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Diez Lecciones para la Post-pandemia

De Felipe Valencia Caicedo

Joe Biden recibiendo la vacuna contra el covid. Fuente. WSJ.

Quizás sea demasiado pronto, para empezar a pensar en la post pandemia, cuando seguimos encerrados y en muchos lugares padeciendo los picos máximos de esta crisis sanitaria mundial, que no cede, a pesar de la luz de las vacunas. Probablemente no sea más que pensar con el deseo, pero considero que reflexionar un poco ahora sobre el futuro también es una manera de aprovechar este nuevo encierro.

Justamente esta es la invitación de Fareed Zakaria, en su más reciente libro, Diez Lecciones para un Mundo Post-pandémico (Norton, 2020). Este libro nos recuerda a aquel otro del mundo Post Americano, del 2008, que en su momento ayudó a marcar un derrotero para la esperanzadora primera administración de Obama. Considero que este nuevo texto, más de una década después, tiene el potencial de marcar un nuevo camino, para el otrora vicepresidente y recientemente posesionado Presidente Biden, y de esta manera una agenda global de recuperación.

Como al inicio de la pandemia (ver entrada), me propongo resumir acá las 10 lecciones esenciales que plantea Zakaria para este nuevo mundo convulsionado, añadiendo algunas que también considero importantes, teniendo en cuenta la perspectiva de los países en desarrollo. De cierta manera, estas lecciones consolidan algunas de las predicciones de hace casi nueve meses, cuando el panorama era todavía más incierto.

1. En primera medida la crisis ha mostrado la importancia de una buena administración pública. Más que la vertiente política, algunos gobernantes locales y mundiales se han destacado por su eficiencia en el manejo del virus, mientras que otros han sido víctimas de su propio fracaso en las urnas. Caben dos ejemplos, el de Jacinda Adern en Nueva Zelanda, recientemente reelegida, y Donald Trump en Estados Unidos, finalmente derrotado. Más que el tamaño del gobierno, argumenta Zakaria, importa su calidad y su eficiencia, para el manejo de la crisis. La pregunta de fondo parece ser, ¿cómo lograr que los ciudadanos obedezcan a y confíen en sus gobernantes?

2. De cierta manera la crisis sanitaria ha sido una oportunidad para volver a lo esencial. Acá Zakaria plantea el límite de los mercados y la importancia de los bienes públicos. Pero igualmente de otros elementos esenciales y actividades básicas que habíamos olvidado en nuestro afán incontenible de comprar y estar conectados permanentemente. Pone el ejemplo de Dinamarca, como una sociedad con suficiente mercado, pero también estado de bienestar, con los impuestos y las regulaciones correspondientes. La pandemia es una manera de revaluar nuestra relación con nosotros mismos, con nuestra comunidad inmediata y nuestra sociedad en general.

3. Asimismo destaca la importancia de los expertos: los médicos, los epidemiólogos y los científicos en general, quienes no pasaban por su mejor momento en algunos países, más interesados en las noticias falsas, oposición a las vacunas y las teorías de conspiración. Recomienda en primera medida que la gente debería ponerle atención y hacerle caso a los expertos, pero que los expertos deberían asimismo escuchar a la gente. Esta falta de comunicación, ha sido letal, y es un riesgo a futuro, pensando en otros problemas mundiales de carácter existencial como el cambio climático.

4. La vida virtual y el dominio de las grandes compañías de tecnología es evidente con la pandemia. Para la muestra, el botón más reciente: Twitter terminó cancelando la cuenta del presidente de los Estados Unidos, quizás la persona más poderosa del mundo, castigándolo sumariamente por sus acciones tan sólo unas horas después del ataque al Capitolio, mientras que su juicio político en el Senado, quizás se alargue por meses sin llegar a conclusión alguna. Igualmente, como consumidores y ciudadanos, quizás deberíamos cuestionar el poder excesivo de tan solo unos cuantos monopolios tecnológicos, en casos de privacidad y regulación, Europa brinda algunas respuestas tentativas.

