La persistente brecha salarial y la penalización por la maternidad

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Por Almudena Sevilla

Se han logrado avances significativos hacia la igualdad de género pero los desafíos sustanciales que aún quedan son críticos. Todavía persisten disparidades salariales entre hombres y mujeres, con una brecha salarial que oscila entre el 20% y el 80% en todo el mundo. La desigualdad de género no sólo es injusta, también tiene un costo de oportunidad significativo en términos de crecimiento económico. El objetivo de la política debería ser llegar a una situación en la que el género no influya en los procesos de toma de decisiones de las personas, incluido el trabajo. Uno de los principales cambios de paradigma a la hora de pensar en los desafíos de la formulación de políticas futuras en torno a la igualdad de género es comprender los complejos mecanismos detrás de la penalización por maternidad.

Los economistas coinciden en la profunda interacción entre la vida familiar y las decisiones en el mercado laboral (ver aquí). Ahora sabemos que si las ocupaciones de las mujeres siguieran la distribución masculina, un tercio de la diferencia de ingresos entre hombres y mujeres desaparecería (ver aquí). Los otros dos tercios de la diferencia de ingresos basada en el género provienen de factores dentro de cada ocupación. La incapacidad de las mujeres para combinar el trabajo con la familia parece explicar la mayor parte de la brecha salarial, en parte debido a las mayores exigencias relativas de las mujeres en el hogar. Los datos de décadas de investigaciones sobre el mercado laboral y el uso del tiempo confirman este efecto, lo que impulsó políticas como la baja parental y los subsidios para el cuidado infantil para abordar el problema. Sin embargo, después de años de implementar estas políticas, la igualdad de género sigue siendo difícil de alcanzar (ver aquí). El enfoque actual presenta dos obstáculos importantes que limitan el diseño de políticas efectivas: en primer lugar, es necesario reevaluar el enfoque de las políticas y la investigación que consideran el nacimiento de los hijos como punto de partida para la creciente brecha de género en el mercado laboral. En segundo lugar, es necesario para las políticas comprender mejor los mecanismos subyacentes a la dinámica de la llamada penalización por maternidad.

Las horas de trabajo parecen ser parte de la explicación de las crecientes brechas de ingresos después de la formación del hogar y el nacimiento de los hijos. Sin embargo, las mujeres comienzan a reducir las horas de trabajo al formar un hogar, y no necesariamente al dar a luz a un hijo. Es importante señalar que el establecimiento de un hogar, además del nacimiento de los hijos, influye en las disparidades de género que se observan en las tareas del hogar y las desigualdades en el mercado laboral. Los datos de varios países muestran que la formación de una pareja conduce a un aumento del trabajo doméstico de cinco horas y media por semana para las mujeres, mientras que la diferencia en el trabajo doméstico total entre hombres casados y solteros no es estadísticamente significativa y asciende a menos de un cuarto de hora a la semana (ver aquí). Esto es válido para una amplia variedad de países, incluso para parejas que no tienen hijos.

Además, si bien la penalización en los ingresos de las madres se reduce a medida que sus hijos crecen y las madres trabajan más horas, especialmente para las menos educadas, persiste la pregunta de por qué no se recuperan los niveles iniciales de empleo y horas de trabajo (ver aquí). La pérdida de capital humano es sólo una parte de la historia. Una respuesta alternativa proviene de la exploración de encuestas diarias de 24 horas. Como se ha documentado ampliamente, las tareas domésticas y cuidado de los niños recaen en las madres mucho más que en los padres, independientemente de la edad de los niños. Menos conocido es el hecho de que las demandas de tiempo para las tareas domésticas y el cuidado de los niños siguen siendo altas incluso cuando los niños ingresan a la escuela y pueden ser limitantes para las mujeres que pasan hasta 7 horas con niños mayores de 6 años. Mientras que el tiempo de cuidado de los niños parece disminuir durante la adolescencia, hay razones para creer que el tiempo capturado por las encuestas diarias es un límite inferior de las limitaciones reales que enfrentan las madres con hijos adolescentes cuando consideran volver a trabajar o trabajar más horas. La naturaleza impredecible de las necesidades de los niños, especialmente a medida que maduran y sus vidas se vuelven más complejas, requiere que los padres (en particular las madres) estén mental y emocionalmente disponibles. Esta expectativa sobre las madres, ya sea autoimpuesta o externa, puede crear un sentimiento de responsabilidad y culpa que obliga a muchas madres a mantenerse constantemente dispuestas a responder a las necesidades de sus hijos y les impide volver a trabajar o aumentar el número de horas que dedican a trabajar (ver aquí). Estar emocionalmente disponible y ser capaz de brindar apoyo cuando sea necesario también puede explicar por qué las abuelas, al igual que las madres, experimentan una caída en sus ingresos y horas de trabajo tras la llegada de un nieto, a pesar de los bajos niveles generales de tiempo dedicado al cuidado de los niños (ver aquí).

