Magdalena Domínguez y Daniel Montolio
Desde la economía urbana se han estudiado muchas de las diferencias que existen entre ciudades, así como entre diferentes puntos de una misma ciudad. Entre las variables estudiadas, el crecimiento y la desigualdad han ocupado la mayor parte de la agenda. Sin embargo, la proliferación de contrastes relacionados con la delincuencia también es sorprendente. Tal y como ya se trató en este blog (aquí), dichos contrastes son relevantes tanto para el bienestar individual como para el del conjunto de la sociedad. En este sentido, y como alternativa a los métodos policiales tradicionales, estudios previos sugieren que las intervenciones basadas en la comunidad y el tejido social pueden tener un papel importante en la reducción de las tasas de delincuencia, especialmente en entornos urbanos deprimidos.
En nuestro artículo reciente, accesible en formato abierto aquí, argumentamos que las iniciativas que fortalecen los lazos comunitarios en barrios desfavorecidos pueden tener éxito en la reducción de las tasas de delincuencia, especialmente para los delitos que no son impulsados por un incentivo puramente económico. Para identificar los efectos de manera clara y así poder llegar a estas conclusiones, utilizamos el despliegue cuasi aleatorio de una política de salud comunitaria. El programa Barcelona Salut als Barris (BSaB) tiene como objetivo mejorar los resultados en salud y reducir las desigualdades en los barrios más desfavorecidos de la ciudad a través de iniciativas de base comunitaria y del empoderamiento de los ciudadanos. Asimismo, tal y como la literatura sociológica y económica sugieren, este tipo de programas también pueden tener impacto sobre otros aspectos del bienestar de los ciudadanos, como las tasas de delincuencia.
Las novedades de nuestra investigación residen en varios factores. En primer lugar, el despliegue de la política entre 2008 y 2014 nos proporciona una variación exógena en los impulsores de los lazos comunitarios a un nivel geográfico pequeño, lo que nos permite determinar relaciones causales. En segundo lugar, utilizamos una base de datos geo-codificada y muy detallada sobre criminalidad que incluye datos sobre víctimas registradas, delincuentes y tipos de delitos. Estas características de los datos aumentan la precisión de nuestro análisis. Finalmente, nuestro trabajo contribuye a la investigación en un entorno en el que los residentes son heterogéneos en cuanto a características económicas y demográficas. Juntas, estas tres características constituyen la validez externa de nuestro análisis.
Para la estimación del efecto causal de BSaB en el crimen, seguimos un enfoque de Diferencias en Diferencias. Las unidades de tratamiento (12 barrios) son aquellas que se beneficiaron de BSaB, mientras que las unidades de control (37 barrios) son aquellas donde no se realizó BSaB pero que tienen características sociodemográficas similares. Más concretamente, las unidades de control evidencian un nivel de renta promedio por debajo del 90% de la mediana de la ciudad, al igual que los barrios tratados. Esta información se resume en el mapa ilustrado en la Figura 1. La diferencia temporal se define entre los periodos anteriores y posteriores a la implementación de la política. En cuanto a los datos, los mismos proceden de los registros administrativos de los Mossos d'Esquadra para las mediciones de crimen local y del Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat de Catalunya para la medición de variables sociodemográficas. El análisis lo realizamos a nivel de barrio y mes.
Figura 1 – Implementación del programa BSaB en el territorio (2008-2014)
Nota: Los barrios coloreados en azul son aquellos cuyo nivel de renta promedio se encuentra por debajo del 90% de la mediana de la ciudad. Aquellos que además están rayados son aquellos en que la política se implementó entre 2008 y 2014. Los barrios en blanco no forman parte del presente análisis.
