- Nada es Gratis - https://nadaesgratis.es -

Covid-19 y desigualdad según Angus Deaton

Por Judit Vall

Durante el confinamiento por el estado de alarma actual, muchos departamentos universitarios han decidido seguir con sus seminarios de manera virtual, abriéndolos, además, a toda la comunidad científica. Gerard Llobet nos explicaba aquí las ventajas e inconvenientes de estas prácticas; por su parte, Juan Francisco Jimeno nos recomendaba aquí un webinario de Daron Acemoglu y Jean Tirole sobre la atrofia del Estado y los fallos del mercado en el contexto de la covid‑19.

En esta entrada quiero repasar tres ideas que me parecieron muy interesantes del webinario de Angus Deaton acerca de las implicaciones de la covid‑19 sobre la desigualdad. Lo organizaba el Princeton Bendheim Center for Finance, de la Universidad de Princeton, como parte de su serie de ciberseminarios dedicados a varios aspectos relacionados con la covid-19 y, si bien tuvo lugar el pasado 13 de abril a las 18:30 (hora española), tanto la presentación como el video de la sesión se pueden visualizar aquí.

Angus se centra, sobre todo, en el caso de los Estados Unidos. Para darle contexto a su presentación, en la figura 1 muestro la evolución temporal del número de personas fallecidas por día en los Estados Unidos y en España desde el momento en que se registran tres muertes en un día (datos del Financial Times disponibles aquí). Como se puede observar en el gráfico, la curva ascendente durante los 20 días primeros es bastante parecida en los dos países, pero la reducción a partir del día vigésimo primero es mucho más pronunciada en el caso español. De hecho, entre el día 30 y el 60, la evolución en los Estados Unidos se parece más a un estancamiento que a un descenso.

Figura 1. Número de personas fallecidas diariamente debido a la covid‑19 en Estados Unidos y en España.

La primera idea que quiero comentar de la presentación de Angus me sorprendió mucho porque pienso que está al límite de lo éticamente aceptable. Él opina que una parte importante de las personas muertas por la covid‑19 hubieran fallecido igualmente (sin covid‑19) tan solo unos meses más tarde; así, dice, una proporción de las muertes acaecidas en el 2020 se habrían producido en el 2021. Para defender esta idea se basa en dos observaciones: el exceso de mortalidad (respecto a la mortalidad media de cada grupo poblacional) provocado por este coronavirus es proporcional al riesgo de mortalidad (probabilidad de morir) que tienen los individuos en una situación regular, es decir, sin la presencia de la covid‑19. A modo de ejemplo, sabemos que el exceso de mortalidad atribuible a la covid‑19 afecta más a los hombres que a las mujeres, pero, antes de la aparición del virus, el riesgo de morir de la subpoblación masculina ya era mayor que el de la subpoblación femenina. De igual manera, las personas de edad más avanzada y las que padecían alguna de las enfermedades que aumentan la virulencia de la covid-19 ya tenían, antes de la pandemia, una probabilidad mayor de morir que los individuos de menor edad o sin determinadas patologías previas.

La segunda observación que lleva a Angus a mantener su hipótesis es que, como argumenta mediante la figura 2, parece que el efecto de anticipación de las muertes ya lo produjo la gripe española de 1918. El gráfico presenta datos desde el año 1900 hasta el 2000 de fallecimientos por 100 000 individuos de hombres blancos con edad comprendida entre los 45 y los 54 años en Estados Unidos. Se observa, claramente, un incremento de la tasa de mortalidad, que es atribuible a la gripe de 1918 y que va seguida de una caída más acusada que la tendencia decreciente de la serie. Esa caída es el efecto compensación del que habla Angus en su presentación: son las muertes que hubiesen ocurrido en 1919 y 1920 si la gripe española no las hubiese adelantado a 1918.

Figura 2. Muertes por 100 000 habitantes en el grupo de hombres blancos de edad comprendida entre los 45 y los 54 años.

La segunda idea que quiero destacar de la presentación se refiere al efecto inmediato de la pandemia sobre la desigualdad, que, según Angus sufrirá un aumento importante mientras estemos afectados por la covid-19: las personas con menor nivel educativo o bien trabajan en sectores esenciales, lo cual las expone a un riesgo mayor de contraer la enfermedad, o bien, si trabajan en un sector no esencial, estarán expuestas a un mayor riesgo económico (más probabilidad de perder el trabajo, ya que la posibilidad de teletrabajar es menor para las personas con menor grado de instrucción). Por lo tanto, de cualquier forma, la desigualdad económica y del estado de salud va a aumentar entre personas con diferente nivel educativo. De hecho, ya hay pruebas de que en los Estados Unidos la covid-19 ha afectado más a la población hispana y de color (mayor porcentaje de hospitalizaciones, mayor tasa de mortalidad y mayor exposición a shocks económicos; véase aquí).

Por último, la tercera idea que me pareció importante de las expuestas en el seminario se refiere a los efectos de la covid-19 sobre la desigualdad a largo plazo. Angus predice que, una vez que se acabe la pandemia, vamos a ver el retroceso de la globalización y cierta reversión en las deslocalizaciones de la producción, lo que hará que, en consecuencia, regresen a los países desarrollados ―desde países terceros― puestos de trabajo. Esos acontecimientos incrementarán el empleo de las personas con poca formación en países como los Estados Unidos y ello, junto con la reducción del PIB (que afectará mayoritariamente a las clases altas), llevará a que la desigualdad en cuanto al nivel de renta sea menor.

Asimismo, Angus predice que el sistema de salud público estadounidense sufrirá fuertes presiones para aumentar su cobertura a más población, lo que hará que se reduzca la desigualdad en materia de estado de salud. De esta manera, a medio y largo plazo, la pandemia actual resultaría en menor desigualdad entre grupos sociales, tanto de renta como de salud.