La Teoría de la Evolución SÍ es una Teoría (y Sirve para Hacer Economía)

Evolucion PCDe Pedro Rey Biel (@pedroreybiel)

A raíz de mi anterior entrada con Marcel Jansen, se produjo una interesante discusión en los comentarios sobre el rol de la teoría en la ciencia económica. Una primera postura, encabezada en los comentarios por Jesús, enfatizaba una visión rigurosa sobre la ciencia, que no sería tal sin estar basada en teoría. La segunda postura, que ejemplificamos en la entrada en la figura de Esther Duflo y que Anxo defendió en los comentarios, tiene un enfoque más experimental, resaltando la importancia práctica de usar lo que hemos aprendido para tener un papel más activo como economistas en la resolución de los problemas de la sociedad, pero perdiendo el miedo a probar nuevas medidas (a pequeña escala), cuya efectividad dependa quizá mucho más de pequeños detalles prácticos que de los formalismos, en muchos casos abstractos, de un modelo matemático formal. Mi intención hoy es apuntar que ambas posturas no tienen por qué estar enfrentadas. Es sólo cuestión de tener una visión suficientemente amplia de los que significa "teoría económica".

En general, los modelos económicos se abstraen del comportamiento humano más complejo para permitir arrojar algo de luz sobre un aspecto concreto de dicho comportamiento. En ese proceso, naturalmente se ignoran intencionadamente múltiples aspectos importantes del "mundo real". De forma similar, el diseño experimental hace uso también de la abstracción para, limitando el número de tratamientos experimentales, reducir el número de posibles explicaciones del comportamiento observado en el experimento. Por tanto, el objetivo compartido tanto de los modelos como de los experimentos es arrojar luz sobre el comportamiento (económico) usando simplificaciones de la realidad.

Como dice Jesús, la teoría y los experimentos pueden, y deben, en muchos casos retroalimentarse. Una teoría económica es más útil si no se queda en un mero ejercicio intelectual (o lo que es peor, en una abstracción complicada usada para justificar una cierta ideología). A su vez, los experimentos basados en un conjunto de hipótesis bien definidas y formuladas, tienen más sentido que probar cualquier cosa "a ver qué sale".

No obstante, el testar teoría no es el único objetivo del trabajo experimental. En primer lugar, no está hoy en día ya tan claro que es lo que constituye una "teoría". Hasta hace poco, se trataba de una modelo matemático preciso no trivial. Pero éste está lejos de ser el caso en otras ciencias sociales, donde la "teoría" viene a veces en forma de descripciones verbales o gráficos de flujos. No olvidemos además que aunque los modelos matemáticos han dominado la discusión neoclásica en economía desde los años cincuenta del pasado siglo, no está claro que debamos restringirnos a ellos.

De hecho, éste no era el caso en el pasado. Los padres fundadores de la economía académica, Adam Smith, David Ricardo, François Quesnay, usaban argumentos verbales para explicar sus teorías, si bien en la época se les consideraba "filósofos", más que "economistas".  La teoría de la mano invisible o el concepto de ventaja comparativa son aún en día extremadamente útiles para explicar los mercados competitivos y la especialización y el comercio, respectivamente.

El formalismo matemático ha sido extremadamente útil en Economía porque unifica metodologías científicas, evitando tener diferentes explicaciones para cada manifestación de un fenómeno económico similar. Gracias a ello, la Economía ha conseguido evitar el problema de gran parte de las ciencias sociales, donde las teorías son un poco como los cepillos de dientes: Todos tienen uno... pero no nos gusta usar el de otros. La unificación metodológica es positiva para producir teorías mas robustas, pero no debemos limitaros tampoco a un sólo tipo de herramienta.

Pongamos por ejemplo la reciente literatura sobre diferencias de género ante la competición (de la que hemos hablado muchas veces, y que tocó Anxo el lunes). La mayoría de los artículos experimentales seminales de esta literatura no contienen una sola fórmula matemática. Sin embargo, están inspirado en teoría. En concreto en la teoría de la selección natural de Darwin (1871), que explica que algunas características evolutivas, tanto físicas como de actitudes, se pueden explicar por la competición. Autores posteriores como Bateman (1948) o Trivers (1972) argumentan que las diferencias de género ante la competición pueden haber evolucionado debido a la competición por las parejas sexuales, donde la promiscuidad podría ser mas valiosa para el éxito reproductivo de los machos que de las hembras.

Este ejemplo muestra que se pueden hacer experimentos económicos interesantes basados no necesariamente en teoría económica, sino en teoría proveniente de la Biología, la Psicología o la Antropología. Los resultados de los experimentos económicos muestran evidencia compatible con la teoría de que las mujeres pueden tener una actitud menos competitiva que los hombres, lo que a su vez podría ser una de las posibles explicaciones (parciales y alternativa) de las diferencias salariales entre géneros. Por supuesto, que el importante debate sobre diferencias salariales está lejos de cerrarse con los resultados de unos pocos experimentos. pero un enfoque que ponga junto evidencia de distinto tipo (datos de campo, datos del mercado laboral) puede ser mucho más enriquecedor para entenderlas.

