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La consolidación del poder real: el caso del norte de Castilla, 1352-1787

De Valentín Figueroa

Una de las grandes transformaciones políticas de la modernidad fue la consolidación de un tipo de organización política conocida como el estado territorial moderno. Antes de este cambio estructural, el mapa político de la Europa feudal era un mosaico fragmentado de jurisdicciones privadas donde distintos señores podían recaudar impuestos, proveer justicia, administrar los recursos comunes, y crear monopolios. Operando sobre este contexto de fragmentación jurisdiccional, los gobernantes de los nacientes estados modernos consolidaron en el largo plazo su control sobre el territorio --ya sea desplazando o cooptando al poder señorial. Eventualmente cada estado central monopolizó la jurisdicción política dentro de sus fronteras. Si los mapas medievales parecían cuadros de Jackson Pollock, los mapas modernos comenzaron a verse cada vez más como las obras de Mark Rothko.

El consenso en la historia económica es que la consolidación del estado moderno fue importante para fomentar el crecimiento económico, como muestra por ejemplo el trabajo reciente de Daniel Oto-Peralías sobre España. La consolidación del estado moderno ha sido ampliamente estudiada en la literatura histórica. Sin embargo, gran parte de la abundante literatura sobre el tema ha sido exclusivamente narrativa, en parte por la escasez de información sistemática. Por lo tanto, a la fecha dos tareas han sido difíciles de llevar a cabo: En primer lugar, ha habido dificultades para cuantificar exactamente en que medida los reyes consolidaron su control frente a los señores entre la Edad Media y la Revolución Francesa. En segundo lugar, también ha sido difícil identificar los factores que facilitaron la consolidación del poder del estado central. El objetivo de un articulo que he publicado recientemente ha sido abordar estas preguntas utilizando abundantes micro-datos del norte de Castilla entre 1352 y 1787, y el resto de este texto describe los hallazgos principales de este trabajo.

En 1352, Pedro I de Castilla ordenó la elaboración de un catastro de lugares en su reino al norte del Rio Duero. En ese catastro, conocido como el Libro Becerro de las Behetrías, menos del diez por ciento de los lugares pertenecían a la jurisdicción real, y mas del 90 por ciento eran parte de señoríos laicos y religiosos, o eran “behetrías” –una institución que permitía que los habitantes de los lugares eligieran a su señor. En 1787, Carlos III enfrentaba una topografía política radicalmente distinta. El Censo de Floridablanca indica que el 36 por ciento de los lugares y el 46 por ciento de la población pertenecía a la jurisdicción real. La información contenida en estos dos volúmenes me permitió ejecutar por primera vez una síntesis estadística de las transiciones jurisdiccionales. Los mapas a continuación presentan la distribución geográfica de los lugares incluidos en los censos y su tipo de jurisdicción --real, señorial, eclesiástica, de orden militar, behetría, y mixta-- en 1352 y 1787. En total, los mapas describen en conjunto alrededor de 1500 transiciones entre jurisdicciones.

Los patrones mas fácilmente visibles en los mapas son la expansión de la jurisdicción real y la señorial, a costas de la jurisdicción eclesiástica y de las behetrías. Los datos agregados, no obstante, esconden información sobre los patrones de cambio jurisdiccional en cada lugar a lo largo del tiempo. Una manera sencilla de resumir esta información es utilizando una matriz de probabilidades de transición, como la que muestro más abajo. En esta matriz, cada fila (horizontal) representa la jurisdicción de los lugares en 1352, cada columna (vertical) representa la jurisdicción de los lugares en 1787, y el numero en la celda de la fila F y la columna C indica la probabilidad de que un lugar en la jurisdicción de la fila F haya transitado hacia la jurisdicción de la columna C entre 1352 y 1787. A modo de ejemplo, el valor de la esquina superior izquierda indica que la probabilidad de que un lugar perteneciente a la jurisdicción real en 1352 permaneciera en el dominio de la corona en 1787 era de 23 por ciento (los valores entre paréntesis representan desviaciones estándar).

