de Felipe Carozzi, Davide Cipullo y Luca Repetto
Ni del viejo bipartidismo, ni de la derecha nacionalista. Tampoco de los liberales o los anticapitalistas. Nadie tiene el monopolio sobre el presente y el futuro político de Europa. Bienvenidos a la era de la fragmentación. Desde Alemania a España, pasando por Francia e Italia. También en el parlamento europeo. En el vacío que deja el bipartidismo tenemos una serie de partidos con modestas bancadas parlamentarias que cambian el juego de coaliciones que sostiene – y reemplaza – a los ejecutivos.
Mucho se habla de esta nueva fragmentación política, de la dificultad de tejer alianzas en el nuevo escenario. Un personaje es común a muchas de estas historias: la inestabilidad. Fragmentación e inestabilidad están asociadas desde, al menos, los convulsos tiempos de la república de Weimar. No es solo una curiosidad histórica: fue en la legislatura más fragmentada desde la transición cuando se produjo la primera moción de censura exitosa de la historia de España.
¿Es posible trazar algún vínculo causal entre fragmentación y estabilidad? Esta es la pregunta que intentamos contestar en nuestro nuevo paper. Para hacerlo, utilizamos datos de los gobiernos municipales en España desde la transición. La estructura legal de estos municipios tiene rasgos en común con la del gobierno nacional en España y otras democracias parlamentarias como Alemania o Italia, de modo que son un buen sujeto experimental. Además, hay muchos gobiernos municipales, más de 50,000 en nuestro período de análisis. Esto nos da un total de más de 1,000 casos en los que el alcalde es reemplazado antes de terminar el mandato (por ejemplo, a través de una moción de censura) sobre los cuales basar nuestra estimación. Podemos ver en la figura abajo que eso pasa en toda España.
Figura 1 - Mociones de censura y cuestiones de confianza, 1979-2014
Nuestra estrategia empírica hace uso de un umbral de votos que es requerido para que un partido pueda entrar a formar parte de un concejo municipal. La legislación electoral española requiere que un partido llegue al 5% de los votos para que pueda recibir concejales. Esto nos permite utilizar un diseño similar a una regresión de discontinuidad con close elections para generar variación exógena en el número de partidos a nivel municipal. Intuitivamente, comparamos municipios donde un partido obtiene el 4.9% de los votos con municipios donde un partido obtiene el 5.1% de los votos. Si pensamos que el número de votos que un partido recibe es localmente aleatorio, esta comparación es similar a la que resultaría de asignar el número de partidos al azar.
El resultado principal está ilustrado en el gráfico adjunto:
En el eje vertical representamos nuestra medida de inestabilidad política: la probabilidad de que el ejecutivo sea reemplazado. Según nuestra definición, un ejecutivo es reemplazado cuando la identidad y el partido del alcalde cambian durante una legislatura. En el eje horizontal representamos la distancia al umbral de entrada, calculada como la diferencia entre la proporción de votos de un partido y 5%. Los municipios a la izquierda del 0 tienen, en media, 0.3 menos partidos en el pleno que los municipios a la derecha del mismo. Podemos observar una clara discontinuidad en la probabilidad de reemplazar al ejecutivo al cruzar el umbral del 0. Combinando esta discontinuidad con el salto medio en el número de partidos en el umbral – 0.3 – calculamos que la entrada de un nuevo partido resulta en un aumento de la probabilidad de que el ejecutivo sea reemplazado de alrededor de 4 puntos porcentuales. Este efecto es grande, dado que la probabilidad de base es de solo 2.1%.
En el paper, enseñamos que este efecto opera a través de dos canales. En primer lugar, la entrada de un nuevo partido resulta en un cambio en la probabilidad de que haya una mayoría absoluta. Por otro lado, el efecto también se encuentra si se excluyen las mayorías absolutas del análisis, lo que sugiere que la entrada de un partido adicional resulta en la formación de coaliciones más frágiles cuando ningún partido tiene la mayoría.
¿Podemos extrapolar resultados para municipios al nivel nacional? Esto es posible si los comportamientos en uno y otro contexto están regidos por mecanismos similares, y por lo tanto responden de la misma manera a cambios en el número de partidos representados. Como siempre, esto es difícil de saber con certeza. En el paper planteamos un modelo sencillo de negociación parlamentaria donde el número de jugadores afecta la probabilidad de que una coalición alternativa reemplace al partido en el poder. La intuición económica que da lugar a este resultado teórico es que la entrada de un partido adicional puede dar lugar a coaliciones más pequeñas y menos estables. Es razonable asumir que este mecanismo puede operar tanto a nivel local como nacional, dado que el proceso de formación de coaliciones de gobierno es parecido en ambos niveles. Si el modelo es una buena simplificación del comportamiento en estos casos – lo cual es plausible – entonces nuestros resultados pueden ser extrapolables.
