Izquierda Brahmán vs. Derecha Mercader: Divisiones Políticas y Desigualdades Sociales

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Amory Gethin, Clara Martínez-Toledano y Thomas Piketty

Las democracias occidentales han sufrido recientemente importantes transformaciones, en un proceso marcado por la fragmentación política, la creciente relevancia de los problemas ambientales y el éxito de movimientos autoritarios (Trump, Brexit, Le Pen, etc.). En un artículo reciente tratamos de entender mejor la naturaleza y el origen de estos procesos de transformación política. ¿En qué dimensiones del conflicto político (educación, ingresos, edad, etc.) se han alineado tales transformaciones? ¿Es el auge del “populismo” el resultado de tendencias recientes (como la crisis financiera de 2007-2008, las olas de inmigración o la globalización), o ha sido este un proceso ligado a cambios estructurales en el largo plazo? Más allá de los factores específicos de cada país, ¿podemos encontrar evoluciones comunes a todas las democracias occidentales?

Para dar respuesta a (o al menos entender mejor) estas cuestiones, explotamos un nuevo conjunto de datos sobre la evolución a largo plazo de los comportamientos electorales en 21 democracias occidentales. En particular, recopilamos y armonizamos los microdatos de encuestas electorales sobre los determinantes individuales del voto en estos 21 países desde la Segunda Guerra Mundial, lo cual nos permite analizar más de 300 elecciones entre 1948 y 2020.

Comparar la evolución de las divisiones electorales requiere agrupar los partidos políticos de tal manera que las coaliciones que se consideren sean lo más comparables posible entre países y a lo largo del tiempo. Para ello, distinguimos entre dos grandes grupos de partidos: partidos "de izquierda" o "socialdemócratas y afiliados" (socialdemócratas, socialistas, comunistas, y partidos verdes); y partidos "de derecha" o "conservadores y afiliados" (conservadores, democristianos y partidos anti-inmigración). Incluimos partidos comúnmente clasificados como liberales o socio-liberales en este último grupo, como los Demócratas Liberales en Gran Bretaña y el Partido Democrático Libre en Alemania. En el artículo llevamos a cabo varias pruebas de robustez para asegurar que nuestra clasificación es consistente en términos de la oferta programática de los partidos y las propias percepciones de los votantes sobre el espacio político.

El resultado más relevante que emerge de nuestro análisis es la existencia de un proceso gradual de desconexión entre los efectos de los ingresos y la educación sobre el voto. En las décadas de 1950 y 1960, el voto a partidos socialdemócratas y afiliados era un “voto de clase”, en el sentido de que estaba fuertemente asociado a la población de bajos ingresos y con un menor nivel educativo. El voto a partidos de izquierda se ha ido asociando gradualmente a votantes con mayor nivel educativo, lo que dio lugar en la década de 2010 a una divergencia entre las influencias de la renta (capital económico) y la educación (capital humano): los votantes de altos ingresos siguen votando a la derecha, mientras que los votantes de educación superior han pasado a apoyar la izquierda.

Para documentar esta transición hacemos uso de un indicador muy simple: la diferencia entre el porcentaje de votantes dentro del 10% más cualificado y el porcentaje dentro del 90% menos educado que votan a partidos de izquierda. Esta diferencia es negativa cuando los altamente cualificados tienen una menor probabilidad de votar a dicho grupo de partidos respecto al resto de la población, y positiva cuando tienen una mayor probabilidad. Ese mismo indicador también lo usamos para el caso de la renta, y calculamos la diferencia entre el porcentaje de votantes dentro del 10% más rico en renta y el porcentaje dentro del 90% menos rico que votan a partidos de izquierda.

La Figura 1 muestra la evolución media de ambos indicadores en las democracias occidentales que analizamos desde los años 60 (en todos los gráficos controlamos por la renta, educación, edad, género, situación laboral, situación civil, religión, raza/etnia, y ubicación urbana/rural simultáneamente).

La línea roja muestra que los altamente cualificados tenían una probabilidad menor de votar a la izquierda que los menos educados a comienzos de los 60 (16 puntos porcentuales menos). Esta diferencia se ha ido reduciendo gradualmente hasta volverse positiva, y en los últimos cinco años los más educados votan con mayor probabilidad a partidos de izquierda (10 puntos porcentuales más).

Sin embargo, la evolución en el caso de la renta ha sido radicalmente distinta. La línea azul muestra que los más ricos en renta tienen menor probabilidad de votar a partidos de izquierda a lo largo de todo el periodo: entre 16 y 8 puntos porcentuales menos. Esta separación entre una “derecha mercader” y una “izquierda brahmán” es visible en casi todas las democracias occidentales, a pesar de las importantes diferencias políticas, históricas e institucionales. En el sistema tradicional de castas de la India, las castas superiores se dividían en brahmanes (sacerdotes, intelectuales) y Kshatryas / Vaishyas (mercaderes, comerciantes), una división que los conflictos políticos modernos en las democracias occidentales parecen seguir en cierta medida.

