Crisis alimentarias y migraciones forzosas

admin 3 comentarios

Por Federico Carril-Caccia, Jordi Paniagua y Marta Suárez-Varela

En mayo de 2022, la revista The Economist publicó su portada titulada "The coming food catastrophe", en la que se describía un escenario desolador en el que la guerra en Ucrania afectaba a un sistema alimentario ya perjudicado por la pandemia, el cambio climático y los shocks energéticos. Ese mismo día, el Director Ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas, David Beasley, declaró que el conflicto en Ucrania sería "una declaración de guerra a la seguridad alimentaria global" y que provocaría "hambrunas, desestabilización y migraciones masivas en naciones de todo el mundo".

Según el Programa Mundial de Alimentos, la población con dificultades financieras para afrontar la escalada de precios alimentarios ha aumentado en menos de un año hasta 1.600 millones de personas, y se estima que 345 millones de ellas sufren de inseguridad alimentaria aguda. Aunque la situación se ha revertido parcialmente en los últimos meses, desde 2020 el precio de los alimentos ha crecido abruptamente, afectado por la irrupción de la COVID-19 y el posterior estallido de la guerra en Ucrania, y todavía se mantiene en niveles históricamente elevados (ver gráfico 1).

Las crisis alimentarias, que generalmente empeoran los problemas de pobreza y desigualdad, podrían desencadenar también fuertes procesos migratorios. De hecho, la Comisión Europea ha expresado su preocupación por los posibles desafíos que plantearía una crisis migratoria provocada por la escasez de alimentos.

Gráfico 1. Índice de precios de los alimentos en términos reales.En un estudio reciente (Carril-Caccia, Paniagua y Suárez-Varela, 2022), investigamos el impacto de las crisis alimentarias sobre las migraciones forzosas a nivel internacional. A pesar de que el vínculo entre inseguridad alimentaria y migraciones es ampliamente conocido, la mayoría de los estudios se han enfocado en el efecto de la inseguridad alimentaria en los desplazamientos dentro de los países, ignorando su impacto en los flujos migratorios internacionales. En nuestro trabajo utilizamos un modelo de gravedad para analizar los flujos migratorios de 114 países en desarrollo a 136 países de destino, tanto desarrollados como en desarrollo, durante el período de 2010 a 2018. Dado el método de estimación utilizado, nuestros resultados deben ser interpretados como el impacto de las crisis alimentarias en las migraciones internacionales forzosas en comparación con la migración doméstica forzosa.

La relación entre la inseguridad alimentaria y la migración

Las crisis alimentarias pueden afectar a los potenciales migrantes de dos maneras. En primer lugar, incrementa las ganancias asociadas a la migración y reduce el bienestar en el país de origen, lo que "empuja" a los migrantes a salir de su lugar de origen. En segundo lugar, durante una crisis alimentaria, el aumento del precio de los alimentos y las dificultades de acceso a los mismos implican que los potenciales migrantes tendrán que dedicar una mayor parte de sus recursos económicos a satisfacer sus necesidades alimentarias, lo que limita su capacidad para cubrir los costes asociados a la migración. La literatura destaca cómo estas restricciones financieras o de liquidez limitan tanto las migraciones domésticas como las internacionales.

Para analizar cómo las crisis alimentarias impactan en los flujos migratorios, hemos construido una base de datos que identifica los países y años afectados por crisis alimentarias, así como el grado de intensidad de las mismas y sus causas. Para ello, procesamos y categorizamos la información provista por el Sistema Mundial de Información y Alerta sobre la alimentación y la agricultura (SMIA) de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés), utilizando una taxonomía de palabras y técnicas de "web scrapping". Siguiendo la clasificación de la FAO, identificamos tres niveles de intensidad: i) Déficit excepcional de producción o de los suministros totales de alimentos (leve) ii) Grave inseguridad alimentaria pero localizada (moderada), y iii) Falta de acceso generalizada (severa).

El efecto de las crisis alimentarias en la migración internacional: la intensidad y las causas importan

El gráfico 2 ilustra los resultados de nuestras estimaciones y sugiere que una crisis alimentaria impulsa la migración forzada internacional en muy mayor medida que la migración dentro del país de origen (un 75% más). Esto indica que las crisis alimentarias actúan como un "factor de empuje", motivando a los migrantes a salir de su país de origen.

Gráfico 2. Efecto de las crisis alimentarias según intensidad (en comparación a las migraciones domésticas)

 

En segundo lugar, tratamos de distinguir el efecto según la severidad de la crisis. Tal y como se muestra en el gráfico 2, encontramos que las crisis leves son las que tienen el mayor impacto sobre el número de migrantes forzosos internacionales en comparación con los desplazados internos. Sin embargo, a medida que la inseguridad alimentaria aumenta, este efecto positivo sobre la migración internacional disminuye. Esto sugiere que las restricciones financieras sobre la migración pueden estar relacionadas con la intensidad de las crisis. Durante las crisis más leves, los individuos se enfrentarían a menores restricciones de liquidez que cuando se trata de crisis más severas y, por lo tanto, podrían tener una mayor capacidad para cubrir los costes asociados con la migración internacional.

