Por David Patiño y Francisco Gómez
El pasado mes de diciembre falleció Richard Easterlin (1926-2024). Su famoso artículo de 1974 [aquí] le convirtió en el padre de la economía de la felicidad, cuya famosa paradoja adoptó su nombre como reconocimiento. Para realizar su trabajo, Easterlin tomó de referencia a 19 países y empleó datos de 30 investigaciones previas. Los hallazgos de su estudio seminal se resumen en tres conclusiones: 1. Si consideramos un país en un período concreto, existe una asociación positiva entre la renta y la felicidad; 2. las comparaciones entre países, no deparan que los países más ricos sean los más felices; y 3. las series temporales de los EE.UU. muestran que los elevados incrementos de renta experimentados no se han correspondido con aumentos de su felicidad. La aparente contradicción de estos resultados, y esta correlación/no correlación entre crecimiento económico y felicidad es lo que se conoce como Paradoja de Easterlin. Este problema lógico está en el centro de la disciplina, que estudia la felicidad con los instrumentos del análisis económico. La paradoja se planteó entonces y constituye un misterio que sigue siendo objeto de investigación y controversia.
Además de un gran investigador, Easterlin también destacaba, a juicio de colegas de profesión que lo conocieron, por su amabilidad y generosidad. Nosotros tuvimos la fortuna de comprobar estas virtudes cuando acabábamos de terminar este artículo, que profundizaba empíricamente en el debate, y se lo enviamos. A pesar de no conocernos, y de su ya avanzada edad, no tardó ni un día en devolvernos nuestro paper, repleto de agudos comentarios, una cariñosa dedicatoria y buenos deseos en nuestra profesión.
Nuestra modesta contribución al debate de la relación entre renta y felicidad considera el impacto diferencial que tiene el crecimiento económico sobre el bienestar subjetivo, cuando es positivo y cuando es negativo. Con esta intención y fundamentándolo teóricamente en la teoría de las perspectivas (prospect theory) [aquí] pretendimos demostrar empíricamente que las recesiones económicas tienen un impacto más profundo en el bienestar subjetivo de los individuos, que las expansiones.
Para estimar la existencia de estos efectos asimétricos sobre el bienestar utilizamos una muestra de 83 países, de todos los continentes. En concreto utilizamos microdatos del Eurobarómetro y la Encuesta Mundial de Valores durante el período 2000-2019, junto a un conjunto de variables macroeconómicas relevantes. El período permitía estudiar estos aspectos porque incluye numerosos avatares económicos, entre los que se encuentran la fuerte expansión de principios de siglo, la Gran Recesión y la posterior recuperación.
Realizamos estimaciones con MCO y probit ordenados que demuestran que las recesiones causan una pérdida de bienestar que dobla, en términos absolutos, los crecimientos que producen las expansiones de igual amplitud. De esta forma, encontramos que laaversión microeconómica a las pérdidas tiene su contraparte macroeconómica en la asimetría del ciclo. Es decir, nuestros cálculos confirman la aversión de los individuos a las pérdidas macroeconómicas, generadas por la recesión, frente a las ganancias de bienestar asociadas a las expansiones.
Los resultados son robustos (a métodos de estimación, fuentes de datos o grupo de países considerados), y en particular se dan cuando nos limitamos a países europeos. El resultado tiene interés y muestra ciertos efectos de los ciclos que han sido escasamente considerados en la literatura. La principal implicación apunta a que para recuperar el bienestar perdido en las recesiones se necesita crecer mucho más en la posterior expansión. Según nuestros resultados las recesiones (2008-2014) generan costes emocionales que no compensan la etapa expansiva del ciclo (2015-2019). Medir los efectos de las crisis a través del bienestar subjetivo permite identificar externalidades negativas que las métricas convencionales, como la tasa de desempleo, puede pasar por alto. Además, pone de manifiesto una complementariedad entre datos objetivos y subjetivos.
Nuestro resultado es posiblemente uno entre muchos, pero esos muchos enfatizan la necesidad de afinar la implementación de las políticas públicas y abren la puerta a percibir las recesiones como más lesivas de lo que habíamos contemplado hasta ahora. Una vez más, reaparece la paradoja de Easterlin, y nuestro trabajo pretendía rendir un justo homenaje a este gran economista, aunque en esta ocasión, en una versión que relaciona la renta y felicidad, de un modo asimétrico.
Hay 1 comentarios
Querido Paco , que gusto me da leer tu nuevo aporte, junto con tu compañero a la Economía de la Felicidad. Encuentro muy interesante esta nueva variable estudiada: la recesión como determinante del bienestar y aun más interesantes los resultados hallados. Espero, esta investigación sea un nuevo aporte a la EF.
De otro, lado resalto vuestro elocuente reconocimiento a Richard Aesterlin, quien fue un referente importante en mi tesis doctoral que tu excelentemente dirigiste
Un abrazo gigante desde la distancia