La desigualdad a largo plazo en Barcelona: 1481-1880

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Por Gabriel Brea-Martínez y Joana-Maria Pujadas-Mora

Barcelona en 1856 (Grabado de Alfred Guesdon).

Desde la contribución pionera de Simon Kuznets (1955) que presentaba la desigualdad como una consecuencia "natural" de las primeras etapas del desarrollo económico, el estudio de la desigualdad económica y social ha sido uno de los temas de investigación más candente. La visión clásica sobre el tema se correspondía con el hecho de que la desigualdad económica habría sido relativamente baja en las sociedades preindustriales, para aumentar durante las primeras etapas de la industrialización y luego disminuir progresivamente gracias a la expansión de la modernización económica. Esta percepción se ha modificado en los últimos años gracias a una literatura floreciente que sugiere que la desigualdad no fue baja durante el Antiguo Régimen, y que la disparidad asociada con la industrialización habría comenzado antes de la primera Revolución Industrial (aquí o aquí).

Esta entrada, basada en nuestro artículo “Estimating long-term socioeconomic inequality in southern Europe: The Barcelona area, 1481–1880”, propone analizar las tendencias a muy largo plazo de la desigualdad socioeconómica del área de Barcelona (entre 1481 y 1880) a partir de los datos económicos y ocupacionales de los Libros de Esponsales del Archivo Capitular de Barcelona. Esta información ha sido recopilada en la Barcelona Historical Marriage Database, construida en el seno del proyecto ERC Advanced Grant ‘Five Centuries of Marriage’ cuya Investigadora Principal es Anna Cabré). Esta fuente, única en su especie, se corresponde con el registro centralizado del pago de las licencias matrimoniales de la Diócesis de Barcelona, las cuales fueron tarifadas según la categoría socioeconómica de los contrayentes por gracia del Papa Benedicto XIII (1328-1423).

En estos libros se registraron las más de 610.000 licencias que se concedieron a los matrimonios celebrados en la Diócesis entre 1451 y 1905. Territorialmente abarcaban lo que vendría a ser en la actualidad el área metropolitana de Barcelona, donde se concentraba y se sigue concentrando la mayor parte de la población. Este impuesto matrimonial se distribuyó en los siguientes niveles: 1) Nobleza, 2) Ciudadanos militares, 3) Ciudadanos honrados, 4) Comerciantes, doctores en leyes o en medicina, 5) Maestros gremiales, 6) Agricultores y artesanos, y 7) los pobres. Esta última categoría suponía la exención del impuesto por lo cual se recibía la licencia matrimonial por la “gracia” o el “amor de Dios” (Gratia Deo o Amore Dei). No obstante, la mayoría de los integrantes de este último grupo siempre declararon algún tipo de ocupación. Estos impuestos se registraron en libras, sueldos y dineros, unidades de cuenta de origen carolingio comunes en las fuentes económicas catalanas hasta la primera mitad del siglo XIX, aunque se pagaran con la moneda en curso del momento.

La categorización socioeconómica de este impuesto matrimonial se caracterizaba por una distribución proporcional en lugar de progresiva, lo que subestimaría la desigualdad por considerar de forma similar a muchos individuos con niveles de riqueza diferente. Para obtener una estimación más plausible, se transformó la categorización fiscal original en un sistema tributario progresivo inspirado en el concepto de capacidad contributiva (ver aquí). Así, se entiende que la capacidad económica de un individuo no se basaría solo en el ingreso reflejado en el impuesto matrimonial, sino también en otros activos tangibles e intangibles, como el estatus social que se puede conocer a través de la ocupación que es uno de los principales marcadores disponibles para el análisis histórico, como aproximación al nivel de capital humano (algo que ya nos contaron Begoña Álvarez y Fernando Ramos-Palencia en este mismo blog). De esta manera, las ocupaciones individuales han sido transformadas en un valor numérico que se corresponde con el estatus social de estas según la clasificación internacional HISCAM. Otra importante innovación de este estudio es el hecho que los individuos analizados, es decir, los que satisfacían el impuesto matrimonial, se corresponden con una población homogénea en términos de edad, sobre todo si solo se tiene en cuenta aquellos que contraían nupcias por primera vez como se ha realizado en este estudio. En realidad, estos individuos estaban en una misma etapa del ciclo vital, una apreciación que normalmente no se ha tenido en cuenta en otros estudios sobre la estimación de la desigualdad cuyos cálculos se han basado en individuos con edades diferentes y en consecuencia con tiempos dispares para la acumulación de riqueza.

La evolución de la desigualdad socioeconómica en el área de Barcelona presenta tres períodos principales que coincidieron con los patrones de desarrollo económico en Cataluña a lo largo de los siglos XV - XIX (ver Gráfico 1). En el primero, entre 1481 y 1649 se observó una baja desigualdad y una estabilización en los niveles de desigualdad que coinciden con el estancamiento económico después de la Guerra Civil Catalana (1462-1472) y toda una serie de crisis de mortalidad causadas por diferentes episodios de peste (ver aquí).

