La baja de paternidad y los efectos indeseados de las políticas públicas

Cuando tuve a mi primer hijo en 2007, mi marido y yo compartimos el periodo de baja por maternidad/paternidad de manera muy igualitaria. Yo tomé las 6 semanas obligatorias de la madre, más 3 extra, y él usó las 2 semanas a las que entonces tenía derecho el padre (hoy son 4), más 7 de las 10 que se pueden compartir por los dos progenitores: 9 semanas cada uno. Al cabo de un par de años de tener al primero, yo empecé a plantear la posibilidad de buscar el segundo hijo. Inesperadamente, me encontré con cierta resistencia del otro lado. Siempre habíamos querido tener dos, pero de repente al padre se le ocurrían todo tipo de razones para retrasar el segundo (que al final llegó al cabo de casi cinco años).

(Nota: En general es muy mala idea usar la experiencia propia para guiar la investigación. Cuento esto sólo porque me parece una manera divertida de ilustrar unos resultados, no porque piense que mi caso es de ningún modo representativo.)

Antes de 2007, el sistema de permisos y prestaciones laborales por maternidad y paternidad en España sólo reservaba 2 días de permiso remunerado para el padre (para una comparación con otros países, ver aquí). De las 16 semanas de baja remunerada disponibles para la madre, 10 se podían compartir con el padre, pero casi nadie lo hacía (Figura 1). A partir de los niños nacidos el 24 de Marzo de 2007, los padres podían disfrutar de 13 días adicionales de baja remunerada, que no pueden ser compartidos con la madre.

Figura 1. Fracción de padres/madres que usaron la baja por maternidad/paternidad, 2000-2016

Más de 10 años después de la introducción de esta medida, Lídia Farré y yo hemos estudiado su impacto (aquí). Para ello, comparamos a familias que tuvieron un hijo justo antes del 24 de Marzo de 2007, con aquellas que lo tuvieron justo después, y por tanto tuvieron derecho a las dos semanas de baja de paternidad (y la mayoría lo ejercieron, como se ve en la Figura 1). Los dos grupos de familias son muy parecidos, salvo que unas tuvieron acceso a la nueva baja, y otras no (nuestro "grupo de control"). Seguimos a estas familias en diferentes bases de datos y a lo largo del tiempo, hasta hoy.

El resultado principal (y algo sorprendente) de nuestro análisis es que las familias que tuvieron acceso a la nueva baja de paternidad tardaron más en tener el siguiente hijo que las familias en el grupo de control, y muchas de ellas de hecho no tuvieron más hijos.
Vamos primero con los detalles del resultado principal, y después con algunas ideas sobre los posibles canales que pueden explicar este resultado.

Para medir la fecundidad posterior, usamos los microdatos de partidas de nacimiento del INE, donde observamos la fecha de nacimiento de cada niño, y la fecha del hijo anterior de su madre. Así, podemos identificar a madres que tuvieron un hijo cerca del 24 de Marzo de 2007, y otro con posterioridad, y calcular el tiempo transcurrido entre los dos partos. De media, la separación entre un hijo y el siguiente es de más de 3 años (1.250 días). Pero resulta que las familias con derecho a la baja de paternidad tardaron de media un mes más que las familias de control (ver Figura 2).

Figura 2. Días hasta el siguiente parto (familias que tuvieron el hijo anterior en las semanas alrededor del 24 de Marzo de 2007; la semana 0 es la del 24-30 de Marzo)

Calculamos también la fracción de familias (de entre las que tuvieron un hijo alrededor del 24 de Marzo de 2007) que tuvieron otro hijo en el plazo de 2, 4 y 6 años después. La proporción resultó ser significativamente más baja entre las familias con derecho a la baja de paternidad. Esta diferencia es más acentuada entre las madres que tenían más de 30 años en 2007 (Figura 3).

Figura 3. Fracción de madres que tuvo otro hijo en los siguientes 2 años (mujeres que tuvieron un hijo en las semanas alrededor del 24 de Marzo de 2007; la semana 0 es la del 24-30 de Marzo)

Este efecto es sorprendente a primera vista. ¿Una medida que está diseñada para facilitar la vida a las familias con hijos, no debería, si acaso, favorecer la fecundidad? ¿Qué puede haber detrás de estos efectos?

