Los cimientos sólidos de la educación

Por Khalifany Ash Shidiqi, Antonio di Paolo y Álvaro Choi

Son las 05:55:03 del 27 de mayo de 2006. Noche tranquila en Java, la mayor de las islas de Indonesia, en pleno Anillo de Fuego del Pacífico. Unos segundos después, 5.716 personas residentes en Jakarta y otros cinco distritos colindantes perderán su vida. Adicionalmente, 150.000 personas verán destruidos sus hogares, como consecuencia de un terremoto de 5,9 en la escala Richter que tuvo un coste material aproximado de unos 3,1 millardos de US$. La evidencia que analiza este y otros desastres naturales indica que el terremoto incidió sobre dimensiones adicionales como el crecimiento económico, los niveles de pobreza, los resultados electorales, y los niveles de salud y religiosidad. Y, también sobre el sistema educativo en el que, por sus efectos a largo plazo sobre el desarrollo económico y bienestar humano, centramos nuestra atención.

Efectivamente, el sistema educativo indonesio se vio gravemente afectado por el terremoto de 2006. Así, por ejemplo, prácticamente 3.000 centros educativos fueron dañados o destruidos. Parte del alumnado y del profesorado tuvo que ser redistribuido entre centros, mientras que otros jóvenes en edad de escolarización modificaron su residencia al desaparecer sus hogares o perder sus familiares sus puestos de trabajo. Por tanto, el alumnado escolarizado en las zonas más damnificadas vio alteradas buena parte de las circunstancias y características de su ámbito personal, familiar, escolar y sociolaboral.

Los objetivos de nuestro estudio fueron tres. En primer lugar, la estimación de los efectos a medio y largo plazo del terremoto sobre una serie de resultados educativos. En segundo lugar, explorar la existencia de efectos heterogéneos por subgrupos poblacionales. Finalmente, el tercer objetivo, y probablemente el más relevante para el diseño de políticas públicas, consistió en la identificación de los canales a través de los cuales un desastre natural como el evaluado incide sobre los resultados educativos.

La estrategia empírica

Así pues, el primer reto al que nos enfrentamos para la consecución de dichos objetivos fue la medición de la intensidad del terremoto en las distintas zonas afectadas y la identificación del lugar de residencia de las personas escolarizadas en el momento del terremoto. Para ello, por un lado, empleamos información proporcionada por el US Geological Survey, que nos permitió establecer por distritos las mediciones de la intensidad del terremoto empleando la escala Mercalli modificada (MMI). Estas mediciones fueron incorporadas a un ShakeMap, empleando el software QGIS, de forma que quedaron bien delimitadas las zonas más afectadas (“tratadas”, con MMI ≥5 -en rojo, en la figura 1-) y las menos afectadas (“no tratadas”, con MMI<5 -en blanco, en la figura 1).

Figura 1. Zonas afectadas (en rojo) y no afectadas por el terremoto

 

Por otro lado, la Indonesian Family Life Survey (IFLS) incluye, entre otras variables, el lugar de nacimiento, de residencia y el historial migratorio de los encuestados. La combinación de la información del IFLS con el MMI por distrito permitió conocer el lugar de residencia en el momento del terremoto y la intensidad a la que fue expuesta cada persona.

Para la identificación del efecto causal del terremoto, tomamos la ola de 2014 de IFLS y explotamos la variación por cohorte de nacimiento y distrito de residencia en 2006. Más específicamente, comparamos los resultados educativos de las personas que estaban en edad escolar en el momento del terremoto (nacidos, por tanto, entre 1987 y 2000) y que residían en zonas afectadas con un MMI≥5, con los resultados de las personas pertenecientes a la misma cohorte, pero residentes en distritos poco afectados por el terremoto. Adicionalmente, tomamos también los resultados educativos de las personas pertenecientes a una cohorte anterior (nacidas entre 1970 y 1986) y residentes en los mismos distritos que la cohorte más joven. De esta manera, la estrategia resulta análoga a un modelo de diferencias en diferencias. Por tanto, nuestro modelo básico es:

