Las lecciones de la Gripe del 18

De Sergi BascoJordi Domènech y Joan R. Rosés

La historia de las pandemias ocupa un lugar central en los debates sobre el Covid-19. Hay una cierta visión positiva de las consecuencias de las pandemias. Las grandes plagas son consideradas como las “grandes niveladoras”: las tasas de mortalidad fueron similares entre los diferentes grupos sociales y redujeron las diferencias de ingresos entre ellos, ya que la mortalidad catastrófica aumentó los salarios y redujo las rentas del capital (aquí). También se argumenta que las grandes plagas, especialmente la Peste Negra, están detrás de los cambios institucionales y tecnológicos que explican el éxito económico de muchos países europeos durante las Edades Media y Moderna (aquí).

Lamentablemente, esta interpretación optimista de las pandemias no se ajusta a las consecuencias de la Gripe del 18, la pandemia más cercana al Covid-19. Según nuestra investigación para el caso español, la Gripe no actuó, en ningún caso, como una “gran niveladora”. Las tasas de mortalidad no fuero similares entre las distintas clases sociales ya que, de hecho, fueron mucho mayores entre las clases más desfavorecidas. Esta pandemia tampoco aumentó los salarios ni, por tanto, mejoró la distribución de la renta. Sus consecuencias económicas fueron transitorias y, por tanto, no generaron reformas institucionales ni a un rápido desarrollo económico.

¿Por qué estudiar la Gripe del 18 en España? España en 1918 es el ejemplo perfecto de país en vías de desarrollo que fue incapaz de controlar la mortalidad de la pandemia por la ausencia de medidas farmacológicas y de confinamientos estrictos.  A principios del siglo XX, España tenía, aún, una economía mayoritariamente agraria. En 1918, el PIB per cápita español representaba solamente el 62% del de la Gran Bretaña. Las manufacturas ocupaban sólo el 27% de la producción total en 1920 y empleaban a menos del 20% de la población activa. Una gran parte de la población era pobre, según los estándares actuales, y no tenían ni ahorros personales ni propiedades. Los niveles de educación eran extremadamente bajos y más de la mitad de la población era analfabeta. Las condiciones sanitarias eran pésimas y las tasas de mortalidad infantil dramáticas. La esperanza de vida era poco más de 41 años.

Figura 1: Evolución del exceso de mortalidad mensual

En España, las tasas de mortalidad de la Gripe del 18 fueron muy altas, de las más altas de los países desarrollados. La gripe mató más de 250.000 personas, un 1.25% de la población (aquí). La Figura 1 presenta la evolución mensual del exceso de mortalidad. Los datos muestran la presencia de tres olas, aunque la segunda ola es significativamente más grande que las otras dos. Podemos observar un pequeño pico en junio de 1918. La segunda ola empezó en septiembre, alcanzando un pico en octubre y tocando fondo en diciembre. El pico de exceso de mortalidad en octubre es impactante. De hecho, el número de muertes más que cuadriplica las muertes de un mes de octubre normal. No se observa ninguna ola en el siguiente invierno y sólo advertimos un pequeño pico en enero de 1920. Una posible explicación de la absencia de la tercera ola es que la difusión de la enfermedad durante 1918 fue tan intensa y generalizada que los españoles ganaron protección inmunológica (aquí).

¿Cómo reaccionó la población y las autoridades a la presencia de la epidemia de gripe? Contrariamente a lo que ocurrió en los países que participaban en la Primera Guerra Mundial, la población española era consciente de la propagación de la enfermedad puesto que la información no se censuraba. Los periódicos publicaban regularmente noticias sobre la pandemia y de su expansión entre las diversas provincias. Asimismo, las autoridades políticas divulgaron e implementaron distintas medidas para luchar contra la gripe. Hay que resaltar que, en términos generales, la comprensión científica de la época sobre como se propagaba de la gripe era razonable para los estándares actuales. Los funcionarios públicos recomendaban la limpieza frecuente de las manos y evitar los lugares concurridos y poco ventilados, y las multitudes. Se cancelaron festivales, muchas ferias locales y festividades y se cerraron los teatros y las salas de conciertos. Las escuelas de primaria y secundaria, los seminarios, los institutos y las escuelas profesionales y las universidades también se cerraron. No obstante, hay escasa evidencia del uso de mascarillas y ninguna evidencia de confinamientos estrictos, ni del cierre de lugares de trabajo. Por lo tanto, el aislamiento era una opción personal que estaba en función de la disponibilidad de ahorros ya que las personas que se confinaban tenían que sobrevivir con sus propios recursos al no existir ayudas públicas.