En tercer lugar, investigamos estimamos el efecto de las crisis alimentarias según el nivel de desarrollo del país receptor. Migrar de países menos desarrollados a otros con mayor nivel de desarrollo tiende a ser más costoso que entre países en vías de desarrollo, debido a los mayores costos de transporte y las barreras burocráticas, lingüísticas y migratorias. Nuestros resultados, presentados en el gráfico 3, indican que las crisis alimentarias leves tienen un efecto similar en los flujos migratorios hacia países en vías de desarrollo y desarrollados. Sin embargo, los flujos migratorios hacia países desarrollados son menos probables durante las crisis alimentarias moderadas y severas. Esto sugiere que durante las crisis alimentarias más graves, los potenciales migrantes pueden carecer de los recursos necesarios para cubrir los costes de migrar a un país desarrollado y, en su lugar, optan por migrar a un país en vías de desarrollo más cercano.

Gráfico 3. Efecto sobre los flujos hacia países desarrollados (comparado con países en vías de desarrollo)

 

Finalmente, en el gráfico 4 podemos ver los resultados de nuestras estimaciones del impacto de las crisis alimentarias según su causa subyacente. Encontramos que aquellas crisis que tienen más de una causa–sobre las que a priori podría esperarse una duración mayor o un carácter más sistémico- son las que fomentan en mayor medida los flujos internacionales de migrantes forzosos en comparación con los migrantes domésticos. Por otro lado, las crisis alimentarias que provienen de factores climáticos o enfermedades, que suelen ser más transitorias, fomentan más los flujos migratorios domésticos que internacionales. Estos resultados indican que las expectativas sobre la persistencia de una crisis alimentaria pueden tener un papel relevante en la explicación de su efecto sobre las migraciones forzosas.

Gráfico 4. Efecto de las crisis alimentarias según causa

Principales conclusiones

En el contexto actual de aumento de la inseguridad alimentaria y los precios de los alimentos, es importante comprender las consecuencias económicas de las crisis alimentarias. Según nuestros hallazgos, durante una crisis alimentaria severa, las políticas deberían enfocarse en posibles desplazamientos internos y adoptar una perspectiva internacional en el caso de migraciones leves. Además, nuestras conclusiones sugieren que cualquier política que solo busque aliviar las carencias alimentarias sin la necesaria contundencia para erradicar totalmente la crisis alimentaria, podría generar el efecto no intencionado de fomentar los flujos migratorios internacionales.

Hay 3 comentarios
  • Entrada reveladora. Muchas gracias.

    El hambre, la sed o la falta de oxígeno son poderosos incentivos económicos. La salud en general lo es. Carecer de estos elementos, no implica una pobreza “común” sino una amenaza para la propia existencia, el enfrentarse a una muerte segura.
    Sin embargo, muchos migrantes que se ven forzados a luchar por la vida son rechazados con desagrado como si de una molestia gratuita se tratase.
    Si yo tuviera mi despacho de economista en la facultad de economía de Mauritania, o de Zambia, mi percepción de estos hechos sería mucho más realista. Y mi orientación investigadora seguiría una línea diferente al mainstream. El problema es que el eje académico sobre el que pivota el grueso de la teoría económica está en Chicago, Londres, etc…
    Hay dos economías, la que te promete ganar algo, y la que te promete no perder la vida, dos ópticas fruto de que el foco del mainstream no radica en la distribución suficiente sino en una realidad de mercado disfuncional.
    En ocasiones me he preguntado por qué no se tiene voluntad política para articular un Plan Marshall para el tercer mundo. Sin duda dentro de unos siglos, cuando salgamos de esta dinámica productivista se estudiará este periodo como la Gran Omisión.

    Un cordial saludo.

  • Estimado Jordi,

    muchas gracias por tu comentario. Es cierto que el contexto y conocimiento local importa a la hora de realizar y plantear una investigación, especialmente en esta área en concreto. No obstante, no es una condición necesaria. Hay áreas dónde el conocimiento local no es posible (p.e. cosmología) y otras donde no es aconsejable o puede llegar a un sesgo o conflicto de intereses. En definitiva, depende del contexto, el campo y la metodología.

    En nuestro caso particular, por el tipo de metodología que utilizamos pienso que estar sobre el terreno o desplazarse a las áreas donde hay hambrunas tan solo aportaría un incremento marginal en la calidad de esta investigación. Probablemente sería un mejor uso de los limitados fondos de investigación estar cerca de Chicago (como es mi caso) o Londres para nutrirnos de ideas, mejorar los métodos y recabar críticas al trabajo.
    En cambio, si utilizáramos RCTs o experimentos sí tendría una mayor relevancia viajar al terreno para ajustar mejor la investigación.

    saludos
    Jordi

    • Hola Jordi,

      Gracias por la aclaración. Yo me refería más a un factor emocional y motivacional, algo intrínseco al sujeto que investiga.
      Quiero decir que no es lo mismo que yo haga un estudio sobre la guerra sin haber vivido en primera línea dicho conflicto bélico. Cierto es, que puedo empaparme de material sobre el tema, pero siempre será una mirada objetiva a la que le falte algo.
      En ese sentido, creo que Hayek vivió en Viena episodios de hiperinflación en el periodo entre guerras. A eso me refiero, a que existen fenómenos que al vivirlos y experimentarlos en carne propia nos conmueven y ofrecen un grado de motivación extra que imprime cierto carácter a nuestros informes, sin restarles objetividad.
      Mi impresión subjetiva es que en ocasiones existe una clara desconexión entre los problemas que se plantean y la realidad humana que representan. No sé, tal vez nos falte un escalón más a la hora de tomar conciencia.

Los comentarios están cerrados.