Las ayudas por catástrofe exponen a más gente al riesgo

Por Marcel Henkel, Eunjee Kwon, y Pierre Magontier

Muchos países proporcionan fondos de ayuda para hacer frente al impacto negativo de los eventos catastróficos en la población y la economía local. En los Estados Unidos, el gobierno federal proporcionó 296.000 millones de dólares en ayudas por catástrofes entre 2001 y 2019. Sin embargo, la gente no se está alejando de las zonas propensas a los peligros: entre 2000 y 2020, los condados afectados por grandes huracanes experimentaron un aumento considerable de población, del 27,4%. En comparación, la población costera continental de Estados Unidos sólo creció un 14,9%. ¿Puede ser que las ayudas por catástrofe tengan el efecto colateral de aumentar el número de personas expuestas a este tipo de riesgo?

Los programas para paliar los efectos negativos de las catástrofes son una cuestión política, que adquiere una importancia especial cuando las grandes catástrofes se producen en medio de una campaña electoral. Sin embargo, existe una disyuntiva entre proporcionar ayuda legítima a las poblaciones afectadas y fomentar la permanencia de más personas y capital en las zonas peligrosas.

En un trabajo reciente estudiamos el impacto del ciclo electoral en las ayudas locales ofrecidas después de una catástrofe, así como las consecuencias de estas acciones en la distribución espacial de las actividades económicas en Estados Unidos. Para ello, explotamos el momento en qué se producen los huracanes y la distancia temporal de estos en relación con el Election Day. Utilizamos esta distancia temporal, que es exógena, como medida para clasificar los desastres naturales con mayor/menor importancia electoral. La Figura 1 muestra la distribución espacial de los huracanes que ocurren menos de un año antes del día de las elecciones federales (es decir, huracanes "en el ciclo" electoral) y los huracanes que ocurren más de un año antes del día de las elecciones federales (es decir, huracanes "fuera de ciclo" electoral).

Figura 1.  Distribución espacial de los huracanes, 2001-2019

En primer lugar, documentamos que los gobiernos locales gastan más de lo que recaudan en impuestos cuando los huracanes aparecen "en el ciclo", en comparación con los huracanes "fuera del ciclo" electoral. Para estos huracanes durante en ciclo, los gastos crecieron en promedio un 2% más rápido que los impuestos, con un aumento del 4,5% después de diez años. Al mismo tiempo, observamos que el momento de la catástrofe también tiene un impacto en la concentración espacial de la población. El panel derecho de la Figura 2 documenta que los huracanes "en el ciclo" provocan un aumento significativo, inmediato y duradero de la población, lo que indica que los individuos se dirigen a las zonas afectadas tras una catástrofe "en el ciclo". Por otro lado, el tamaño de la población total no se ve afectado por los huracanes "fuera del ciclo".

Figura 2. Huracanes vs. Gastos Netos y Población

Para poder medir el impacto de estas ayudas a nivel agregado, realizamos una serie de ejercicios en los que comparamos los efectos agregados del bienestar y la producción de las actuales políticas posteriores a las catástrofes con escenarios en los que se eliminan: 1) los ciclos electorales o 2) todas las políticas posteriores a las catástrofes. Calibramos el modelo con datos de Estados Unidos en 2001, teniendo en cuenta los impuestos y las transferencias netas entre regiones (incluidas las subvenciones posteriores a las catástrofes) y simulamos nuestro modelo hacia adelante durante 80 años.

La situación inicial de nuestro modelo representa un equilibrio espacial con la misma utilidad en todo el espacio así que los individuos, a los que se les permite tener preferencias idiosincrásicas de localización, no tienen incentivos para desplazarse. Utilizamos un periodo de simulación "corto" al reconocer la dificultad de simular la distribución futura de las amenidades fundamentales y los subsiguientes escenarios de adaptación. Tampoco estamos seguros del diseño de las instituciones políticas y electorales en el futuro. Por último, según los escenarios recientes de cambio climático es poco probable que la evolución de la frecuencia y la intensidad de los huracanes en la cuenca del Atlántico Norte cambie drásticamente antes de, al menos, 50 o 100 años, aunque este último elemento sigue siendo objeto de debate entre meteorólogos y otros científicos (Emanuel, 2011; Knutson et al., 2020).

Las simulaciones revelan que una consecuencia directa del sistema de ayudas actual es la de movilizar la actividad económica hacia las zonas costeras con mayor riesgo. Mostramos que, en comparación con los escenarios alternativos, el sistema actual de ayudas para catástrofes durante los ciclos electorales aumenta la población en las zonas costeras afectadas en un 7% en 80 años.

Figura 3. Tamaño de la población local durante los siguientes 80 años, en relación a los escenarios alternativos

a) Sin Ciclo Electoral
b) Sin ayudas por catástrofe

Nuestros resultados muestran que las políticas actuales contra las catástrofes mejoran el bienestar agregado a través del fomento de la emigración desde las regiones congestionadas y la provisión de servicios de mayor calidad. El bienestar aumenta un 0,82% después de 80 años (en relación con nuestro primer escenario) y un 2,10% (en relación con nuestro segundo escenario). Sin embargo, estas mejoras del bienestar se producen a costa de una menor productividad agregada y una reducción del PIB real a nivel nacional.

Intuitivamente, las mejoras en los servicios que ocurren como consecuencia de las ayudas económicas posteriores a la catástrofe animan a la población a concentrarse en las zonas costeras, lo que aumenta el bienestar general. A su vez, la emigración desde las regiones congestionadas que no sufren las catástrofes fomenta también parte de esta mejora en el bienestar. Sin embargo, este patrón de ordenación conlleva pérdidas de productividad global debido a que la emigración se produce desde las ciudades más productivas, lo que se traduce en una pérdida de producción agregada. La contabilización de otras consecuencias del cambio climático, como el aumento del nivel del mar (Kocornik-Mina et al., 2020; Desmet et al., 2018), probablemente mitigaría el impacto positivo sobre el bienestar, debido al coste de estar expuesto a otros desastres.

Nuestros resultados muestran que las ayudas por catástrofes tienen como consecuencia no deseada la concentración de la actividad económica en zonas costeras propensas a la experimentación de más catástrofes. En tiempos de cambio climático y aumento del riesgo de catástrofes, los responsables políticos deberían ser conscientes del coste adicional que conllevan los actuales programas, que no es fácilmente observable y que va asociado a las complejas respuestas espaciales que provocan estas ayudas.