Dory es como me llaman mis hijos, no sin razón, dada mi escasa memoria a largo plazo. Lo que voy a contarles son mis recuerdos, ocurrieron en primera persona y padecen de ese defecto, lo que no garantiza que sean por tanto exactamente lo que ocurrió. Disculpas por anticipado.
Tuve la fortuna de ser director de Fedea cuando nació Nada es Gratis. Subrayo fortuna porque, aunque después me ha tocado hacer muchas cosas variopintas, ese periodo de Fedea lo recuerdo intenso, productivo y además divertido.
Abril de 2009. En el país la crisis económica comienza a arrasar estratos de la sociedad, como si de un incendio se tratara; entre ellos, y muy singularmente el mercado de trabajo. Desde siempre, Fedea había sido una casa muy sensible con el tema del desempleo: José Antonio Herce y por supuesto Juan Francisco Jimeno marcaron su impronta y su preocupación por un funcionamiento eficiente de las instituciones laborales. Lo que trimestre a trimestre iba reflejando la EPA entonces era el fracaso de una regulación que pretendidamente protegía al trabajador, pero que terminaba condenándole al paro. Una tarde, Nacho Conde propuso no quedarnos callados: saltar del documento de trabajo o del artículo de revista científica y hacer un "manifiesto", una proclama pidiendo una reforma laboral. Nacho había estado en Italia de la mano de Michele Boldrin, otro de los protagonistas de esta historia que había participado en la creación del Festival de Economía de Trento, un proyecto ya consolidado, cuya razón de ser es hacer llegar en el país alpino la economía a todos los estratos de la sociedad. Michele había participado además en la fundación de NFA (Noise from Amerika), un blog en el que claramente se inspiró NEG.
La propuesta de Nacho fue cobrando forma de la mano de otros grandes expertos del mercado de trabajo y buenos amigos de Fedea, Juanfran, Samuel Bentolila y Juanjo Dolado, y terminó siendo lo que la prensa llamó el "Manifiesto de los 100", en referencia al número aproximado de economistas, todos ellos con un gran prestigio académico, que estamparon su firma en él.
Su éxito nos sorprendió: en primer lugar por su impacto en los medios; se escribió mucho entonces sobre ese grupo de economistas que desafiaban el status quo; en segundo lugar, por quienes se prestaron a participar: los que allí firmaron eran, sin duda alguna, una muestra muy significativa de los mejores economistas que ha generado este país, desde Andreu Mas Colell a Manolo Arellano. Lo distintivo era que economistas, referencias claras en el mundo académico, estaban dispuestos a mancharse las manos, bajar a tierra y pelear por contar cómo debe ser la sociedad en la que vivimos. Creo que la primera piedra de Nada es Gratis se puso con el Manifiesto de los 100.
Ahora hacían falta redactores. Fedea andaba entonces tratando de atraer a algunos académicos españoles que trabajaban en universidades extranjeras (en algún caso también en España) y que quisieran dedicar algo de tiempo a hacer economía aplicada española con rigor: Jesús (Fernández Villaverde), Luis (Garicano), Tano (Santos), Juan (Rubio Ramirez), los Antonios (Cabrales y Cicone), Floren (Felgueroso), Marco (Celentani), Sergi (Jiménez), Juan Carlos (Conesa) y Sara (de la Rica) se convirtieron pronto en la redacción improvisada del blog que estaba naciendo.
Un sábado del mes de mayo me reuní con Javier Diáz Giménez para hablar del blog en la Cafeteria Chantilly, una pastelería rosa del barrio de Salamanca, como del siglo XIX, donde hay una placa que recoge ese momento (es broma). Los que conocéis a Javier sabéis que es un hombre de blancos y negros, que es capaz de expresar con una brillantez poco común la complejidad de un problema. La conversación terminó en cuál era el concepto fundamental en economía, lo que la distingue de cualquier otra ciencia. Javier, sin dudarlo, concluyó que la Ley Fundamental de la Ciencia Económica es que “Nada es Gratis”, nada, absolutamente nada. Después de esa aseveración tan rotunda pensamos ambos que ese era el mejor nombre para un nuevo blog, que así lo propondríamos al comité editorial, y al que Pedro (Artiles) le daría un diseño único.
Hasta aquí mis recuerdos de los primeros balbuceos de NeG, que interesaran sobre todo a los que nos seguís con cariño. Siempre hubo, y me gustaría resaltarlo para terminar, un elevado interés por preservar la independencia y la libertad para argumentar (evidence-based que diría Antonio Cabrales) lo que nos pareciera. Discutir sobre economía aplicada es hablar de actores económicos con intereses concretos, que podían sentirse incómodos con algunas de nuestras posiciones. Desde el Comité Científico de Fedea, liderado por José Luis Malo de Molina, siempre se defendió nuestra independencia; pero con el tiempo se llegó a la conclusión, a mi entender acertada, de que conservar la autonomía de este tipo de blog requería independencia económica y material de la institución donde nació. El tiempo ha demostrado que esa apuesta ha sido un éxito y que, gracias al crowfunding, NEG se ha hecho mayor, autónomo, más profesional y más diversificado. Gracias a todos los que habéis tomado el testigo. Es un gran proyecto que merece la pena.
Hay 3 comentarios
Pablo De tus aciertos, esta celebración. Enhorabuena sincera. Aire fresco para el análisis, posicionamiento valiente ante el mundo académico, apertura de ventanas en los rincones más obscuros... Abrazo extensivo a Juan Francisco Jimeno y a Antonio Cabrales. Amigos Gracias por vuestro trabajo. Añado a la lista a Luis G, Fernandez V y a Tano Santos: siempre food for thought.
El ultimo parrafo de este escrito es impagable: crowdfunding? What the fuck! Este blog este financiado como las instituciones donde residen sus impulsores, Fedea y Cemfi, por el banco de Espana y las contribuciones de la banca privada, a la que un día ya lejano, pastoreó Ángel Rojo. Luego Rojo, pasó el timon a su discípulo MdMolina.
En fin....los think tanks de la banca
Pues la verdad es que, como ya hemos explicado en las entradas sobre recaudación (y agradecimiento) de fondos, te equivocas. Desde hace ya muchos años, una parte de los gastos se cubren con las aportaciones anuales de los colaboradores. La otra, con la aportación voluntaria de lectores individuales. No tenemos ningún contribuyente institucional.
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