- Nada es Gratis - https://nadaesgratis.es -

¿Como podemos ayudar a los cuidadores de adultos mayores dependientes?

Por Joan Costa-Font

London School of Economics and Political Science

Si bien el valor económico de los cuidados informales a mayores dependientes se estima entre el 3 y el 4% del PIB de los países de Europa, ser cuidador informal de un adulto mayor dependiente es una actividad que conlleva poco aprecio social. Ello es debido a que es una actividad que tiene poca visibilidad, ya sea comparada con otras actividades profesionales, e incluso comparado con el estatus de los cuidadores de menores, aunque ser cuidador de adultos a menudo comporte mayores costes personales principalmente en términos de salud emocional. Observar cómo parejas, padres, madres o familiares de cuidadores se enfrentan a la realidad que sus seres queridos van perdiendo facultades y necesitan su ayuda o la de un tercero para desarrollar actividades de la vida diaria es difícil de digerir, y es peor cuando ello conlleva además un sacrificio personal para los cuidadores.

Hasta el momento, la literatura económica no les ha dado la importancia a efectos de los cuidados de adultos. Si bien existen muchos artículos de investigación  donde se ha discutido la eficiencia y equidad de los efectos de los permisos parentales y maternales (en Nada es Gratis se ha tratado el tema por ejemplo  aquí y aquí), los cuidados de adultos dependientes han recibido menos atención en la literatura económica. En esta entrada documentamos algunos efectos de ser cuidador sobre la economía, y destacamos algunas intervenciones para mejorar la vida de los cuidadores.

Efectos de los cuidados sobre el mercado laboral

Hoy en día sabemos que el cuidado de mayores cuando las necesidades de cuidado son intensas, puede dar lugar a una reducción de la jornada laboral y la productividad, además de en ocasiones más excepciones a la salida del mercado laboral vía la jubilación del cuidador. De hecho, con Cristina Vilaplana, investigamos aquí el impacto de una reforma, que amplió y universalizó los beneficios de cuidados de larga duración en forma de subsidios sobre la intención de jubilarse anticipadamente del cuidador. Posteriormente examinamos el efecto de los recortes del gasto por el plan de austeridad que redujeron dichos beneficios financiados con fondos públicos y comparamos las estimaciones con los efectos de una reforma de la jubilación anticipada entre los trabajadores del sector privado aproximadamente en la misma época. Nuestras estimaciones preferidas sugieren evidencia de una reducción de 10 puntos porcentuales en las intenciones de jubilación anticipada después de beneficiarse de la Ley de Dependencia.

Efectos sobre el uso de servicio sanitarios

Para el sector público, la provisión de cuidados informales supone ahorros muy importantes ya sea para el sistema público de dependencia como para el sanitario. Por ejemplo, en un trabajo con Sergi Jiménez y Cristina Vilaplana ver aquí, estimamos una reducción en los ingresos hospitalarios y en la utilización tanto entre aquellos que reciben un subsidio de cuidados como, aunque menos intensamente, entre los beneficiarios de atención domiciliaria financiada con fondos públicos, que representa el 11% de los costos totales de atención médica. Estos efectos fueron más elevados cuando las regiones contaban con un plan regional operativo de coordinación de la atención sanitaria y social que hoy en día muchas regiones en España están implementadas con mayor o menor éxito. Y más recientemente, para estimar efecto agregados,  en un trabajo con Cristina Vilaplana examinamos los efectos del gasto en cuidados derivados de una mayor participación laboral femenina sobre el gasto sanitario, estimamos que un aumento de la participación laboral de un 1% en la OCDE, supone un aumento del gasto en cuidados del 1.5% pero una reducción del 0.9% en el gasto sanitario.

Efectos sobre la brecha de genero

El cuidador de mayores dependientes es mayoritariamente una mujer entre 40 y 70 años, que dependiendo de las necesidades de cuidado acostumbra a estar en el mercado laboral. De hecho, la presencia de una hija en el hogar es un fuerte predictor tanto de la disponibilidad de cuidado informal como del tipo de arreglos de cuidado de los que depende un hogar. Sin embargo, este tipo de cuidado informal a menudo se refiere a “cuidado por defecto” y no a una elección. Es decir, la decisión de cuidar a un familiar dependiente a menudo no es una decisión donde se evalúan pros y contras, sino una norma intergeneracional, que al cumplirla puede tener efectos sobre el estrés para los cuidadores. No obstante, todo ello depende del entorno institucional y de valores. En un trabajo con Eric Bonsang observamos que, si bien es verdad que tener una hija aumenta la probabilidad de recibir cuidados, ello solo es así en países con grandes disparidades de género en las tasas de empleo, donde tener hijas también deprime la demanda de cuidado formal. Por el contrario, documentamos que el efecto desaparece ( “demise of the caregiving daughter ") cuando las  brechas de género son más estrechas.