Este proceso de desconexión entre los efectos de los ingresos y la educación sobre el voto se ha producido a la par de una fragmentación gradual del espacio político en la mayoría de las democracias occidentales que hemos analizado. Los partidos comunistas casi han desaparecido, mientras que los partidos verdes y anti-inmigrantes acaparan una parte cada vez mayor de los votos, como muestra la Figura 2.

El surgimiento de partidos verdes y anti-inmigración desde el 1980-1990 ha acelerado la separación entre la “derecha mercader” y la “izquierda brahmán” —aunque en el artículo mostramos que solo puede explicar aproximadamente el 15% del cambio general observado —ya que la educación (y no la renta) distingue más claramente el apoyo a estos dos tipos de partidos en la actualidad (ver Figura 3).

Para entender mejor los factores que están detrás de la divergencia de los efectos de los ingresos y la educación sobre el voto, combinamos nuestra nueva base datos sobre clivajes políticos con la base de datos del Manifesto Project, la fuente de datos más completa sobre la evolución de los programas de los partidos políticos desde finales de la Segunda Guerra Mundial. Esta base nos permite reconstruir dos indicadores sobre la ideología de los partidos de la literatura de ciencias políticas (Bakker y Hobolt, 2013): las posiciones relativas de los partidos sobre un eje “económico-distributivo” y un eje “sociocultural”.

La Figura 4 muestra que la separación entre estas dos dimensiones del conflicto político y la divergencia de ingresos y la educación son fenómenos estrechamente relacionados. La correlación entre el gradiente de ingresos de los partidos y su posición en la dimensión económico-distributiva se ha mantenido muy estable desde la década de 1960: partidos que enfatizan sobre el “libre mercado” reciben desproporcionadamente más votos de votantes de altos ingresos en la actualidad, tal y como lo hacían hace 60 años. Sin embargo, la correlación entre el gradiente educativo de los partidos y su posición en el eje sociocultural ha aumentado drásticamente, de 0 en la década de 1960 a casi 0,5 en la década de 2010.

Dicho de otro modo, los partidos que promueven políticas “progresistas” (partidos verdes y tradicionales de izquierda) han visto su electorado cada vez más restringido a los votantes con educación superior, mientras que los partidos que defienden puntos de vista más “conservadores” sobre cuestiones socioculturales (partidos anti-inmigración y partidos tradicionales de derecha) concentran una proporción creciente del electorado con menor nivel educativo. En conjunto, estos resultados sugieren que los cambios en la oferta política, en particular el énfasis creciente sobre factores socioculturales entre viejos y nuevos partidos, parecen ser un factor importante detrás de la desconexión progresiva entre las divisiones educativas y de ingresos a la hora de votar.

Este artículo forma parte de un proyecto colaborativo mucho más amplio en el que han participado una veintena de investigadores y que tiene como objetivo entender mejor la evolución de las interacciones entre el voto y las desigualdades sociales no solo en las democracias occidentales sino a nivel global. El próximo 14 de diciembre sale a la luz el libro “Political Cleavages and Social Inequalities”, que incluye análisis similares al de este artículo en otras 29 democracias no occidentales. Todos los datos, gráficos y artículos de este proyecto están disponibles de forma gratuita en una página web que hemos creado (World Political Cleavages Database) para quien los quiera usar. Esperamos que la base de datos estimule nuevos trabajos que nos permitan entender mejor la compleja relación entre el voto y las desigualdades sociales y que también ayude a nutrir el debate público con evidencia empírica sobre estas cuestiones.

Hay 2 comentarios
  • Muy interesante artículo.
    Una duda sobre la primera parte: mi entendimiento es que hay una fuerte correlación entre nivel de ingresos y nivel educativo. Las clásicas escaleras que relacionan ingresos promedio por nivel educativo y que se repiten en todos los países.
    Si esto es así, y más educación significa más ingresos, ¿cómo es posible que el votante más educado vote a la izquierda y el de más renta a la derecha? ¿O es que los de derechas obtienen sus rentas del capital y no del trabajo?
    Muchas gracias.

  • Mi mayor duda con el análisis es la misma que la de ANABASA, es más aunque los ingresos más altos viniesen de rentas de capital, sigue siendo gente que ha estudiado y que manda a estudiar a sus hijos. Creo que habría que explicar bien lo que se entiende por educación, porque en el entorno que yo conozco la gente rica estudia lo que quiere y puede especializar sus estudios en el extranjero y la gente pobre ha de hacer muchos esfuerzos para estudiar

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