Figura 2: Exceso de mortalidad por grupos de edad

¿Quién murió durante la Gripe del 18? A diferencia del Covid-19, los jóvenes adultos fueron los más afectados ya que el pico de mortalidad se encontró entre los 25 y 29 años (ver figura 2). También documentamos una mayor mortalidad femenina que fue un 12% mayor que la masculina. Las diferencias de mortalidad entre regiones pueden explicarse, en parte, por las diferencias climáticas. La región más afectada por la pandemia fue Castilla y León mientras que las tasas de mortalidad fueron mucho más bajas en el Sur de España y el Mediterráneo (ver figura 3), con la excepción de aquellas provincias con altos niveles de empleo minero (Huelva, Almería y Murcia). Al contrario que con el Covid-19, las ciudades más pobladas no fueron más afectadas por la pandemia. Por ejemplo, la mortalidad en Madrid fue más baja que en las provincias limítrofes.

Figura 3: Exceso de mortalidad en 1918

¿Fueron las diferencias económicas importantes para la mortalidad de la Gripe del 18? Las diferencias de mortalidad entre grupos socio-económicos fueron impresionantes. El grupo de ingresos altos (profesiones liberales y rentistas) tuvieron, en promedio, una tasa de exceso de mortalidad del 29%, comparado con el 69% para el grupo de ingresos bajos o el 62% por el grupo intermedio. Finalmente, la mortalidad fue bastante menor en regiones desarrolladas que agrarias. De forma similar, la mortalidad urbana fue menor que la rural. Esta evidencia sugiere que las diferencias de mortalidad estaban relacionadas con la capacidad de ciertos grupos sociales de aislarse del contacto social y, probablemente, de su acceso a la información sobre la difusión de la enfermedad.

Figura 4: Evolución del PIB y la mortalidad, 1910-1930

¿Qué pasó con la economía española durante la Gripe? La Figura 4 ilustra la evolución del PIB y el aumento súbito del número de muertos en el 1918. Claramente, el PIB alcanzó un mínimo durante el año 1918. Nótese que, aunque la bajada del PIB en el 1918 no parece dramática (sólo un 1%), representa una desviación substancial de la tendencia entre 1910 y 1930 (6.5 %). La mayor parte de la bajada se localiza en los servicios y las manufacturas, mientras que el sector agrícola fue poco afectado. Curiosamente, la cosechas no se interrumpieron durante la pandemia. La inversión agregada disminuyó drásticamente durante el 1918 (34.2%), produciéndose una caída generalizada en todos los tipos de inversión. El consumo de alimentos aumentó ligeramente en el 1918, comparado con años anteriores, mientras que el consumo de bienes no esenciales disminuyó de forma significativa (por ejemplo, un 20.8% en servicios). Todos estos shocks fueron de corta duración. La economía repuntó en 1919 y se recuperó con fuerza en 1920.

¿Se beneficiaron los trabajadores de la pandemia? Nuestra investigación documenta unos efectos intensos, negativos y de corta duración de la Gripe del 18 en los salarios reales. Además, estos efectos fueron heterogéneos entre las diferentes ocupaciones. Mientras que los zapateros experimentaron la mayor caída en los salarios reales (sobre el 30%), otros trabajadores como, por ejemplo, los del metal, no se vieron afectados sus salarios. Este resultado contrasta con la ausencia el efecto de la Gripe del 18 sobre las rentas del capital, que no se mantuvieron constantes o se incrementaron, en el caso del precio de la vivienda, por la pandemia. En otras palabras, parece que la Gripe del 18 aumentó la desigualdad en España.

Para resumir, nuestra investigación sugiere que la pandemia generó una crisis de demanda. La tasa de mortalidad fue superior en las regiones pobres y agrarias y los salarios disminuyeron más en las zonas industrializadas y urbanas. Además, estos efectos a corto plazo fueron exacerbados en aquellas ocupaciones que se encontraban en sectores no esenciales. Por lo tanto, las regiones más desarrolladas del país experimentaron una fuerte contracción de la demanda, pero evitaron las peores tasas de mortalidad, mientras que lo contrario ocurrió en las regiones más pobres.

¿Cuáles son las lecciones de la Gripe del 18 para la Covid-19? La pandemia provocó una caída (aplazamiento) del consumo de bienes no esenciales, más que una caída en la producción. Aunque la economía mundial y la organización internacional de la producción son hoy muy distintos, la Gripe del 18 puede ser un ejemplo de lo que podría suceder en una economía en vías de desarrollo con dificultades para implementar distancia social. La protección social y las ayudas del gobierno fueron mínimas, el mercado laboral no estaba regulado y los ahorros de los hogares eran limitados. Por lo tanto, muchos trabajadores tuvieron que continuar trabajando durante los peores meses de la pandemia y se contagiaron. Sin el confinamiento, las tasas de mortalidad fueron abrumadoras.