De modo que la fragmentación genera más inestabilidad. ¿Es eso un problema? Si la inestabilidad política se traduce en incertidumbre sobre las políticas públicas, podría serlo. Varios estudios han vinculado a esta incertidumbre con reducciones en la inversión real, la contratación, el crédito y, en última instancia, el crecimiento. Por otro lado, es posible que las mociones de censura reemplacen – en media – a peores gobiernos, y esto podría tener un efecto positivo. Exploramos esta posibilidad en nuestro paper.
En la tabla adjunta vemos el resultado de estimar la correlación parcial entre distintas medidas de calidad del alcalde – como educación, experiencia profesional previa o experiencia en el cargo – un indicador que toma valor uno cuando se reemplaza al alcalde, y una interacción entre ese indicador y una variable Post que toma valor uno en el período posterior a que el alcalde inicial sea reemplazado. Buscamos así comparar la calidad de los alcaldes reemplazados con los demás alcaldes (primer coeficiente) y con los alcaldes que los reemplazan (segundo coeficiente).[1]
Dos resultados saltan a la vista. Los políticos reemplazados en el poder tienen en general menor nivel educativo, menos probabilidad de tener experiencia profesional previa, y menor experiencia en el cargo que otros alcaldes. Además, quienes los reemplazan suelen ser mejor educados y tener más experiencia profesional.
La etapa de fragmentación política en la que estamos traerá, probablemente mayor inestabilidad. Pero – si trae una mejor selección de políticos – quizás eso no sea tan malo después de todo.
[1] Por supuesto que estas medidas de calidad son imperfectas y que pueden decir más del nivel socioeconómico de un político que de su destreza o competencia. Pero son los datos disponibles para el nivel local en España.
Hay 6 comentarios
"Los políticos reemplazados en el poder tienen en general menor nivel educativo, menos probabilidad de tener experiencia profesional previa, y menor experiencia en el cargo que otros alcaldes. Además, quienes los reemplazan suelen ser mejor educados y tener más experiencia profesional" No sé si esto se compadece bien con la reciente sustitución de Rajoy. Claro que es un único caso, pero yo sería prudente a la hora de extrapolar estos resultados a escala nacional.
Hola Ladislao,
extrapolar a nivel nacional siempre es difícil, mucho más de lo que nos gustaría creer a nosotros investigadores. De todas maneras, nuestros resultados se refieren a efectos medios, con lo cual es muy probable que en los datos que usamos también haya un caso parecido al de Rajoy (remplazado por alguien con menor nivel de estudios), pero lo que observamos es que, en media, pasa al revés.
De hecho me equivoqué: Sánchez tiene un doctorado, y Rajoy es licenciado en derecho.
No he leido el paper no soy experto en el tema, pero creo que la figura presentada tiene una validez algo cuestionable.
Creo que la regresión de discontinuidad es una herramienta muy poco fiable estadísticamente y que introduce un sesgo en la interpretación de los datos.
Les dejo aquí un enlace a una artículo del estadístico Andrew Gelman discutiendo este tema
https://statmodeling.stat.columbia.edu/2018/08/02/38160/
y a una figura de mi cosecha donde se muestra que con una simple regresión con pendiente 0 (es decir sin efecto) el ojo no se deja llevar por la discontinuidad.
https://www.dropbox.com/s/sw1pg418g662cx9/Pr.png?dl=0
Hola Mario, gracias por tu comentario. El punto de Gelman es que usar polinomios globales y/o de grado elevados puede llevar a 'descubrir' discontinuidades donde no las haya. Por esta razón, en nuestro paper usamos sólo regresiones lineales y sólo usando observaciones cerca de la discontinuidad. Éste método arregla muchos de los posibles problemas que mencionabas.
Hay que mencionar además que, en nuestra figura, las lineas no están calculadas ajustando polinomios globales sino usando local linear regressions. Si bien implementado, el RDD es uno de los métodos más fiables para identificar efectos causales cuando no hay un experimento.
Gracias por tu respuesta. Culpa mía por no leer el Paper 🙂
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