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China y la normalización del comercio mundial

de Guillaume Gaulier, Walter Steingress & Soledad Zignago

En los últimos seis años, el comercio mundial ha crecido a un ritmo cercano al de la actividad industrial, contrariamente a lo observado antes del 2008, cuando crecía al doble. ¿Por qué? Nuestra explicación es que esta desaceleración se debe en gran medida al reequilibrio de China hacia la demanda interna y la producción de servicios. Lo normal vuelve a ser que el comercio mundial y la actividad industrial crezcan al mismo ritmo.

A principios del 2017, publicábamos una columna en el blog del banco de Francia, explicando las evoluciones recientes del comercio y la actividad mundiales. El mensaje principal no ha cambiado. Aquí lo exponemos actualizado y en español. El gráfico siguiente muestra que, desde 2011, el crecimiento del comercio mundial (en rojo) ha ido (casi) de par con el de la actividad industrial (en negro), contrariamente a lo observado antes del 2008, cuando el comercio crecía dos veces más rápido. Los años 2015 y 2016 se caracterizaron por el crecimiento más lento de la actividad y el comercio desde la crisis. Aunque en 2017 se observa una recuperación del comercio más fuerte que la de la actividad, permítannos recordar que nada justifica un crecimiento del comercio mayor y duradero al de la producción como lo explicamos a continuación.

Explicaciones de la desaceleración del comercio mundial

Varios estudios han explicado esta desaceleración del comercio, de forma cíclica o estructural, por la demanda o por la oferta. El papel de la débil demanda mundial se destaca en los análisis del FMI y del Banco de Inglaterra. El comercio internacional es de hecho procíclico. La participación de los componentes más volátiles de la demanda, principalmente la inversión empresarial, es mayor que en la actividad total. Sin embargo, la debilidad de la demanda mundial explicaría sólo un tercio de la desaceleración observada según el CEPII. Lo que es más, las causas de esta debilidad no son sólo cíclicas. Los cambios estructurales, tanto del lado de la demanda como del de la oferta mundial, están actuando.

Todos los estudios, señalan el papel desempeñado por la internacionalización de los procesos de producción o la extensión de las "cadenas de valor internacionales" (este en particular). El espectacular desarrollo de estas últimas en las décadas anteriores ha dado paso a una estabilización e incluso a una recesión. Según Timmer et al (2016), este desarrollo se detuvo en 2011 cuando la demanda se transfirió a los servicios, particularmente en China. La OCDE destaca otras explicaciones estructurales como el bajo potencial de crecimiento e inversión, la política comercial y de nuevo el papel específico de China. Esta última explicación sería la más importante desde el año 2015 y es la que también defendemos aquí: el choque de la oferta china contribuyó a la aceleración del comercio mundial antes de la crisis y a su reorientación interna hacia la actual desaceleración, o mejor dicho normalización.

La hiperglobalización se terminó

Dejando de lado las crisis a gran escala pero temporales, el ritmo del comercio mundial no puede desviarse permanentemente del ritmo de la actividad mundial. Esto es una necesidad lógica y un hecho empírico. Por ejemplo, una reducción de las barreras al comercio eleva el nivel de apertura global y la tasa de crecimiento del comercio mundial en la transición hacia un nuevo equilibrio; pero la elasticidad de la actividad comercial, es decir, la relación entre las tasas de crecimiento del comercio y de la actividad, vuelve a la unidad después de cada choque, como lo muestra el gráfico siguiente.

China ha sido la fuente de tales conmociones en las últimas décadas. Su surgimiento y la extensión de las cadenas de valor no pueden disociarse. Estas últimas se han desarrollado muy a menudo aprovechando las enormes oportunidades de localización en China de tareas de baja y mediana intensidad de mano de obra calificada. En segundo lugar, la liberalización del comercio ha mejorado y garantizado el acceso de los productores chinos al mercado mundial y de las empresas multinacionales al mercado chino (sobre todo para el suministro de bienes intermedios de alto valor añadido). Con la entrada de China en la OMC en 2001, la oferta de mano de obra disponible de China en el sector de bienes comerciables internacionales ha ejercido una presión a la baja sobre el precio de los bienes manufacturados (por ejemplo, amplificando el crecimiento de la demanda mundial de productos electrónicos de consumo). Al mismo tiempo, la demanda china contribuyó a la subida de los precios de las materias primas, generando ingresos para las importaciones de los países productores (cf. Daniel Gros, y JH. Powell).

Hacia una "normalización" de la apertura china

Varios factores se combinan para normalizar la apertura internacional de China: las escasas oportunidades del mercado exterior, el aumento de los salarios, la diversificación de la oferta y la demanda y el inicio de un reequilibrio del modelo de crecimiento hacia la demanda interna, incluida la apreciación real del tipo de cambio entre 2005 y 2015. Con un cambio en la producción hacia los servicios, el impacto de China en los precios está disminuyendo o retrocediendo. El gráfico siguiente muestra que la tasa de apertura de las exportaciones de China (rojo, exports/producción) cayó bruscamente en 2007, mientras que la de los países avanzados (azul) y otros países emergentes (verde) no mostró una reducción similar. Lo mismo ocurre si consideramos las tasas de apertura de las importaciones (ver último gráfico).

Este gráfico no está actualizado porque los datos públicos del CPB no proporcionan información para China. Los gráficos siguientes están al día pero China está ahí incluida en los emergentes asiáticos. En conclusión, China avanza hacia un nivel más normal de apertura internacional para un país grande. Esta normalización clausura un fenómeno excepcional de hiperglobalización. Sin una nueva conmoción de apertura masiva, el crecimiento del comercio mundial debería permanecer próximo al de la actividad mundial, sin descartar la posibilidad de que pueda reducirse con el Brexit o Trump, por ejemplo.