El futuro laboral del colectivo universitario

Por  Sara de la Rica, Lucía Gorjón y Ainhoa Osés

La automatización de procesos y la revolución digital está provocando cambios bruscos en el mercado laboral que sin duda ofrecen oportunidades, pero también retos importantes. Las empresas requieren de profesionales con perfiles nuevos, alineados con estos cambios, y dejan de necesitar personas para realizar tareas que están siendo progresivamente sustituidas debido a la automatización. Es el fenómeno llamado “polarización laboral”, del cual hay amplia evidencia en Estados Unidos y en Europa.  Es preciso que las personas trabajadoras adapten sus competencias hacia las nuevas necesidades de las empresas, de forma que estos cambios puedan ser vistos como una oportunidad más que como una amenaza.

En esta encrucijada de cambios se encuentra el colectivo de jóvenes universitarias/os, una generación numerosa, bien formada, pero que presenta niveles de precariedad laboral preocupantes en España. Muchas de estas personas afrontan dificultades para encontrar un empleo acorde a sus estudios y es que una de las decisiones más relevantes en la vida es la de elegir qué estudiar, especialmente teniendo en cuenta la cambiante demanda de competencias por parte de las empresas. Para tomar tal decisión, es importante contar con información sobre las posibilidades laborales que ofrece cada unas de las opciones. Para ello, un primer indicador relevante es la composición del empleo por ocupaciones, lo cual muestra el peso de cada profesión en el empleo total y, por tanto, su demanda potencial. Un segundo indicador, posiblemente igual de importante, es su evolución en el tiempo, pues en la situación tan cambiante en la que nos encontramos existen ocupaciones que están emergiendo, mientras que otras van “muriendo”, precisamente por la automatización de numerosos procesos productivos.

Estas y otras cuestiones son analizadas en el último estudio publicado por la Fundación ISEAK, donde se analiza el futuro laboral del colectivo universitario en España. En este trabajo se aborda en primer lugar cómo han variado las ocupaciones en las que se emplea el colectivo universitario en los últimos 22 años (1997-2019). En segundo lugar, se estudia cuáles son las competencias actualmente más demandadas en el mercado laboral para este colectivo de personas con educación universitaria. Finalmente, se identifica la relación de los títulos universitarios con la inserción laboral y la calidad del empleo.

Los resultados: (1) Las ocupaciones más demandadas

El primer resultado a destacar es que maestras/os de enseñanza primaria y preescolar, profesoras/es de enseñanza secundaria y profesionales de enfermería y partería son las ocupaciones que absorben el mayor número de personas ocupadas del colectivo que ha alcanzado estudios universitarios. Sin embargo, el peso de estas ocupaciones sobre el empleo total se ha mantenido estable en las últimas décadas. En un segundo grupo se encuentran profesiones como especialistas de las ciencias sociales, especialistas en organización y administración, profesionales en derecho o médicas/os que no solo absorben una parte muy relevante del empleo, sino que su peso se ha duplicado en los últimos 22 años. Finalmente, existe otro grupo de profesiones que ofrecen empleo a un menor número de personas - como ingenieros, especialistas en finanzas, especialistas en bases de datos y en redes de computadores o desarrolladores y analistas de software y multimedia – pero cuya tendencia es claramente creciente. En este último grupo destacan especialmente las/os matemáticas/os, actuarias/os y estadísticas/os, todos ellos por haber multiplicado por 10 su nivel de empleo desde 1997.

(2) Las competencias más demandadas

Con el objetivo de conocer las competencias que el mercado demanda al colectivo universitario se utiliza la base de datos ESCO -de la Comisión Europea- que vincula las ocupaciones con las competencias necesarias para realizarlas. En concreto, se observa que las que más se demandan entre el colectivo universitario se relacionan con las competencias en materia de información (analizar y evaluar información y datos, llevar a cabo investigaciones), comunicación, colaboración y creatividad (coordinar actividades con otros, presentar información) o las de gestión (planificar y programar, desarrollar objetivos o estrategias). En general, se trata de una serie de competencias “muy humanas, es decir, cognitivas y difícilmente automatizables, pero claramente complementarias al avance tecnológico.

(3) La inserción laboral y la calidad del empleo

Finalmente, este trabajo realiza un ejercicio en el que se identifica la relación de los diferentes títulos universitarios con la inserción laboral y la calidad del empleo al que se accede desde ellos. Para ello, se estiman diversos modelos en los que las variables a explicar son diversos indicadores de inserción laboral así como de calidad del empleo y como variables explicativas se incluyen, además de la titulación, otros factores, tanto sociodemográficos como  relacionados con los estudios, como la realización de Erasmus u otros programas de movilidad durante los estudios, universidad pública o privada, o la realización de estudios de máster o doctorado tras el grado, entre otros. De esta manera se aísla el impacto de la titulación sobre inserción laboral  y calidad del empleo de otros factores que también afectan a estos indicadores de inserción y calidad en el empleo de este colectivo. La base de datos utilizada es la Encuesta de Inserción Laboral de los Titulados Universitarios (EILU) de 2019, desarrollada por el Instituto Nacional de Estadística, que proporciona información de 31.651 personas que terminaron sus estudios universitarios en 2014 en España.

