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Efectos económicos de la importación de material de defensa

Por Francisco J. Callado Muñoz y Natalia Utrero-González,

El anuncio del programa de gasto militar propuesto por la Comisión Europea como respuesta a las amenazas y el nuevo escenario geopolítico ha suscitado estos días, mientras preparamos esta entrada, un aumento del debate público sobre el sector defensa. Algunos medios han sugerido que el rearme europeo beneficiará a la industria de defensa, principalmente a la estadounidense, origen de la mayoría de importaciones.

Desde el punto de vista académico, entender el nexo entre el gasto en defensa y la actividad y el crecimiento económico es uno de los objetivos principales de los estudios de economía de defensa. El gasto militar incluye aspectos tan diferentes como salarios, grandes sistemas de armas e infraestructuras, además de operaciones en curso, entrenamiento y preparación, cada uno de los cuales puede tener diferentes implicaciones en el crecimiento económico. Con frecuencia, los datos disponibles no siempre permiten desagregar las diferentes partidas de forma adecuada para distinguir el gasto productivo del no productivo, como es el caso cuando se analiza el conjunto del gasto público no militar. En un trabajo reciente Jordan Becker y Paul Dunne realizan un análisis desagregado del gasto de defensa para los países de la OTAN y la UE y concluyen que la correlación negativa entre el gasto militar y el crecimiento encontrada en estudios recientes está impulsada principalmente por los gastos en personal. En 2024 estos gastos fueron de 37,5% de media para los países OTAN, 47,5% y 28, 2 para España y Estados Unidos respectivamente. Si bien es cierto que en el caso de España hay partidas de inversión en material de defensa repartidas en otros ministerios.

La de material tecnológicamente avanzado que mejore las capacidades de defensa y seguridad supone en muchos países la principal forma de inversión y modernización de material de defensa. En este trabajo, junto con Jana Hromcová, nos propusimos analizar el efecto del comercio de material militar en el crecimiento económico en el seno de una alianza multilateral de defensa, incorporando la difusión de la tecnología resultado del intercambio comercial y los efectos indirectos (spillover) derivados.

Es importante tener en cuenta dos aspectos. Primero que las tecnologías militares de vanguardia se intercambian más probablemente entre países aliados o países con intereses compartidos que entre enemigos (Gowa y Mansfield, 2004 ; Pamp et al., 2018). Segundo, la importancia creciente de los avances tecnológicos “civiles” dentro de los desarrollos militares (James, 2016). Por tanto, las adquisiciones de material de defensa llevan asociadas cada vez más transferencia de tecnología “civil” o de doble uso, más allá del ámbito militar, provocando un efecto indirecto o spillover. Efecto que puede ser mayor cuando el comercio sea entre países “amigos”.

El trabajo parte de un modelo teórico, y se contrasta si sus predicciones se sostienen para el caso de la OTAN y la estrategia de ampliación que comenzó después del final de la guerra fría. Siguiendo las aportaciones entre otros de Barro (1990), Ghosh y Roy (2002) en nuestro modelo el gobierno distribuye su presupuesto entre gasto no productivo e inversiones productivas, pudiendo ser éstas civiles y/o militares como en Shieh et al. (2002) y Pieroni (2009). En concreto, las inversiones militares consisten en la importación de sistemas de armas de alta tecnología. En este contexto, se introduce un mecanismo de externalidad tecnológica y de seguridad similar al de Callado-Muñoz et al. (2014) para el caso de adhesión a una alianza militar. Desde el momento del acuerdo, los países tienen la posibilidad de importar material de defensa como socios, no solo clientes militares, lo que permite un acceso más amplio a material tecnológicamente más avanzado. Parte de los nuevos aliados son desarrolladores de tecnología militar, cuyos esfuerzos en investigación y desarrollo les han permitido alcanzar la frontera de la tecnología militar (Yakovlev, 2007).