Los experimentos económicos crean una versión idealizada y simplificada del mundo real, y esta es una de sus limitaciones. Por ello, es improbable que contengan todos los aspectos de la realidad de forma que se traduzcan en estimaciones precisas de cómo ocurrirá un fenómeno.Esta es la razón por la que, en mi opinión, tiene poco sentido calibrar los parámetros de un modelo teórico  particular en un experimento de laboratorio. Tanto la teoría como el experimento dan un sentido del a dirección en la que ocurre algo y quizá de cómo interaccionan ciertas variables, pero la calibración de los parámetros depende mucho más de aspectos concretos y prácticos, como los que destaca Duflo.

Además, los experimentos deben ser necesariamente sencillos, a riesgo de que sus participantes ni siquiera entiendan las instrucciones. Esto no quiere decir que la explicación teórica que los motiva deba ser simple. En muchos casos, los modelos teóricos se vuelven incluso demasiado complejos para que los resuelvan los economistas teóricos, así que no nos restrinjamos a hacer experimentos sólo sobre aquellos modelos que hemos sabido resolver. Piensen por ejemplo en los modelos de subastas, que cualquier estudiante de doctorado sufre. Cuando se modelan distintos formatos de subastas, en muchos casos o no existe un equilibrio o existen múltiples equilibrios. y resolverlos requiere hacer supuestos increíblemente restrictivos. Pero aún así es importante testar cómo se comportan los pujantes ante distintos tipos de subastas.  Como dicen Vernon Smith y Charlie Plot, el laboratorio puede usarse como un "túnel de viento" para comparan distintas instituciones.. Quienes diseñan distintas subastas, y también los teóricos, se han beneficiado en el pasado de los experimentos realizados con ellas.

En fin, y siguiendo con la teoría de la evolución, igual los que deberíamos evolucionar somos los propios economistas académicos y admitir que no toda la teoría se hace con ecuaciones: ni es lo único ni necesariamente lo más práctico (ni realista).

Nota: Esta entrada está basada en el artículo "What is an Economic Theory that Can Inform Experiments?", coautorado junto a Uri Gneezy, y disponible aquí.

Hay 8 comentarios
  • Otro ejemplo es Malthus y la aplicación de la teoría de la selección natural a la diferencia entre ricos y pobres.
    El fallo de aplicar las conclusiones de las leyes naturales, que en un buen porcentaje no son manipulables por el hombre, a la economía es que esta si es manipulable por el hombre.
    El mercado en competencia perfecta es teorico aunque se utilice para defender los intereses de cada grupo de interes

  • Pedro, comparto 100% tu argumentación. Los motivos evolucionistas (que no evolutivos) pueden explicar muchísimo el comportamiento de los individuos. Como no podía ser menos en la ciencia (jeje), encontré hace unos años una rama de conocimiento que, como propones tú, relaciona la biología, la antropología y la psicología: la Psicología Evolucionista. Esta disciplina trata de explicar las los hechos buscando las «causas últimas» de comportamiento, frente a las «causas próximas» que son las que hasta ahora usábamos para justificar las conductas de los individuos.
    ¡Pero no sesguemos nuestro juicio!, aunque se llame «psicología» es un conocimiento transversal aplicable a numerosos entornos —por ejemplo yo, lo estoy aplicando al campo del comportamiento del consumidor—. Hay autores que en la pasada década comenzaron a aplicar estas teorías al marketing, entre otros Vladas Griskevicius, Douglas Kenrick, Gad Saad... También tenemos a Joshua Tybur (https://scholar.google.com/citations?user=Ash8oRMAAAAJ&hl=en), que tiene diversos trabajos publicados en el campo del consumo e incluso de las políticas económicas públicas. El padre de esta disciplina es David Buss (Buss, D. M. (Ed.). (2005). The handbook of evolutionary psychology. John Wiley & Sons.).
    No sé si aporta algo al artículo... ¡Gracias! Angel.

  • No tengo tiempo ni espacio aquí para profundizar en este interesante tema. Sólo me gustaría apuntar que la llamada teoría de Darwin es objeto de fuerte contestación desde hace bastante tiempo. En esencia, se resalta su carácter tautológico. Basta poner en Google "Darwin" "tautology" y se encuentra abundante información sobre el particular.

    Un enfoque particularmente cañero aquí:

    https://www.youtube.com/watch?v=-XEwy88YY7Q

    En realidad Darwin es el científico más sobrevalorado de la historia. Ni la evolución (que es un hecho incontestable, no una teoría), ni la transmisión parcial de caracteres de padres a hijos, ni las leyes de la herencia, ni la genética molecular, son descubrimientos suyos. (Lo anterior no impide reconocer que era un excelente naturalista, como prueban las numerosas observaciones valiososas que hizo.)

    Si la "teoría" de la selección natural es inválida en el ámbito biológico, con mayor motivo parecen serlo sus diversas generalizaciones o extensiones al ámbito de la economía. Mucho ojo, pues.