Yid = α + βI(1987 ≤ ybi ≤ 2000) × I(MMId ≥ 5) + θyb + δd + Xi + εid (1)

Donde Y es la medida de resultado educativo -años de educación, nivel educativo completado, matriculación en educación postobligatoria- de la persona i que reside en el distrito d (en 2006); yb, el año de nacimiento; θyb, efectos fijos del año de nacimiento; δd, efectos fijos del distrito; y Xi, una serie de características individuales (sexo, religión, etnia, educación de padre y madre, número de hermanos y orden de nacimiento). El coeficiente de interés es β, asociado a la interacción entre el indicador de vivir en un distrito muy afectado en 2006 -I(MMId ≥ 5)- para una persona nacida entre 1987 y 2000.

Resultados

Tal y como se observa en la tabla 1, el número de años esperados de educación se ve reducido en 0,74 años. A su vez, la probabilidad de completar educación primaria y educación secundaria inferior se vio minorada en un 11,6% y 10,3%, respectivamente. El impacto sobre la tasa de matriculación en educación secundaria superior fue nulo. Destaca -aunque estos resultados no aparezcan en la tabla 1- que la utilización de otras olas de la IFLS permitió constatar la persistencia temporal de estos efectos negativos.

Tabla 1. Impacto del terremoto sobre diversos resultados educativos

Tal y como se comentaba más arriba, también contrastamos la existencia de efectos heterogéneos. No se observaron diferencias por sexo, religión, etnicidad y educación del padre. Sin embargo, el terremoto sí tuvo un impacto negativo mayor sobre las personas más jóvenes que estaban cursando primaria en el momento del terremoto y sobre aquellas personas cuyas madres tenían un nivel educativo bajo.

Finalmente, analizamos factores de demanda y oferta que pudieran explicar la relación entre la exposición al terremoto y los resultados educativos. Por el lado de la demanda, exploramos el rol de los movimientos migratorios inducidos por el terremoto, así como los daños humanos y materiales sufridos por los hogares. Por el lado de la oferta, fusionando información administrativa sobre las escuelas a nivel de distrito, evaluamos si los daños en las infraestructuras educativas fueron relevantes para explicar el efecto negativo del terremoto. En estos análisis utilizamos, respectivamente, triples interacciones en las que combinamos l(1987 ≤ ybi ≤ 2000) × I(MMId ≥ 5) con los tres factores expuestos.

Respecto al primero de los canales de demanda, las personas que pudieron migrar amortiguaron el efecto del terremoto sobre sus resultados educativos -frente a quienes tuvieron que permanecer en las zonas más afectadas-. En cambio, el alumnado de hogares que experimentaron daños humanos o materiales no tuvieron un impacto sobre su rendimiento académico distinto al del resto de la población. Finalmente, la destrucción de infraestructuras escolares demostró ser un canal con un elevado poder explicativo del efecto negativo del terremoto sobre los resultados educativos.

Conclusiones

Así pues, de la evaluación del impacto del terremoto de Yogyakarta de 2006 pueden extraerse algunas conclusiones valiosas para el diseño de políticas educativas ante situaciones de emergencia por catástrofes naturales similares. Así, la persistencia temporal del impacto negativo del terremoto puede condicionar el crecimiento económico a largo plazo. Por ello, las intervenciones a realizar no deberían limitarse a ayuda de emergencia. De cara a su diseño, nuestro estudio sugiere que la rápida construcción de infraestructuras educativas resistentes a movimientos sísmicos, especialmente en los niveles educativos iniciales, sería una de las vías más efectivas para moderar los efectos negativos de los terremotos sobre la acumulación de capital humano. El hecho de que las personas más afectadas fueran aquellas cuyas madres tenían un menor nivel educativo también indica la necesidad de acompañar las políticas de reconstrucción de centros con medidas de apoyo a los hogares con un menor nivel educativo y socioeconómico.