El modelo sugiere que el proceso de difusión tecnológica es más intenso para aquellos países que presentan niveles tecnológicos iniciales más bajos. Es decir, cuanto más alejada esté una economía de la frontera tecnológica, mayor será el impulso que reciba de incorporarse a la alianza y la posibilidad de importar productos de mayor calidad (mejor tecnología). Además, cuanto mayor sea la importancia de la tecnología militar en la función de producción, mayor será el beneficio esperado de las importaciones de sistemas de armas y la difusión tecnológica. El modelo también predice que la influencia de la alianza será más rápida en aquellos países con mayor gasto militar, siempre que compensen el aumento del gasto militar reduciendo los recursos destinados a gastos públicos no productivos. Bajo estas condiciones, los países pueden acelerar la difusión tecnológica acumulando más capital militar (es decir, mayores importaciones) y, a su vez, aumentar la seguridad nacional y común.

La siguiente figura presenta una calibración de los resultados del modelo utilizando la media de los variables de los países incluidos en el posterior análisis empírico, así como valores estándares en la literatura para los parámetros necesarios.

Figura 1. Crecimiento económico e importación de material de defensa

La figura muestra que, para un conjunto de ingresos óptimos, un mayor gasto militar está asociado con un mayor beneficio de difusión tecnológica a través de las importaciones de sistemas de armas, sobre todo cuando el aumento en el gasto militar va acompañado de una reducción en la financiación de actividades públicas no productivas (caso 1). Si esta reducción no se produce (caso 2), se observa una forma de u invertida, demasiada inversión en defensa afecta menos positivamente. Además, según los recursos disponibles pueden surgir diversos resultados en función del objetivo de gasto en defensa fijado por el gobierno (caso 3).

Estas conclusiones se contrastan utilizando datos de países con una relación de asociación con la OTAN entre 1990-2019. Los datos referidos al comercio de sistemas de armas provienen del Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI) y recogen las transacciones internacionales de sistemas de armas (sistemas aéreos y espaciales, vehículos blindados, buques, submarinos y misiles) no incluyendo armas pequeñas (pistolas, balas, granadas…). Durante este periodo se desarrolla la estrategia de ampliación y asociación de la OTAN, lo que permite controlar por diferentes niveles de integración con la misma. La evidencia confirma un efecto positivo sobre el crecimiento de las importaciones de sistemas de armas de países de la OTAN que no se produce cuando los países exportadores no pertenecen a la alianza. Este efecto es mayor cuando el nivel de desarrollo tecnológico del país en el ámbito militar es reducido y cuando el nivel de gasto en defensa es mayor. En el análisis de la productividad se introducen medidas de stock de capital en I+D tanto nacional como internacional como parte del mecanismo de difusión tecnológica. Los resultados muestran un efecto positivo de las importaciones de sistemas de armas. En particular, la elasticidad del efecto de contagio del conocimiento se sitúa entre el 2,5 % y el 2,8 %, dependiendo de la relación institucional con la OTAN. Este resultado sugiere que existe un efecto spillover de conocimiento militar y que la importación de armamento de nivel tecnológico avanzado puede ser considerado un mecanismo relevante en la difusión de este conocimiento.

Las iniciativas europeas en materia de defensa recientemente anunciadas no son tanto una novedad como una reafirmación de la mayor cooperación europea en materia de defensa impulsada en 2016 por la vicepresidenta de la comisión, Federica Mogherini. Nuestros resultados junto con la evidencia de Becker y Dunne (2023) sugieren, en lo que respecta a las políticas públicas, que incluso gobiernos menos preocupados por amenazas globales deberían estar abiertos a proyectos de colaboraciones militares internacionales y la posterior importación de los desarrollos, especialmente cuando éstas sean intensivas en tecnologías avanzadas y no apoyadas en el crecimiento del personal de los ejércitos. A pesar de que la cuestión del coste de oportunidad sigue existiendo, prepararse para la guerra para mantener la paz, además de efectos disuasorios que cobran especial importancia en el entorno actual, puede ser una oportunidad para mejorar además la capacidad tecnológica y la productividad. Como bien se ha dicho previamente en este blog, este esfuerzo inversor, no implica que se renuncie a la diplomacia para desescalar las tensiones y evitar la posibilidad de conflicto. En cualquier caso, creemos que menos eslóganes y más explicaciones y pedagogía (mejor si es basada en evidencia científica) ayudarían a centrar un debate complejo.

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