      • Para empezar, la evolución no es una teoría; lo fue hace tiempo, cuando la formularon Lamarck y otros, mucho antes de Darwin. Hoy es un hecho contrastado por pruebas apabullantes.

        El artículo que Vd. enlaza confunde la evolución con la llamada "ley" de la selección natural, por estar escrito desde la beligerancia anti-creacionista. Sin embargo, señalar el carácter tautológico, y por tanto estéril, de la llamada "ley" de selección natural no tiene nada que ver con sostener tesis creacionistas.

        Darwin no descubre la evolución. Tampoco las mutaciones (conocidas fenotípicamente desde que el mundo es mundo). En cuanto a las leyes de la herencia y sus bases moleculares, fueron absolutamente desconocidas para el inglés.

        Lo que es característico de Darwin es la "ley" de la selección natural, una tautología flagrante (sobrevive el más apto y el más apto sólo puede ser definido como "el que sobrevive") y, como tal, una bobada de tal calibre, que causa asombro que, durante 150 años, tantas personas inteligentes le hayan dispensado su consideración intelectual.

        Repito: Darwin fue un buen científico, pero también el más sobrevalorado de todos los tiempos. Y, antes que nada, un icono pop de nuestro tiempo, un mito encumbrado por la cultura de masas.

        • Si te tomas la molestia de leer a Darwin, o sobre él (y no sólo sobre "Darwin"), que además publicó seis ediciones de El Origen, incorporando nuevos capítulos dónde discutía cuidadosamente las objeciones que le planteaban otros naturalistas (objeciones muy buenas y válidas, por más que fueran "creacionistas") verás que 1) la teoría de la selección natural es mucho más que el famoso silogismo de la "aptitud", que además no es más tautológico que las razas de perros o los vegetales que comemos, y 2) que era un científico exquisitamente consciente de los supuestos que necesitaba su teoría, y que los exponía y discutía de manera ejemplar. No sé que más se le puede pedir a un gran científico. Y también lo era de la diferencia entre el hecho de la evolución y la teoría que él proponía como explicación privilegiada de la misma, que no única.

          • Me tomé esa molestia hace tiempo.

            Darwin era muy observador (esta es su principal virtud) y, como Vd. bien dice, meticuloso en su argumentación. Sin duda era consciente de su ignorancia de lo básico (las leyes de la herencia) y de la debilidad lógica de su "ley" de la selección natural.

            La ciencia se hace a base de muchas aportaciones pequeñas, algunas geniales y otras no tanto. La buena divulgación científica subraya siempre ese carácter colectivo. La mala, en cambio, se entrega con entusiasmo a la creación de ídolos pop para consumo de masas. Los ídolos pop se convierten en protagonistas de historias sensacionales (Darwin contra los curas, Darwin caricaturizado como un mono).

            Una vez creado el elenco de ídolos populares, todos los matices desaparecen. Como por ejemplo, y sin ir mas lejos, el hecho de que la misma "ley" de la selección natural fue formulada por A.R. Wallace antes que por Darwin.

            El mismo proceso ha afectado a nuestra idea de Newton y Einstein, por ejemplo. Los ídolos han eclipsado a Hooke, Huygens, Barrow, Poincaré, Lorentz, Hilbert, etc. Se proyecta de esta manera una concepción profundamente equivocada y antididáctica de la ciencia.

            Peor aún si, como en el caso de la "ley" de la selección natural, se usa el ídolo para inferir alegremente "leyes" aplicables a las ciencias sociales.

  • Tomando como ejemplo la "teoría se la selección natural darwiniana", creo que puede ser útil pensar la relación entre teoría y hechos en los siguientes términos: Si en las poblaciones naturales se genera continuamente variabilidad, y si ésta variabilidad es isotrópica (ocurre con igual probabilidad en cualquier dirección) y si es de muy pequeña magnitud, entonces la presión ambiental determina el cambio evolutivo, y la selección natural es explicación suficiente de la diversidad de formas de vida (la explicación de cada rasgo consistirá en identificar la presión ambiental que le ha dado forma). Ésta es, resumiendo, claro, la "teoría de la selección natural". Consiste, como cualquier teoría, en formular una serie de supuestos (suministro continuado de variabilidad, de muy pequeña magnitud, y con igual probabilidad en cualquier dirección), y extraer las consecuencias de esos supuestos, a la manera de un silogismo. Luego, los supuestos pueden traducirse a términos matemáticos, para cuantificar (por ejemplo, cuánto tiempo tarda un nuevo rasgo ventajoso en fijarse en una población, en función de su heredabilidad, del coeficiente de selección, etc.). Sin embargo, otra cuestión clave es obviamente la de si esos supuestos son MATERIALMENTE correctos, es decir, si en las poblaciones la variación se presenta efectivamente de esa manera... Algo similar ocurre con cualquier "teoría": están los supuestos, las consecuencias, y luego el asunto de la corrección material de los supuestos.

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