La última crisis argentina

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de Martín Gonzalez Eiras

Este año Argentina y Turquía lideran lo que probablemente sea un dominó de sudden stops en mercados emergentes. La dinámica es similar en ambos casos, y parece calcada a la de pasadas crisis que se producen al consumir persistentemente por encima de los ingresos. Por ejemplo, la pérdida de confianza, fuga de capitales, y aumento en el riesgo de default, es similar a la que se vio en la periferia de la zona euro a comienzos de esta década.

Aunque estos episodios revelen una dinámica similar, diríamos de libro de texto, difieren en la secuencia de decisiones y shocks que les condujeron al desajuste inicial. Parafraseando a Mario Vargas Llosa, y pecando de falta de originalidad, podríamos preguntarnos cuándo se jodió el plan económico de Mauricio Macri. Recordemos que fue en los primeros días de mayo de este año cuando comenzó la corrida contra el peso alimentada por la pérdida de confianza. En el resto de esta nota trataré de hacer un análisis de las causas mediatas e inmediatas de la última crisis argentina.

En 2011 Cristina Fernández de Kirchner logra la reelección con el 54% de votos. En lugar de corregir los desequilibrios macroeconómicos---peso sobrevaluado y subsidios a la energía y transporte en la ciudad de Buenos Aires y sus suburbios---que permitieron su amplia victoria, el gobierno los acentúa. Lo hace con el objetivo de forzar una nueva candidatura de Fernández de Kirchner en 2015, a pesar que la constitución del país solamente contempla una reelección consecutiva.

Los sueños de “Cristina eterna” se terminan cuando la alianza circunstancial de Sergio Massa, ex jefe de gabinete de Fernández de Kirchner, con Macri se impone en la provincia de Buenos Aires en las elecciones de mitad de mandato en 2013. Fernández de Kirchner sigue gobernando sin corregir los desequilibrios arriba mencionados. Y termina su mandato transfiriendo recursos por aproximadamente 2,5 puntos porcentuales del producto a los gobiernos provinciales dejando al nuevo gobierno una verdadera bomba de tiempo.

Los cuadros técnicos de la alianza Cambiemos discutieron largamente las políticas que habrían de implementar en caso de ganar las elecciones de 2015. Había desacuerdo sobre el grado de gradualismo y shock que debía tener el necesario ajuste fiscal y tarifario. El ala política defendía un mayor gradualismo consciente del poco margen de maniobra que tendría un gobierno de minorías parlamentarias y casi sin experiencia de gobierno. Dentro del ala económica algunas voces alertaban sobre el riesgo de dilatar el ajuste.

Macri gana las elecciones prometiendo reducir, y eventualmente eliminar, las retenciones a las exportaciones agropecuarias, y el levantamiento del control de cambios. Su equipo confía que éstas, y otras medidas como un pronto acuerdo con los holdouts, conducirían a un crecimiento sostenido apuntalado por la inversión que permita, por un lado reducir la inflación, y por otro lado la eliminación gradual de las distorsiones. En los ojos del nuevo gobierno el país no tenía un problema fiscal sino uno de crecimiento.

Aun y dándole al gobierno el beneficio de la duda respecto a su, un tanto naif, diagnóstico inicial, demostró poca capacidad para adecuar sus políticas a cambios en el contexto. Decidió mantener la baja en las retenciones a pesar de la mencionada transferencia de recursos a los gobiernos provinciales que hace Fernández de Kirchner al final de su gestión. A mediados de 2016 otorga un blanqueo de capitales, que le proporciona un aumento transitorio de recursos, asociado a un aumento permanente en las jubilaciones. Cualquier ilusión que con el blanqueo se materialice la demorada llegada de inversiones se pierde cuando, menos de dos meses más tarde, la Corte Suprema invalida los ajustes tarifarios obligando al gobierno a reducir la velocidad con la cual recortaba subsidios energéticos.

Quizás el ejemplo más doloroso de la incapacidad del gobierno de Macri para sortear obstáculos fue la respuesta que dio a los disturbios violentos que rodearon la sanción, en diciembre del año pasado, de un cambio en la fórmula de actualización de las jubilaciones que implicaba una pérdida en el poder adquisitivo de las mismas. El gobierno no vio en la movilización de los violentos la contracara de su triunfo electoral en las elecciones de mitad de mandato: derrotados en las urnas, la influencia de los kirchneristas se reducía a manifestaciones y protestas. Interpretó los hechos como el reflejo de su propia debilidad para adoptar políticas impopulares.

Así, el intento de entrar en una etapa de “reformismo permanente” quedó sepultado bajo la montaña de piedras que los violentos arrojaron en las puertas del Congreso Nacional. Para compensar los efectos negativos sobre el crecimiento que esto pudiera tener, ya sea por efectos directos o sobre las expectativas, la jefatura de gabinete ideó un asalto sobre la independencia del Banco Central. El 28 de diciembre anunció la flexibilización de la meta de inflación para este año al 15%. Y a los pocos días se recortaron las tasas de interés, dejando en claro que el cambio de la meta no era solamente un cambio en el objetivo de política monetaria, sino también una intromisión sobre como conducir la misma.