Titulación y empleo encajado

La primera pregunta que se quiere contestar se relaciona con la probabilidad de acceder a un empleo relacionado con el contenido de los estudios universitarios -de acuerdo con la respuesta que contestan las personas entrevistadas-, lo que se denomina empleo encajado.

 

Como refleja la figura, existe una amplia disparidad en la probabilidad de encontrar un empleo desencajado entre unos ámbitos y otros. En concreto, las carreras mejor alineadas con el contenido de los estudios serían enfermería, medicina, informática y veterinaria, ya que la probabilidad de trabajar de aquello que se ha estudiado es superior al 90%. Sin embargo, en ámbitos como humanidades o ciencias sociales y del comportamiento, entre los que se encuentran historia, filosofía, ciencias políticas, relaciones internacionales, antropología, sociología, geografía, etc., sólo la mitad de quienes trabajan tras terminar sus estudios lo hacen en profesiones relacionadas con la formación realizada.

Titulación y calidad del empleo

En segundo lugar, se analizan otros aspectos relacionados con la calidad del empleo a la que se accede cinco años tras la graduación. En concreto, se estudia la probabilidad de tener un empleo que no sea indefinido, la probabilidad de desempeñar una ocupación en declive, la probabilidad de desempeñar un empleo a jornada parcial o de acceder a diferentes rangos salariales. Por motivos de espacio, en este post nos centraremos en el primero y en el último indicador de la calidad del empleo.

En cuanto a la probabilidad de desempeñar un empleo temporal, la siguiente figura presenta, de nuevo, una gran heterogeneidad entre las diferentes titulaciones. Los ámbitos como informática, derecho, negocios y administración o dirección y administración de empresas dan lugar a empleos de mayor estabilidad. Sin embargo, otros ámbitos muestran un panorama mucho más desalentador a los cinco años de haber terminado los estudios de grado. En concreto, enfermería, si bien presentaba una alta probabilidad de empleo encajado, muestra una probabilidad de un 58% de tener un contrato temporal. Además, desde ciencias ambientales, ciencias de la vida (biología, biotecnología, bioquímica, biomedicina) o ciencias químicas, físicas y geológicas también es más probable tener un contrato temporal que indefinido al cabo de cinco años.

Por último, los rangos salariales a los que se accede desde unas titulaciones u otras también varían notablemente. Las carreras peor posicionadas serían psicología, actividad física y del deporte, ciencias ambientales o periodismo, donde dos de cada tres personas egresadas cobran menos de 1500 euros al cabo de cinco años. Por el contrario, medicina es la carrera que ofrece mayores retribuciones, ya que la probabilidad de ingresar salarios superiores a 2000 euros mensuales es superior al 80%, lo cual supone ingresar alrededor de un 60% más del salario mediano.

En definitiva, si bien a la hora de elegir qué estudiar es importante seleccionar una opción que ofrezca un futuro laboral afín a los intereses de cada persona, es importante disponer de información que ayude a decantarse por alguna de las opciones a la hora de tomar tal decisión. No poder encontrar un empleo para el que una/o se ha formado es muy frustrante a nivel personal y supone una gran ineficiencia en el uso de recursos propios y también públicos.

Las implicaciones

Desde el punto de vista de las universidades, es necesario que la oferta formativa esté alineada con la demanda del mercado laboral. Además, sería fundamental que el profesorado conociera las necesidades de las empresas para poder adaptar el contenido de las asignaturas, ofreciendo al alumnado herramientas para poder desenvolverse con éxito en sus empleos futuros, por ejemplo, reforzando habilidades demandadas como trabajar en equipo, coordinarse y planificarse, presentar, comunicar, etc., habilidades en las que, por otra parte, estamos mucho peor situados que nuestros vecinos europeos. Para saber si esto realmente se está llevando a cabo, sería necesario realizar evaluaciones de impacto de forma frecuente y así valorar si los grados universitarios afectan positivamente sobre variables clave como la inserción laboral o la calidad del empleo de las personas egresadas. Por último, y en línea con lo propuesto por diferentes autores u organismos (aquí o aquí) se propone modificar el actual modelo de financiación a las universidades, que incentiva el aumento de oferta de grados sin que esta vaya acompañada de una memoria rigurosa y exhaustiva sobre la calidad de su impacto.

Nos espera un futuro laboral nuevo y, en parte, desconocido. Antes de que sea demasiado tarde, es necesario orientar adecuadamente a las personas jóvenes y dotarlas de las herramientas necesarias para que accedan a empleos cuya estabilidad no se vea comprometida por la irrupción de los procesos de automatización.