Incubadoras empresariales en España

Por Ana Rosado, Adolfo Hernández, Francisco Blanco, y Teresa Freire.

Emprendimiento comienza a ser una palabra que todos identificamos, aunque nunca está de más destacar hasta qué punto la actividad desarrollada por los emprendedores promueve e impulsa el crecimiento económico. En la actualidad se realizan diversos seguimientos sobre el estado del emprendimiento en España, desde GEM hasta el ranking de FUNCAS, además de los rankings universitarios de GUESSS. Se basan en encuestas elaboradas para tal fin, y nos permiten valorar datos cuantitativos y cualitativos sobre el tipo de emprendedor que tenemos en España.

Las incubadoras empresariales se han hecho un hueco en el mundo del emprendimiento y la tendencia se mantiene al alza. En España hay 413 incubadoras empresariales a diciembre de 2023 repartidas por todo el territorio. La concentración más notable se produce en Madrid, Galicia y Cataluña. La Comunidad Valenciana mejora su posición como región de emprendedores, especialmente porque tiene muchos jóvenes emprendiendo. Pero, ¿qué es exactamente una incubadora? Y, ¿para qué sirve?

Una incubadora es un centro de trabajo promovido por alguna institución (universidades, ayuntamientos, comunidades autónomas o empresas), que ofrece servicios a los emprendedores; por ejemplo, mesa de trabajo y conexión a internet, o consultoría y monitorización de proyectos, o también asesoría legal, búsqueda de financiación y formación interdisciplinar, todo ello para ayudar a las empresas incubadas.

¿A qué se dedica una incubadora empresarial?

El objetivo que se persigue cuando se pone en marcha una incubadora es crear un ecosistema de emprendimiento. Nosotros hemos propuesto un modelo de funcionamiento de un ecosistema emprendedor como se ve en la Figura 1:

 

Diseñamos como Paso 1 el momento en el que los emprendedores se relacionan con otros actores. Leyendo la figura de izquierda a derecha, la incubadora proporciona asistencia y consejos a las startups, además de fomentar que entren en contacto con entornos interesados en su negocio, y en particular con otras empresas. También la financiación se sitúa en el paso 1, ya que los emprendedores buscan financiación tanto pública como privada, así como el networking que surge por la especial localización de la incubadora. En esta primera fase, los gerentes de la incubadora impulsan la confianza entre las empresas incubadas y otros actores, y una vez conseguida, se facilita la búsqueda de vías de financiación.

El Paso 2 se corresponde con la 'graduación' de las empresas; es decir, su lanzamiento a la economía real. Se trata de un emprendimiento productivo, ya que favorece el desarrollo regional en el área donde se encuentra la incubadora. El último paso, o Paso 3, retroalimenta a la incubadora, y provoca la aparición de más emprendedores: si una región es muy activa en los negocios aparecerán nuevas empresas que requieren los servicios de la incubadora para su puesta en marcha.

Un buen número de análisis muestran que las incubadoras de empresas en España han ayudado a las empresas a sobrevivir y crecer durante sus etapas iniciales, y también en la primera toma de contacto para desarrollar redes productivas (aquí), al mismo tiempo que estimulan la innovación y el desarrollo regional (aquí o aquí). También se han evaluado las fortalezas de un ecosistema empresarial (aquí) y cómo ese tipo de ecosistema actúa a nivel regional (aquí). A menudo se suele utilizar el apelativo unicornios para definir dichos entornos (aquí).

Viendo a lo que se dedican, ¿sirven para algo?

Con el objetivo de medir el éxito de las incubadoras y ayudar a mejorar su gestión propuesto un modelo de predicción de la supervivencia de los proyectos de negocio incubados. La hipótesis es que dicha supervivencia nos ayuda a medir el éxito de la incubadora.