Lo notable es que semejante atropello tuvo lugar prácticamente una semana después que en Estados Unidos se sancionara la reforma tributaria impulsada por Donald Trump. Con un mínimo de conocimiento de macroeconomía se podía inferir que una política fiscal más laxa iba a forzar a la Reserva Federal a acelerar la velocidad con la cual estaba aumentando la tasa de interés de referencia. La divergencia en los niveles de riesgo país de la Argentina y el resto de los países latinoamericanos desde fines del año pasado indica que, para los mercados financieros, la decisión de la jefatura de gabinete marcó el momento en que el gobierno terminó por cavar su propia tumba.

Se me ocurren dos explicaciones para esta cadena de errores desde el comienzo del mandato de Macri. Por un lado un estilo de conducción muy disperso con 22 ministros sin poder (los cargos que tradicionalmente estaban en Economía llegaron a estar distribuidos en seis ministerios). Por otro lado, quienes detentaban el poder, el jefe de gabinete y su dos vicejefes, no tenían la formación adecuada. En particular su experiencia en el mundo de los negocios no los preparó para anticipar los efectos de equilibrio general de las políticas implementadas, de las contempladas pero no llevadas a cabo, ni de los cambios en el contexto por shocks externos o acciones de actores institucionales o no institucionales domésticos.

Recientemente Macri expresó su deseo que esta sea la última crisis argentina. Lo será seguro, hasta la próxima.

Hay 6 comentarios
  • El autor es un economista argentino joven. Como economista argentino viejo criado cuando se generó el gran problema argentino --el enfrentamiento político entre peronistas y anti-peronistas-- considero que las crisis económicas, la primera en 1951, son consecuencias de ese problema. Muchos creyeron que el golpe militar contra Perón (1955) sería suficiente para terminar con el peronismo, pero pronto comenzó una nueva etapa de ese enfrentamiento porque Frondizi (1958) llegó al poder gracias a Perón y sentó las bases de la organización del movimiento peronista. Aunque Frondizi pareció haber fracasado (depuesto en 1962), el anti-peronismo fue incapaz de gobernar y cedió a los militares esta función hasta su fracaso trágico y final. Desde diciembre 1983, Argentina ha sido gobernada por anti-peronistas sin ninguna intención seria de cambiar algo y por peronistas dispuestos a cualquier cosa para mantenerse en el poder (como lo probó Menem a partir de 1991 después de 2 años de gobierno desastroso). El problema principal de los peronistas es que divididos no tienen mayoría absoluta y de los anti-peronistas que su unidad depende no de un programa común sino de la probabilidad de ganar la próxima elección, probabilidad que depende a su vez de la unión de los peronistas.

    Las políticas de los peronistas han llevado y seguirán llevando a grandes crisis, pero las políticas de los anti-peronistas jamás serán suficientes para resolverlas y evitar un nuevo triunfo del peronismo.

  • Discrepo en gran parte del análisis, pero todo se puede debatir hasta este parrafo " El gobierno no vio en la movilización de los violentos la contracara de su triunfo electoral en las elecciones de mitad de mandato: derrotados en las urnas."

    Acá se hace una tergiversación de los acontecimientos, ya sea por maldad o por ignorancia particularmente en el uso de "violentos" como adjetivos calificativos. Lo que hubo fue una manifestación popular en la cual los servicios de inteligencia se infiltraron (siempre presentes) para comenzar los disturbios y así dar pie a la represión. Para dar un ejemplo concreto, acá vemos a la policía ese mismo día reprimiendo a un jubilado https://www.youtube.com/watch?v=QIqdvBTExns

  • Lo siento pero no consigo leer el artìculo de manera natural, es confuso usando variables macro sin ninguna ref. que me ayude a verificar los elementos que se mencionan ( transfiriendo recursos por aproximadamente 2,5 puntos porcentuales del producto ) .

    Ademas creo que algunas menciones necesitan de un poco mas de esfuerzo sintactico a mi entender (A mediados de 2016 otorga un blanqueo de capitales, que le proporciona un aumento transitorio de recursos, asociado a un aumento permanente en las jubilaciones. Cualquier ilusión que con el blanqueo se materialice la demorada llegada de inversiones se pierde cuando, menos de dos meses más tarde, la Corte Suprema invalida los ajustes tarifarios ).

  • Las crisis cíclicas en Argentina se deben a unos pocos factores políticos: corrupción sistémica, demagogia, egoísmo, cortoplacismo, revanchismo. Es un círculo vicioso del que cuesta ver por dónde salir.

    • Completamente de acuerdo contigo, NABURU.
      A mi, eso de los "violentos" me suena mucho, la verdad. Por lo visto, por solo salir de tu casa para quejarte ya te convierte en violento, sobre todo si la policía ha montado un dispositivo especial para romper escaparates y cargarse un poco de mobiliario urbano.
      Para mi las crisis económicas argentinas tienen dos patrones, el político: que solo hay un partido, el peronista; el resto, como bien dices, son antiperonistas. Y el técnico: que, con el debido respeto que se merece su democracia, su economía está dirigida por bobos sin moral, o bobos sin preparación.

  • Buenas

    Me alineo totalmente con Jordi Salvador en relación a la apreciable falta de claridad en el artículo, que en cierto modo lo vuelven algo impreciso y difícil de leer para un lector imparcial, ajeno a la crisis Argentina, aún con conocimientos macroeconomicos. No menos relevante es la utilización de anglicismos sin cursiva ni entrecomillado o algún elemento que deje constancia de ello. ( Ejemplo: naif.)

    Espero que el titular del blog corrija estos asuntos por el bien del lector y la calidad de las publicaciones.

    Muchas gracias

    Saludos cordiales

    Gracias

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