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¿Cómo afecta el valor de tu vivienda a tu consumo?

Por Pedro Trivin García

Desde hace varios años, los determinantes de la acumulación de la riqueza y sus posibles efectos en la economía han estado en el centro del debate económico. Muestra de ello es que en este blog se ha discutido detalladamente su evolución histórica (aquí), distribución y composición (aquí), así como la importancia de las herencias (aquí) y las razones para gravar (o no) la riqueza (aquí, aquí, aquí y aquí). En esta entrada, presento los resultados de mi investigación sobre cómo variaciones en la riqueza inmobiliaria afectan al consumo de los hogares, así como los posibles mecanismos subyacentes (aquí podéis acceder al artículo completo).

Conocer la relación entre el valor de la vivienda y el consumo de los hogares es importante porque, no solo nos ayuda a entender mejor las decisiones de consumo de las familias, sino que nos da una mayor comprensión sobre los efectos de la política monetaria en el ciclo económico y sus posibles canales de transmisión (Arrondel et al., 2019).

La investigación se centra en el caso de España durante el ciclo económico ligado a la Gran Recesión (2002-2011) y utiliza datos de la Encuesta Financiera de las Familias (EFF). Esta encuesta se lleva a cabo cada 3 años y proporciona información sobre el consumo, los ingresos, los activos, las deudas y aspectos socio-económicos de cada uno de los miembros del hogar, lo que nos permite capturar las preferencias del hogar y su posición en el ciclo vital. Uno de los aspectos más interesantes, es que la EFF incluye un componente de panel que permite seguir a un mismo hogar durante todo el período de análisis. Esto nos da la posibilidad de disminuir la influencia de factores que no se pueden observar, pero a su vez implica que necesitamos una gran variabilidad en el valor de los activos de las familias para poder identificar la relación entre riqueza y consumo. La Figura 1 muestra que, no solamente ha habido grandes cambios en el valor de los activos, sino que es probable que, debido a la crisis financiera de 2008, la mayoría de hogares hayan experimentado tanto incrementos como disminuciones de su riqueza durante el período de análisis.

Figura 1. IBEX 35 y precio de la vivienda libre (2002-2014)

La riqueza del hogar puede variar debido a cambios en el valor de sus activos o porque los hogares deciden alterar su ahorro. Lo ideal es explotar variaciones de la riqueza que estén relacionadas solamente con el precio de los activos, ya que las decisiones de ahorro presentan problemas de endogeneidad al afectar directamente al consumo. La EFF no nos permite diferenciar estos dos factores en el caso de los activos financieros, pero sí para uno de los componentes más importantes de la riqueza de los hogares: la vivienda habitual.

Los resultados muestran una relación positiva entre variaciones en el valor de la vivienda y el consumo de los hogares. La propensión marginal al consumo (PMC) es igual a 0.01, lo que significa que cuando el valor de la vivienda habitual aumenta en 1 euro, el consumo del hogar se incrementa en 1 céntimo. Cuando permitimos que la PMC varíe dependiendo del nivel de riqueza del hogar (Figura 2), observamos que los hogares más pobres reaccionan mucho más que los ricos a cambios en el valor de la vivienda (6 céntimos el quintil inferior vs 2 céntimos el 40% más rico de la muestra).

Figura 2. PMC respecto a variaciones de la riqueza neta (vivienda principal)

La teoría económica nos dice que hay varios factores que pueden explicar estos resultados. Una posibilidad es que hogares con problemas de acceso al crédito utilicen el incremento en el valor de su hogar como colateral para solicitar un nuevo préstamo. Otra posibilidad, más sutil, es que estas variaciones en la riqueza afecten a los ahorros por motivos de precaución de los hogares. Estos ahorros sirven para cubrirse las espaldas ante eventos adversos susceptibles de ocurrir en el futuro. Un incremento en el valor de la vivienda puede dar al hogar una mayor sensación de seguridad, ya que sería más fácil utilizar ese activo para obtener liquidez en caso de necesitarla en el futuro, lo que podría incrementar su consumo actual.

Para intentar esclarecer cuál de los dos mecanismos es más probable que explique nuestros resultados, el estudio aprovecha la existencia de una asimetría entre ambos. Si los hogares usan el valor de la vivienda como colateral para obtener nueva financiación, el consumo solamente respondería ante incrementos en dicho valor. Por el contrario, con el segundo mecanismo, las familias deberían ajustar su consumo tanto a aumentos como a disminuciones de la riqueza. De hecho, si los hogares son adversos al riesgo, es probable que sean más sensibles a disminuciones en el precio del inmueble. La Figura 3 muestra la respuesta del consumo de los hogares a cambios positivos y negativos en el valor de la vivienda y, tal y como se puede ver, los hogares reaccionan más a caídas en la riqueza (PMC de 5 céntimos) que a aumentos de la misma (PMC de 3 céntimos).

Figura 3. Asimetría de la PMC respecto a variaciones de la riqueza neta (vivienda principal): Tipo de shock

Aunque los resultados parecen apuntar a cambios en los ahorros por motivos de precaución como principal mecanismo, para asegurarnos, explotamos la información proporcionada por la EFF y diferenciamos la respuesta por hogares dependiendo de sus expectativas de futuro. La idea, desarrollada por Bleichrodt y Eeckhoudt (2005), es que peores expectativas sobre el futuro están relacionadas con mayores ahorros por motivos de precaución. Si este fuese el caso, cabría esperar que hogares más “pesimistas” reaccionasen más a disminuciones de la riqueza y menos a aumentos de la misma en comparación con los hogares “optimistas”. Eso es lo que se observa en la Figura 4, donde las asimetrías documentadas anteriormente solo están presentes en los hogares que no esperan que sus ingresos sean más elevados en el futuro.[1]

Figura 4. Asimetría de la PMC respecto a variaciones de la riqueza neta (vivienda principal): Tipo de shock y expectativas futuras

En definitiva, los resultados indican que los efectos en el consumo de cambios en el valor de la vivienda de los hogares españoles durante el período 2002-2011 están más relacionados con cambios en los ahorros por precaución que con modificaciones en el acceso al crédito por parte de las familias. Esto puede resultar extraño en el caso de un país donde, al contrario del mundo anglosajón, no es tan común utilizar la vivienda para obtener liquidez durante la vejez. Sin embargo, como explica Skinner (1996), el mero hecho de poder hacerlo parece ser suficiente.

[1] En el artículo se muestra que los resultados no están relacionados con otros factores como problemas de liquidez, límites al crédito o las características del endeudamiento.