Por Teresa Garín y Adrián Mendieta (UNED)
Antes de hablar de los efectos económicos del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, queremos expresar nuestro profundo sentimiento ante la tragedia humana que representa.
Después de tres meses de guerra, sus efectos económicos ya son perceptibles a nivel mundial. La escalada inflacionista alimentada por el alza del precio de los combustibles y de los alimentos supone una amenaza cierta para la recuperación económica iniciada tras la pandemia.
El sector turístico no es ajeno a la crisis económica desatada por el conflicto. Hay razones para pensar que puede ser uno de los sectores económicos más afectados. El aumento de precio del combustible encarecerá los viajes, especialmente los viajes de larga distancia que suelen realizarse en avión, ya que el coste del combustible es parte importante de los costes del transporte aéreo. A esto hay que añadir que, ante situaciones de inestabilidad política los potenciales turistas suelen optar por cancelar sus viajes o posponerlos hasta que mejoren las condiciones.
Todo esto sucede sin haber superado aún la grave crisis experimentada por el turismo como consecuencia de la COVID-19. Las expectativas más optimistas preveían que el sector recuperase sus niveles prepandemia en 2023. Aunque todavía es pronto para evaluar el impacto del conflicto sobre el turismo internacional, lo cierto es que representa un riesgo que podría retrasar la, ya de por sí, débil y desigual recuperación del sector turístico.
En esta entrada analizamos cómo la invasión de Ucrania puede afectar al sector turístico español. Hay tres vías por las que discurren los efectos: (1) Pérdida de turistas procedentes de Rusia y Ucrania; (2) Impacto sobre precios y renta disponible de los turistas; y (3) Pérdida de confianza de los viajeros.
- Pérdida de turistas procedentes de la zona del conflicto
En el caso de España, con datos de 2019 (último año no contaminado por los efectos de la pandemia), el flujo de turistas procedentes de Rusia y Ucrania representa alrededor del 2% (1,6 y 0,4 por ciento, respectivamente) del total de turistas extranjeros y es de esperar que se interrumpa prácticamente de manera total. A ello contribuyen las medidas adoptadas por la UE que cerró su espacio aéreo a las aerolíneas rusas que ya no podrán despegar, sobrevolar o aterrizar en ninguno de los 27 países, así como el cierre del espacio aéreo ucraniano.
La escasa dependencia de España de los mercados turísticos emisores de Rusia y Ucrania, podría hacer pensar que los efectos directos del conflicto no serán muy relevantes. Sin embargo, la desigual distribución geográfica de los flujos turísticos recibidos nos estaría indicando que algunos territorios van a verse más afectados. Pero veámoslo en detalle.
Nuestro análisis se refiere sólo al turismo procedente de Rusia ya que es con gran diferencia el más importante y, además (o tal vez, debido a ello), las fuentes estadísticas oficiales no ofrecen información de Ucrania como país de origen aisladamente considerado.
En la Figura 1 presentamos la evolución reciente del turismo procedente de Rusia utilizando los datos de la Encuesta de Movimientos Turísticos en Fronteras (FRONTUR) y de la Encuesta de Gasto Turístico (EGATUR) del INE.
Figura 1. Evolución del turismo procedente de Rusia (2016-2021)
Según el INE, en 2019, llegaron a España 1,3 millones de turistas procedentes de Rusia que representaban un 1,6% del total de visitantes extranjeros. La Figura 1 muestra que entre 2016 y 2019, el turismo procedente de Rusia había evolucionado de forma muy positiva tanto por número de visitantes como por volumen de gasto generado. Sin embargo, con la llegada de la COVID ambas magnitudes experimentaron una caída muy importante.
Aunque no se muestra directamente en el gráfico, sabemos que los efectos de la pérdida del flujo de turistas procedente de Rusia son mayores si tenemos en cuenta que el turista ruso genera un elevado gasto por persona. Según datos de EGATUR, en 2021 el gasto por turista fue de 1.704 €, muy por encima de la media de los visitantes internacionales que fue de 1.119 €.
Pues bien, aunque a nivel nacional el peso del mercado ruso no es muy elevado, hay algunos destinos para los que Rusia es un importante mercado emisor y que se están viendo muy afectados. Basándonos en los microdatos de FRONTUR para 2019, en la Figura 2 mostramos el elevado grado de concentración del turismo procedente de Rusia según las CCAA de destino. De hecho, Cataluña es el destino elegido por el 60,5 % de los turistas rusos que llegan a España. Le siguen en orden de importancia, aunque muy por detrás, la Comunitat Valenciana con una cuota del 14,4%, Illes Balears (9,2%), Comunidad de Madrid (6,4%), Andalucía (3,5%) y Canarias (3,3%).
Figura 2. Distribución del turismo procedente de Rusia por CCAA (2019)
Si descendemos a nivel de zonas turísticas, utilizando la Encuesta de Ocupación Hotelera (EOH), la Tabla 1 muestra la dependencia de cada una de ellas del mercado ruso.