Tabla 1: Horas al día dedicadas a cada actividad

Notas: La muestra está formada por cabezas de familia que tienen al menos un hijo menor de 18 años viviendo en sus hogares. Los datos se derivan de la Encuesta Estadounidense sobre el Uso del Tiempo (ATUS) de 2003-2024. Todas las mediciones de tiempo para estas actividades se miden en horas por día.

Mi conclusión es que a pesar de los avances en materia de igualdad de género, la brecha salarial sigue siendo un desafío importante. Los formuladores de políticas aún tienen que comprender los matices y los intrincados mecanismos que explican por qué los ingresos de las mujeres se ven afectados al convertirse en madres, especialmente cuando las madres ajustan las horas de trabajo después del nacimiento de los hijos y exhiben ausencias prolongadas de la fuerza laboral a medida que los niños crecen. Es vital que las políticas vayan más allá de las preocupaciones centradas en los niños y abarquen la dinámica general de la creación de hogares y sus ramificaciones en la equidad de género. Los diarios de tiempo tradicionales no logran resumir la preparación emocional asociada con la crianza de los hijos, lo que significa un vacío notable en la literatura existente. Abordar esta escasez de datos presenta una valiosa oportunidad para que la investigación en ciencias sociales oriente las estrategias políticas para promover una distribución equitativa de la responsabilidad doméstica. Esto incluye el fomento del desarrollo de tecnologías y culturas laborales que alienten a los empleadores a adaptarse a acuerdos laborales más flexibles y hacer que ambos progenitores disfruten de las bajas parentales.

Hay 11 comentarios
  • Todas las personas que tienen hijos, incluyendo los progenitores no gestantes en parejas cisgénero (que son la gran mayoría), tienen que elegir a qué dedicar su tiempo incluyendo el cuidado de la prole.
    Sé que no es un blog de ciencias naturales, pero obviar el factor biológico, principal motivador del tema en cuestión, es poco científico. No todo es ambiental.

    • El factor biológico está muy condicionado por el contexto institucional (sociedad, leyes, costumbres, etc).No es lo mismo que puedas elegir dejar un trabajo para gestar y criar un hijo, porque la maternidad se paga, que por el contrario se considere que ser madre es una afición que se hace por gusto.

  • Tratar la "brecha salarial" como si de un ente autónomo se tratara, que no tiene que ver con las decisiones personales de cada cual, es un reduccionismo que implica una toma de posición previa. La brecha salarial, en sociedades de base legal igualitaria como la nuestra no es un problema legal, ni social, sino una cuestión de elección personal. Tiene una base biológica, porque hay cosas que "tiene" que hacer una mujer pero no puede hacer de momento un hombre, como gestar, parir o amamantar, y tiene una base evolutiva, psicológica y personal. Si decido dedicar una parte de mi tiempo a cuidar de mis hijos, si no puedo ir mañana a ese importantísimo viaje laboral a París porque mi niño tiene, también mañana, esa función colegial que para él y para mi es más importante. Si salgo pitando del trabajo porque la niña tiene voleibol a las seis en punto y tengo que llevarla... eso me afecta laboralmente. Es mi decisión. Yo decido qué cargas asumo y qué me implican. A lo mejor, solo a lo mejor, ocurre que más mujeres que hombres toman decisiones laborales no primando tanto la remuneración como otros factores de desarrollo personal. A lo mejor, solo a lo mejor, sacralizar el mejor desempeño laboral (el mejor salario) como si eso fuera un indicador de discriminación y no incentivo al que se puede optar o al que se puede renunciar porque se prefieren otras cosas, es una actitud típicamente... masculina.