¿Qué podemos hacer para mejorar la vida de los cuidadores de adultos mayores dependientes?

Así pues, la pregunta es qué podemos hacer desde los poderes públicos. Podéis ir a esta entrada para algunas ideas más amplias, pero a grandes rasgos uno puede diseñar un sistema de ayudas y subsidios, u mejorar las condiciones de vida de los cuidadores, eliminando barreras institucionales y económicas que afectan a su calidad de vida.

Ayudas y subsidios

La ayuda familiar para los cuidados es no solo menos visible, sino incluso de menor calado en términos de tiempo (excedencias laborales) y ayuda financiera (subsidios) comparada con el cuidado de menores, si bien el impacto en desigualdades de género es igual o incluso más importante. En este otro trabajo Caring for Carers? con Cristina Vilaplana y Francesco D’Amico analizamos la reforma escocesa que de una forma parecida a la ley de dependencia en España amplía e universaliza las cuidados domiciliarios y mejora los subsidios a los adultos mayores dependientes. Dado que la reforma no se produjo fuera de Escocia, es posible utilizar el resto del Reino Unido como grupo de control. Los resultados de un modelo de diferencias en diferencias sugieren un aumento del bienestar (felicidad) de los cuidadores no remunerados tras la introducción del FPC. Nuestras estimaciones sugieren que el bienestar subjetivo de los cuidadores de elevada intensidad (que ofrecían más de 35 horas de cuidado por semana) aumenta en 12 puntos porcentuales. Estos efectos se derivan fundamentalmente por cambios en el bienestar en mujeres fuera del mercado laboral, y se explican por mejoras en su renta.

Con datos de España, junto con Cristina Vilaplana aquí, explotamos la evidencia de la introducción de la Ley de Dependencia que universalizó en España subsidios y apoyos al cuidado en el bienestar de los cuidadores. Igual que en el estudio con datos de Escocia, observamos que los servicios domiciliarios reducen la probabilidad de síntomas depresivos entre los cuidadores que ofrecen cuidados intensos (más de 50 horas a la semana). Los subsidios (la prestación económica) al cuidado dan lugar a una reducción en la probabilidad de síntomas depresivos entre los cuidadores que brindan menos de 50 horas de cuidado. Consistentemente, encontramos evidencia de una mejora en la satisfacción con la vida al recibir subsidios y apoyos en el hogar. Este último efecto es mayor entre los cuidadores a tiempo parcial que dedican entre 20 y 50 horas a la semana al cuidado, lo que se explica por cambios de comportamiento y de estilo de vida preventivos. Finalmente, estimamos el equivalente monetario o “subsidio hipotético para el cuidado” que compensaría a los cuidadores por sus pérdidas de bienestar. Encontramos estimaciones que oscilan entre los 800 y los 850 euros/mes, una magnitud muy por encima de la subvención real en España.

Mejoras en las condiciones de vida de los cuidadores

Pero no todo es cosa de dinero. En algunos países donde la atención sanitaria no es universal, una de las formas de ayudar a los cuidadores informales es extendiendo el aseguramiento sanitario para cubrir sus necesidades, y así no tener que trabajar más y ahorrar para poder hacer frente a los gastos de salud. Junto con Nilesh Raut y Courtney van Houtven, estudiamos el efecto de la extensión del programa Medicaid a raíz de la reforma Obamacare (también llamada Affordable Care Act o ACA en EEUU) en la salud mental y el bienestar de los cuidadores de mayores. En la Figura 1 observamos el efecto de un event study donde se documenta que a partir de 2014 donde entra en vigor el ACA Medicaid, hay un salto al alza de bienestar subjetivo y a la baja en depresión.  Documentamos que la exposición a ACA Medicaid da lugar a una reducción del 8% (equivalente a una disminución del 30%) en los síntomas de depresión y un aumento del 9% en la percepción de bienestar subjetiva (un aumento del 11%).

Figura 1. Event study del efecto de la extensión de ACA Medicaid sobre el bienestar subjetivo y los síntomas de depresión

Permisos laborales

Finalmente es posible considerar la expansión de los permisos o excedencias, aunque son poco frecuentes. Incluso cuando la legislación las contempla suele ser de menos de un mes; una excepción es Bélgica, que permite 12 meses completos. En general, las excedencias son muy diferentes entre países (ver aquí) y son poco utilizadas.  Esta es una cuestión sobre la que sabemos poco y estamos estudiándola con reformas en Reino Unido.

En resumen

Aunque el cuidado de mayores dependientes tiene menos visibilidad y apoyo que otros cuidados como los de menores, sus efectos sobre la brecha de género son igual o más significativos. De momento existe evidencia que la calidad de vida de los cuidadores puede variar de forma importante con la presencia de ayudas, subsidios y mejoras en las condiciones de vida de los cuidadores. Si bien la cuestión de los permisos laborales, excedencia y demás aun necesitan desarrollarse en muchos países de Europa.