Analizar transiciones a lo largo del tiempo dentro de un mismo lugar permite notar patrones que permanecen escondidos al considerar únicamente los valores agregados para 1352 y 1787. En mi opinión, uno de los mas interesantes es que el control real no era inerte. Existe un debate abierto en la literatura sobre las dinámicas espaciotemporales de la formación del estado moderno. Thomas Ertman, por ejemplo, describe la formación del estado como un proceso en el que un centro político consolidó su poder de forma incremental y expansiva, en círculos concéntricos de radio creciente --así como se expanden hacia afuera las olas que impulsa una piedra arrojada en un lago. En cambio, Charles Tilly ve a la formación del estado como un proceso con “valles y montañas,” en el que los reyes iterativamente conquistaron y perdieron control sobre partes del territorio. La información en la matriz de probabilidades de transición sugiere que los datos apoyan la visión de Tilly: la jurisdicción real no estaba en constante crecimiento, y en ocasiones los reyes perdieron o cedieron la jurisdicción sobre lugares a distintos señores. De hecho, la jurisdicción más estable entre 1352 y 1787 en el norte de Castilla no fue la real sino la señorial (el 64 por ciento de los lugares en la jurisdicción señorial permaneció en este mismo tipo de jurisdicción hasta 1787).

Además de analizar comprehensivamente todos los tipos de transiciones jurisdiccionales, otra ventaja de los micro-datos es que permiten testear hipótesis sobre los determinantes de la consolidación del poder real utilizando información sobre la distribución geográfica de las distintas transiciones. En particular, en el artículo analizo en que medida la exposición a oportunidades para el comercio afectó la capacidad de la realeza para consolidar su poder. Para esto, exploto el hecho de que después de la revitalización del comercio Atlántico en la Edad Moderna, los lugares mas próximos a los puertos en la costa Cantábrica (y en particular al puerto de Bilbao) gozaron de mayores ventajas comerciales en comparación a lugares mas alejados de la costa.

El grafico más arriba ilustra el hallazgo empírico visualmente. El eje vertical de los gráficos muestra la proporción de lugares en la jurisdicción real, y el eje horizontal muestra la proximidad (en kilómetros) al puerto medieval mas cercano sobre la costa Cantábrica. Cada punto representa un grupo de lugares. Como puede verse en el grafico de la izquierda, en 1352 los lugares próximos y distantes a los puertos costeros no diferían en su probabilidad de pertenecer a la jurisdicción real. En 1787, después de la revitalización del comercio Atlántico, en cambio, los lugares mas próximos a la costa se volvieron mas propensos a pertenecer a la jurisdicción real.

Obviamente, la proximidad a la costa no condenó a los lugares al éxito comercial, ni tampoco la distancia los condenó al fracaso. Sin embargo, asumiendo que la proximidad a los puertos contiene información sobre la exposición de los lugares, en promedio, a las oportunidades para el comercio (por ejemplo, el comercio minorista de bacalao, la venta de madera a las villas costeras, entre otros), podemos interpretar estos resultados como evidencia de que la exposición a oportunidades comerciales contribuyó a la consolidación del poder real. En el articulo, muestro que estas transiciones hacia la jurisdicción real fueron a costas de la jurisdicción señorial y de la behetría, pero no de la jurisdicción eclesiástica.

La literatura propone dos mecanismos causales posibles para dar cuenta de este resultado. El primero es que la actividad comercial aumentó la demanda de jurisdicción real por parte de los habitantes de los lugares; el segundo que dicha actividad otorgó incentivos para que la Corona provea jurisdicción. Desafortunadamente, la evidencia de mi trabajo no me permite distinguir entre estos potenciales mecanismos de oferta y de demanda. Una línea interesante de investigación futura consiste en distinguir entre el poder explicativo de estas diferentes alternativas.

A modo de conclusión, quiero mencionar que este trabajo constituye un esfuerzo empírico para contribuir a una amplísima y vibrante literatura historiográfica sobre la formación del estado en Europa (y en España). El enfoque estadístico tiene, obviamente, sus desventajas. La más importante, en mi opinión, es que nubla la riqueza y el detalle de las transiciones jurisdiccionales en lugares específicos. De todas formas, la síntesis estadística representa un resumen sencillo del proceso general, y los trabajos historiográficos de foco municipal pueden utilizarla como punto de contraste al analizar los resultados de sus estudios de caso.