    • De gustibus non est disputandum....¿o si? En el artículo subyace un cambio de perspectiva sobre el welfare, que en vez de tomar las preferencias individuales como un imput exogeno de la función de bienestar social, la autoridad puede tratar de forzar un cambio de las mismas...el problema es quien decide este cambio..., y al imponerlo ¿impone sus preferencias sobre las de otros? Interesante cuestión.

    • Pero las decisiones individuales se toman en un contexto institucional (leyes, costumbres, etc). Y no creo que sea descabellado mejorar los contextos institucionales para favorecer una elección libre.

      • Ya, pero ese argumento lo aplica tambien una dictadura. Cambios institucionales que favorecen los valores/utilidades de la autoridad para forzar elecciones diferentes de las personas,incluso en su ambito personal y familiar...

          • Ese era el punto de partida, la elección ya es libre (salvo que vivas en una dictadura islámica que te fuerce a estar en casa cuidando de tus hijos). Si no fuera una elección libre, tampoco sería relevante hablar de preferencias individuales, solo las preferencias del dictador. Mi comentario se refiere a que las políticas que traten de alterar la elección individual sobre decisiones personales de consumo y trabajo tienen un componente normativo (subjetivo). Se pueden medir el comportamiento empíricamente, pero no proponerse intervenciones que lo modifiquen objetivamente fundamentadas (algunas personas estarán de acuerdo con ellas (a mi personalmente promover un menor gap entre géneros me parece bien), y otras no lo estarán (incluyendo muchas mujeres con fuertes valores tradicionalistas). Lo que quiero decir es que estas políticas no formarían parte de la economía positiva, sino de la normativa: nos salimos del marco estándar de social welfare y entramos en el adoctrinamiento político.

            • 1- Como no vivimos en una dictadura islámica ya somos libres. Olvidas que la libertad tiene grados y tal vez podamos ser más libres en nuestra sociedad.
              2- Decir que la elección es libre en el actual contexto institucional ya es un juicio de valor. Lo que dices al principio choca con lo que dices al final.
              3-El carácter supuestamente subjetivo de economía normativa depende de lo que entiendas por esta. No es lo mismo decir "si haces esto, pasará lo otro" que decir "hay que hacer esto". Lo primero es economía positiva. Lo segundo es política económica; y estas no son adoctrinamiento si se toman en un contexto político democrático (liberal, claro; no tomar solo "democracia" como un mero método de decisión social).
              4- La contraposición que haces mediante el ejemplo entre tradicionalistas y no tradicionalistas olvida que hablamos de libertad y de sociedades poco más o menos liberales. Precisamente que las no tradicionalistas puedan hacer algo debido a una nueva legislación, no hace que las tradicionalistas lo tengan que hacer. A no ser que las tradicionalistas no acepten el pluralismo social (de nuevo libertad y liberalismo).

  • ¿ habéis analizado las diferencias entre familias monoparentales con progenitor masculino
    o femenino ? ¿ y las familias con 2 progenitores del mismo sexo ?

  • Muchas gracias a tod@s por vuestr@s comentarios y puntos de vista.

    Si bien las decisiones personales ciertamente impactan las trayectorias profesionales, la investigación muestra que las prácticas laborales pueden ser sesgadas, especialmente hacia las mujeres después de la maternidad. La reducción en las horas de trabajo de las madres cuando llega el primer hijo puede representar, más que una elección, una imposición debido a la falta de apoyo adecuado y oportunidades en el trabajo. Es esencial reconocer estas dinámicas y trabajar en politicas que apoyen la igualdad de género en el trabajo y maximice el crecimiento economico.

    Un saludo, Almudena

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