Errores en una estrategia para estimular la I+D en España

admin 15 comentarios

Por Alonso Rodríguez Navarro*

El bajo aprecio por la ciencia ha sido un defecto secular en España. Al margen de cortos periodos previos en los que se intentó integrar a España en el mundo científico, fue de 1985 a 1994 cuando se sentaron las bases que llevaron al despegue de nuestra ciencia. De 1995 a 2008 no se avanzó en cambios estructurales, pero hubo un notable incremento de la inversión en I+D, especialmente en el periodo 2004-2008. Al final de este periodo, España ya era un país plenamente incorporado a la ciencia, atendiendo al número de publicaciones. A partir de 2009, y especialmente en el periodo 2011–2014, se produce un retroceso, que es mejor olvidar.

Para volver al buen camino, el gobierno actual ha elaborado una “Estrategia Española de Ciencia, Tecnología e Innovación 2021–2027” (EECTI), con tan buena voluntad como notable desacierto en el análisis de la situación actual. Es fácil predecir que partiendo de una base errónea, la estrategia fallará.

Un sistema de I+D es un sistema productivo como cualquier otro, pero su producto, el avance del conocimiento, es intangible y difícil de medir. Para medirlo se usan indicadores y como la ciencia se comunica con publicaciones, es razonable fijarse en ellas para obtener los indicadores. Hasta aquí nadie discrepa y también hay acuerdo en usar el número de citas que cada publicación recibe para distinguirlas, porque, en términos generales, los trabajos más importantes se citan más que los menos importantes. Pero incluso en las áreas científicas donde el número de citas es un buen indicador, las desviaciones individuales de la tendencia general son frecuentes y lo único que se puede demostrar es que el número de citas correlaciona, que no es igual que medir, con el éxito científico de una publicación.

En consecuencia, el número de citas se puede usar para medir la importancia de lo que se produce siempre que sea a un nivel alto de agregación, donde las desviaciones se compensen: países, instituciones y, con más reservas, departamentos. Hasta aquí ninguna reserva al estudio bibliométrico del EECTI, al menos en ciencias naturales y tecnología. ¡Pero hay que ser riguroso y consultar la bibliografía!

Un error matemático del EECTI es utilizar medias. Esto es un error porque los números de citas de las publicaciones científicas no se distribuyen simétricamente o casi simétricamente alrededor de una media sino que siguen una distribución asimétrica y con una larga cola a la derecha, como ya se ha explicado aquí. Y más importante, lo que nos interesa no son los hechos frecuentes, publicaciones con pocas citas, sino los hechos infrecuentes, porque los descubrimientos científicos son fenómenos que aparecen en la cola de la distribución y esos son los que hacen avanzar el conocimiento. Se estima que las publicaciones que dan a conocer avances relevantes solo representan el 0,02% de todo lo que se publica. Esas publicaciones son el mejor indicador, pero sin olvidar al resto; porque un sistema científico es como un montón de arena, nos interesa el vértice, pero sin base no hay vértice. Es lo que explica Thomas Kuhn cuando se refiere a la ciencia normal y la ciencia revolucionaria. Lamentablemente, algún gobierno ha pensado que para adelgazar el montón solo hay que coger una pala y quitar arena de abajo. Así de sencillo y así de inútil, como cualquiera puede comprobar.

Dicho lo anterior, ya podemos estudiar los errores del EECTI al determinar la producción científica de España (Gráficos 40 a 53), con una observación previa. En España se produce el 3% de las publicaciones globales y esto es un dato estadístico relevante, pero cuidado con su uso, porque ¡publicar no es lo mismo que descubrir o impulsar el progreso del conocimiento! Algunos tendrían que escribir esto mil veces para que no se les olvide que publicar es el medio de dar a conocer pero no la finalidad de la investigación.

Primer error: se concluye “que la producción científica española ha sido citada un 29% más que la media mundial (cuyo valor es 1)” (EECTI, p. 107).  Además de usar las medias, lo que es un notable error como ya he dicho, las cuentas están mal hechas, porque muchos trabajos son en colaboración de varios países y el EECTI cuenta estos trabajos varias veces cuando analiza países y una sola vez para hacer la media mundial. Por ejemplo, supongamos que Francia, Alemania y España publican artículos independientes que reciben 20, 20 y 12 citas, respectivamente, y un artículo conjunto de los tres países que recibe 60 citas. La media de citas de los artículos publicados en el conjunto es 28 ((20+20+12+60)/4), la media de citas de España según el EECTI sería 36 (12+60)/2) y para Francia y Alemania sería 40. ¡Curiosas medias nacionales, todas por encima de la media del conjunto! Lo que lleva a la conclusión de que “la producción científica española ha sido citada un 29% más que la media” (36 frente a 28). Pero eso es hacer trampas porque el trabajo conjunto hay que contarlo 1/3 para cada país. Haciéndolo así, las citas medias serían: España 24, Francia y Alemania 30; valores alrededor de la media del conjunto que es 28 y que también es la media de las medias ((24+30+30)/3 = 28). España está por debajo de la media, 24 frente a 28, y no 36 frente a 28.

