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Las desigualdades sociales y de género en el desarrollo cognitivo infantil.

Por Marisa Rebagliato Ruso y Llúcia González Safont (Unidad Mixta de Investigación en Epidemiología, Ambiente y Salud FISABIO-Universitat Jaume I-Universitat de València)


En un post anterior, explorábamos la relación entre problemas de salud mental en la infancia y Riesgo de Pobreza y/o Exclusión Social, y el papel del entorno familiar y comunitario. Numerosos trabajos han descrito la relación entre desigualdades sociales y salud, empleando indicadores como la clase social, la situación de empleo, los ingresos o el nivel educativo de madres y padres. Estos factores relacionan una peor posición social de madres y padres con consecuencias en el desarrollo de sus hijos/as.

En el caso del desarrollo cognitivo, esta tendencia es similar. Sin embargo, para describir cómo estos/as niños/as experimentan diferentes niveles de desarrollo es necesario considerar la combinación de varios ejes de desigualdad, no solo el del nivel socio-económico sino también el de género entre ambos progenitores. El modelo multinivel de Dahlgren y Whitehead es una buena forma de representar estos y otros determinantes de la salud de las personas. Este modelo, sin embargo, se aplica bien para adultos, pero es insuficiente para los/as niños/as. Por este motivo, algunos autores como Pearce y colaboradores han querido elaborar un nuevo modelo (Figura 1), donde se añade el carácter interactivo del entorno familiar.

Figura 1: Modelo ecológico de Pearce y colaboradores. Extraído, traducido y adaptado de Pearce A, Dundas R, Whitehead M, et al. Pathways to inequalities in child health. Arch Dis Child. 2019; 104:998–1003. doi: 10.1136/archdischild-2018-314808.

Para entender mejor cómo se combinan los ejes de desigualdad, utilizaremos un ejemplo. Pensemos en una pareja con un hijo en común. Las características de madre y padre pueden afectar de forma diferente el desarrollo de su hijo. En el caso de esta pareja, sabemos que la madre estudió filología hispánica, pero actualmente está en paro, mientras que el padre es técnico informático y sí que está trabajando. Para evaluar el efecto de clase social, trabajo y nivel educativo, podríamos usar medidas combinadas de ambos miembros. Pero a veces al hacer esto, las características del padre cobran mayor peso que los de la madre. Por ejemplo, cuando la madre está parada, se calcula la clase social únicamente del padre, de manera que la clase social de la madre queda invisibilizada, atribuyendo a toda la familia la clase social del padre. No obstante, es posible que un mayor peso social del padre no se corresponda con su influencia en el niño, y quizás sea la madre, a través de su nivel educativo, quien tenga un mayor efecto en el desarrollo infantil de su hijo, estimulándolo y pasando más tiempo con él.

En nuestro trabajo, incorporamos un doble eje de desigualdad (socioeconómica y de género) de madres y padres para comprobar su efecto por separado en el desarrollo cognitivo infantil. Estos ejes pueden tener efectos independientes en el desarrollo cognitivo, puesto que las dinámicas familiares pueden ser distintas para cada miembro, y siendo las madres las que dedican más tiempo al trabajo no remunerado (incluyendo el trabajo de cuidados y crianza). En nuestra investigación, detectamos que el nivel educativo, la clase social y la situación de empleo de madres y padres explicaban hasta en un 10,6% la variación de las puntuaciones del desarrollo cognitivo de sus hijos/as. Si analizamos el efecto del gradiente socioeconómico (clase social, nivel educativo y situación de empleo) por separado, la madre aportó más a este desarrollo cognitivo de (5,2%), en comparación con el padre (1,9%) a pesar de que existe una amplia varianza compartida (3,5%) (Figura 2). Para el caso de la madre, el factor de mayor influencia fue su nivel educativo, mientras que en el caso del padre fue la clase social(Figura 2).

Figura 2: Varianza individual y compartida de la Puntuación Global Cognitiva explicada por las variables del gradiente socioeconómico de madre y padre. Extraído de González L, Cortés-Sancho R, Murcia M, Ballester F, Rebagliato M, Rodríguez-Bernal CL. The role of parental social class, education and unemployment on child cognitive development. Gac Sanit. 2020 Jan-Feb;34(1):51-60. doi: 10.1016/j.gaceta.2018.07.014

Observamos también un patrón interesante, aunque no significativo: las madres que habían tenido inestabilidad laboral en el último año, tuvieron hijos/as con menores puntuaciones incluso en comparación con aquellas madres que habían sufrido paro de mayor duración.

Los factores como el nivel educativo de la madre y la clase social del padre fueron relevantes tras incluir otros más próximos (de acuerdo con el arcoíris de desigualdades). De estos elementos, los que mejor se relacionaron con desarrollo cognitivo a los cinco años de edad fueron la edad e inteligencia de la madre, y haber nacido pequeño/a para la edad gestacional, además de la edad y el sexo del propio/a niño/a. A pesar de incluir estas características más biológicas, la clase social del padre y la educación de la madre siguieron fuertemente asociadas al desarrollo cognitivo de sus hijos e hijas.

¿Por qué fue tan importante la educación de la madre? Las madres pasaron más tiempo con sus hijos/as en comparación con los padres. Un mayor tiempo compartido está relacionado con una mayor estimulación, y es posible que la madre aplique diferentes tipos de estimulación en función de su nivel educativo. Por este motivo, la educación de la madre es un factor fundamental en el desarrollo cognitivo. ¿Y por qué fue relevante la clase social del padre? Porque esta tiende a ser más estable que la de la madre a causa de que ellos tienen menos entradas y salidas del mercado laboral. Esto podría explicar por qué se relaciona más con el desarrollo cognitivo de su hijo/a que la de la madre. Utilizando nuestro ejemplo, es más probable que el padre siga trabajando de informático, mientras que puede que la madre acepte trabajos por debajo de sus cualificaciones, si estos le permiten compatibilizar mejor la crianza.

¿Qué recomendaciones podemos hacer? Es necesaria una educación pública y de calidad que garantice conseguir el máximo nivel educativo posible. Además, hay que garantizar medidas específicas para el embarazo, lactancia y crianza temprana, ampliando los permisos de maternidad y paternidad y fomentando y financiando un sistema público de educación infantil de primer ciclo. También son necesarias políticas de empleo que permitan una correcta reinserción de las mujeres en el mercado laboral, eliminando así las situaciones de trabajo precario. Por último, la coeducación debe garantizar el reparto equitativo de las tareas domésticas entre ambos miembros de la pareja. Las medidas de conciliación familiar, permitirían una mejor organización del tiempo de madres y padres.