Culebrones y tasas de natalidad

Hace unos días leí que el gobierno turco había pedido a Netflix la retirada de la estupenda serie La casa de papel en su país por “ser un símbolo de rebeldía” que podía incitar a ciudadanos turcos a llevar a cabo un atraco a gran escala como el de la serie (ver aquí). A mi modo de ver, esta petición es totalmente descabellada, pero es interesante entender hasta qué punto la televisión, internet, y otros medios de comunicación contribuyen a crear role models a los que la gente quiere emular.

Hay varios trabajos que estudian cómo la cultura de un país afecta el comportamiento de la gente y hasta qué punto eso puede explicar el desarrollo económico del mismo. Enrico Spolaore y Romain Wacziarg ofrecen un resumen muy completo de esta literatura (ver aquí). Sin embargo, no hay muchos estudios que analicen el efecto de la exposición a los medios de comunicación en la economía de un país. Hace ya algún tiempo hable en este blog sobre la persistencia de nuestras creencias y costumbres y lo que esto implica en nuestras sociedades (ver aquí). Más recientemente también discutí la posibilidad de que Internet pudiera tal vez contribuir a la polarización política (ver aquí). Hoy, sin embargo, me interesa discutir si existe un claro efecto de imitación al ver a los protagonistas de nuestras series o películas favoritas hacer algo que nos gustaría hacer a nosotros mismos y en qué medida este tipo de comportamientos tiene efectos “macroeconómicos”.

Un excelente trabajo de Eliana La Ferrara, Alberto Chong, y Suzanne Duryea (ver aquí) estudia cómo en Brasil, la exposición a culebrones (o novelas, como se les llama en ese país) tiene un sustancial efecto en el número de hijos que las mujeres deciden tener. Aunque hay algún otro trabajo que estudia el impacto de estar expuesto a la televisión en el comportamiento de la gente, este es de los únicos que se fija en la importancia del contenido de lo que se ve en televisión. El estudio utiliza la impresionante expansión del acceso a Rede Globo, la principal productora de novelas en Brasil, entre 1970 y 1991. En ese periodo, el porcentaje de mujeres expuestas a Globo en la población brasileña pasó de un 45% de la población a un 92%. Además, los autores estiman que, hoy en día, entre 60 y 80 millones de brasileños siguen las novelas. El objetivo del trabajo es estudiar si este espectacular aumento en la exposición a Globo tiene algo que ver con la no menos espectacular caída de la natalidad en Brasil (un 50%) durante ese mismo periodo de tiempo. La hipótesis es que, puesto que las familias que aparecen en las novelas tienen muchos menos hijos que en la media de la población (un 72% de las actrices que aparecen en ellas no tiene hijos y un 21% tienen solamente uno), la exposición a las novelas hace que sus seguidoras también decidan tener menos hijos.

El principal resultado del estudio es que el acceso a Globo explica un 7% de la reducción en la probabilidad de tener un bebé en ese periodo. Esta reducción es sustancial y equivale a la que ocurriría si las mujeres tuvieran 1,6 años adicionales de educación. Su resultado es robusto a controlar por varios factores que típicamente afectan la tasa de natalidad como la edad, educación, la riqueza de las mujeres y de los cabezas de familia, si las mujeres son católicas, si viven en zonas rurales, etc.

A pesar de que los autores no tienen datos sobre las horas que las mujeres pasan viendo novelas o la televisión, hay varias razones que demuestran que esta reducción en la natalidad no es por pura casualidad o por otros factores que nada tienen que ver con seguir las novelas. En primer lugar, los padres que viven en regiones más expuestas a Globo tienen una mayor probabilidad de poner a sus hijos/as los mismos nombres que los de las estrellas de los culebrones. En segundo lugar, las caídas en la tasa de natalidad son más pronunciadas en los años inmediatamente posteriores a la emisión de novelas en que se transmiten mensajes específicos que promueven la movilidad social, sugiriendo que las espectadoras desean ajustarse a los comportamientos que conllevan al éxito en la vida (Brasil es uno de los países con mayor tasa de movilidad geográfica, profesional, y social). Finalmente, el estudio muestra que el impacto es claramente mayor en mujeres con niveles de educación más bajos (probablemente porque para este grupo la televisión es su mayor fuente de información exterior) y también en mujeres de edades parecidas a las de las protagonistas de las novelas.

Una crítica inmediata a este estudio podría ser que la exposición a Globo y las horas pasadas viendo novelas están correlacionadas con variables inobservables que nada tienen que ver con esta exposición, pero sí con el hecho de que las mujeres tengan menos hijos. En concreto es importante asegurarse de que la introducción de Globo en un área no está relacionada con la evolución de la natalidad en los años anteriores a ese evento. El siguiente gráfico muestra que esta crítica no tiene mucho peso, puesto que la tasa de natalidad apenas cambió en los años anteriores a la primera exposición a Globo y disminuyó claramente en los años siguientes. Esto es así incluso controlando por factores fijos específicos a cada área.