Segundo error: se utiliza el factor de impacto de las revistas para ordenarlas y luego se considera un éxito publicar en las que están en el primer cuartil de la lista, Q1. No insistiré en que esto es una perversión, porque ya se ha dicho aquí. Matemáticamente se demuestra que eso es casi como jugar a cara o cruz y sorprende que se utilice un indicador sin leer la bibliografía.

Tercer error: se usa el número de trabajos en colaboración como fortaleza sin considerar la apropiabilidad de los resultados (el appropriability conumdrum).

Cuarto error: se presentan las publicaciones españolas situadas en el 10% y 1% de las más citadas en el mundo. Esto está bien, porque ya se mira la cola a la que me refería arriba y aún mejor porque usando percentiles se normalizan las frecuencias de citas en campos diferentes. Por ejemplo, los trabajos en “semiconductores” tienen muchas mas citas que en “metalurgia” y la investigación en estas dos áreas no se podría comparar usando el número de citas, pero se pueden comparar usando percentiles porque un trabajo en el 1% más citado tiene similar éxito en las dos áreas. Con estos indicadores, en la EECTI España vuelve a quedar bien, en contradicción con lo que aparece en la literatura internacional o en el Leiden Ranking. Nuevo error de la EECTI contando mal las publicaciones en colaboración, como ya se ha explicado (primer error).

En resumen, ni uno solo de los resultados de la EECTI sirve para determinar la posición de la investigación española en el mundo. Para hacerse una idea de esta posición, basta con recurrir al Leiden Ranking y mirar cómo se sitúan las universidades españolas. Mejor aún usar los datos del Leiden Ranking y calcular la probabilidad de que un trabajo de una universidad esté en el 0,02% superior de las publicaciones mundiales, que es el nivel de los avances relevantes. En el gráfico de abajo, las universidades españolas y de Reino Unido están ordenadas por el valor de esa probabilidad, de mayor a menor, en el campo de “Biomedical and health sciences” (que es un buen campo en España) en el período 2015–2018. En ordenadas está el valor de la probabilidad multiplicada por mil y en abscisas el número de orden de cada universidad. Como se ve, solo cuatro universidades españolas están por encima de 0,2, que es la probabilidad en el mundo multiplicada por mil, pero solo seis universidades de Reino Unido están por debajo de ese valor. En Reino Unido una universidad en el centro de la tabla necesita 1.700 (1/0,0006) publicaciones para tener una en el 0,02% superior. Para el mundo son 5.000 (1/0,0002) y para España son 12.000 (1/0,00008). Esta es la investigación en España.

Otras aproximaciones producen resultados similares y la conclusión es que en España se publica bien, pero muy poco en la vanguardia del conocimiento. Esa tendría que haber sido la conclusión de la EECTI y a partir de ahí elaborar la estrategia. Si se continúa con el triunfalismo oficial basado en el número de publicaciones, sea de personas o de instituciones, el cambio se aplazará sine die.

Lo lógico sería leer la bibliografía y hacer una nueva EECTI rigurosa. Pero en los Presupuestos Generales del Estado de este año solo se asignan 723 millones a la Agencia Estatal de Investigación. Si eso es todo lo que el gobierno puede invertir en los programas que más soportan la investigación académica, mejor esperar a otro gobierno y empezar todo de nuevo.

*Alonso Rodríguez Navarro es profesor emérito en la Universidad Politécnica de Madrid, departamento de Biotecnología-Biología Vegetal e investigador en el departamento de Estructura de la Materia, Física Térmica y Electrónica de la Universidad Complutense de Madrid.

Hay 15 comentarios
  • Alonso tiene toda la razón. Pero el problema es que hacer y comprender análisis serios requiere una mínima competencia matemática, que el Bachillerato ya se encarga de dificultar. La ley de educación recién aprobada prevé entre las asignaturas comunes (=obligatorias) *dos* de filosofía y ninguna de matemáticas. El resultado es que una población en buena parte anumérica como lo es la española puede aceptar luego cualquier cosa ¿Qué sucedería si todos los Ministros de un goierno tuvieran que responder a la pregunta de cuánto son los tres cuartos de dos séptimos para poder ser nombrados?
    Por lo que se refiere a la medida de la ciencia, también se usa frecuentemente el elevado número de publicaciones científicas de España aunque, como señala Alonso, nuestro país necesita 7 veces más publicacones que UK para alcanzar el mismo nivel superior de calidad. Pero hay un criterio muy sencillo para medir el nivel científico de un país: basta contar el número de premios Nobel científicos. España sólo ha tenido uno, el de Cajal (el de Ochoa es de USA). Otro indicador es el ránking de Shanghái de universidades, frecuentemente denostado por la CRUE; como con los informes PISA, lo fácil es matar al mensajero.
    Mientras no se reconozca la realidad, será difícil que se apliquen las medidas adecuadas. El presupuesto de al AEI es un buen ejemplo.

