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¿Existen políticas efectivas para combatir la obesidad?

Por Nano Barahona, Cristóbal Otero y Sebastián Otero

La prevalencia de obesidad en el mundo se ha triplicado en los últimos 50 años. En España, más del 50% de la población adulta tiene sobrepeso y 22% es considerada obesa. Diferentes estudios epidemiológicos han identificado a la obesidad como un factor preponderante de riesgo de enfermedades crónicas, incluyendo enfermedades cardiovasculares, que son la principal causa de muerte en el mundo. Adicionalmente, la obesidad triplica el riesgo de hospitalización en caso de contagio de Covid-19.

A pesar de los intentos por parte de diversas organizaciones y gobiernos para combatir la obesidad, ningún país ha sido capaz de reducir su tasa de obesidad en los últimos 30 años. Entre las políticas más comunes se encuentran los impuestos al azúcar y las campañas de información. Últimamente, una nueva política ha tomado fuerza y se ha implementado ya en varios países: leyes de etiquetado frontal de alimentos. Éstas consisten en poner sellos de advertencia sobre el exceso de nutrientes críticos en aquellos alimentos procesados altos en azúcares, sodio, grasas saturadas y/o calorías.

Chile fue pionero en el desarrollo de los sellos de advertencia, y, en el año 2016, fue el primer país en establecerla a nivel nacional y de manera obligatoria. Desde entonces, los sellos de advertencia han cobrado cierta popularidad y se han implementado en países como México, Perú e Israel. Adicionalmente, otros 25 países, tales como Argentina, Brasil, Uruguay, Canadá e India están en el proceso de discusión regulatoria.

En un reciente trabajo, un grupo de economistas investigadores de la Universidad de Stanford y la Universidad de California, Berkeley, estudiamos los efectos de la implementación de los sellos de advertencia en Chile. Para eso, diseñamos una alianza colaborativa con Walmart, quien nos facilitó los datos de compra de alimentos en todos los supermercados del país. También recolectamos datos del contenido nutricional de los productos tanto antes como después de la implementación de la política, yendo a los supermercados y tomando fotos a la tabla de contenido nutricional de todos los productos disponibles.

La información de consumo de Walmart, junto con la información nutricional de cada producto, nos permitió calcular la cantidad de calorías y azúcares comprada por clientes de Walmart antes y después de la ley. El resultado se muestra en la figura a continuación. La primera línea negra perpendicular indica cuándo comienzan a aparecer los sellos en los productos, y la segunda indica la fecha en que la regulación entra en efecto. La línea roja muestra cómo cambia el consumo promedio de azúcar y calorías en el tiempo. Noten que, previo a la vigencia de la ley, el consumo de calorías y azúcares era más o menos estable, y que luego de la introducción de los sellos, hay una reducción de 9% y 7% en el consumo de azúcar y calorías, respectivamente.

Para entender mejor los mecanismos detrás de la caída en consumo, nos enfocamos en la categoría de cereales de desayuno.

Resultados en demanda

Para estudiar los efectos en demanda de cereales, comparamos el cambio en las compras de cereales con y sin sellos, antes y después de la introducción de la ley. Para darle una interpretación más sencilla a los resultados usamos una escala logarítmica y normalizamos el consumo promedio anterior a la introducción de la ley en cero. La siguiente figura muestra nuestros resultados.

La figura muestra cómo cambia el consumo de gramos de cereales para el desayuno antes y después de la ley. Vemos que, antes de la regulación, los productos sin sellos (unlabeled) y con sellos (labeled) se comportaban de forma similar, pero, luego de que la regulación entra en vigencia, aumentan las ventas de productos sin sellos y se reducen las de con sellos. Las diferencias son de un 26% en promedio. Esta evidencia nos muestra que al consumidor sí le importan los sellos, y que efectivamente modifican su conducta de compra.

A continuación, exploramos cuáles eran los mecanismos que inducen este cambio en conducta de compra. Lo que encontramos es muy interesante. Tal como muestra la figura a continuación, la mayor parte de los efectos se encuentran en aquellos productos que los consumidores pensaban eran saludables, pero que terminaron con un sello de alto en calorías o azúcares (línea azul en la figura). Por el contrario, para los productos que los consumidores tenían una percepción que coincidía con la realidad, los sellos no indujeron grandes cambios en demanda (línea roja en la figura). Es decir, aquellos productos que los consumidores correctamente pensaban que eran altos en azúcar o calorías y, por ende, recibieron sellos, vieron sus ventas menos afectadas. Concluimos que los sellos influencian sustantivamente la conducta de consumo cuando proveen información que es valiosa e informativa.