Como economistas laborales, nuestra primera hipótesis fue que la baja de paternidad podría haber aumentado la participación de los padres en el cuidado de los hijos, y, si este efecto fuera persistente en el tiempo, esto podría haber favorecido la permanencia de las madres en el mercado de trabajo. Esto podría a su vez haber aumentado el coste de oportunidad de tener otro hijo, retrasando la decisión.
Datos de la Encuesta de Uso del Tiempo de 2009-10 muestran que, efectivamente, los padres que tuvieron derecho a la baja de paternidad parecen dedicar más tiempo al cuidado de los hijos que los "controles" casi 3 años después. Y usando la Muestra Continua de Vidas Laborales, vemos que las madres afectadas presentan una mayor probabilidad de estar trabajando 6 meses después de tener el hijo (Figura 4), mientras que tienen una menor propensión a estar de excedencia. Para los padres, no encontramos efecto alguno de haber tenido acceso a la baja de paternidad sobre empleo, horas trabajadas, excedencia, o ingresos, durante los dos años posteriores a tener el hijo.

Figura 4. Fracción de madres trabajando a los 6 meses de dar a luz (mujeres que tuvieron un hijo en las semanas alrededor del 24 de Marzo de 2007; la semana 0 es la del 24-30 de Marzo)

Por tanto, la evidencia parece apoyar nuestra primera hipótesis. Se nos ocurre, sin embargo, una segunda. Haber pasado dos semanas en casa con un recién nacido podría haber afectado (negativamente) las preferencias de los padres sobre el número total de hijos que desean tener. El Eurobarómetro de 2001 y 2006 muestra que en España, el número deseado de hijos era mayor para los hombres que para las mujeres (entre 20 y 40 años), y la tendencia es paralela para los dos grupos en este periodo. Sin embargo, en 2011 se ha producido un "cruce": el número deseado de hijos ha caído significativamente para los hombres, mientras que ha aumentado un poco para las mujeres.

Se nos ocurren dos razones que pueden explicar esta reducción en el número deseado de hijos entre los hombres, en relación a la baja de paternidad. Una primera posibilidad sería que las dos semanas con el bebé actuaran como un "shock" de información, de manera que el padre percibiría de manera directa los costes de criar a un recién nacido, y esto le podría hacer revisar sus preferencias sobre fecundidad futura. La segunda posibilidad sería que al pasar más tiempo con su hijo, los padres se inclinaran hacia invertir más tiempo y recursos en el hijo ya nacido, en lugar de tener más hijos (es decir, sus preferencias se desplazarían de una mayor "cantidad" de hijos hacia mayor "calidad"). De momento no hemos podido separar estas dos hipótesis; las ideas de los lectores son bienvenidas.

Hay 27 comentarios
  • Y no os planteáis la posibilidad de que la penalización en la carrera profesional del padre por el permiso de 4 semanas sea lo que haga que sean los hombres ya padres los que ahora se sienten menos motivados a tener un segundo hijo?

    • Gracias Fernando. Por lo que hemos podido ver (con datos de la Encuesta de Población Activa y de la Muestra Continua de Vidas Laborales), no hemos encontrado penalización alguna en la carrera profesional del padre. Evidentemente, es posible que no hayamos podido capturar todo, pero no hemos encontrado efectos en despidos, ni en ingresos, tipo de contrato, etc.

  • Muy interesante. Muchas gracias. Tranquilamente podría ser un poco de cada una de las hipótesis. Incluso podría tratar de explorarse cuál de ellas es más relevante en función de características de la pareja...

    Habéis mirado si la tasa de divorcios se ha visto afectada por esto?

    • Gracias vi23. Sí que lo hemos mirado. No encontramos que la baja de paternidad tuviera efectos significativos sobre separaciones o divorcios durante los siguientes 5 años (que podría haber sido otro canal para los efectos que encontramos sobre fecundidad).

  • Voy a hacer una pregunta políticamente incorrecta:
    ¿Hay algún estudio que relacione el número de hijos y el espaciamiento entre hijos con la brecha salarial hombre-mujer de la pareja?