    • Tienes razón en lo de los premiso Nobel. Francis Martínez Mojica hizo un excelente hallazgo y tenía bastantes probabilidades de haber sido premio Nobel, pero cometió un error: haber nacido en España y no irse a investigar a otro país. Una lección que tienen que aprender nuestros jóvenes investigadores.

    • Gracias por el comentario. De los premiso Nobel puedo añadir que Francis Martínez Mojica hizo un excelente hallazgo y tenía bastantes probabilidades de alcanzar un premio Nobel, pero cometió un error: nacer en España y no irse a otro país con su hallazgo. Este es un aviso para nuestros jóvenes investigadores.

    • Adolfo, discrepo en parte ¿Qué fue antes el marketing o los resultados? No creo que en este país tengamos un gen que nos inmunice de ganar premios Nobel científicos. Nos pasa como con Eurovisión, al final estas decisiones las toman los mismos, y España casi siempre cuenta como el descarte en las quinielas. Tenemos muy interiorizado esos complejos, gracias al triunfo de un relato de mercadotecnia, en relación al área francófona, germanófila y al todopoderoso eje anglosajón. No importa si aquí se hace el hallazgo del siglo, lo relevante es quién da el visto bueno. Dónde se publica. No es solo una dotación de recursos, es el prestigio y la supremacía cultural que impera en occidente la que determina nuestro papel, y jamás podremos salir de ese marco con paños calientes.

  • Me gustaría anadir algo más al comentario anterior sobre el analfabetismo matemático. Los ciudadanos de las complejas sociedades actuales están sometidos a un enorme número de datos e información que tienen un "elevado" contenido matemático. Un ejemplo reciente lo hemos tenido con la actual pandemia, que ha estado adobada con supuestas explicaciones que incluian expresiones como "tumbar la curva" sin aclarar que no es lo mismo la *curva* de los *contagios* que la curva de la evolución de la *velocidad* de los contagios, asunto sobre el que numerosas instancias gubernamentales han emitido todo tipo de comentarios ajenos a la realidad. Los ciudadanos que no pueden apreciar diferencias tan simples son ciudadanos cautivos de la información que se les transmite y del sesgo que pueda contener, sea intencionado o no. Así que la conclusión, no por sorprendente menos cierta, es que la falta de una mínima competencia matemática, el anumerismo, va en detrimento nada menos que de la democracia como es el caso con la eduación en general.

    • Gracias Adolfo por tu comentario. Lamentablemente, no es solo un problema de matemáticas. Parece que en el mismísimo ministerio de la ciencia no leen la bibliografía. ¿Qué otra explicación tiene que usen indicadores que tienen decenas de críticas desde hace bastantes años en las revistas de "alto impacto"? Las publicaciones sirven para ser leídas.

  • Me ha gustado la entrada. Pone de manifiesto la línea que sigue el gobierno, en relación con un área tan importante como es la investigación científica.
    Solo son dos las posibilidades, que sean unos lerdos elaborando o interpretando los resultados o bien que sean unos manipuladores sin escrúpulo. Aunque fijándonos en la trayectoria política yo me inclinaria por la segunda opción (véase CIS).
    Acto seguido habría que preguntarse qué motiva esa falta de voluntad a la hora de querer apoyar la investigación. Queda en el aire la cuestión.
    Y finalmente ¿Qué cabe esperar? Un cambio de gobierno, tal vez. O bien y esta es mi reflexión. Ya que desde la iniciativa pública se minusvalora la investigación por qué no acudir al sector privado a la búsqueda de mecenazgo, no sé, sería cuestión de vender bien el producto, encontrar canales o vías para la inversión privada, como puede ser el ejemplo del capital riesgo con las empresas emergentes en EEUU.

    • Gracias Jordi por el comentario. Obviamente, yo no tengo la respuesta. No sé la causa de que el Consejo de Ministros apruebe una estrategia que se basa en un análisis tan mal hecho de la situación actual. Sin embargo, intuyo que se trata de falta de profesionalidad de quienes elaboran estos documentos. La idea que conviene es que España es una potencia en investigación y que se debe al buen hacer de los políticos. No conviene buscar bibliografía que demuestre que la idea es incorrecta.

