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El fracaso relativo de los inmigrantes españoles en Buenos Aires durante la era de la migración masiva

De Blanca Sánchez Alonso, Universidad San Pablo-CEU

Fuente: Clarin.

Millones de inmigrantes eligieron la Argentina como la tierra de las oportunidades durante la era de la migración masiva. Entre 1869 y 1895, Argentina atrajo el 7% de toda la migración bruta al Nuevo Mundo. En 1914, casi el 30% de la población había nacido en el extranjero, muy por encima de Canadá (22%), Australia (17%) o los Estados Unidos (15%). Buenos Aires se convirtió en una ciudad de inmigrantes: los nacidos en el extranjero superaban el 52% de la población, muy por encima del 40% de la ciudad de Nueva York. De hecho, la Buenos Aires de 1900 sería la ciudad inmigrante por excelencia hoy en día: en 2020, entre las grandes ciudades norteamericanas sólo Miami-Dade iguala su proporción de nacidos en el extranjero.

La corriente inmigratoria de Buenos Aires (como la de Argentina en su conjunto) llegó de forma masiva de dos países: Italia y España. En 1895, en la ciudad de Buenos Aires, los italianos constituían el 51% de los extranjeros y los inmigrantes españoles el 23% restantes. El trabajo que comento (con Leticia Arroyo Abad y Noel Maurer; aquí el working paper; la versión definitiva aparecerá próximamente en The Economic History Review) compara las dos comunidades explotando una nueva base de datos para Buenos Aires en 1895 ya utilizada en un trabajo anterior (aquí).

La creencia general es que a los inmigrantes les va mejor cuanto mejor hablan el idioma del país de acogida y comparten su cultura. La historia de los Estados Unidos parece indicar que esto fue así.  Hatton (1997) mostró que los inmigrantes británicos a los Estados Unidos generalmente ganaban más que los americanos blancos nacidos en el país, aunque recientemente Ward (2020) ha señalado que la adquisición rápida de cierta fluidez en el idioma local era común entre los inmigrantes del siglo XIX en los EE.UU. Los inmigrantes alemanes, por ejemplo, llegaron sin saber hablar inglés, pero en los diez años siguientes a su llegada más del 80 % eran capaces de hablar el idioma.

La experiencia argentina durante la Belle Époque desmiente esta creencia popular. Los inmigrantes españoles en Buenos Aires no lograron superar a los nativos a pesar de sus semejanzas culturales, sus ventajas lingüísticas, y su mayor alfabetización y cualificación profesional a su llegada comparados con los italianos.

Los italianos lograron superar a los españoles a pesar de ser bastante menos alfabetizados (78% contra 88%) y más agrícolas (69% contra 41%) cuando llegaron al país. Además, los italianos no hablaban español [1]. A pesar de ello, los italianos lo hicieron mejor en Buenos Aires que los españoles. Los inmigrantes españoles ganaban entre el 7% y el 10% menos que sus competidores italianos, incluso cuando se controla por las skills de las distintas ocupaciones. Los datos disponibles para estatus social y acceso a la propiedad de bienes raíces muestran la misma imagen de las dos comunidades.

¿Por qué los inmigrantes italianos superaron a los españoles en el Buenos Aires del siglo XIX? La respuesta corta es que los italianos desarrollaron redes más potentes y utilizaron los contactos étnicos de manera más exitosa para alcanzar ocupaciones mejor remuneradas, mientras que las redes españolas obstaculizaron su integración en el mercado de trabajo impidiéndoles explotar plenamente su ventaja productiva comparativa. Las redes étnicas, si funcionan de manera eficiente, sirven para combinar las habilidades y aptitudes que traen los inmigrantes con las ocupaciones que requieren esas habilidades. Sin embargo, los contactos étnicos y sociales también pueden obstaculizar la integración de los inmigrantes en el mercado de trabajo, ya que la propia red no permite aprovechar plenamente la ventaja comparativa del inmigrante en el nuevo mercado de trabajo (véase, por ejemplo, Bentolila, Michelacci y Suarez 2010).

Nuestros resultados muestran que las redes italianas funcionaron de manera eficiente y consiguieron que los inmigrantes italianos encontraran ocupaciones de acuerdo con su ventaja comparativa, y como resultado su salario fue más alto. Las redes italianas permitieron a sus compatriotas aprovechar mejor sus habilidades profesionales y las oportunidades económicas de Buenos Aires. Las redes españolas no funcionaron de la misma manera y ello explica que los españoles se quedarán atrás a pesar de sus ventajas culturales, lingüísticas y educativas iniciales.

Para comprobar la hipótesis de que las redes étnicas funcionaban de manera diferente en los dos grupos, observamos la población extranjera en la ciudad de Buenos Aires en 1895 y sus características como la edad, la alfabetización, el estado civil, la ocupación y el barrio de residencia. Determinamos después la categoría ocupacional en la que cada grupo tenía la mayor ventaja salarial relativa. Finalmente, medimos el efecto de un aumento de la representación de los inmigrantes dentro de esa ocupación en un determinado barrio sobre la probabilidad de que uno de sus compatriotas estuviera también empleados en esa ocupación.

¿Qué encontramos? Los italianos eran mucho más propensos a atraer a otros italianos hacia las ocupaciones mejor remuneradas, mientras que los inmigrantes españoles parecen haber desanimado a sus compatriotas a entrar en las ocupaciones con salarios más altos (véase el cuadro). Eso implicaría que los inmigrantes españoles funcionaron como competidores en los mismos trabajos. Por supuesto, la estimación de la OLS sólo puede descubrir correlaciones, no causalidad. Cuando utilizamos el censo nacional de 1869 como variable instrumental para estimar la proporción de inmigrantes italianos y españoles en la ocupación relativamente mejor pagada por barrio, los resultados se mantuvieron para los italianos. El signo cambia para los españoles -indicando que no eran tan individualistas como implicaban los resultados de la OLS- pero el beneficio que los inmigrantes españoles proporcionaban a sus compatriotas seguía siendo de un orden de magnitud menor que para sus competidores italianos.

Los españoles que, a priori, contaban con ventajas como la mayor alfabetización, el idioma común y la proximidad cultural, lo hicieron peor que los italianos en el mercado de trabajo de Buenos Aires.  El efecto de red eficiente fue mayor para la comunidad italiana, que creó redes muy poderosas desde mucho antes que los españoles y disfrutó, por tanto, de la ventaja de ser los "viejos" inmigrantes.

(Por si se han quedado con más ganas de fotografías antiguas, aquí pueden encontrar algunas sobre la vida en el Buenos Aires de la época)

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[1] Los dos idiomas, italiano y español, no son muy diferentes y a los italianos no les debió costar mucho esfuerzo aprender el español para mantener conversaciones simples (el énfasis aquí es en “simples”, lo que dista mucho de la destreza lingüística necesaria para muchas profesiones). El cambio del idioma italiano al español comenzó con un idioma de transición: un español italianizado conocido como cocoliche. La transición fue relativamente corta ya que los italianos adoptaron rápidamente el español.