    Es que yo creo que las medidas de incrementar la baja paternal no buscan aumentar la natalidad sino disminuir la brecha salarial. Y también me gustaría saber si lo consiguen,

    • Gracias Carmen. Sí que hay estudios que miran lo que dices, con los resultados que seguramente esperarías (mayor brecha entre los ingresos de hombres y mujeres, incluso dentro de la pareja, tras tener hijos, que se amplían tras cada hijo adicional).

      Estoy de acuerdo en que uno de los objetivos principales, si no el principal, de las bajas de paternidad es atajar la desigualdad de género en el mercado laboral. No hay evidencia muy fuerte hasta la fecha sobre efectos en este sentido, pero nuestros resultados van en esa dirección: los ingresos de las madres en familias con derecho a la baja de paternidad son mayores durante los dos primeros años después de tener el hijo (y no hay efecto sobre los ingresos de los padres).

  • Os felicito por el trabajo. Se trata de un tema q interesa mucho a nuestra población "envejecida".
    Solo tengo una pregunta: Cuando mencionáis la "decisión de tener hijos", realmente habláis de la decisión sobre cuando tener otro hijo más (q parece retrasarse un mes), ¿verdad?
    Lo q me cuesta entender es la motivación (ventajas/desventajas) de dicho retraso, q parece ser pequeño, y la posibilidad de decidir sobre el momento de tener un hijo con tanta precisión (aunque sea en media).

    Por otro lado, ¿puede afectar a vuestros resultados la heterogeneidad inobsevable de las parejas, o tener algo q ver la crisis q comenzaba a apuntarse en 2008?

    • Muchas preguntas 🙂

      1) Sobre fecundidad, sí, miramos al hijo siguiente de las familias que ya habían tenido uno en 2007.

      2) No sabemos nada sobre la "decisión" de tener otro hijo, sólo sobre los resultados: si las parejas tuvieron un hijo más o no, y cuándo. Tampoco podemos saber exactamente por qué, aunque dedicamos bastante esfuerzo en el estudio a buscar evidencia que apoye o descarte distintas hipótesis alternativas.

      3) El tema de heterogeneidad inobservable y los efectos de la crisis si lo tenemos resuelto, gracias al enfoque econométrico. Básicamente, al comparar familias que tuvieron un hijo en la 3ª vs. la 4ª semana de Marzo de 2007, las familias "tratadas" y de "control" son idénticas (en media) en todas las características que podemos observar, y podemos pensar que también en las no observadas. Los dos grupos de familias también se ven afectados por la crisis por igual.

  • Se me ocurre que podría ser que los padres comprobaron un mayor efecto negativo por su baja de paternidad en el mercado laboral (jefes que gruñen, compañeros que se hacen con cuentas atractivas en su ausencia...) de lo que habían anticipado, lo que sería magnificado por el cambio legal que lleva a una baja laboral aún más pronunciada con el segundo hijo. Una mera hipótesis que bien puede estar del todo equivocada.

    • Gracias David, estoy de acuerdo en que ese sería un canal plausible. En la medida de lo posible, hemos intentado analizar los efectos de la baja sobre la trayectoria laboral de los padres, y no hemos encontrado ningún efecto (sobre ingresos, tipo de contrato, etc). Si los efectos son más sutiles que eso y no se ven reflejados en el puesto de trabajo, las horas o los ingresos, entonces no los hemos podido capturar y puede que sean parte de la historia.

  • Muchas graciar el post, realmente interesante.
    Sobre vuestro último punto, ¿Habéis mirado si las familias con hijos después de la política invierten más ellos? Quizás la encuesta de presupuestos familiares pueda decir algo sobre este tema. Otra pregunta que no tiene mucho que ver (es pura curiosidad): hay alguna diferencia en el tiempo que se utiliza para tener el segundo hijo en función del sexo del primero?
    Muchas gracias

    • Gracias Tania. Tu observación es muy interesante. La respuesta es que estamos en ello! Te mantendremos informada 🙂

      Sobre la segunda pregunta, no lo sé! Pero es fácil de mirar.

  • No habéis tenido en cuenta que en 2008 estalló una crisis económica bestial y muchas familias no tenían una situación económica favorable para tener otro niño?

    • Sin haber leído el estudio (cuyo enlace se proporciona) y basándome tan solo en el post, se dice que la separación de grupos se establece entre familias que tuvieron un hijo "justo antes" del 24 de marzo (grupo de control) y familias que tuvieron hijo justo después. Por tanto, la mencionada crisis alcanzaría por igual a ambos grupos y no podría ser un factor explicativo de las diferencias entre ambos.