Tabla 1. Turismo procedente de Rusia según zonas turísticas en España (2019)
Así podemos ver que Costa Daurada será posiblemente la zona más afectada por las restricciones al turismo ruso ya que las pernoctaciones en hoteles causadas por esos turistas representan un 18,1% del total. Le siguen en orden de importancia Costa de Barcelona, Costa Brava y Costa de Valencia con un 8,1, 7,4 y 4 por ciento, respectivamente.
- Impacto sobre precios y la renta disponible de los turistas
Además del impacto directo que supone la pérdida de viajeros procedentes de la zona del conflicto, las condiciones económicas derivadas de la guerra supondrán también un freno a la llegada de turistas internacionales a España. Estos son algunos de los efectos económicos de la guerra y que serán un canal de transmisión al desarrollo del turismo:
- El encarecimiento de las materias primas energéticas (petróleo y gas) está haciendo aumentar los costes del transporte y esto tiene una incidencia directa sobre el turismo como consecuencia del encarecimiento de los viajes.
- Aumentará el proceso inflacionista en que ya se encontraba la economía como consecuencia de las circunstancias de la recuperación de la pandemia COVID-19.
- La inflación tendrá también impacto sobre los precios de los servicios turísticos (alojamiento, restauración, etc.), lo cual desalentará la demanda de dichos servicios.
- La revisión al alza de las previsiones de inflación en nuestros principales mercados emisores, reducirá la renta disponible de los potenciales turistas.
Todo ello hará que los efectos del conflicto sobre el sector turístico español no se circunscriban a los países directamente involucrados. El empeoramiento de las condiciones económicas será una barrera a la recuperación del turismo internacional cualquiera que sea su país de procedencia.
- Pérdida de confianza de los viajeros
La inestabilidad política generada por la guerra ha tenido efectos sobre la confianza de los consumidores. Prueba de ello es que, según datos de EUROSTAT, el Índice de Confianza del Consumidor en la EU-27 se desplomó en marzo (con una caída de 9,1 puntos) y ha seguido cayendo hasta mayo. La desconfianza de los potenciales viajeros hará disminuir su propensión a viajar en general y, especialmente, su propensión a viajar al extranjero.
Es pronto para saber cómo la inestabilidad política afectará el comportamiento de los distintos países emisores, pero en principio pudiera pensarse que:
- Los países fronterizos a la zona del conflicto, así como los países nórdicos, son los que más de cerca sienten las consecuencias de la guerra y es muy probable que reduzcan sus viajes al exterior. Una caída del turismo procedente de los países nórdicos podría tener un efecto relativamente importante sobre el total de turistas en España ya que, según datos de FRONTUR en 2019 representaban un 6,6 por ciento del total de turistas procedentes del extranjero.
- En el caso de nuestros principales mercados emisores, en general países europeos que visitan España por razones de ocio, no se espera que reduzcan su demanda (en todo caso, reducirán su estancia media como respuesta a la pérdida de la capacidad adquisitiva de sus residentes). Es más, países como Alemania, Reino Unido, Francia e Italia, podrían reorientar sus flujos turísticos que actualmente dirigen hacia países competidores como destinos de sol y playa (Turquía, Grecia, por ejemplo) hacia España por su mayor lejanía a la zona del conflicto.
- Para evaluar la posible evolución del turismo procedente de fuera de Europa, podemos recurrir al Barómetro de viajes de larga distancia de la European Travel Commission, el cual proporciona información sobre el sentimiento de los viajeros de Rusia, Brasil, China, Japón, Estados Unidos y Canadá para el verano de 2022 (mayo-agosto). Según dicha información, el 75,5% de los encuestados asegura que el conflicto no ha afectado a su intención de viajar a Europa entre mayo-agosto de 2022. Del resto, un 4% cancela el viaje, un 12% ponen en espera sus planes de viaje, un 3,8% seguirá viajando a larga distancia, pero no a Europa, y el 2,4% cambia el itinerario por razones de seguridad relativas al conflicto.
A modo de resumen podríamos decir que los efectos directos del conflicto, aunque no muy grandes, están muy concentrados en ciertas zonas turísticas (Costa Daurada, Costa Barcelona, Costa Brava y Costa Valencia, por ejemplo) para las cuales Rusia resulta ser un mercado emisor de gran importancia. Los mayores efectos sobre el turismo tienen, sin duda, su origen en la derivada económica del conflicto. La inflación y consiguiente caída de la renta disponible de los potenciales turistas, así como la pérdida de confianza de los consumidores son efectos secundarios que no se circunscriben a los países del conflicto, sino que afectarían a todos los mercados emisores.
Para terminar con algún aspecto positivo, podemos pensar que, por su situación geográfica, España pueda ser considerado como un destino refugio para algunos mercados emisores. A esto hay que añadir que, tras dos años de restricciones y confinamientos, se ha generado una demanda acumulada que ahora aflorará a pesar de los obstáculos.