La guerra de Ucrania: el futuro de las personas refugiadas

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Por Javier Vázquez-Grenno

A finales de mayo, algo más de tres meses desde el comienzo de la guerra de Ucrania, casi 7 millones de personas se habían desplazado fuera de las fronteras de ucranianas, en su mayoría mujeres y niños, protagonizando la mayor crisis de refugiados del continente europeo de las últimas décadas.

Hace un par de semanas, en el Twitch de Nada es Gratis, tuve la suerte de moderar un panel en el que hablamos sobre qué podemos decir sobre el futuro de las personas refugiadas a consecuencia de la guerra de Ucrania. Participaron Catalina Amuedo-Dorantes, Francesco Fasani y Joan Monras, tres investigadores expertos en temas de inmigración y con una larga lista de trabajos en los que estudian diferentes aspectos de los procesos migratorios y las políticas migratorias.

El objetivo del panel era hablar sobre lo que sabemos de experiencias similares y, a partir de la evidencia, entender qué es lo que podemos esperar para las personas refugiadas que llegan a la Unión Europea desde Ucrania.

Para comenzar se planteó qué posibilidades existen de que las personas refugiadas se conviertan en residentes permanentes de la UE una vez acabada la guerra. Los tres ponentes coincidieron en que la duración de la guerra, así como las condiciones que se den en Ucrania, serán clave para el retorno o no de las personas refugiadas. Por una parte, Catalina planteó que la protección temporal que gozan las personas refugiadas ucranianas, que les permite residir y trabajar durante tres años en la Unión Europea, proporciona una cierta tranquilidad a las personas refugiadas y, de alguna manera, podría actuar como factor de atracción. A su vez, Francesco comentó que sólo la mitad de estos casi 7 millones de personas refugiadas han solicitado la protección temporal, lo que podría darnos una idea del número de personas refugiadas que no tienen la intención de retornar inmediatamente. Joan, desde una perspectiva más amplia, planteó que lo que sabemos de las personas migrantes es que, en general, una gran parte tienen la idea de retornar a su país de origen, pero a medida que pasa el tiempo, este retorno es cada vez más difícil.

Un segundo tema que se abordó fue la integración en la sociedad de acogida. Francesco destacó que la naturaleza forzosa de estos procesos migratorios y la exposición a la violencia de las personas refugiadas hace que su integración sea un desafío para las sociedades de acogida. Asumiendo esta complejidad, planteó que las políticas clave deberían estar enfocadas a las oportunidades laborales para las madres y la escolarización para los niños. Coincidiendo con este último punto, Joan consideró los posibles efectos que se pueden generar en algunos colectivos de nativos y planteó que el sector público debería actuar con el objetivo de minimizar los costes. Catalina enfatizó que, a diferencia de otros episodios de personas refugiadas, el consenso unánime de la sociedad europea respecto a la acogida de personas refugiadas de Ucrania puede contrarrestar algunas de las dificultades existentes en otros procesos migratorios y favorecer la integración de estas personas.

Un tercer tema que se consideró fue la viabilidad política y económica de extender el tratamiento que la Unión Europea ha dado a las personas refugiadas de Ucrania a otros colectivos de personas refugiadas. Joan analizó el tema desde dos perspectivas, efectos a corto y largo plazo. En este sentido, comentó que, por ejemplo, lo que sabemos de experiencias como la de Miami en los 1980’s o Israel en los 1990’s es que, en el largo plazo, los países/ciudades, sin duda, tienen la capacidad para absorber cantidades importantes de refugiados. Sin embargo, el problema podría estar en el corto plazo y, si existiesen tales problemas, el cómo se gestionen es clave para la viabilidad política. Por su parte, Catalina aludió a las heterogeneidades que existen en los países de la Unión Europea acerca de las posibilidades para implementar políticas de este tipo. Francesco recordó que la integración de las personas refugiadas es fundamental, pues del éxito de ésta, dependerá la viabilidad económica haciendo, a su vez, más o menos factible la viabilidad política.

Se hablaron otros temas, pero para saber cuáles, sugiero a los lectores que vean los 34 minutos de charla en el canal de Youtube de Nada es Gratis (ver aquí). Finalmente, quiero subrayar lo interesante del panel pues, desde la perspectiva académica, los ponentes explicaron lo que sabemos de experiencias previas y esbozaron líneas estratégicas de actuación con el fin de afrontar uno de los temas de mayor actualidad en la política europea.

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  • Un problema clave es la proximidad cultural, que permite o no la integración de grandes grupos en la sociedad de acogida. Si la diferencia cultural es muy alta, es poco probable que tenga éxito a corto o medio plazo, e incluso la segunda generación puede tener problemas identitarios complejos, que den lugar a espirales de rechazo, discriminación y crimen. Si la distancia cultural es pequeña, como sucede con los movimientos migratorios intra-europeos, la potencial conflictividad social es menor (si se gestiona bien). Esta es la razón por la que la aceptación europea de los inmigrantes Ucranianos está siendo muy superior a la de inmigrantes de otras guerras recientes como la de Siria, el Sahel, etc.

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