5. A pesar de la virtualidad, Zakaria, como Aristóteles, considera que los humanos al fin y al cabo somos seres sociales. Quizás lo que más extrañamos en estos tiempos extraños es poder abrazar a nuestros seres queridos, socializar con nuestros amigos y colegas y, para muchos, empezar y desarrollar relaciones sentimentales con libertad. Zakaria considera que como animales sociales, no cambiarán en mayor medida nuestros deseos, ni el diseño de ciudades y oficinas.

6. Un punto importante, y triste, es el aumento de la desigualdad. Entre aquellos más y menos afectados por el virus como tal, con y sin acceso a buenos sistemas de salud y a la tan anhelada vacuna, que se puede convertir en privilegio de países ricos y de élites locales. La OMS alerta sobre un “fracaso moral catastrófico.” Pero también la desigualdad sobre la manera como no sólo el virus sino también las cuarentenas afectan a la gente: a las mujeres en la fuerza de trabajo y a los niños que deben estudiar virtualmente cuando no tienen computador ni internet, por nombrar apenas dos de los grupos más afectados hasta el momento.

7. Agregaría acá un punto fundamental, para las economías en desarrollo y es el aumento de la pobreza. Tristemente, vemos en varios países e incluso regiones como la latinoamericana cómo se empieza a hablar ya de una década perdida, en cuanto a progreso social, recordándonos aquella nefasta de 1980, con la crisis de la deuda. La pandemia afecta a los más pobres de manera desproporcionada, especialmente a aquellos en el sector informal, sin acceso a servicios de salud de calidad y seguros de empleo, más desarrollados en los países de mayores ingresos.

8. Zakaria argumenta con cifras que, a pesar de aparentar ser un golpe importante, la globalización está para quedarse. Es tal la integración de las cadenas de producción, que es muy difícil frenarlas de la noche a la mañana. La diseminación del virus a prácticamente todos los países del globo en tan corto tiempo es prueba fehaciente de nuestro grado de conectividad. Durante la misma pandemia, seguimos dependiendo de máscaras fabricadas en China, de vacunas producidas en Alemania, Estados Unidos, Rusia e Inglaterra, y ante la imposibilidad de viajar como personas, vemos como nuestros envíos llegan hasta la puerta de nuestras casas con facilidad, provenientes de las cuatro esquinas del globo, gracias a Amazon (punto 4).

9. En términos de geopolítica mundial, plantea un mundo bipolar, con China y los Estados Unidos, con la ascendencia de la primera, y el debilitamiento del segundo, así como del bloque europeo. Paradójicamente, por su manejo eficiente (y algunos dirían autoritario) China, el epicentro inicial del virus, puede salir fortalecida de esta crisis, como lo indican sus más recientes cifras de crecimiento. No está claro cómo se resolverá, si pacífica o militarmente, este nuevo orden mundial, ni la manera como la misma China enfrentará sus conflictos internos, como el manejo de Tibet, Xianjang y Hong Kong, que están llegando casi a un punto de ebullición. Aunque la sociedad estadounidense tampoco parezca muy tranquila.

10. De manera más inmediata, añadiría al consenso de Zakaria, fuera de la bipolaridad geopolítica, la importancia de la salud mental, sin duda otra de las grandes perjudicadas de la crisis que vivimos. A la crisis epidemiológica se la aúna otra de similares proporciones, si seguimos encerrados, sin contacto social, ni atención médica adecuada. Quizás un elemento importante en la agenda de la post-pandemia, sea la nueva importancia de la salud tanto física como mental, para nuestro bienestar pleno.

Todavía no está claro si las nuevas cepas del virus junto con las nuevas cuarentenas se repitan en un ciclo orwelliano sin fin, o si con las jornadas de vacunación exitosas, vivamos otra década gloriosa como la de los años veinte del siglo pasado, con su respectivo auge económico, fiestas de jazz, y boom poblacional. Me temo, que como indica Zakaria, la post-pandemia siga exacerbando las diferencias entre unos y otros, afectados y beneficiados de la crisis. Quizás su libro, finalmente, no sea más que un llamado a los (nuevos) gobernantes, alertando sobre cambios fundamentales que debemos afrontar como sociedad. Finalmente, nada está escrito concluye Zakaria, y mucho dependerá de las políticas públicas actuales y futuras para determinar el rumbo de nuestro destino durante la siguiente década, ojalá post-pandémica.