Los resultados de nuestra investigación muestran una reducción significativa en las tasas de delincuencia en los barrios en los que se implementó BSaB en comparación con los barrios que forman el grupo control. En concreto, BSaB reduce significativamente los delitos íntimos (violencia familiar, de género y sexual) en los barrios en los que fue desplegada. Las estimaciones indican que dicha reducción es del 25% respecto a la media y que el efecto tiene lugar dos meses después de la implementación de la política, pero desaparece rápidamente. También encontramos una disminución en la reducción de los delitos relacionados con las drogas, que se produce a más largo plazo (a partir del primer año de implementación de la política). Ambos patrones temporales se aprecian en los paneles de la Figura 2. En cuanto a las personas involucradas, los resultados indican una reducción significativa en las tasas de delincuencia de los más jóvenes (18-35 años).
Figura 2 – Efectos de BSaB en las tasas de criminalidad según mes desde la intervención. Delitos de “drogas” (izq.) y delitos “íntimos” (der.). Intervalos de confianza al 95%.
Nota: Este gráfico informa los resultados de un ejercicio de “evento study para el período 2008-2014, para delitos de drogas e íntimos. La unidad de observación es un par barrio-año-mes. Las unidades tratadas son aquellas en las que se implementó la política BSaB, mientras que aquellas en las que no lo fue pero eran elegibles, son controles. El momento del tratamiento difiere entre las unidades. Los intervalos de confianza se basan en errores estándar de Driscoll y Kraay (1998).
Asimismo, nuestros resultados apuntan a que la reducción del crimen se relaciona con comunidades más unidas. De esta manera, argumentamos que BSaB implicó el fortalecimiento de los lazos comunitarios en los barrios en los que se implementó. Sobre esto, tal como indica la Figura 3, nuestras estimaciones indican un aumento significativo en el número de asociaciones locales per cápita en los barrios donde se implementó la política. Finalmente, no encontramos efectos significativos de la implementación de la política en variables como el estado de salud, salud mental y desempleo registrado, permitiéndonos descartarlos como mecanismos subyacentes. Por tanto, entendemos que el refuerzo de los lazos comunitarios, junto con la implicación de las asociaciones locales, son la clave que permiten explicar los resultados encontrados.
Figura 3 – Potenciales mecanismos subyacentes al efecto de BSaB sobre la criminalidad local. Intervalos de confianza al 95%.
Nota: Este gráfico presenta estimaciones del efecto de la política BSaB en resultados distintos al crimen. La unidad de observación es un par barrio-año-mes para la densidad de asociación y el desempleo registrado; e individuos por su estado de salud y salud mental. Las unidades tratadas son aquellas en las que se llevó a cabo la política BSaB, mientras que aquellas en las que no lo fue son controles. La especificación econométrica es la misma que aquella de referencia para crimen.
Así, a pesar de que el crimen no es uno de los objetivos específicos de la política, está indirectamente vinculado a ellos, ya que refleja disparidades locales. Por ello, entendemos que la política ha tenido éxito en la consecución de uno de sus principales objetivos. Asimismo, creemos que nuestra investigación proporciona evidencia a favor de políticas no tradicionales de prevención de delitos: las políticas tradicionales contra el crimen no son las únicas que funcionan y nuevos medios para reducir la actividad criminal en los barrios desfavorecidos pueden ser efectivos. Además, nuestros hallazgos pueden interpretarse desde un punto de vista de la eficiencia, al menos en lo que se refiere al coste por parte del sector público. BSaB tuvo un coste anual de 500.000 euros en 2015. Esta cifra supone un coste de 5.000 euros por actividad anual, 70 euros por participante activo y 2 euros por participante potencial. Por lo tanto, la política también evidencia puntos positivos desde una perspectiva del coste-efectividad. Incluso si construir lazos comunitarios es más desafiante que implementar una política de lucha contra la delincuencia de corte más tradicional, este tipo de políticas alternativas pueden funcionar mejor en varios contextos. Una mejor comprensión de las interacciones entre la cohesión social y las políticas públicas es esencial para reducir los patrones de actividad delictiva inducidos por la falta de integración de algunas subpoblaciones de ciudadanos, que enfrentan condiciones sociales y económicas deficientes.