Gráfico 1: Índice de Gini para el área de Barcelona (1481-1880)

Fuente: Elaboración propia

Para los años que transcurrieron entre 1650 y 1749 los niveles de disparidad aumentaron significativamente coincidiendo con las transformaciones de la economía rural durante el siglo XVII con el establecimiento de nuevos contratos de aparcería (Rabassa Morta) y un aumento de la exportación de productos vitivinícolas, lo que supuso importantes transformaciones ocupacionales y sociales que se reflejaron en aspectos como la movilidad social y la transmisión intergeneracional de la ocupación (ver aquí). La desigualdad alcanzó su punto máximo alrededor de 1740 con el resurgimiento de la economía catalana en el marco de una protoindustrialización temprana que tuvo lugar en muchas áreas rurales, junto con un crecimiento demográfico considerable y la introducción de los primeros establecimientos industriales en Barcelona.

Por último, entre 1750 y 1880 se advirtió una estabilización de la disparidad y su posterior descenso por los efectos de la Guerra de Independencia (1808-1814), para finalmente mostrar una tendencia al alza que coincide con la fecha tradicional de inicio de la industrialización en Cataluña (1833). De esta forma, la desigualdad se disparó, casi duplicándose entre 1830 y 1880, impulsada por los altos niveles de exención de impuestos (número de matrimonios que recibían la licencia matrimonial por Amore Dei) entre los jornaleros y los trabajadores involucrados en la industrialización (ver aquí).

Estos resultados pondrían de manifiesto que la desigualdad en época preindustrial no habría sido tan baja como se había argumentado clásicamente, aunque durante la industrialización habría sido mayor. En este sentido, también hemos descompuesto la desigualdad por grupos sociales con el fin de entender cómo se estructuraba la misma a lo largo del tiempo (ver Gráfico 2). De esta manera, se observa que grupos sociales como la nobleza, los profesionales liberales o comerciantes contribuyeron ‘positivamente’ a la desigualdad, es decir, estos grupos tenían proporcionalmente un peso mayor en términos de riqueza que en número de población. Sin embargo, artesanos, jornaleros y campesinos contribuyeron ‘negativamente’ presentando un mayor peso demográfico que de riqueza. De hecho, la desigualdad en el Antiguo Régimen se explicaría por una estructura estamental donde la nobleza concentraba gran parte de la riqueza, como era de esperar, mientras que a partir de la segunda mitad del siglo XVIII los grupos que contribuirían a agrandar la desigualdad serían aquellos que reunían ocupaciones propias del sistema fabril (jornaleros, tejedores, etc.), lo que demostraría que existió un claro efecto de proletarización.

Gráfico 2: Desigualdad descompuesta por grupos sociales (índice de Theil) en el área de Barcelona, 1481-1880

Fuente: Elaboración propia
Hay 3 comentarios
  • Muy interesante! No soy ni experto en desigualdad ni en historia; si recuerdo bien, sin embargo, Piketty menciona el efecto de las guerras (al menos la 2ª) en la reducción de la desigualdad. En vuestro gráfico, la guerra de Sucesión a principios de siglo XVIII no parece tener ningún efecto significativo. ¿Es así? En tal caso, ¿tenéis alguna explicación?
    Saludos, y gracias
    aleix

  • Según el Ayuntamiento de Barcelona el Índice de Gini en Barcelona ciudad 2017 esta en 0,31 y en Cataluña en 0,29 (Estadísticas en su Web). Según el articulo y grafico el I.Gini en 1.869 del área de Barcelona esta, aproximadamente, en 0,25. Doctores tiene la iglesia, y yo no lo soy, pero, si, por un lado, si se entiende bien que el índice apenas haya variado desde 1.480 hasta 1.869 por causa de que el periodo abarca un mismo modelo económico tal como el Feudalismo y solo un corto periodo del Capitalismo industrial, por otro, no se entiende mucho y sorprende que todo un siglo XX con una explosión de economía publica progresista que ha traído PIB publico desde el 10 % hasta el 45 % en España, algún que otro millón más de funcionarios y sus salarios y, por descontado, educación, sanidad, pensiones, etc.. de carácter estatal , sin embargo esa mejora en la economia de clases medias y bajas no haya hecho mella alguna en el dichosiecillo indicador. ¡Ninguna ¡. Un saludo

    • Nadie, pero nadie nadie, entiende cual es el "significado físico" (como se explican sus cifras en la realidad) del famoso índice de Gini. Cualquier parecido entre "el cociente de las áreas bajo la curvas de Lorenz de la distribución de ingresos real y una distribución de ingresos ficticia de referencia" y las observaciones de la realidad es pura coincidencia.

      Uno no entiende por qué no se tiene este debate en valores absolutos del ingreso mediano o de los ingresos de cada percentil (la evolución de esos valores se entiende bien). Utilizar medidas de dispersión ya se entiende poco pero usar "medidas de dispersión altamente esotéricas" no se entiende nada.

      Creo que la razón principal es que cuando a las personas se las valora por la opinión que otras personas tienen sobre ellas, ese grupo tiende a producir sofisticación en lugar de resultados útiles.

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