  • Antes de 1985 España tuvo dos premios Nobel científicos: Cajal y Ochoa. Muchos otros investigadores tienen notables patentes por todo el mundo. Por ejemplo un de la Cierva que desarrolló el sistema de bombardeo de los aviones de la Fuerza Aérea de los EEUU. No es cierto por tanto que aquí no surja ni se valore el talento incluso con el actual descenso de la calidad educativa.

    Lo que sucede es que nunca hemos impulsado suficientemente una Industria Fabril propia y por lo tanto es casi imposible investigar.

    ¿Qué investigas si no fabricas? Prácticamente nada por mucho funcionariado que paguemos para dedicarse a la labor. Lo primero es fabricar, luego se investigará para no morir.
    La globalización sigue la misma ruta. China ya supera a los EEUU en solicitudes de Propiedad Intelectual y Corea supera a la UE en el último informe de la agencia mundial de la ONU. OMPI. Lógico, si fabricas y quieres seguir haciéndolo hay que ser creativo e innovador.
    Son los despreciados trabajos de "rendimientos crecientes".

    • Gracias por el interés. En primer lugar, los españoles no tenemos ningún defecto genético que nos impida triunfar en ciencia, somos como los británicos, los alemanes o muchos otros. Lo que no tenemos son oportunidades. Ochoa era genéticamente español, pero con las oportunidades de EEUU. Cajal era genéticamente español con las oportunidades españolas, pero entonces y en el campo en el que trabajaba pesaba más la persona que las oportunidades y triunfó. En los premios Nobel de Química del pasado año se galardonó a dos investigadoras por un trabajo que tenía como base una observación de un investigador español, Francis Martínez Mojica. En un artículo mío publicado en elDiario.es, “Mojica y el Nobel” encontrarás la explicación de por qué Francis Mojica tenía escasas probabilidades de ser premio Nobel.

      Más observaciones: los proyectos ERC (European Research Council) tienen menos éxitos si se realizan en España que si se realizan en Reino Unido, Suiza o Países Bajos. Mismo dinero, misma genética, pero menos oportunidades, que nada tienen que ver con las industrias.

    • El comentario: “¿Qué investigas si no fabricas? Prácticamente nada por mucho funcionario que paguemos para dedicarse a la labor”, es profundamente erróneo. Cuando Andre Geim y Kostya Novoselov (premios Nobel en 2010) producen el espectacular avance en grafeno, ¿quién producía grafeno? Cuando Robin Warren y Barry Marshall (premios Nobel en 2005) redescubren al Helicobacter pylori y descubren el origen de muchas patologías de estómago, lo hacen en contra de opiniones generalizadas y de las farmacéuticas que producen numerosos fármacos para combatir la gastritis y la úlcera de estómago.

      Son dos ejemplos y la lista es interminable. Es cierto que las innovaciones incrementales dependen de la industria y la investigación pública poco (o nada) puede hacer si la industria no existe. Pero esa idea no aplica a las innovaciones radicales (grafeno) y a muchos avances en biomedicina (H. pylori). Mucha de la economía del conocimiento ha ido de la investigación a la empresa y no al revés.

  • No creo que pueda ponerse ninguna pega a un artículo tan bueno, muchas gracias. Pero quiero llamar la atención sobre un hecho: es razonable pretender tener un i+d serio con las universidades que tenemos? Cómo podemos pretender tener un gobierno hábil en i+d si se nutre de estas universidades?
    A mi juicio, el estado calamitoso de la universidad española es el elefante en la cacharrería de la investigación.

    • Creo que somos demasiado críticos cuando comparamos a España internacionalmente, en universidades y otras cuestiones. En este mapa se hace una comparación más justa teniendo en cuenta el PIB regional de Estados Unidos. España y Europa, en general no salen tan mal paradas excepto en zonas muy concretas.
      Europa, y España, han elegido una menor heterogeneidad espacial, no podemos tener entonces territorios que destaquen mucho ni aprovechar muchas economías de escala.

      https://imgur.com/DaEAGM4.png

      • El PIB de Países Bajos es el 70% del de España. En el Leiden Ranking, el número de publicaciones en el 1% más citado (Ptop 1%) es 1146 para Países Bajos y 666 para España. Las diferencias son muchísimo más altas si se calcula la probabilidad de que de una publicación esté en el 0,02% más citado. Si no somos críticos, no habrá progreso.

  • Gracias por el comentario, coincido con él. Lo peor es que los recursos humanos existen, no son abundantes, pero existen. Quienes publican en revistas exigentes serían capaces de tener más éxito si las condiciones fueran mejores.

Los comentarios están cerrados.