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Brechas digitales: mitos y realidades

De Teodosio Pérez Amaral⸭⸸, Ángel Valarezo Unda⸭⸸, Rafael López Zorzano⸭⸸ y Teresa Garín Muñoz

En una entrevista reciente, el ministro de Universidades, al referirse a la brecha digital, afirmaba que se trata de un mito de hace 20 años y que es un simple reflejo de otras brechas sociales existentes.

Veremos que este tipo de afirmaciones requieren un nivel de matización mucho mayor, porque hay varias brechas digitales, no una sola, y porque no todas se comportan igual. Las hay grandes y pequeñas, algunas decrecen rápidamente y otras persisten o decrecen muy lentamente. No todas son indeseables, debido a que algunas pueden ser el resultado de elecciones voluntarias. En una entrada anterior abordamos aspectos relacionados con la brecha digital infantil, aquí; y, Jose Ignacio Conde-Ruiz lo hizo desde una perspectiva de género y mercado laboral, aquí.

En este post nos basamos en la encuesta sobre Equipamiento y Uso de Tecnologías de Información y Comunicación en los Hogares en España, realizada anualmente por el INE. Disponemos de 200.000 observaciones para los años 2007 a 2019.

Las brechas digitales pueden definirse como la desigualdad en el acceso, uso y/o aprovechamiento de los servicios de la sociedad de la información entre diferentes grupos de personas en base a sus características socioeconómicas y demográficas.

Nos centramos en la evolución de las brechas digitales de los usuarios particulares tanto en el acceso a Internet (banda ancha fija y móvil) como en el uso que realizan de diferentes servicios en línea: comercio electrónico, venta por internet (venta electrónica), banca electrónica, búsqueda y contratación de servicios turísticos por internet (turismo electrónico), educación por internet (educación electrónica u ‘online’), búsqueda en internet de información sobre salud (salud electrónica), servicios digitales de la Administración Pública (administración electrónica), voz-IP, chat, correo electrónico, servicios en la nube y redes sociales.

Relacionamos el acceso y uso de los servicios anteriores con algunas de las características individuales que suelen estar en la raíz de estas brechas: género, edad, nivel de estudios, habilidades digitales, población del lugar de residencia y renta. Estas son variables que están entre los principales determinantes de adopción de diversos servicios digitales, tal como lo indicamos en trabajos recientes (aquí, aquí, aquí o aquí). Podemos distinguir diferentes niveles en cada una de estas variables: por ejemplo, cuatro grupos de renta: baja, media, alta y muy alta. De manera similar con las demás dimensiones socioeconómicas.

Después de estudiar unas 500 brechas digitales, mostramos aquí unos pocos casos en los gráficos que siguen. La altura de cada línea representa la brecha digital con respecto a la categoría más favorecida. Mayor altura significa mayor brecha, es decir, mayor diferencia de uso entre la categoría con mayor uso (categoría de referencia) y las demás. En cada panel puede haber varias líneas porque suele haber varias brechas entre grupos diferentes de una misma variable.

En el gráfico 1 vemos el acceso de banda ancha fija y el uso del servicio de banca electrónica para los distintos grupos de renta, y encontramos que en España estas brechas van decayendo en el período 2008-2019.

• En el caso del acceso de banda ancha por renta, se pasa de una brecha máxima del 77% a la actual del 45%.

• Respecto al uso de banca electrónica, pasa de una brecha máxima del 93% a un 64% para las rentas más desfavorecidas.

• La adopción de comercio electrónico por género pasa de una situación en que las mujeres hacían un 36% menos de comercio-e en 2007 a que hagan solamente un 8% menos que los hombres en 2019.

• Algo similar sucede con las brechas del turismo electrónico relativo a los tamaños de población, que pasan del 54% al 26% en los pueblos más pequeños con respecto a las ciudades.

En este y otros muchos casos, las brechas van disminuyendo, aunque algunas sean todavía grandes, incluso del 64%, en el caso de la banca electrónica.

Gráfico 1. Ejemplos de brechas digitales que van reduciéndose en el tiempo

Nota: la altura de cada línea representa la brecha. A más altura, mayor brecha. El cero corresponde a la categoría de referencia, la que hace más uso.

Gráfico 2. Ejemplos de brechas digitales persistentes en el tiempo

En el gráfico 2 vemos que algunas de las brechas no tienden a cerrarse, y son principalmente las de comercio electrónico para edades de más de 75 años, administración electrónica para personas con bajas habilidades digitales, banca electrónica para personas sin estudios o primaria y Voz IP para personas con edades de más de 75 años, entre otras.

En estos casos vemos en el gráfico que algunas de las brechas son próximas al 100%, incluso en 2019, o sea, que las categorías más desfavorecidas prácticamente no hacen uso de esos servicios, y, es más, no se aprecia que esa brecha vaya a disminuir de forma significativa en los próximos años.

De las 29 brechas que mostramos en los gráficos, el 79% van disminuyendo, mientras que el 21% se mantienen. Es evidente que persisten brechas muy grandes para algunos colectivos. Su relevancia depende del punto de vista de cada uno. Para algunos afectados y gobernantes lo serán, y para otros no. Desde luego, lo más preocupante podría ser la lentitud de reducción de las brechas relacionadas con niveles bajos de renta y la persistencia de las brechas relacionadas con habilidades digitales, mayor edad y pocos estudios.

A la vista de los datos disponibles, parece conveniente reconocer la existencia e importancia de las brechas digitales, más aún de cara a los retos que nos plantea la crisis del Covid-19, para evitar que la exclusión digital aumente las desigualdades socioeconómicas. Así como el confinamiento no afecta a todos por igual, actividades (hoy esenciales) como la educación online (que se ha tratado, aquí, aquí, aquí y aquí) o el teletrabajo (entradas recientes, aquí o aquí) no están al alcance de todos. Las personas que pertenecen a grupos socioeconómicos con menor capital humano y tecnológico pueden sufrir más.

Este post es un extracto de un estudio más amplio y matizado, realizado con datos anteriores al Covid-19, y que pone de manifiesto en todo detalle que las brechas digitales no son mitos del pasado sino realidades del presente. La clave es disponer del conocimiento adecuado del estado actual de las brechas digitales, para actuar decididamente y evitar que interfieran en la recuperación o acrecienten la desigualdad. Dicho conocimiento constituye una oportunidad para contribuir a una sociedad de la información más inclusiva.


⸭ Instituto Complutense de Análisis Económico, ICAE
⸸ Universidad Complutense de Madrid, UCM
⁑ Universidad Nacional de Educación a Distancia, UNED