    • Hola Eva, ¿de verdad crees que no habríamos pensado en eso? 😉

      Efectivamente, a nivel agregado la fecundidad en España cayó durante los peores años de la crisis. Sin embargo, esto no afecta a nuestros resultados, en el sentido de que los efectos que encontramos no se pueden atribuir a la crisis, ya que esta afectó por igual a nuestros grupos de familias "tratadas" y "de control", que sólo se diferencian en haber tenido un hijo a mediados vs. a finales de Marzo de 2007.

      Lo que no quita que los efectos de introducir la baja de paternidad podrían haber sido diferentes de haber tenido lugar en un momento de boom en lugar de justo antes de una crisis. Es decir, la crisis no amenaza la "validez interna" de nuestros resultados, pero sí la "validez externa", es decir, no me atrevería a afirmar que los efectos serían los mismos en otro punto del ciclo.

  • Interesante pero creo que quedan cuestiones en el aire.
    ¿Os habéis planteado el efecto que la crisis financiera de aquellos años pudo haber tenido en los datos que manejáis? Coincide con el cambio de política de bajas.
    ¿Habéis comparado números de hijos en parejas que pudiendo equiparar las bajas no lo hicieron con aquellas que sí lo hicieron? Ese estudio también se podría hacer hoy en día con los efectos de la crisis separados de la introducción de nueva normativa, no como en 2007 y años posteriores.
    ¿Influencia de nivel socioeconómico en los resultados?

  • Aprovechando la invitación a contribuir ideas, mi sugerencia es que se decidan qué quieren estudiar: o evaluar ex-post una política pública o explicar una caída en la tasa de natalidad en un período claramente definido. Lo peor que se puede hacer es mezclar ambos temas, mucho más cuando uno se refiere a una evaluación y el otro a una explicación. Partiría presentando separadamente cómo evaluar la política y cómo explicar la caída en la tasa de natalidad porque ninguna de las dos tareas es fácil ya que suponen marcos teóricos bien desarrollados que sirvan de guía a la investigación empírica.

    Si en el proceso de evaluar una política o un proyecto, uno encuentra alguna evidencia que puede haber tenido un beneficio o un costo no esperado, lo aconsejable es poner este efecto colateral en el cajón de las cosas por estudiar (salvo claro está que otros hayan presentado un estudio serio). Esa evaluación nunca puede pretender ser completa y final y entonces no hay por qué volverla más confusa incluyendo especulaciones sobre un efecto colateral específico, por importante que uno crea que puede ser. Cuando se leen las conclusiones de evaluaciones --siempre preliminares-- es común "agregarle" especulaciones sobre efectos colaterales sobre los cuales se sabe poco, a veces nada, pero mi recomendación es que uno debe contenerse y limitarse a indicar lo poco que se sabe sobre estos efectos y jamás pretender una evaluación preliminar de sus posibles impactos sobre las conclusiones.

      • El punto de mi comentario lo vengo repitiendo por 50 años, y lo aprendí jugando, es decir, ganándome la vida haciendo evaluaciones cuando dedicaba mi tiempo libre a las explicaciones. Hoy, más allá de lo que observo en las prácticas de economistas jóvenes, me veo obligado a observar a los médicos y a los medicamentos que recomiendan, con sus muchos efectos colaterales que a su vez me llevan a revisar la investigación seria sobre su relevancia. A veces uno encuentra investigación seria, pero otras no, y por eso me preocupa que los médicos no acepten que uno les cuestione sus "órdenes". No es condescendencia, es simplemente compartir lo que uno ha aprendido y ojalá le sea útil.

        • Gracias de nuevo por sus consejos. Le contesto con más detalle. Con este estudio no pretendemos explicar la caída de la fecundidad en España entre 2009 y 2013, sino evaluar los efectos de la introducción de la baja de paternidad. Nuestras variables iniciales de interés, es cierto, eran las de mercado de trabajo. Estudiamos de manera lateral fertilidad, y este efecto resultó significativo y en una dirección que no esperábamos. Efectivamente lo "pusimos en el cajón para estudiar", y a continuación efectivamente lo estudiamos en profundidad, y el resultado es el estudio que enlazo. Nadie más ha presentado "un estudio serio" sobre el tema. La revista científica internacional a la que lo enviamos expresó su interés en el resultado de fertilidad, y hemos hecho lo posible por investigarlo directamente. No me parece un efecto de "segundo orden". De acuerdo en que ninguna evaluación es "completa y final", y claro que nos quedan preguntas abiertas.

