneficiarios de esta política. Esto pone de relieve, de nuevo, la falta de interés por conocer la efectividad de políticas que suponen millones de euros para las arcas públicas.