Nos basamos en la encuesta de FUNCAS que se envió a todas las incubadoras nacionales, y a la que contestaron un 17,7% de ellas. A la vez, disponemos de la información sobre el porcentaje de proyectos que se graduaron en cada incubadora y han “sobrevivido” en el exterior. La Tabla 1 muestra la frecuencia y el porcentaje de supervivencia para las 6 comunidades elegidas en el estudio (aquéllas con mayor presencia de incubadoras): Madrid, Cataluña, Castilla y León, Aragón, País Vasco y Galicia. Para posibilitar el análisis, recodificamos esta variable a una binaria (0–1), donde el valor ‘1’ (éxito) identifica las incubadoras en las que al menos el 70% de los proyectos incubados continúan su actividad: 38 del total de las 56 incubadoras estudiadas, un 67.9%. Ésta es la variable dependiente de nuestro modelo logístico binario. Este modelo resulta adecuado cuando se trata de explicar y predecir una variable binaria, en función de diferentes variables que potencialmente puedan tener poder explicativo y/o predictivo (que finalmente lo tengan o no, lo decidirá el ajuste del modelo). Además, permite que estas variables explicativas sean de diferente tipo (cuantitativas, cualitativas u ordinales).

El modelo recoge las características que nos parecen clave para la supervivencia de los proyectos, y que estaban recogidas en los ítems del cuestionario. Parte del objetivo es detectar aquellas que pueden considerarse buenos predictores del éxito de las incubadoras. Para la selección se opta por un proceso hacia adelante, es decir, se empieza por un modelo 0, sin ninguna variable, y se van introduciendo variables en el modelo de una en una hasta que, mediante un criterio de parada, se decide que ya no hay más variables estadísticamente significativas que deban incluirse. La Tabla 2 muestra el principal resultado: solo los ítems ‘financiación pública’ y ‘negocio innovador’ son estadísticamente significativos y claves para la supervivencia. Este resultado es consistente con lo que se discute en buena parte de la literatura (aquí y aquí).

La última columna indica que el efecto de estas dos variables es altamente positivo: el “cociente de ventajas entre éxito y fracaso” (odd-ratio del modelo logístico) se multiplica por más de seis veces por cada punto adicional en las variables financiación pública e innovación. Por tanto, las incubadoras aumentan su tasa de éxito cuando mejora la financiación pública de sus negocios y cuando estos se centran en la innovación.

¿Discriminación por género?

Una cuestión adicional para la que creemos que nuestra metodología puede resultar informativa es para detectar posibles sesgos de género en el emprendimiento. Aquí tratamos de responder a la pregunta: ¿Las mujeres españolas son más emprendedoras que los hombres?

Lo que sí ha sido estudiado es que el emprendimiento femenino español está más presente en las comunidades con mayor nivel de renta aquí, estando encabezado por Cataluña, seguida de la Comunidad Foral de Navarra, la Comunidad de Madrid y el País Vasco. Las investigaciones realizadas en España predicen una tendencia superior al emprendimiento entre los hombres aquí.

Partiendo de los mismos datos, se calculó una variable sintética que midiera el porcentaje de presencia femenina en la incubadora, arrojando un resultado del 15,1% de la muestra. Se estudió el éxito de las incubadoras diferenciadas por género a partir del porcentaje de proyectos que siguen funcionando en el exterior (la supervivencia de la que hemos hablado antes). También se midió el fracaso de la incubadora en términos de porcentaje de proyectos que cesan su actividad durante el periodo de incubación. No se obtuvieron diferencias significativas entre géneros, aunque cabe destacar que el resultado fue muy claro para la variable éxito (p-valor de 0.619) y no tanto para la variable fracaso (p-valor de 0.058, no significativo al 5% pero sí a partir del 6%).

Tampoco se detectó ningún tipo de discriminación cuando se estudió el tipo de financiación obtenida por los proyectos graduados (fondos públicos y/o privados). No obstante, cuando se añade al modelo la variable internacionalización del negocio incubado, se detecta una discriminación significativa a favor de los hombres (p-valor de 0.024).

Para concluir

En este post hemos querido destacar el papel de las incubadoras empresariales y dar una medida de su éxito. Todo sugiere que dicho éxito puede dar lugar a importantes beneficios para la región en la que se implantan y prosperan. Encontramos que el patrón de supervivencia para las incubadoras se materializa a través de las mejoras de la financiación pública y de la mayor especialización innovadora de los negocios. Como extensión podemos decir que los resultados no apuntan en absoluto a un sesgo de género, aunque hemos detectado que el sesgo masculino aparece cuando los negocios se internacionalizan.