Resultados en oferta

Por el lado de la oferta, la introducción de los sellos provee a las empresas de un fuerte incentivo a reformular sus productos para quedar justo por debajo de los limites regulatorios y así evitar recibir sellos. Los datos de información nutricional de productos que recolectamos muestran que estos incentivos se tradujeron en una fuerte disminución en el contenido de azúcar y calorías de los productos. En la figura a continuación vemos la distribución de los gramos de azúcar y kcal cada 100 gramos, tanto en 2016 (antes de la ley) como en 2018 (después de la ley). En 2018, a diferencia de 2016, observamos que una masa importante de productos se ubica justo bajo los límites regulatorios lo que sugiere que fueron reformulados para evitar los sellos. En concreto, un 33% y 23% de productos “alto-en” azúcar y calorías respectivamente reformularon sus productos y evitaron los sellos.

Efectos en precios

La reducción del contenido de azúcar y calorías es ciertamente una buena noticia. Sin embargo, en el proceso de reformulación, para que los cereales mantuvieran su contextura, las empresas tuvieron que reemplazar los nutrientes críticos por otros ingredientes, como polioles o maltitoles. Estos ingredientes son más caros, y por lo tanto encarece el costo final del producto. Este aumento en costo, sumado a la mayor demanda por productos sin sellos, se tradujo en que dichos productos aumentaran los precios finales a consumidores.

Aprendizajes para el futuro

Tomando en cuenta todos estos elementos, desarrollamos y estimamos un modelo de oferta y demanda por nutrientes, donde las firmas escogen el precio y la composición nutricional de sus productos y los consumidores escogen productos de acuerdo con sus propias preferencias y a su percepción sobre el contenido nutricional de los productos. El modelo nos permite aprender más sobre el diseño de la política y compararla con políticas alternativas como los impuestos al azúcar.

El modelo nos muestra que las políticas de etiquetados son más efectivas cuando los sellos traen información valiosa a los consumidores. Cuando miramos estos mismos resultados en categorías como las gaseosas, encontramos efectos mucho más pequeños. En el fondo, la gente ya sabía que la Coca-Cola tiene más azúcar que la Coca-Cola Light, y por lo tanto el sello aporta poco o nada de información.

El modelo también nos muestra que la reformulación de productos es más importante en categorías donde reformular es más fácil. La reformulación en cereales o galletas es particularmente difícil, porque el azúcar cumple un rol importante en darle estructura y consistencia al producto. Reemplazarla es costoso. En otros productos, como el yogurt o el zumo, reemplazar el azúcar por edulcorantes alternativos que pueden ser potencialmente más sanos es fácil. En los datos vemos efectivamente mucha más reformulación en productos líquidos.

Finalmente, usamos el modelo para comparar la efectividad de los sellos de advertencias con la de impuestos al azúcar. Encontramos que, comparado con impuestos, los sellos tienen tanto ventajas como desventajas. Por un lado, los sellos tienen el potencial de ser menos regresivos que los impuestos al azúcar, particularmente si las personas de menores ingresos prefieren productos con más azúcar. Por otro lado, los impuestos funcionan mejor cuando queremos corregir otras imperfecciones de mercado no relacionadas con problemas de información, como, por ejemplo, la adicción al azúcar, problemas de auto control o externalidades fiscales al sistema de salud.

Nuestros resultados indican que la política óptima es una combinación de sellos con impuestos al azúcar. Los sellos son un buen instrumento para categorías como los cereales o los yogurts, mientras que otras categorías, como los chocolates o las galletas, en donde los consumidores saben que los productos tienen altos contenidos de azúcar, el impuesto al azúcar podría funcionar mejor. Ambas políticas además se pueden complementar con campañas de información, regulaciones sobre el uso de estantes en supermercados, o educación nutricional a nivel escolar.


(Los autores escribieron un post similar, más extendido, en el blog académico de CIPER Chile. Para más detalles pueden leer también el articulo original publicado en SSRN)