  • Felicidades por el trabajo y también por dedicar tanto esfuerzo a generar evidencia empírica sobre un tema socialmente muy relevante.

    Lo que no acabo de entender es el título del post: si las semanas de baja paternales podrían servir para que el padre percibiera "de manera directa los costes de criar a un recién nacido", ¿dónde está el efecto indeseado de la política? 🙂

    • Jajaja, gracias Inés. Quizá debería haber dicho "inesperados" en vez de "indeseados". Lo decía porque en general se suele entender que la natalidad en España es "demasiado baja" y que las políticas públicas deberían intentar favorecerla, no reducirla.

      • Es curioso (y para mi gusto peligroso) el concepto de natalidad "demasiado baja": ¿comparada con qué?. ¿es que existe una "natalidad óptima?. Si existe, ¿quien tiene la "autoridad" de fijarla? ¿el gobierno? (por dios que miedo!), ¿los académicos? (aún peor, después de todo a los gobiernos, en algunos lugares, los elige la gente, los académicos se eligen solos).

        La "natalidad óptima" es la que resulta de agregar el conjunto de decisiones de los ciudadanos y es perfecto que sea así. Con este planteamiento la natalidad óptima es siempre la que es y lo que se puede hacer es entender por qué, cuando los individuos toman sus decisiones maximizando lo que quiera que maximicen, es esa y no otra.

        Suponiendo, lo dudo, que pudiéramos definir un "óptimo social" para la natalidad y que ese fuera diferente del que deciden los ciudadanos, las aberraciones que pueden derivarse de imponerles el óptimo son escalofriantes.

        Si no buscamos "imposición" si no "nudge" lo que nos encontramos es con la incopetencia manifiesta de los políticos y los errores relevantes de las ciencias sociales que inspiran (en el mejor de los casos) sus políticas. Como ilustra la entrada.

        La palabra que estas buscando es "unintended" y no tengo claro como se traduce pero quiere decir que es muy peligroso meterse a "empujar" a los demás desde la ignorancia y la incapacidad. En castizo se dice "Manolete, si no sabes torear ...." y aplica 100% a todo lo que deciden los gobiernos "por el bien de la sociedad"

        • Imagino que en este contexto se entiende por natalidad óptima aquella que permite que cada generación siguiente sea suficiente para mantener la economía, el estado del bienestar y a la generación jubilada anterior. Por mucho que seamos hoy en día muy felices teniendo solo un hijo o ninguno (yo no tengo ninguno), es muy posible que de aquí a unos años nos arrepintamos de ello, porque la baja natalidad tiene ciertos efectos positivos a corto y medio plazo pero también efectos negativos a largo. Y ya se sabe que los seres humanos no estamos bien cableados para ponderar correctamente el largo plazo frente al corto.

  • Yo creo que la conciliación de la vida laboral y familiar tiene mucho que ver con la reducción de la natalidad. Y el coste económico que supone poder suplir esa conciliación que no existe: extraescolares, acogidas, casales, comedor, etc.

  • En paises en desarrollo no hay conciliacion y hay mas natalidad, de donde se deduce que es el marco cultural es fundamental para determinarla. En esos paises un hijo representa riqueza, en occidente representa un gasto, o un lucro cesante

  • En Occidente hoy un niño es visto como un gasto de dinero y de tiempo, en los paises en desarrollo como riqueza. Partiendo de esta base, el valor del niño en una sociedad, el resto de consideraciones son vanas. Hoy un niño esta al nivel de un bien de consumo de lujo.
    Estudiando los tipos de vivienda de los años 60, 70, 80, 90, 2000 nos daremis cuenta de lo que realmente los gobiernos quieren, que "familias" priorizan. Basta estudiar dimensiones, costes y demas. Solo ver por diferentes barrios el tipo de construccion.
    O estudiar la natalidad en clases altas, donde el factor economico no tiene relevancia

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