Por otro lado, los autores muestran que las variables que explican parte de la natalidad no tienen casi efecto en explicar la exposición a Globo (las licencias de televisión en Brasil han sido siempre otorgadas principalmente por los gobiernos con motivos clientelistas). Finalmente, los autores juegan con diferentes efectos placebo (cambiar aleatoriamente el año de exposición a las novelas en cada región o usar la exposición a las novelas en áreas vecinas) y muestran que en estos casos no se observa ningún efecto en la natalidad.

Otra posible crítica al trabajo es la posibilidad (un poco rebuscada, tal vez) de que la natalidad en áreas expuestas a Globo disminuya porque las mujeres pasan tantas horas viendo las novelas que tienen menos tiempo disponible para compartir con sus maridos y eso reduce la probabilidad de concebir niños. Creo que este argumento no se puede descartar con el análisis que ofrecen los autores. Aunque esto pueda parecer una tontería, este efecto sustitución ha sido demostrado en contextos muy diferentes. Por ejemplo, Gordon Dahl y Stefano DellaVigna (ver aquí) muestran que las películas violentas tienden a disminuir  la criminalidad sobre todo en las horas en las que se exhiben en los cines y en las horas inmediatamente posteriores. Su explicación de este aparentemente contradictorio resultado es que, durante esas horas, los potenciales criminales están ocupados viendo la película y por lo tanto no pueden cometer crímenes. Además, ver películas violentas, argumentan los autores, reduce el consumo de alcohol inmediatamente después de verlas, y eso explica la caída de la criminalidad en las horas posteriores a la emisión de las mismas.

Tratar de entender cómo la cultura y, en concreto, la exposición a los medios de comunicación, afectan el comportamiento de los individuos es realmente interesante. Por un lado, pensando en países en vías de desarrollo, el artículo que he discutido aquí sugiere que el gobierno puede tener un gran impacto en la sociedad a través de los medios de comunicación. Obviamente, no está claro si eso es bueno o malo, todo depende de si confiamos en que los objetivos del gobierno son los correctos. En el caso de Brasil, el efecto del gobierno, fue probablemente indirecto. Parece que la censura militar de la dictadura del general Joao Baptista Figueredo (1978-1985) incentivó a varios famosos escritores a escribir los guiones de las novelas. En muchos episodios eso se refleja en una crítica más o menos disimulada a la situación política, económica y social del país y en la inclusión de temáticas como la crítica a la religión y a los valores tradicionales, la emancipación de la mujer en el trabajo, los beneficios del adulterio para las mujeres, la homosexualidad, las críticas al machismo y la importancia de los valores individualistas.

Por otro lado, es sugestivo estudiar hasta qué punto las películas o las series que vemos en televisión o en Netflix influyen nuestro comportamiento y el de nuestras sociedades. Por ejemplo, durante muchos años, la exposición a películas y series estadounidenses en el resto del mundo han sido apabullantes (esto quizás está cambiando ahora ya que con la televisión por cable tenemos acceso a películas y series de muchos otros países) y uno podría argumentar que esto ha hecho que la gente se sintiera más cercana a los valores enfatizados allí (o tal vez menos, quién sabe…). Este argumento podría generalizarse a la influencia de las series en las televisiones públicas locales: por ejemplo, uno se pregunta si ver series ambientadas en Cataluña y que discuten problemáticas que afectan sobre todo a los catalanes nos hace simpatizar más (¡o menos!) con la cultura catalana y actuar más de acuerdo con esa “hinchada” catalanidad.

Para lectores interesados en leer más sobre estos temas, José Luis Ferreira me sugiere la lectura del libro Norms in the Wild, donde la filósofa Cristina Bicchieri analiza cómo las normas sociales tienen un enorme impacto en las decisiones que tomamos cada día, tal vez de forma inconsciente, y donde recoge otros estudios del impacto de las telenovelas en otros países, como India.

Hay 4 comentarios
  • Un ejemplo de que lo que se ve modela las costumbres es que no se empezaron a ver despedidas infamantes de soltero hasta unos años después de mostrárnoslas en las películas americanas; o el auge de Halloween en detrimento de la celebración de Todos los Santos. Este Domingo estuve en un partido y vi una petición de mano en el tiempo de descanso, sobre el césped. Por cierto, sentí un intenso grado de vergüenza ajena. Será que a algunos nos tienta menos imitar los actos ajenos más o menos folclóricos que los ajenos que percibimos como claramente beneficiosos

    • Por el contrario: pedirle la mano a la novia en una cancha de fútbol tiene sentido solamente en culturas futboleras.

  • Ah! Y no puedo evitar recordar que Gregorio Salvador, especialista en lexicología y vicepresidente de la Real Academia, hizo un estudio sobre la cohesión lingüística a la que habían contribuido los culebrones sudamericanos al contratar estos a asesores lingüísticos que contribuían a eliminar localismos y a fomentar un español estándar para así ampliar su mercado de ventas en los paises hispanohablantes:
    Un vehículo para la cohesión lingüística;el español hablado en los culebrones; Gregorio Salvador

    • En Uruguay es común que los niños chicos hablen en español neutro, porque adoptan el vocabulario de los programas de televisión extranjeros. Los niños tardan varios años en aprender a hablar en "criollo".

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