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Las grandes superficies y el comercio minorista: ¿se vacía el centro de las ciudades?

de María Sánchez-Vidal (@m_sanchezvidal)

La posible apertura de un gran centro comercial en cualquier ciudad española genera siempre un importante debate ante la posibilidad de que afecte al pequeño comercio de dicha ciudad. Los propietarios de estos comercios perciben a la gran superficie como una amenaza para sus ventas y por lo tanto, para su supervivencia. De hecho, el caso español no es un caso aislado. Durante los años 90 fueron muchos los países – como Inglaterra, Francia o Italia – que aprobaron legislaciones de carácter restrictivo para frenar la entrada de este nuevo tipo de comercio que estaba proliferando en sus ciudades. En el caso español, en 1996, se aprobó una regulación comercial que perseguía exactamente este propósito (Ley 7/1996 de Ordenación del Comercio Minorista). En una entrada anterior, Javier Asensio y Gerard Llobet explican los efectos de dicha regulación y otras similares en la productividad y los precios del sector, tanto para el caso español como para los anteriormente mencionados.

Y la pregunta que a uno le viene a la cabeza es: ¿qué se quiere conseguir restringiendo la entrada de las grandes superficies comerciales? Y la respuesta que normalmente se obtiene por parte de los agentes involucrados es: “proteger a los pequeños comerciantes”. Por lo tanto, volvemos al debate inicial. ¿Es la apertura de grandes superficies comerciales una amenaza para el pequeño comercio?

Pocos estudios se han centrado en dar respuesta a esta pregunta. Para el caso americano, Haltiwanger et al. (2010) analizan los efectos que la apertura del primer Wal-Mart (la cadena de supermercados más importante de Estados Unidos) en el área metropolitana de Washington, D.C. tiene en la apertura de tiendas de alimentación y pequeños supermercados. Estos autores encuentran un efecto negativo de la apertura de Wal-Mart en el resto de comercios, especialmente en aquellos situados cerca del gran supermercado. Ellickson y Grieco (2011) y Jia (2008) obtienen los mismos resultados usando datos para todo el país.

Sin embargo, el sector comercial estadounidense puede funcionar de manera distinta al europeo, así que los efectos en Europa podrían diferir de los mencionados en el párrafo anterior. Sadun (2015), para el caso inglés, estudia el efecto de una regulación comercial que restringe el tamaño de las grandes superficies y encuentra que las cadenas de supermercados adaptan el tamaño de sus tiendas a las restricciones comerciales perjudicando a los pequeños comerciantes incluso más que antes de la regulación.

Por lo tanto, en base a los ejemplos anteriores, está claro que las grandes superficies comerciales (o las grandes cadenas de supermercados) tienen un efecto sobre el pequeño comercio, generalmente negativo. Si éste es el caso, ¿qué está pasando con el centro de nuestras ciudades, lugar donde se concentra la mayor parte de la actividad de dicho pequeño comercio? Mi estudio, financiado por RecerCaixa, se centra en dar respuesta a esta pregunta, analizando el caso español.

Pero antes de entrar en detalles, cabe recalcar que la apertura de una superficie comercial en una ciudad cualquiera no es aleatoria sino que se abre allí por unas razones concretas. Por tanto, para poder evaluar el impacto de dicha gran superficie comercial es necesario tener esto en cuenta. Para ello, en mi estudio, uso la regulación comercial aprobada en 1996 mencionada anteriormente. Dicha regulación, como bien describen Matea y Mora (2012) en su estudio, restringe la entrada de grandes superficies comerciales exigiendo una segunda licencia para su apertura al gobierno de la Comunidad Autónoma donde quiera abrirse en función de la población de sus municipios. Así, por ejemplo, en nueve de las diecisiete Comunidades Autónomas, la apertura de grandes superficies en los municipios de menos de 10.000 habitantes requiere de una segunda licencia, mientras que no es así para el caso de los de más de 10.000 habitantes. Gracias a esta discontinuidad en el tamaño de las ciudades, es posible comparar municipios españoles que están justo por debajo de los 10.000 habitantes con aquellos que están justo por encima. Asumiendo (y comprobando) que muchas de sus características son similares, cualquier efecto en el pequeño comercio vendrá determinado por el hecho de que en uno de ellos abrirá una gran superficie y en el otro no. Así pues, mi análisis se centra en una muestra de municipios con poblaciones comprendidas entre los 1.000 y los 50.000 habitantes.

Definiendo como gran superficie a los grandes supermercados e hipermercados que generalmente abren en las afueras de las ciudades, el análisis muestra cómo, cuatro años después de la apertura de la gran superficie comercial, entre el 20 y el 30% de las pequeñas tiendas alimentarias cierran sus puertas. Por lo tanto, teniendo en cuenta que la mayoría de dichos comercios se encuentran en el centro de la ciudad, la primera respuesta a la pregunta sobre si el centro de las ciudades se ve afectado negativamente es que sí. Se pierde comercio minorista dedicado a la alimentación.

Un resultado curioso del estudio es que dicho impacto negativo parece desaparecer cuando la gran superficie es “de descuento”. Se entiende por superficie de descuento aquella que principalmente comercializa productos de marca blanca. Existen dos posibles explicaciones a este fenómeno: la primera es que los consumidores tienen unas preferencias relativamente rígidas y el traspaso de clientes del pequeño comercio a la gran superficie es menos inmediato. La segunda explicación consiste en que dichas cadenas no son tan competitivas en cuanto a productos frescos, llevando a los pequeños comercios a especializarse en este tipo de productos. Por lo tanto, si hay pequeñas tiendas alimentarias generalistas que cierran pero otras de productos frescos que abren, el efecto neto de la gran superficie comercial en el pequeño comercio de alimentación es inexistente. Sin embargo, para el caso de las grandes superficies comerciales convencionales (las que no son de descuento), el efecto en el pequeño comercio alimentario del centro de la ciudad, como se ha dicho anteriormente, es negativo.

Cabe ahora preguntarse si esta pérdida generada por la apertura de grandes superficies convencionales se ve compensada de alguna manera o, efectivamente, los centros de las ciudades se vacían de actividad comercial minorista. Los resultados del estudio muestran que aquellos locales que las tiendas de alimentación han dejado vacíos son ocupados (en su mayoría) por otros comercios como tiendas de electrodomésticos, de muebles, floristerías o ferreterías, entre muchos otros.

Por lo tanto, teniendo en cuenta estos resultados, está claro que la apertura de grandes superficies comerciales afecta al pequeño comercio y al centro de las ciudades. Sin embargo, no parece que acabe con la actividad comercial en estas zonas sino que produce un cambio en su composición, desplazando el comercio alimentario a las afueras debido al nuevo gran supermercado/hipermercado y convirtiendo el centro de las ciudades en el foco de otro tipo de actividad comercial minorista. Queda en el aire una pregunta, ¿es este cambio en la composición del comercio un motivo para restringir la entrada de grandes superficies comerciales en nuestras ciudades?